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Conciencia e "ilusión del usuario": dormir regenera la mente

La ciencia se atreve con una de sus fronteras: la relación entre los impulsos químicos que capta el sistema nervioso -lo somático, sensaciones-, el proceso cognitivo que llamamos conciencia y su regeneración, un tema crucial para avanzar en inteligencia artificial.

Numerosos estudios confirman que el sueño regenera, impulsa el aprendizaje y combate la depresión, lo que explicaría que grandes teorías e ideas se hayan fraguado en el limbo cognitivo de la ensoñación.

La función evolutiva básica del sueño

El último artículo de Maria Konnikova para el New York Times explica por qué tiene sentido la aparente contradicción biológica que supone pasar un tercio de nuestra vida durmiendo.

El proceso del sueño es muy peligroso, sobre todo en la sabana de nuestros antepasados, por lo que biólogos como la danesa Maiken Nedergaard creen que su existencia sólo se explica porque “tiene que cumplir una función evolutiva básica”.

(Vídeo: tráiler de Spellbound, película de Alfred Hitchcock de 1945 con Gregory Peck e Ingrid Bergman de protagonistas)

De lo contrario, el sueño habría desaparecido en los vertebrados superiores que arriesgan su vida mientras duermen, a expensas quizá de una vida más corta.

El sueño como regenerador del cerebro

Hasta ahora, sabíamos que el sueño es crucial para -explica Konnikova- para formar y consolidar memorias como estrategia para formar nuevas conexiones neuronales y regenerar las viejas -descartándolas, ampliándolas, etc.

Nuevos estudios concluyen que el sueño es fundamental para el mantenimiento fisiológico del cerebro.

Konnikova: “A medida que nuestro cuerpo duerme, nuestro cerebro actúa como supervisor mental: limpia todos los desechos acumulados como resultado del pensamiento diario”.

La simbiosis cerebro-sueño equivaldría a músculo-sistema linfático

Los responsables del nuevo estudio creen que el sueño cumpliría en el cerebro la misma función que el sistema linfático realiza con el cuerpo, al eliminar las toxinas acumuladas en los músculos tras el esfuerzo anaeróbico del ejercicio.

Si el sistema linfático es el custodio del cuerpo -somático-, el sueño lo sería de la conciencia, según esta hipótesis. Dormir bien se convierte, por tanto, en ventaja competitiva.

La mencionada bióloga danesa Maiken Nedergaard recurre a una metáfora para describir el rol regenerador del sueño: “Piensa en una pecera. Si uno dispone de una pecera sin filtro, los peces acabarán muriendo. Entonces, ¿cómo se deshacen las células del cerebro de sus residuos? ¿Dónde está su filtro?”

Sobre el sistema “glinfático”

Si hasta hace unos años se creía que el proceso se asemejaba al reciclaje a escala celular; para esta hipótesis, cuando fallaba el reciclaje aparecían dolencias como el mal de Alzheimer.

La hipótesis era inexacta para Nedergaard, ya que “el cerebro está demasiado ocupado como para reciclar” toda su energía. El equivalente a un sistema linfático para el cerebro es el único sistema plausible para regenerar un órgano tan complejo y dependiente y que demanda tanta energía.

Lo que Nedergaard y otros estudiosos han bautizado como sistema “glinfático” carecía de un último detalle: cuándo el cerebro podía aplicar un proceso de regeneración que requiere enorme energía. Estudios en ratones sugieren que ocurre durante el sueño.

Dormir poco atrofia el sistema glinfático

Debido a su papel regenerador de la mente, el sueño debería mejorar su estatus y percepción social, al considerarse poco menos que una necesaria pérdida de tiempo que hay que reducir cuanto más mejor.

Ello explicaría por qué la mente está peor equipada que nunca, justo cuando más necesario es el proceso de regeneración diaria, debido a fenómenos como la Internet ubicua y el consumo informativo en distintos soportes y a lo largo de todo el día.

(Vídeo: secuencia del sueño creara por Salvador Dalí para Spellbound, película de Alfred Hitchcock de 1945)

https://www.youtube.com/watch?v=TeRel-eYE4w

Maria Konnikova aporta algunas figuras: el 80% de los adultos padece falta de sueño. Las consecuencias cognitivas de menos horas de sueño y de peor calidad equivaldría a las dolencias que acumularía el cuerpo con un sistema linfático atrofiado: los residuos cognitivos se apilarían, causando trastornos.

El sueño como tratamiento de la depresión

Por ejemplo, se ha demostrado que dormir mejor es un tratamiento más efectivo contra la depresión que medicamentos con efectos secundarios, como el Prozac.

Lo explicaba Benedict Carey en el New York Times, citando un estudio reciente efectuado en Toronto, Canadá. Dormir mejor regenera y fortalece el estado anímico. Para un adulto, bastaría con dormir regularmente entre 7 y 9 horas diarias, sin que sea necesario nada más.

La maravilla cotidiana de recuperar la conciencia cuando despertamos

El neurocientífico Antonio Damasio nos recuerda el maravilloso fenómeno de despertarse por la mañana y recuperar la conciencia, después de varias horas de sueño.

Pero, ¿qué es realmente lo que recuperamos y cómo lo definimos? La respuesta más rápida: nuestro cerebro logra crear el sentido de uno mismo. “El sentido completo que recuperamos cada mañana de nuestra completa existencia”, explicaba Damasio en su intervención en TED en 2011.

Pero la mente no es nada sin el cuerpo. Para Damasio, “una mente está tan integrada con el cuerpo y destinada a servirlo que una mente sólo podría crecer en éste. Sin cuerpo, no habría mente”.

La “ilusión del usuario”: sobre nuestra conciencia

En The User Illusion: Cutting Consciousness Down to Size, el divulgador científico Tor Nørretranders logró sintetizar qué es la conciencia humana, cómo actúa y cómo podría emularse (inteligencia artificial) o regenerarse.

Un ensayo profundo y complejo, pero a la vez accesible al público general que afronta desde la ciencia una cuestión tan filosófica como la percepción humana de su entorno, con una conclusión que habría interesado a las principales escuelas filosóficas de la Antigüedad: nuestra percepción de la realidad es una simulación.

Tor Nørretranders expone en The User Illusion que el cerebro crea una “imagen” de la realidad que confundimos por lo auténticamente real (o lo que acaece sin que pase por el filtro de nuestra interpretación cognitiva).

Sobre la realidad y lo que percibimos como tal

La “objetividad” en términos absolutos no puede ser percibida por un ser humano o cualquier otro organismo, debido al proceso de filtrado que cualquier entidad observante de la realidad efectúa por distintas razones: entre ellas, la imposibilidad de elaborar una “narrativa” acotada e inteligible que permita elaborar estrategias.

Si la conciencia es un tipo de “ilusión del usuario“, similar a las metáforas que empleamos para gestionar entornos complejos -por ejemplo, una Interfaz de Usuario Gráfica en un ordenador- como argumenta Tor Nørretranders, ¿qué papel juega el sueño en la construcción, mantenimiento, regeneración y expansión de esta metáfora cognitiva?

La realidad y su interpretación

En la Antigüedad, las dos principales escuelas filosóficas después de Aristóteles, estoicos y epicúreos, recurrieron al panteísmo de los presocráticos para explicar todos los fenómenos:

  • los estoicos recurrieron a Heráclito, reconociendo la ambigüedad de la realidad, la transitoriedad de la existencia y la necesidad de interpretarlas de manera subjetiva;
  • los epicúreos optaron por Demócrito y su visión atomista: todo, incluyendo la conciencia humana, está compuesto por las mismas partículas en constante movimiento, que se agrupan y disgregan para crear entidades finitas.

Tanto para estoicos como para epicúreos, la conciencia humana no era una entidad que procesara la realidad pura, tal y como es, sino que se trata de una interpretación.

Ello explica por qué las conclusiones del estoico Marco Aurelio coinciden con las expuestas por Tor Nørretranders en The User Illusion dos milenios después. Dice Marco Aurelio: “Todo lo que oímos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad”.

De dónde vienen las ideas

La conciencia requiere el uso de los sentidos, que interpretan la realidad circundante y la integran con el conocimiento abstracto acumulado. 

De la capacidad para asociar experiencia, pensamiento abstracto y observación nacen las ideas y la creatividad, que autores como Steven Johnson, autor de Where Good Ideas Come From, han relacionado con un proceso escalonado en el que los factores externos influyen sobre la calidad y originalidad de lo inventado.

Johnson toma la teoría sobre la evolución biológica de “lo que es posible a continuación” (Stuart Kauffman) y la aplica la mente humana. 

Si en el caos entrópico de la vida, las moléculas desarrollaron aminoácidos, que posibilitaron el ADN, la célula, la agrupación multicelular y la vida compleja, en la conciencia humana podemos dar una vuelta de tuerca más a una idea o invento siempre y cuando exista una base previa, aportada por el entorno y el aprendizaje previos, propone Steven Johnson.

La conciencia tiene una explicación biológica

Tor Nørretranders nos explica en The User Illusion que la conciencia humana y la transitoriedad de la existencia, base de la filosofía y las religiones, que abunda la evidencia circunstancial que relaciona el proceso de lo que llamamos conciencia con acontecimientos materiales cuantificables, sin necesidad de recurrir, como hacen las religiones, a una intervención providencial que “encienda” el proceso.

Los procesos mentales, explica Nørretranders, parten de la información que la mente recibe del cuerpo, así como de -a partir de este intercambio de información entre mente y cuerpo- la interpretación de lo externo y la acumulación de experiencias, historias, interacciones. La estrecha relación entre cuerpo y mente es la gran cuestión sin resolver en inteligencia artificial, ya que no existen ejemplos sobre cómo una “mente” sin “cuerpo” tendría experiencias emocionales.

Promesas y límites de la realidad aumentada

De momento, lo más próximo a la inteligencia artificial, entendiéndola como conciencia autónoma y pensante, capaz de aprender y regenerarse sin injerencias externas, son ordenadores como la supercomputadora Watson de IBM.

Watson es capaz de contestar preguntas usando lenguaje natural y lo más parecido hasta ahora a construcciones cognitivas complejas, similares al sentido común humano. 

Los expertos creen que aplicaciones de realidad aumentada ya disponibles, como Apple Siri y Google Now (que se servirá de interfaces como Google Glass), avanzan hacia servicios que aprenden y se comportan como una proto-conciencia. 

(Vídeo: Un chien andalouUn perro andaluz-, película de Luis Buñuel con guión de él mismo y Salvador Dalí)

https://www.youtube.com/watch?v=371P8O3hf_8

La película Her, de Spike Jonze, en la que un profesional de mediana edad (Joaquin Phoenix) se enamora de un dispositivo de realidad aumentada integrado en su teléfono inteligente, explora las consecuencias sociales y éticas de la mejora de las aplicaciones de realidad aumentada (trailer).

Lo que compartimos con los reptiles

La estrecha relación entre cuerpo y mente explica expresiones que relacionan estados físicos -aumento de la presión sanguínea, tensión muscular, compulsión, risa, llanto, temblor, etc.- con reacciones mentales.

Una investigación finlandesa ha inspirado un atlas corporal señala las zonas del cuerpo que reaccionan según la emoción experimentada. 

Cuando el cuerpo reconoce un estímulo, a continuación:

  • nuestra amígdala, la parte cerebral más profunda que compartimos con el resto de vertebrados superiores y regula nuestra reacción a los impulsos, se activa;
  • la amígdala envía al cuerpo señales con instrucciones para modular el esfuerzo físico acorde con la interpretación cognitiva;
  • cuando el cuerpo está preparado, las señales viajan de vuelta desde el cuerpo hasta el cerebro, confirmando que está preparado para entrar en acción.

Inteligencia artificial y reconocimiento de uno mismo

Confirmamos de un modo material que hemos registrado conscientemente un estado emocional en relación con un estímulo externo, nuestra experiencia, nuestra capacidad y estado anímico. Que sepamos, no hace falta ninguna “fórmula providencial” para activar este proceso, lo que abre las puertas a la inteligencia artificial, sea para crear nuevas “entidades” con conciencia o para regenerar conciencias humanas previamente dañadas. Eso sí, el tipo de conciencia que conocemos, explica Tor Nørretranders, depende de la relación entre impulsos del cuerpo y la mente. 

Para reproducir una conciencia tal y como la conocemos, haría falta un sistema para recolectar, recibir y enviar impulsos tan complejo como el de un vertebrado superior. Sin cuerpo, no hay amígdala. Sin amígdala, no es posible el inicio de la metáfora compleja de la conciencia, o interpretación humana de la realidad.

Tests de realidad

La realidad según nuestra mente es subjetiva y se somete a varias ilusiones interpretativas y nuestra existencia depende, de esta interpretación. 

Cuestiones tan importantes como la mortalidad, la percepción del peligro, la planificación o la gestión del dolor y la incertidumbre requieren una mente y un cuerpo ágiles, capaces de reaccionar del modo más adecuado para garantizar objetivos instintivos.

El sueño, hemos aprendido, es uno de los procesos que garantizan el buen funcionamiento y la mejora de la conciencia.

El sueño, por ejemplo, conduciría el equivalente a “tests de realidad”, además de descartar información que considera no relevante, o insistir sobre cuestiones y recuerdos que causan pesar, incertidumbre y otras emociones a menudo contradictorias, que tanto influyeron sobre Heráclito (y, a través de la interpretación de éste, en los estoicos).

Información que permanece en el contexto

The User Illusion expone la provocativa idea de que la conciencia, entendida del modo tradicional es un fraude, al no interpretar la realidad objetiva tal y como es y en tiempo real, que es nuestra asunción instintiva.

Recurriendo a disciplinas tan dispares como la física o la psicología, Nørretranders explica que:

  • de los millones de bits de información que captan los sentidos en cualquier momento, descartamos la mayor parte y sólo una minúscula fracción se convierte en “conciencia”;
  • a partir de este influjo de información, el cerebro crea la “imagen” o simulación que confundimos como realidad;
  • desconocemos la cantidad de información que almacenamos de manera subliminal, aunque varias obras y experimentos, desde el libro de culto Zen in the Art of Archery a las investigaciones con sustancias psicotrópicas, han demostrado que, bajo el límite de la conciencia, procesamos información que el cerebro sólo usa si lo estima oportuno.

Nuestro cerebro es, concluye The User Illusion, mucho más poderoso de lo que nos muestra para no asustarnos o, en clave de estrategia de supervivencia, para evitar el colapso nervioso o la demencia (y, por tanto, el riesgo de la especie).

Descansar

Descansar con regularidad se convierte en la nueva meditación. Basta con hacerlo entre 7 y 9 horas. Combinado con ejercicio, dieta sana y una jornada exigente y motivadora, el sueño garantiza la frescura, la predisposición a ir un poco más allá, el chispa para lograr la vuelta de tuerca, la energía para saltar un poco más allá desde lo “posible adyacente”.

Sócrates calificaba el sueño como un estado de aporía, término derivado de “poros” (vagar sin dirección fija, vagabundear, o carecer de salida, recursos, etc.). 

Al usarlo, Sócrates relacionaba el sueño con la construcción conceptual y su regeneración. En retórica clásica, la aporía pone en duda una conjetura al aportar argumentos que se contradicen, el momento en que la estructura retórica se deconstruye y acaba desmantelada.

Uno de los ejemplos más célebres de aporia narrativa es el soliloquio del “ser o no ser”, donde Hamlet compara a la conciencia, la mortalidad y el sueño.

Transitoriedad

A medida que avanzan nuestros conocimientos sobre la conciencia humana y sus mecanismos de construcción y deconstrucción, la “ilusión del usuario” se hace más patente.

El neurocientífico Antonio Damasio lo expone en un ejemplo sobre el estado de coma: “Lo que ocurre [en un coma] es que uno pierde la conexión con uno mismo y cualquier percepción de la propia existencia”.

Y, lejos de ser la muerte, el sueño garantiza el discurrir de la existencia tal y como la entendemos. Y, así, seguimos reflexionando sobre nuestra dulce transitoriedad.

Sin el sentido de la propia existencia y mortalidad, dejaríamos de tener conciencia.