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Emprendedores, ocupación, determinismo y éxito

Se puede “buscar la suerte”, como demuestra la definición que muchos emprendedores encuestados realizan del término. Buscar el tipo adecuado de suerte en momentos de incertidumbre como el actual ayuda, aseguran algunos expertos, a mejorar o reconducir una situación profesional, o incluso a inventar una ocupación por cuenta propia.

No obstante, la actitud determinista de influencias socioculturales como el catolicismo, convierte a la fortuna en un fenómeno esotérico, difícil de influir o modificar, a diferencia de tradiciones más proactivas y seguras de las capacidades del propio individuo, como la ética protestante o el confucianismo.

Por ejemplo, la tradición de la lotería navideña dice mucho acerca de la sociedad española, más interesada en la suerte relacionada con el azar que en mecanismos que permitan sacar el máximo partido a cualquier situación, incluso en momentos de desasosiego.

De bruces con la realidad: un mal momento para llegar al mercado de trabajo

En general, la gente no ha notado mejoría económica. Los últimos sondeos en Europa y Norteamérica sitúan a la economía familiar y el desempleo entre las principales preocupaciones. Los últimos estudiantes que se han preparado concienzudamente para incorporarse preparados al mercado de trabajo no podrían haber elegido un momento más descorazonador.

Incluso en los países donde la economía se recupera más rápidamente, como Estados Unidos, por primera vez en décadas se da la paradoja de que la mejoría no genera nuevas contrataciones.

En España, el desempleo juvenil y la precariedad de este colectivo, históricamente más elevados que en el resto de países de la OCDE, ha empeorado en los últimos años y ya dobla, con el 40% de desocupados, a la media de paro general, que a su vez dobla el desempleo medio en la Unión Europea.

Estudiar o inventarse uno mismo el trabajo

Ante la falta de oportunidades, muchos jóvenes prefieren invertir tiempo y recursos en formación, tanto quienes abandonaron los estudios a corta edad cuando abundaba el trabajo no cualificado, como quienes deciden ampliar su educación superior.

La otra alternativa a la falta de ofertas de trabajo consiste en crearse uno mismo su propia ocupación. No obstante, han nacido muchas menos empresas durante la crisis, lo que contrasta con el comportamiento de pequeños negocios fundados por emprendedores en los países en desarrollo, que mantuvieron el ritmo previo a la recesión.

En Estados Unidos, un estudio publicado por la Fundación Ewing Marion Kauffman, el mayor instituto de investigación sobre emprendedores, cuestiona la idea preconcebida que relaciona la creación de empleo neto con la contratación en todo tipo de empresas, independientemente de su tamaño o naturaleza. El estudio explica que son las nuevas empresas o startups las que generan empleo neto en Estados Unidos.

Las nuevas empresas crean el empleo neto, las grandes empresas lo destruyen

En este país, las nuevas firmas añaden 3 millones de puestos de trabajo durante su primer año, que contrasta con la tendencia en las empresas maduras, que reducen 1 millón de trabajos al año, debido a tendencias como la deslocalización y el aumento de la productividad.

El economista Robert Samuelson ha criticado la pobre interpretación de los datos de empleo, ya que una lectura concienzuda de la información debería haber encendido todas las alarmas. Samuelson tiene claro que los emprendedores son el motor del empleo y la prosperidad en Estados Unidos. 

Si la crisis económica ha reducido drásticamente el alta de nuevas empresas, un fenómeno relacionado con el endurecimiento de las condiciones para acceder a cualquier tipo de financiación, a la vez que aumenta su mortalidad debido al mismo fenómeno, el desempleo neto no se reducirá ni siquiera en Estados Unidos, con un mercado laboral menos encorsetado que el europeo.

Por qué las nuevas empresas no están cumpliendo con su función

Para Samuelson, “lo que causa frustración y perplejidad sobre la actual deriva del mercado de trabajo es que la economía de Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo una formidable máquina de crear nuevos empleos”.

“He aquí el registro: entre 1960 y 2007, se crearon 83 millones de puestos, con sólo 6 años de declive (1961, 1975, 1982, 1991, 2002 y 2003). El análisis convencional culpa el pobre rendimiento actual (hay 7,6 millones de puestos menos que en el punto álgido anterior a la crisis) debido a la débil demanda. Debido a que la gente no compra, las empresas no contratan. Aunque cierto, este análisis omita el rol vital de los emprendedores”.

Y ese rol vital al que se refiere el economista son los más de 3 millones de nuevos contratos que añadían los emprendedores cada año a la economía de Estados Unidos.

El economista estadounidense cree que “las malas noticias son que el capital riesgo para nuevas empresas es escaso y los líderes miran hacia otro lado ante las políticas gubernamentales onerosas. Esto debe ser abordado. El espíritu emprendedor no curará instantáneamente el déficit laboral de Estados Unidos, pero sin él, no habrá recuperación sólida”.

Como apunte, la tasa de paro alcanza en este país al 9% de la población activa (octubre de 2010), similar al 9,6% de la media de la UE (julio de 2010). España dobla esta tasa.

No se están creando tantas nuevas empresas como antes y, por tanto, se ha reducido su capacidad para contratar trabajadores. Las grandes empresas, a lo sumo, mantienen sus plantillas, aunque la tendencia es consistente y habla de una paulatina destrucción de ocupación por parte de las corporaciones maduras.

Todos los emprendedores no son lo mismo

El endurecimiento del acceso a la financiación en los países ricos, especialmente perjudicial para emprendedores y nuevas empresas, afecta al desempleo, que no se reduce pese a la mejora de las expectativas. Paradójicamente, hay sectores, como el tecnológico, donde cuesta cubrir ofertas de trabajo. El consejero delegado de Google, Eric Schmidt, reconoce que las mayores empresas de Internet asisten a una “guerra por el talento“, centrándose en atraer o retener a los que han demostrado ser los mejores o tienen el potencial de serlo. El resto, son prescindibles.

Hay emprendedores que se preguntan por qué, con el paro en el 9% (una cifra elevada en Estados Unidos), es tan difícil encontrar canditatos adecuados para suplir puestos que requieren una formación técnica específica. El fenómeno lo explica la baja cualificación de buena parte de los desocupados.

Mientras las cuentas de resultados de las mayores compañías alcanzan máximos históricos, el desempleo existente es, en palabras de emprendedores que no pueden encontrar a candidatos para cubrir sus ofertas, sistémico.

En Estados Unidos, por ejemplo, las empresas se fijan en talentos relacionados con la programación, la informática, la comunicación corporativa, el marketing, la ingeniería y las especializaciones avanzadas (medicina, matemáticas, etcétera). Por el contrario, en la actualidad, cuando no se puede crecer con la ayuda de crédito barato, el resto de desocupados no interesan.

Economías que crecieron al amparo del crédito fácil, centradas en sectores como el inmobiliario y el de la construcción, han padecido una destrucción de empleo mucho más espectacular que la acaecida en economías con un riesgo más diversificado.

Ello explica por qué España o Irlanda han perdido un elevado porcentaje de emprendedores en los últimos años, mientras Alemania no ha padecido el mismo fenómeno. Irlanda tenía un mayor porcentaje de emprendedores en relación con su economía que Alemania antes de la crisis, aunque pertenecían, sobre todo, a los sectores inmobiliario y de la construcción. La crisis económica ha dilapidado el espíritu empresarial irlandés, mientras el alemán apenas se ha resentido.

Nacer en el momento oportuno, con la actitud adecuada

Se han sugerido varias soluciones para hacer frente al paro y al riesgo de que la prolongada falta de oportunidades produzca una generación perdida. El periodista y escritor estadounidense Malcolm Gladwell, por ejemplo, justifica en su ensayo Fueras de serie (Outliers es el título original) que las circunstancias que nos rodean, si bien no determinan totalmente nuestro porvenir, propulsan o frenan nuestra proyección.

Si la situación actual no ayuda a crear empresas, a lo que se añaden las dificultades para encontrar trabajo, muchos desempleados se encuentran en una encrucijada, ya que las soluciones a la situación se aplican más fácilmente sobre el papel que sobre la realidad.

Entre ellas, destacan la mencionada formación y el reciclaje profesional; restaurar la demanda laboral en sectores como los servicios y la industria incentivando a las grandes empresas en mejor situación económica de lo que muestra su política de contrataciones; aplicar incentivos gubernamentales (descartados en Europa, dada la austeridad fiscal, casi mandatoria para países muy endeudados, como España); la investigación privada en campos no tradicionales, como las tecnologías verdes.

Buscar la suerte vs. esperar a que llegue

No es sencillo sacarse uno mismo un puesto de trabajo de la chistera. Si bien la ubicuidad de Internet y la irrupción de las aplicaciones sociales han favorecido el teletrabajo, que beneficia de momento a perfiles profesionales muy específicos, caracterizados elevada formación, ello no garantiza el éxito instantáneo de cualquier iniciativa.

En una situación de incertidumbre como la actual, el emprendedor potencial no sólo necesita entender la importancia de la formación continua; o un capital mínimo, propio o prestado, para iniciar actividad. Intangibles como la actitud y la perseverancia, las relaciones interpersonales, la escala de valores, la tolerancia -propia y del entorno- al fracaso y otros muchos factores condicionan la incubación de cualquier idea.

Incluso el modo de percibir la incertidumbre, o suerte, condiciona las oportunidades de cualquier individuo para, por ejemplo, crear un negocio, que acaba repercutiendo sobre el resto de la sociedad en forma de nuevos productos y avances y, sobre todo, puestos de trabajo (netos, como demuestran los datos sobre ocupación a largo plazo en Estados Unidos). También, por qué no, en forma de personas más felices que se ganan la vida haciendo lo que les apasiona.

El emprendedor, consultor y asesor estadounidense Anthony Tjan escribía recientemente en Harvard Business Review que basta realizar una búsqueda en Google para encontrar un común denominador en la biografía de los emprendedores más influyentes.

En todas sus historias de éxito, aparece siempre mencionada la suerte, ya que, en palabras de Tjan, “la incertidumbre está en el corazón del espíritu empresarial y la creación de un negocio”. Los suertudos, según Tjan, han mejorado su porvenir de un modo más proactivo del que se podría presuponer a primera vista.

Si bien la suerte, por definición, “no puede ser controlada”, muchos de los emprendedores más reconocidos definen “suerte” de un modo menos convencional y hablan a menudo de “suerte creada” o de “ir a buscar la suerte”.

Circunstancias, legado y pura suerte

En sus estudios, Anthony Tjan y sus colegas han categorizado tres tipos de suerte, que pueden ser influenciados hasta el punto de que el azar se haga más probable, ya que la actitud y el modo de actuar del individuo aumentarían sus posibilidades de éxito, también empresarial.

  • Suerte circunstancial: situarse en entornos que facilitan el contacto continuo con oportunidades. Por ejemplo, acudir a un evento donde saludamos a alguien que nos presenta a quien se convertirá en uno de nuestros mejores valedores, clientes, mentores, etc. Mostrarse abierto y proactivo en cualquier situación y labrarse una reputación positiva acaba reportando muchos beneficios.
  • Suerte constitucional: como Malcolm Gladwell, Anthony Tjan también reconoce la importancia de la cultura o el entorno socioeconómico donde nacemos, la edad, etcétera. Determinados estereotipos pueden beneficiarnos o perjudicar nuestra fortuna, del mismo modo que nuestro atractivo físico, nuestra facilidad de palabra o las relaciones sociales de nuestros familiares, entre otros ejemplos. Como Malcolm Gladwell explica en Fueras de serie, hay innumerables ejemplos de auténticos genios que no acabaron creando Sun o Microsoft por carecer de la actitud y nacer en un entorno poco estimulante y negativo; o personas que podrían haber sido excelentes deportistas, de no haber nacido en el momento del año que les convertía en los menores (y por tanto, los menos maduros) de los equipos alevines. Y, claro, a una corta edad, ser menos maduro es una desventaja que repercute sobre las decisiones de los entrenadores.
  • Azar, o pura fortuna: a diferencia de la suerte constitucional, el azar puede ser también influenciado. Por ejemplo, contar con el capital que uno necesita para empezar un negocio, o la capacidad para olvidar el riesgo de una situación, lo que reforzaría la confianza de uno mismo para lograr los objetivos planeados, pese a las altas dosis de incertidumbre. O ganar la lotería, el tipo de suerte que menos podemos influenciar y, sin embargo, es el que ocupa el lugar más privilegiado en el imaginario colectivo. Prueba de ello es el fenómeno de la Lotería de Navidad en España.

Varios estudios muestran que la mayoría de los individuos con éxito en realidad hacen cosas que aumentan la probabilidad de obtener beneficios a través de hechos de suerte circunstancial o pura fortuna.

Mecanismos para aliarse con la casualidad

Muchos emprendedores y profesionales de éxito parecen haberse aliado con la suerte. Si bien la suerte circunstancial, más relacionada con la naturaleza del individuo que con sus decisiones, está en buena medida predeterminada, los estudios sobre la materia demostrarían que las personas con mayor fortuna hacen cosas que incrementan la probabilidad de obtener beneficios a través de mecanismos de suerte circunstancial y pura suerte. 

De manera consciente o no, los individuos con mayor éxito se exponen de manera consistente a la posibilidad de verse agraciados por la fortuna, a diferencia del resto. Buscan activamente la fortuna. La suerte incluye altas dosis de casualidad, pero “incluso si es ese el caso, hay modos de mejorar las oportunidades de uno”. Buena parte de los emprendedores más afortunados:

  • Comparten una profunda curiosidad intelectual. La atención constante en la mejora personal allana el camino para que lleguen oportunidades. Se trata de líderes que cuestionan la norma con regularidad y buscan la mejora constante. En definitiva, “se encuentran con la suerte” porque quieren aprender y su actitud vital les empuja a buscar métodos más adecuados e ideas disruptoras.
  • Se sienten como tales y son optimistas. Según Anthony Tjan, lo que la gente considera a menudo pura fortuna consiste en tener la actitud adecuada de manera consistente.
  • Son (y se muestran) vulnerables y humildes. En lugar de actuar de un modo defensivo, los individuos con mayor éxito empresarial evitan actitudes de sabelotodo y sabrían combinar la confianza con la humildad.

Tener la actitud adecuada

Como la búsqueda proactiva de la fortuna, y relacionada con ésta, el optimismo es otra de las cualidades predominantes en personas con mentalidad emprendedora. Al parecer, el simple ejercicio de pensar que uno es afortunado está estrechamente relacionado con la búsqueda de situaciones afortunadas. Se trataría de tener la actitud adecuada.

Del mismo modo que existen mecanismos para lograr la excelencia en cualquier campo, la fortuna e intangibles con un papel tan central en la vida del individuo como la búsqueda de la felicidad, se relacionan con la actitud del individuo.

Muchos emprendedores con los que hemos hablado han llegado a la conclusión de que las experiencias, y no los productos, aumentan el bienestar; que la recesión puede convertirse en una oportunidad para una vida más sencilla y plena; o que la austeridad que se impone en muchos hogares, debido a la situación económica, puede beneficiar nuestra salud y bienestar, reducir nuestra huella ecológica, ayudarnos a reorganizar nuestras prioridades vitales y, en definitiva, aumentar nuestra curiosidad cotidiana.

La caja de herramientas de los emprendedores

Entrevistando a emprendedores para fundamentar sus estudios con información de primera mano, Anthony Tjan ha tratado de dilucidar las claves del éxito profesional, así como los sacrificios personales requeridos para lograrlo.

Las respuestas han sido sintetizadas en 4 consejos:

  • Es crucial arriesgarse, cuanto antes mejor. La gente se arrepiente a menudo demasiado tarde de no haber tomado a su tiempo determinadas decisiones, cuando no existen cargas importantes. Los riesgos tomados al principio de la carrera profesional tienen a menudo muchas más repercusiones positivas que negativas.
  • Priorizar las experiencias por encima de las decisiones puramente transaccionales. Hay argumentos sólidos para pensar que las personas que deciden vivir experiencias y cultivar un ideario estoico son más felices que quienes sitúan las posesiones materiales en el núcleo de sus decisiones cotidianas.
  • Las relaciones personales son cruciales para lograr un estilo de vida pleno, saludable. Buena parte de nuestras decisiones son influenciados por nuestras relaciones sociales. La calidad de estas decisiones también depende, aunque indirectamente, de la interacción con las personas de nuestro entorno.
  • Mantener la curiosidad, aprender constantemente, permanecer relevante. Quienes muestran un mayor nivel de curiosidad y predisposicion a aprender constantemente suelen ser considerados más afortunados.

La austeridad reinante es limitación… u oportunidad

La situación económica actual continúa generando incertidumbre. Las grandes empresas no crean los puestos de trabajo que se esperaba de ellas, al llegar los síntomas sólidos de recuperación y comprobar que su cuenta de resultados está en máximos históricos.

Por otro lado, las dificultades para acceder a financiación dilapidan el que, para muchos economistas, es el auténtico motor de las sociedades, por su energía, positivismo y aportación a la sociedad, en forma de nuevos productos y servicios, además de puestos de trabajo: el espíritu emprendedor.

Ante las perspectivas laborales actuales, muchos jóvenes miran hacia la formación y el reciclaje como principales alternativas. Pero no son las únicas; a falta de posiciones capaces de estimular o labrar el porvenir deseado, por qué no crearse un puesto de trabajo a medida.

Para lograrlo, quizá sea necesaria la suerte, tomar las decisiones profesionales adecuadas y, por qué no, ante la falta de facilidades de financiación, practicar la frugalidad, la vida sencilla o el minimalismo.

La suerte no puede controlarse, pero existen mecanismos para ponerla de nuestro lado, argumentan estudiosos en la materia como el citado Anthony Tjan. Tampoco es tan sencillo acertar con todas las decisiones profesionales, sobre todo cuando no se tiene experiencia, pero tener una actitud positiva y alerta es un buen comienzo. 

En cuanto a la práctica del minimalismo si es necesario, las limitaciones económicas, o de tiempo, pueden convertirse en ventajas.