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10 casas con planta en voladizo que gravitan sobre el paisaje

Las estructuras que parecen desafiar la lógica atraen nuestra mirada con la intensidad de algo que nos sorprende en la naturaleza. En arquitectura, lo más parecido a un animal extraño y fascinante son las construcciones que cuelgan sobre el paisaje: los voladizos o ménsulas.

Las viviendas y edificios en voladizo sobresalen de su punto de apoyo sin recurrir a refuerzos exteriores como una viga o pilar en el extremo elevado sobre el terreno “por si acaso”, sino que dependen de la confianza humana en la ingeniería: aplicado a una vivienda, una viga o plano alargado asida a un único punto de apoyo es un recordatorio cotidiano de la ingenuidad humana.

Planta en voladizo de Casa en Etura (Roberto Ercilla Arquitectura, España)

Desde los inicios de la ciencia ficción, los personajes más apasionantes y misteriosos han sido descritos como solitarios ajenos a la vida convencional, a menudo habitantes de viviendas con un diseño audaz, integrado sin esfuerzo en su entorno hasta -en el caso de los superhéroes o grandes villanos- el camuflaje.

Héroes y villanos

Lo que los lectores de novelas pulp y cómics de superhéroes siempre han admirado de los grandes héroes y villanos no es su complementariedad o maniqueísmo de cartón piedra, una dialéctica que simplifica los arquetipos de los héroes de las grandes sagas haciendo frente a una visión del mal casi siempre ligada al elemento exterior, desde los demonios paganos a los ángeles caídos de la tradición judeo-cristiana.

M. Night Shyamalan enfrenta a las dos fuerzas del panteón pulp de los superhéroes, el bien y el mal, en su destacable película -quizá no tanto como el efecto sobre el paisaje de una ménsula bien ejecutada- Unbreakable (El protegido, 2000), donde prefiere situar a ambas fuerzas en un plano cotidiano que va acercándose a la ficción de los cómics que obsesionan a Elijah Price (Samuel L. Jackson) desde la infancia, el misterioso villano con una enfermedad rara que quiebra sus huesos y articulaciones.

Una piscina en los Alpes (Noa)

Tanto Elijah como David Dunn (Bruce Willis) mostrarán su potencial a medida que se desenvuelve la trama en el ritmo y ambientación típicamente melancólicos del director. Nada de personajes misteriosos y solitarios residiendo en viviendas en medio de la naturaleza, con elementos tan espectaculares como poco identificados con la construcción residencial tradicional.

Suspendidos sobre el paisaje

De existir una película más centrada en la arquitectura de superhéroes y grandes villanos que en las andanzas simplistas de los protagonistas, a menudo ligadas a la fórmula de la agotada narrativa caballeresca que Cervantes critica ya en El Quijote, abundarían los espacios diáfanos, las entradas integradas en el entorno, los detalles biomórficos y, cómo no, los elementos que permiten disfrutar de la perspectiva.

En ficción y en realidad, el equivalente contemporáneo a la vigilancia del territorio desde la vieja torre caballeresca es la vivienda moderna bien acomodada en su entorno (comprendiendo sus alrededores y aliándose con sus elementos más que adaptándolos, como recomendaba Frank Lloyd Wright), que extiende las vistas desde el interior hacia el horizonte.

La piscina infinita climatizada en voladizo sobre los dolomitas (hotel Hubertus, Alpes orientales, Italia)

Elevarse sobre el paisaje, asomarse a un valle en pendiente desde un altozano, situar grandes ventanales para que la contemplación de lo exterior sea un elemento más del uso cotidiano del interior… Quizá sean las estructuras en ménsula las que mejor generan la sensación de que la planta de una vivienda se suspende sobre el paisaje, acercándose a árboles y aves y ofreciendo la sensación de que uno puede encontrarse donde se proponga.

Construcciones que entienden su emplazamiento

Antes de ser célebre, Frank Lloyd Wright, un provinciano alumno de Louis Sullivan que observaba cómo su maestro y mentor insistía en que, con nuevas técnicas, las ciudades podían alcanzar una verticalidad inusitada hasta el momento, se conformó con pequeños proyectos residenciales: su intención era construir estructuras inspiradas en el paisaje y necesidades de Norteamérica, y no en copiar el canon europeo.

Lloyd Wright pasó apuros económicos al rechazar la imposición de clientes e inversores potenciales, que insistían en “adaptar” diseños “demasiado atrevidos”, para otorgarles un aspecto más convencional y europeo.

Una pasarela de vértigo en Canadá: Glacier Discovery Walk

Frank Lloyd Wright, nacido en las grandes praderas e interesado en mentalidades estéticas ajenas a la occidental, como la japonesa o la mesoamericana, decidió comportarse él mismo como un arquetipo de cómic, al conjurarse para edificar sólo lo que para él tuviera sentido, tratando, como escribiría más tarde, que sus viviendas tuvieran sentido allí donde se erigieran, aprendiendo de lo circundante e incluso enriqueciéndolo, en vez de adaptarlo a modelos ajenos impuestos por mentalidades importadas:

“Ninguna casa debería estar jamás sobre una colina ni sobre nada. Ésta debería ser de la colina. Pertenecer a ella. Colina y casa deberían convivir y reforzarse la una a la otra.”

Sin casa, no habría cascada digna de mención

A los años iniciales de rechazo, proyectos modestos y sequía siguieron décadas de cierto eclecticismo estilístico y una preeminencia pública que no buscó, sino que se topó con ella. La fidelidad a sus propias ideas e intuiciones lo llevaron a convertirse en la inspiración del arquitecto de ficción Howard Roark (El manantial), cuyo carácter incorruptible y fidelidad a su propio estilo lo llevarán a trabajar en una cantera, antes que doblarse a encargos mediocres.

Volviendo al Lloyd Wright de la realidad, el arquitecto tuvo que esperar a la edad de jubilación para muchos, los 67 años, para firmar viviendas y edificios radicales, que alojarían sin problemas a cualquier gran héroe o villano de ficción.

Entre estos proyectos de finales de los años 30, destaca una casa de formas simples y horizontales con terrazas en voladizo sobre una cascada en Pensilvania: la residencia Kaufmann o, simplemente, Fallingwater (Casa de la Cascada).

Refugio de alta montaña en los alpes eslovenos (Ofis Arquitectos)

Las formas ortogonales de los voladizos y las paredes parecen querer abrazar la vegetación circundante, mientras que gran parte de los ventanales y terrazas se sitúan sobre el arroyo en dos plataformas correspondientes a las dos plantas de la residencia, con el característico estilo aplanado del arquitecto, en contraste con el único elemento que se eleva como los árboles junto a la entrada: la zona de la chimenea.

El arquitecto no abandonó nunca una visión conceptual de la arquitectura de las grandes praderas, cuyos inviernos crudos y prolongados demandan invertir en el hogar (la chimenea, siempre presente, incluso en pequeñas cabañas como la de Thoreau en Walden), mientras el resto de la edificación gana en ligereza a medida que se aleja del trabajo de cantería en torno al fuego.

Nuevas técnicas, materiales y mentalidad

En las décadas posteriores, las viviendas solitarias más atrevidas se colgarían literalmente sobre el entorno, al situar parte de su planta principal en voladizos imposibles, cada vez más radicales a medida que la ingeniería permitía alejar el punto de apoyo en los cimientos del extremo saliente del voladizo: a mayor vuelo de la estructura, mayor sensación de inmersión sobre la pendiente.

Las viviendas con planta en voladizo también toman de construcciones precursoras como Fallingwater un reto difícil: integrar una estructura de naturaleza ortogonal (donde abunden los ángulos rectos y la noción de la perpendicularidad, donde elementos superiores buscan el plano inferior para proyectarse sobre él) en una colina sin que el nuevo elemento parezca fuera de lugar.

Piscina infinita en voladizo en los dolomitas (estudio Noa para el hotel Hubertus)

Un diseño racional puede integrarse en a un entorno por definición irregular y biomórfico sin por ello emular el paisaje circundante: Fallingwater “respeta” el bosque de la entrada, la irregularidad del terreno donde se asientan los cimientos e incluso el regato que sigue su curso bajo el voladizo, pero no por ello renuncia a líneas básicas acordes con la geometría euclídea.

En la interpretación desde la distancia, el observador podría relacionar el efecto de las terrazas blancas de las dos plantas en voladizo sobre el curso de agua como dos hongos xilófagos asidos a un tronco humedecido junto a un río, sin que por ello estas terrazas deban imitar al pie de la letra la naturaleza: Frank Lloyd Wright demuestra que la geometría euclidiana es la simplificación de formas presentes en la naturaleza, evocando otra de sus máximas:

“Las herramientas más útiles de un arquitecto son una goma de borrar sobre el tablero… y una barra de demolición en el sitio.”

Voladizos cada vez más atrevidos

Simplicidad y reposo. Dos cualidades de la arquitectura orgánica que Lloyd Wright trató de poner en práctica en Fallingwater, son las cualidades a las que cualquier casa con estructura en voladizo debería aspirar, incluso cuando tanto diseño como dimensiones tienen más contención que el proyecto del arquitecto estadounidense.

Hasta que los materiales han permitido contradecir la ingeniería arquitectónica con formas que se alejan de la geometría euclidiana, gracias a materiales y técnicas que permiten formas orgánicas y contrapesos que desafían lo que nuestra mirada considera posible, los edificios en voladizo han constado de un elemento estructural rígido cuya longitud se apoya a un soporte por únicamente uno de los extremos.

Nuevos materiales rizan el rizo y logran un comportamiento que permite cierta flexibilidad en el extremo sin soporte del voladizo, como ocurre en un trampolín durante el último impulso antes de zambullirnos en el agua.

A la izquierda, la pasarela Skywalk sobre el Gran Cañón del Colorado

Esta tensión cortante entre el punto de apoyo y el voladizo emula la vibración de un metal o una madera cuya estructura molecular tolera cierta flexibilidad. Y, si los trampolines de piscina incorporan una bisagra en el extremo de apoyo, las viviendas con voladizo del futuro podrían incorporar un fulcro (o masa en el punto de apoyo que deberá contrarrestar la tensión cortante del voladizo) con mecanismos que amortigüen cierto movimiento en la estructura sin ponerla en peligro, tales como una condición de frontera de Robin: un bloqueo en el punto de apoyo con una elasticidad proporcional a la fuerza de bloqueo requerida.

El punto de apoyo de Arquímedes

Con los nuevos materiales y técnicas balcones, fachadas o gradas en voladizo desafían cada vez más la gravedad, si bien el observador recuerda, mientras su mirada se centra en el vuelo imposible de la estructura ante él, que tras el efecto existe una ingeniería comprobada y apreciada desde antes de Arquímedes (la posteridad atribuye a este último una ocurrencia, “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”).

La palanca de Arquímedes busca su fulcro con la insistencia que la mirada del observador observa con deleite el vuelo sin columnas de las casas rectangulares con voladizo más espectacular, que a menudo, al haber enterrado o camuflado con el terreno la mayor parte de su apoyo, parecen sostenerse más por respeto al paisaje que como principio matemático.

La ingeniería de las últimas décadas se dedica a construir largos puentes atirantados o gradas de estadio por segmentos: el trabajo avanza siempre teniendo en cuenta el equilibrio mecánico: Arquímedes, por tanto, habría comprendido rápidamente una de esas obras en las que un inmenso brazo de hormigón se suspende sobre el abismo como por arte de magia, cuando no se trata de más que una palanca segura de la calidad de su fulcro.

Ingeniería y ménsulas

La grandiosidad de las mayores obras de ingeniería en construcción, capaces de mostrar voladizos imposibles elevados sobre centenares de metros (como ocurrió, por ejemplo, durante la construcción del viaducto de Millau, en el Macizo Central francés, cuyo pilar de mayor envergadura albergaría la torre Eiffel entre el plano de la carretera y el suelo), interesa más a ingenieros y arquitectos con la mirada acostumbrada que al observador arquitectónico, más interesado en la calidad estética a escala más humana, como la presente en viviendas que actúan como espectacular balcón de un paisaje.

El pequeño refugio montañoso en voladizo en Eslovenia (Ofis)

Cuando el vano entero de una construcción de envergadura, como el viaducto de Millau, está en voladizo, los valores de la ley de momentos flectores son muy altos, por lo que se usan contrapesos al otro lado del pilar (que actúa como dintel) donde se ha iniciado el voladizo. Estos contrapesos suelen ser metálicos.

Técnicas similares han permitido instalar las pasarelas y miradores en ménsula más espectaculares sobre puntos de interés natural, tales como la pasarela vidriada que cuelga sobre el Gran Cañón del Colorado, o la que se asoma sobre una cima en el Tirol austríaco.

Futuro: ¿campos de “energía”?

De momento, al haber limitado la construcción de estructuras artificiales a nuestro planeta, todas las construcciones que parecen flotar en el aire dependen de una ménsula larga, o elemento estructural horizontal que, por su extensión, funciona como una viga a flexión sobre un punto de apoyo asegurado. Hablamos de edificios que se encuentran, claro, en reposo.

Cuando aplicamos movimiento, hemos sido capaces de crear aerodeslizadores -hovercrafts-, o grandes estructuras (los llamamos “vehículos”, pero podrían ser viviendas sin punto de apoyo fijo) que se deslizan sin tocar el suelo gracias a la fricción lograda con un colchón de aire cuya presión es ligeramente superior a la atmosférica, suficiente como para producir la una ligera elevación a medida que el vehículo se desplaza.

Refugio de alta montaña en los alpes eslovenos (Ofis Arquitectos)

Quizá demos con una técnica para crear un campo de fuerza suficientemente estable, silencioso y energéticamente poco intensivo como para suspender sobre el suelo no sólo patinetes, recurriendo al manido ejemplo del hoverboard de Regreso al futuro, sino nuestro vehículo o vivienda. O vehículo-vivienda.

Por de pronto, conformémonos con apreciar la calidad estética y desafío visual de las siguientes viviendas con planta en voladizo.

10 casas en voladizo

Casa Hemeroscopio: vivienda prefabricada de hormigón con piscina en voladizo (Ensamble Estudio, Las Rozas, Madrid, España)

Hemeroscopium en Madrid: un carril de piscina en voladizo (Ensamble Estudio)

Casa Cruzada: vivienda moderna con piscina distribuida en tres bloques en voladizo con fachada acristalada (Clavel Arquitectos, Murcia)

Casa Cruzada (Clavel)

Casa de planta rectangular prefabricada instalada en voladizo sobre un muro de mampostería (estudio MAPA, Pueblo Edén, Uruguay)

Casa prefabricada sobre muro de mampostería en Finca Aguy, Uruguay

Cabañas modernas en el Ártico noruego con fachada acristalada en voladizo (Snorre Stinessen, isla Manshausen, Noruega)

Cabañas modernas en el Ártico (Snorre Stinessen)

Casa Narigua: vivienda ortogonal de color tierra con dependencias colgadas sobre el paisaje montañoso del norte de México (Estudio P+0, El Jonuco, Nuevo León, México)

Casa Narigua (Estudio P+0)

Casa Acantilado: segunda residencia con estructura de hormigón colgada 6 metros sobre el río Ten (de Masato Sekiya, en Tenkawa prefectura Nara, Japón)

Cliff House -primer plano de la imagen-, por Masato Sekiya

The Quest: casa moderna con fachada revestida de alerce y voladizo a modo de aparcamiento abierto (Ström Architects; Swanage, condado de Dorset, Reino Unido)

The Quest en Dorset, sur de Inglaterra (Ström Architects)
Casa con revestimiento de alerce (Ström Architects)

Casa Oruga, vivienda prefabricada con varios volúmenes alargados de contenedores logísticos en voladizo (Sebastián Irarrázaval; Lo Barnechea, Santiago de Chile, Chile)

Casa Oruga (Sebastián Irarrázaval)
Proceso de construcción de Casa Oruga en una zona residencial a las afueras de Santiago de Chile

View Hill House: vivienda en dos volúmenes rectangulares perpendiculares con segunda planta en voladizo (Dentor Corker Marshall; valle vinícola de Yarra, Victoria, Australia)

View Hill House (Dentor Corker Marshall)

Residencia Utriai: casa de madera y planta rectangular sobre el valle de Minija (Architectural Bureau G.Natkevicius & Partners; Klaipeda, Lituania)

La estancia en voladizo de residencia Utriai

Bonus:

Stamp House: vivienda reforzada a prueba de ciclones tropicales con estancias en voladizo (Charles Wright Architects, Queensland, Australia)

A prueba de ciclones tropicales: Stamp House