(hey, type here for great stuff)

access to tools for the beginning of infinity

10 velomóviles para desplazarse (sin motor) a 50 km/h

¿Existe un vehículo que conserve las ventajas del automóvil y, a la vez, no requiera más energía que la inferida por el propio conductor? En estos momentos, el velomóvil es el vehículo sin motor y propulsado por el hombre más cercano a un vehículo con carrocería convencional, con muchas de las ventajas del microcoche: fácil maniobra, reducidas dimensiones, protección contra el mal tiempo y diseño apropiado para el desplazamiento en pequeños trayectos cotidianos.

Curiosamente, en la gran desventaja del velomóvil con respecto al microcoche reside su principal ventaja. Al no tener motor, sus prestaciones son limitadas, pero no consume combustible y, además, mantiene al conductor en forma.

Bólidos cotidianos a pedales

Como cualquier vehículo derivado de la bicicleta, el velomóvil requiere de nuestro pedaleo para circular, pero se trata de la alternativa a pedales más rápida, aerodinámica y segura al automóvil convencional, con las ventajas de la bicicleta y las del microcoche, combinadas en un único diseño.

En efecto, el velomóvil es un vehículo de tracción humana que, a diferencia de la bicicleta y sus derivados convencionales (tándem, triciclo, cuadriciclo, etcétera), incorpora una carrocería aerodinámica para aumentar la velocidad una vez se transita con inercia, así como proteger de colisiones y adversidades climáticas.

Ingeniería de última generación

Actualmente, los velomóviles incluyen una carrocería parcial o íntegra de material resistente y liviano (fibra de vidrio, fibra de carbono, etcétera); una estructura de triciclo, con eje delantero de dos ruedas (o una, si el eje trasero incorpora dos) y una única rueda trasera (o doble, en la disposición inversa); asiento ligero con respaldo; manillar adaptado; acceso sencillo a un cambio de marchas de bicicleta convencional; sistema de frenado de precisión (a menudo de tambor); y suspensión independiente en cada rueda, a menudo hidráulica.

Entre los accesorios, destacan desde motor eléctrico auxiliar -para aumentar la velocidad, hacerla más recular o ayudar en los tramos duros- hasta iluminación integrada, radio, GPS, etcétera, que suelen ser alimentados o bien mediante una dinamo (generador o sistema regenerativo básico, capaz de transformar movimiento en electricidad); o bien con paneles fotovoltaicos instalados en la carrocería.

Los velomóviles de última generación incorporan dos tipos básicos de carrocería: parcialmente cerrada, en el que las piernas y pedales no están a la vista, pero sí la cabeza del conductor, a la manera de un minúsculo auto descapotable; o íntegra, que protege contra el frío y el mal tiempo, aunque susceptible a problemas inexistentes en modelos cabrio, como el vaho, los cristales entelados o helados, etcétera.

Un claro precedente: el Velocar

Pese a que hay que buscar los orígenes del velomóvil en la Francia de los años 30 y 40 del siglo XX, su uso -siempre minoritario- alcanzó notoriedad internacional entre ecologistas, entusiastas de la bicicleta y de los vehículos alternativos a raíz de la crisis del petróleo de 1973. 

Entonces, la construcción de velomóviles, tanto artesanal como comercial, llegó a Estados Unidos desde Europa central y del norte. El PPV, o People powered vehicle, un velomóvil con carrocería cabriolet, fue comercializado en los 70 por una empresa de Michigan, EVI, por 400 dólares.

En los últimos años, se suceden proyectos para construir velomóviles de código abierto, cuyo diseño puede ser ampliado, modificado o adaptado por cualquiera, que conviven con modelos artesanales (muchos de los cuales son compartidos por sus creadores en Internet).

Asimismo, existen alternativas comerciales con distintos niveles de sofisticación, desde versiones cabriolet con aire clásico pensadas para el paseo, hasta modelos que apuran al máximo su aerodinámica en carrocerías cerradas y futuristas, con las que se puede circular por ciudad al ritmo de los vehículos a motor. Eso sí, tanto la velocidad de crucero como la aceleración dependen en el velomóvil del sistema de propulsión de estos vehículos sin motor: el propio ocupante.

A diferencia de los modelos históricos con carrocería de madera fabricados en Francia en los años 30 y 40 del siglo pasado bajo la denominación de velocar, los velomóviles contemporáneos acostumbran a incluir una sola plaza, la del conductor, para así facilitar el arranque y aceleración del vehículo, sus grandes hándicaps por motivos obvios.

Diseñados para una velocidad de crucero de 50 km/h

Los conductores veteranos de velomóviles aseguran obtener, en terreno plano y condiciones atmosféricas normales, una velocidad media de crucero de 50 km/h (30 millas por hora), gracias a la conseguida aerodinámica y ligereza de los vehículos.

Debido a su aerodinámica y peso (en torno a 30 kilogramos, o 70 libras en los modelos ligeros), muy superior al de una bicicleta (peso a menudo inferior a los 10 kilogramos) aunque ínfimo en comparación con cualquier otro vehículo con carrocería integral, el velomóvil consigue en la marcha una inercia que aumenta su velocidad de crucero y aporta sensaciones muy distintas a la conducción de una bicicleta.

Conducir un velomóvil se asemeja más a circular al volante de un microcoche que hacerlo en bicicleta. También lo es al conducir entre el tráfico, al observar el cambio de consideración del resto del tráfico rodado, a menudo menos respetuoso con las bicicletas convencionales que con un vehículo con carrocería, aunque sea reducida.

El diseño de los velomóviles no les hace aptos para quienes muestran reservas a convertirse en el centro de atención de conductores y transeúntes. Su popularidad difícilmente aumentará hasta ganar espacio urbano a la bicicleta convencional y la motocicleta, aunque la necesidad de convertir parte de nuestra cotidianeidad en oportunidades para practicar ejercicio y mejorar nuestra calidad de vida hacen del velomóvil una alternativa para acudir al trabajo, desplazarse en el interior de las instalaciones de grandes empresas o instituciones, etcétera.

Transporte apropiado, DIY, hardware libre, impresión 3D

Otros fenómenos, como el aumento del precio de los combustibles y una mayor concienciación medioambiental en la opinión pública mundial, que ha devuelto la bicicleta a las ciudades más emblemáticas y ha propulsado el desarrollo de vehículos alternativos hasta hace poco marginales, tales como bicicletas eléctricas, vehículos personales, motocicletas y coches eléctricos comerciales, o microcoches.

Los velomóviles del futuro quizá incluyan motor eléctrico por defecto para facilitar la conducción asistida, que se alimentaría con una dinamo, panel fotovoltaico o similar sistema autosuficiente. Con la ayuda de Internet y tendencias como el hardware libre (de código abierto), el retorno de la artesanía y los proyectos DIY, o la impresión casera y de código abierto de modelos 3D, el velomóvil tiene un espacio garantizado en la movilidad alternativa del futuro. Lo único que se discute es su tamaño, influencia y protagonismo.

Los velomóviles actuales suelen cumplir con la mayoría de requerimientos a continuación:

  • Diseño ligero y estructura sencilla, con el menor número de piezas posible, que reduzca el precio y facilite al máximo su mantenimiento y reparación.
  • Comodidad y buena visibilidad desde el puesto de conducción, con visión frontal y acceso uno o dos espejos retrovisores.
  • Asiento ajustable.
  • Buena maniobrabilidad y suspensión, para facilitar la estabilidad, el frenado o el giro.
  • Estabilidad en el rodaje a gran velocidad, con un diseño que no pueda comprometer al ocupante durante un giro, frenado brusco o golpe de viento.
  • Seguridad a prueba de colisiones y defectos de la carretera.
  • Buena ventilación y soluciones contra la helada de los cristales en climas especialmente extremos.
  • Varias marchas, al tratarse de un vehículo más aerodinámico (también más pesado) que una bicicleta.
  • Buena aerodinámica, de la que dependerá la velocidad y el esfuerzo del conductor cuando circule contra el viento o supere una pendiente.
  • Condiciones óptimas de las ruedas: llantas infladas y mantenidas (para reducir la resistencia de rodaje), a poder ser con llantas que mejoren la aerodinámica.

10 velomóviles comerciales

Elegimos a continuación 10 modelos comerciales (o con aspiraciones de serlo, en el caso del décimo de la lista, el velomóvil anfibio Hepav), fabricados en distintos países, con variado diseño y prestaciones.

1. Velomobiel Quest (Holanda)

El Quest ha sido diseñado para el uso diario. Cuenta con estructura de triciclo (dos ruedas frontales y una trasera) y frenos de tambor para hacer la conducción más precisa y segura.

Dispone igualmente de suspensión independiente en las tres ruedas y forma aerodinámica para minimizar el esfuerzo del conductor en condiciones adversas.

Pesa 34,5 kilogramos e incorpora detalles como iluminación LED (especificaciones).

2. Go-One Evolution (Estados Unidos)

Uno de los velomóviles más reconocidos, con diseño inspirado en el trabajo del diseñador de bicicletas y vehículos derivados Michael Goretzky, más conocido por ser uno de los diseñadores del microcoche Smart de Daimler.

El habitáculo íntegro del triciclo ha sido diseñado para obtener la mínima resistencia al viento, lo que infiere al vehículo un aspecto deportivo y futurista. Pesa 32 kilogramos (especificaciones). 

3. Flevobike Orca (Holanda)

Pese a contar con una carrocería descapotable, el diseño del Orca se asemeja más al reducido y aerodinámico habitáculo del piloto en los bólidos de Formula 1 que a un vehículo de carretera convencional.

El Orca es la nueva versión del Versatile, un modelo anterior de Flevobike. Diseño de triciclo (dos ruedas delanteras y una trasera), tapacubos para mejorar la aerodinámica de las ruedas, suspensión independiente en cada rueda y habitáculo ajustable a conductores entre 1,65 y 2 metros. Su carrocería ha sido confeccionada con fibra termoplástica reforzada.

4. Leitra (Dinamarca)

La capital y el resto de ciudades del país escandinavo son asociadas en todo el mundo al uso intensivo de la bicicleta. No obstante, la bicicleta pierde su protagonismo en las calles y carreteras danesas durante los meses de invierno, debido a la nieve, la lluvia y el frío.

El Leitra, uno de los velomóviles comerciales más veteranos (la primera unidad fue construida en 1980), fue diseñado para usuarios que querían seguir pedaleando incluso cuando el tiempo no permitía usar la bicicleta.

Se trata de un velomóvil con carrocería integral con ventilación para eliminar el vaho de los cristales en invierno y evitar que se acumule el vapor en el interior, frenos de tambor, suspensión de fibra de carbono, espejos retrovisores e iluminación potente para favorecer su visibilidad.

Pesa entre 18 y 30 kilogramos, en función de los accesorios elegidos (especificaciones).

5. Cab-Bike Cabin (Alemania)

La carrocería integral del Cab-Bike Cabin, que cuenta con ventanillas abatibles, ha sido fabricada con poliéster reforzado con fibra de vidrio y fibra de carbono.

La marca personaliza cada pedido e incluye los componentes elegidos por el usuario (por ejemplo, es posible optar por una versión con techo convertible, o incluir bolsillos interiores).

El Cabin pesa 32 kilogramos, tiene 14 velocidades, frenos de tambor en las dos ruedas delanteras, suspensión neumática, dos espejos retrovisores e iluminación frontal LED.

6. Bike Revolution Interceptor (Austria)

Por su diseño integral y aerodinámico, el Interceptor parece extraído de una versión de James Bond o Batman para ecologistas. Merece la pena echar un vistazo al mecanismo abatible de acceso al habitáculo: todo el frontal superior se desplaza suavemente hacia adelante, para facilitar la entrada del usuario.

El interceptor dispone de un diseño modular, lo que permite adaptar distintos componentes. Pesa 32 kilogramos y dispone de cambio Shimano Deore de 27 velocidades con asistencia eléctrica (81 velocidades en total).

7. Alleweder A4 (Holanda)

El modelo A4 de Alleweder evoca a uno de los bólidos de Formula 1 conducidos por el legendario Juan Manuel Fangio por las curvas del desaparecido circuito urbano barcelonés de Montjuïc: carrocería cabrio de aluminio con frontal alargado, como el de los primeros bólidos de carreras.

Alleweder ha fabricado centenares de unidades del modelo y ofrece garantía para 50.000 kilómetros o 5 años de uso. Pesa 34 kilogramos y el habitáculo ha sido diseñado para individuos de entre 1,70 y 2 metros de altura.

8. Greenspeed Glyde (Australia)

Desde el país que originó la saga Mad Max (inspirada, por cierto, en las consecuencias de un futuro en el que se agotan los combustibles fósiles, a raíz de la crisis del petróleo de los 70), el Greenspeed Glyde alarga y estiliza al máximo su carrocería de fibra de vidrio, que sólo deja descubierta la cabeza del piloto, a la manera de los habitáculos de los bólidos de Formula 1.

Las ruedas del Glyde, un velomóvil de 30 kilogramos, incorpora ruedas hechas a mano y el cuidado por el detalle que han inferido al vehículo sus cuatro creadores, Ian Sims, Michael Rogan, Paul Sims y Don Elliott. Se vende por 15.990 dólares (especificaciones).

9. Sinner Ligfietsen Mango+ (Holanda)

El Mango+ es un velomóvil compacto y descapotable con frenos de tambor y gran capacidad de giro, diseñado para el uso diario en entornos urbanos planos y apacibles, frecuentes en terreno holandés.

El vehículo, con carrocería del Sinner Mango+ de fibra de vidrio, pesa 32,5 kilogramos y cuesta 5.490 euros, IVA incluido.

10. Hepav (República Checa)

El Hepav se ha ganado un reconocimiento merecido por la versatilidad de su diseño. Se trata de un velomóvil anfibio, cuya propulsión a pedales sirve para desplazarse por carretera o sobre el agua, como si de una canoa se tratara.

Su diseñador, el inventor checo David Buchwaldek, ha declarado que diseñó el velomóvil anfibio de tal manera que pudiera comportarse como un kayak sobre el agua, lo que permitiría a cualquier ciclista sortear individualmente y de manera apacible ríos, lagos o pequeñas bahías.