(hey, type here for great stuff)

access to tools for the beginning of infinity

10 viejos proyectos futuristas de Bucky Fuller que recuperar

1966, plena eclosión contracultural en la bahía de San Francisco. Un estudiante de Stanford, el avispado Stewart Brand, inicia una campaña que insta a la NASA a publicar la rumoreada fotografía tomada desde un satélite donde aparece por primera vez la esfera terrestre flotando en el espacio.

Una exuberante anomalía azul en un mar de oscuridad, astros y cuerpos inertes. La tierra, orbitando en el silencioso espacio que ya habían descrito con tino los atomistas griegos. La madre tierra de las culturas humanas primitivas, todavía panteístas. La diosa Tierra, Gaia.

Una esfera rara y extraordinaria, flotando en el espacio

La imagen de la tierra vista desde el espacio tomada por la NASA aparecería en la portada del fanzine contracultural Whole Earth Catalog, impulsado por el propio Brand y sus amigos y cuyo primer número aparecería en 1968.

(Vídeo de Kirsten Dirksen con Lloyd Kahn, editor de abrigos humanos en Whole Earth Catalog y posteriormente editor de Shelter Publications)

Whole Earth Catalog incluía un único epígrafe en portada: “Access to tools”. Acceso a herramientas. Años después, un nostálgico Steve Jobs citaría el recurso en su discurso para una ceremonia de graduación de Stanford como “el Google de los 60“, un catálogo de herramientas y tecnologías alternativas que enarbolaba la acción y la autosuficiencia, el “hazlo tú mismo”. DIY.

Nave espacial tierra

La visión universalista, tecnológica y a la vez panteísta de Whole Earth es coherente con la aspiración de la tradición grecorromana de búsqueda de la excelencia individual cultivando todas las artes y conocimientos para aprender experimentando.

Esta visión de la tierra y la humanidad es también coherente con las teorías científicas y filosóficas que se consolidan después de la II Guerra Mundial, cuando el hallazgo y comprobación de la capacidad destructiva de la era atómica pone de manifiesto la debilidad de un astro cuya extraordinaria combinación ha permitido el nacimiento y consolidación de formas complejas de vida.

(Imagen: portada para una nueva perspectiva de la tierra, una vez publicadas las primeras fotos desde el espacio)

La tierra se convierte entonces en “nuestra casa”. En 1969, un año después del primer número de Whole Earth Catalog con la fotografía del astro azul flotando en el espacio en portada, el científico británico James Lovelock, expone la hipótesis de Gaia, o la tierra concebida como un superorganismo autorregulado.

La fotografía que cambió nuestra percepción

Lovelock explica que la biosfera regula las condiciones terrestres para hacer posible la vida, sobre todo su temperatura y química atmosférica, extraordinariamente regulares y moderadas en comparación con los planetas vecinos que Lovelock había estudiado con ayuda de la NASA (en 1965 había sido llamado por la agencia para buscar vida en Marte).

Además de la imagen satelital de la tierra vista, en toda su belleza y fragilidad, por primera vez desde el espacio, tanto Stewart Brand como James Lovelock se habían inspirado en la idea, a la vez ancestral (panteísmo de muchos pueblos sin cultura escrita, atomistas y otros presocráticos, filósofos orientales), de la tierra como nuestro vehículo, casa y sustento en el espacio. El oasis de la vida, en definitiva.

Desde la Ilustración, varios filósofos y autores, evocando el panteísmo clásico expuesto en influyentes trabajos como el tratado de los atomistas y epicureístas, De rerum natura de Lucrecio (para indagar sobre su importancia, artículo y ensayo recomendado), se habían referido a la tierra como “nuestra nave espacial” y expresiones análogas.

Diseñar lo pequeño con el cuidado y principios de lo universal

Pero el término y su profunda concepción se popularizó entre líderes de opinión como Brand y Lovelock después de que el polímata Buckminster Fuller lo usara en su ensayo publicado en 1968, Operating Manual for Spaceship Earth.

Si la hipótesis de Gaia constituía parte de la teoría científica sobre el carácter frágil y extraordinario de la tierra y el fanzine Whole Earth era el catálogo de los ecologistas libertarios que pretendían construir sus herramientas para vivir en mayor armonía con la naturaleza, el libro y trabajo de Fuller (cronología) son el manual futurista de hacia dónde debería encaminarse la humanidad para seguir habitando su astro.

Instrucciones para la nave espacial tierra

Richard Buckminster Fuller (1895-1983; futurólogo, arquitecto, filósofo, diseñador, ingeniero, ensayista, artista, emprendedor, matemático, profesor e inventor) escribía en su Manual de instrucciones para la nave espacial tierra:

“…podemos garantizar el éxito de toda la humanidad a través de una evolución industrial planetaria dado que no somos tan estúpidos como para continuar agotando en una fracción de segundo de la historia astronómica las reservas de energía que han sido depositadas en el depósito bancario que-garantiza-la-regeneración-de-la-vida de nuestra Nave Espacial para usarlas sólo en funciones de auto-arranque”.

(Imagen: el rico mundo del polímata Buckminster Fuller fue portada en Time en enero de 1964)

La polimatía de Buckminster Fuller se manifiesta en una obra inabarcable que comprende patentes, edificios, vehículos, planes para ciudades, viviendas para zonas en conflicto y un largo etcétera de experimentaciones y colaboraciones con colegas y alumnos.

Un viejo polímata que entendía la contracultura

Entre sus discípulos, destacaría el propio Stewart Brand, a su vez futurista y figura notable de la contracultura californiana. Fuller no buscaba la relación académica yerma y encorsetada: Brand participó en los estudios médicos pioneros con LSD en Menlo Park, amigo de Ken Kesey y miembro de los Merry Pranksters, descrito por Tom Wolfe al inicio de Ponche de ácido lisérgico

Dada la filosofía de vida y de trabajo de Fuller,  que permitía la permeabilidad de ideas entre distintos ámbitos y disciplinas de trabajo, Bucky Fuller trabajaba simultáneamente en diseños y planos para casas, coches, botes, juegos de mesa, aparatos televisivos y cúpulas geodésicas…

Fieles a su visión del planeta como un organismo complejo que necesita permanecer en cierto equilibrio para evitar catástrofes (“nave espacial tierra“), tanto Buckminster Fuller como Stewart Brand, que citaría a su maestro en Whole Earth Catalog (incluyendo especiales sobre cúpulas geodésicas a manos de su colaborador Lloyd Kahn, en los años previos a Shelter) se centraron en el diseño sostenible.

“Hacer más con menos”

Buckminster Fuller llamó al diseño con los mínimos recursos posibles “efemeralización“, que Fuller y Brand definieron con la máxima “hacer más con menos”.

La efemeralización es un precedente del diseño con menor impacto medioambiental debido a procesos más eficientes y al uso de menos materiales. Ambos predijeron la evolución de los productos tecnológicos de alto valor añadido, en los que el material físico (átomos) se miniaturiza y se convierte en mercancía, mientras lo intangible (el servicio, la información, los bits) aumentan de valor.

La efemeralización trataba de usar formas geométricas, materiales y procesos industriales (prefab) para ofrecer más y mejores servicios con menos material.

Se interesó por el plástico, el cartón y el bambú antes de que fueran reivindicados por Charles y Ray Eames o, mucho más adelante, por el diseño industrial en general.

Asimismo, cuando no había atisbos de que el antropoceno (una nueva era con extinciones masivas y cambios a escala planetaria influidos por la actividad humana) pudiera producirse, Fuller diseñó edificios y ciudades a prueba de clima extremo.

Cuando los productos todavía no se habían “softwarizado”

Décadas después, cuando queda claro que muchas de las compañías más valiosas (Apple, Google, etc.) se han “desmaterializado” (más servicio con menos material) y “softwarizado” (la ventaja competitiva), la visión de Buckminster Fuller y Stewart Brand empieza a ser asumida por el gran público.

Ha tenido que pasar medio siglo para que Fuller dejara de ser tratado como un viejo loco obsesionado con la polimatía y amigo de “hippies” como Stewart Brand y su cuadrilla de Whole Earth Catalog (entre ellos, Lloyd Kahn y Kevin Kelly).

Los innumerables diseños de Fuller exploran la eficiencia energética y de materiales en el diseño industrial, la ingeniería y la arquitectura. Aunque no proyectó ninguna ciudad a gran escala, simpatizaba con las ideas de colegas como Paolo Soleri y sus ciudades-edificio autosuficientes (“arcologías”).

Aprovechar las fuerzas de la naturaleza: tensegridad

Su voluntad de experimentación le llevó a no dar nada por sentado, ni siquiera la convención humana del descanso. Estudió el sueño humano y llegó a la conclusión de que el ser humano tiene dos reservas de energía, una de las cuales se completa rápidamente, mientras la otra tarda más en volver a niveles óptimos.

Dedujo que, con dormir media hora cada seis horas, podía rendir al máximo y emplear sólo 2 horas diarias para dormir, pero abandonó el proyecto tras 2 años, por incompatibilidad con los hábitos del resto.

(Imagen: un joven Fuller con la casa 4D, uno de los primeros diseños de la casa Dymaxion)

Su experimentación en arquitectura le llevó a buscar un método geométrico que tuviera la misma consistencia estructural y formal a escala infinitesimal y a gran escala: ideó la tensegridad, principio para armar estructuras geométricas aprovechando la tensión entre los elementos que componen la estructura (tetraedros, octaedros, conjuntos cerrados de esferas).

El nacimiento de la cúpula geodésica

Basándose en el principio acuñado por él mismo de la tensegridad, concibió las cúpulas geodésicas en la década de los 40, patentándolas en 1954, las características esferas o semiesferas compuestas por icosaedros o dodecaedros que logran una gran solidez y resistencia con un uso mínimo de material, ya que las figuras geométricas se encuentran en una red tensada continua.

La cúpula geodésica es parte de la esfera geodésica: un poliedro conformado por un icosaedro o un dodecaedro.

Durante más de 5 décadas, Fuller -nacido en Milton, Massachusetts en el seno de una familia con valores individualistas e inclinada hacia el activismo y el servicio público-, desarrolló aplicaciones pioneras con intención de resolver los grandes problemas.

La ventaja de los aprendices: dejar Harvard para trabajar (y aprender) en un aserradero

Su máxima de “hacer más con menos” debía mejorar la vida humana, pero también algo tan complejo como el equilibrio planetario. Como otros internacionalistas, de principios del siglo XX, el espectáculo del auge de los fascismos y comunismo, así como los estragos de ambas guerras mundiales, le empujaron a diseñar para devolver el optimismo a las clases medias.

Bucky Fuller coincide en algo con Bill Gates y Mark Zuckerberg, innovadores de generaciones muy posteriores: como ellos, Fuller entró a estudiar en Harvard y, también como ellos, decidió dejarlo. A diferencia de Gates y Zuckerberg, que lo hicieron por su propio pie, Fuller fue expulsado.

Como si se tratara de un personaje randiano, al abandonar Harvard trabajó en un aserradro, donde desarrolló un gran interés por todo tipo de maquinaria y aprendió a modificar y mejorar el equipamiento usado en distintas tareas.

¿Puede un individuo hacer algo relevante para toda la humanidad?

Trató de retornar a Harvard 2 años después, pero la petición le fue denegada, lo que le llevó a enrolarse en la Marina estadounidense, donde consolidó su predilección por la ingeniería, mejorando los botes salvavidas para aeroplanos que habían caído al mar para salvar a tiempo a los pilotos.

Estos diseños preliminares le permitieron seguir con sus estudios, desarrollando su método interdisciplinar para avanzar en ideas. Poco después llegó su primera patente, firmada conjuntamente con su padrastro, para propducir viviendas ligeras de cemento a prueba de clima extremo.

En la treintena y malviviendo en Chicago entre trabajo y trabajo, problemas familiares, incluyendo la muerte de su primera hija de polio en 1922, le llevaron al borde del suicidio.

En ese momento, explicaba Fuller, había decidido realizar un experimento: “averiguar si un individuo puede contribuir a cambiar el mundo y beneficiar a toda la humanidad”.

Una actividad inabarcable

Poco después entró como profesor en una pequeña universidad de Carolina del Norte, Black Mountain College, lo que le permitió innovar en el campo de la ingeniería con la cúpula geodésica.

Erigió la primera cúpula en 1949 con ayuda de sus estudiantes y, desde ese momento, este e infinidad de diseños lograron atención de ingenieros, compañías y medios. También de estudiantes inconformistas.

Sus ideas para “beneficiar a la humanidad” y contribuir a que la “nave espacial tierra” tomara el mejor rumbo destacaron sobre todo en los campos de las viviendas populares (que él recalcaba que debían ser de calidad y tener el mínimo impacto posible) y el transporte barato.

(Imagen: el rico mundo “dymaxion” -acrónimo de “tensión máxima dinámica”- de Fuller, publicado en Whole Earth Catalog)

Diseñar sin miedo: Dymaxion (una VW tipo 2 + Citröen DS + un Toyota Prius en los años 30)

En sus diseños de transporte, destaca el coche Dymaxion, precursor de:

  • los utilitarios de bajo consumo más aerodinámicos, como los Citröen DS, GS o CX, los “Citröen reales” antes de que Peugeot se hiciera con el control de la compañía en 1976; o más tarde el Toyota Prius);
  • y el minibus aerodinámico que llegaría más tarde con vehículos como el diseño original del Volkswagen Tipo 2 (las furgonetas que se convertirían en icono contracultural). El diseño del coche Dymaxion es anterior a la furgoneta VW (Ben Pon, 1947).

Bucky Fuller también ideó casas cilíndricas de metal corrugado y techo con orificio central en la cúpula, como las yurtas de los pueblos de las grandes estepas; estas viviendas baratas y prefabricadas, las DDU (Dymaxion Deployment Units) debían adaptarse a cualquier situación catrastrófica o conflicto bélico: en pocas horas, era posible erigir pueblos enteros.

Ventajas de una curiosidad temprana por la naturaleza

Sus ideas también abarcaron la construcción residencial con aspecto futurista, los equipamientos públicos, ideas como torres de edificios transportables con sistemas de grúas, o colonias y ciudades pioneras en entornos como alta mar (el sueño de algunos libertarios), o en otros planetas.

Muchos de los diseños más futuristas de Fuller siguen los principios tensionales de la tensegridad, garantizando que el mínimo material logra la máxima fortaleza estructural (estructuras geométricas simples repartiendo la tensión al situarse en esferas o semiesferas).

Desde sus años de primera juventud en Bear Island, en la costa de Maine, Buckminster Fuller se había interesado en los eficientes modelos y estructuras de la naturaleza, un paralelismo con la infancia del arquitecto catalán Antoni Gaudí.

Su aspiración a la biomimética, o emulación de las formas de la naturaleza, le llevó a diseñar el vehículo Dymaxion con una aerodinámica inspirada en una gota de agua.

Precursor de la sociedad del conocimiento y la “Internet de las cosas”

Desde su adolescencia y gracias a la influencia del entorno familiar, que favorecía la exploración analítica, el individualismo y la meritocracia, Buckminster Fuller trató de “aplicar los principios de la ciencia a resolver los problemas de la humanidad”.

Décadas antes de que el ecologismo y la sociedad d la información fueran tangibles, aventuró la importancia futura de los vehículos eficientes, las energías renovables, la construcción prefabricada, el diseño sostenible o la “desmaterialización” (menos material y más servicio) de los productos de alto valor añadido.

Murió en 1983 a los 87 años, cuando apenas se vislumbraba el impacto de la informática personal, entonces en ciernes (el Macintosh se presentaría un año después) y la revolución de la sociedad de la información que apenas ahora empieza a integrar funciones de auténtica inteligencia artificial.

Ecos taoístas

Defensor de las capacidades del individuo para alcanzar la excelencia (en el sentido de la areté clásica) para contribuir así a una vida mejor de otros en el sentido ilustrado (a través de su trabajo, el servicio público, la filantropía, etc.), Buckminster Fuller estaba convencido de que el impacto del ser humano podía hacerse más positivo trabajando con las fuerzas de la naturaleza, y no contra éstas.

“No luches contra las fuerzas, úsalas”. Una idea similar a la formulada por el taoísmo.

En ocasiones, sus reflexiones bascularían entre el atomismo de Lucrecio y el estoicismo de Séneca: “lo opuesto a la naturaleza es imposible”.

Ágathos

Una idea de naturaleza en todas las cosas, panteísta, universal. Sus ideas y diseños, con mayor o menor acierto, procuraron estar a la altura de lo requerido en esta extraordinaria nave espacial que orbita en torno al sol llamada tierra.

Decidió vivir en el momento más crítico de su vida, a los 32 años, cuando su hija menor moría de polio y él se culpó por ello. Aspiró entonces a los mejores resultados de su ingenio y, con ello, contribuir al conocimiento en varias disciplinas.

Con ello, Fuller logró encarnar el “ágathos” aristotélico: un individuo no sólo moralmente heroico, sino heroicamente racional.

10 proyectos futuristas del polímata Richard Buckminster Fuller

Mencionamos a continuación 10 de los proyectos de Buckminster Fuller con mayor renombre y acogida.

1. Cúpula geodésica

2. Casa Dymaxion

3. Automóvil Dymaxion

4. Casa portátil para emergencias Dymaxion Deployment Unit

5. Unidad de vida autónoma (Autonomous Living Unit)

6. Casa 4D y torre 4D

7. Standard Living Package (kit de mobiliario versátil)

8. Malla espacial (Space Frame)

9. Tritón (ciudad flotante)

10. Proyecto Old Man River City (edificio ciudad similar a una “arcología“)