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Actualizar la visión de EEUU: Obama es posible

La agenda estadounidense está marcada por la victoria de Barack Obama en las primarias del Partido Demócrata, algo que incluso el animal político Hillary Clinton está dispuesta a reconocer, sobre todo si puede ir en las listas del partido como vicepresidenta. 

De concurrir en las listas, Hillary lograría, según el New York Times, convertir a Obama también en el candidato preferido para las mujeres, la generación de los “baby boomers” (jubilados), la población blanca de clase trabajadora y los hispanos, que la han apoyado ampliamente, pese al apoyo a Obama de Bill Richardson.

¿ObamaHillary.com?

De momento, el propietario del dominio ObamaHillary.com, Don Bowman, tiene grandes expectativas sobre su venta a través de eBay.

Como se ha visto en las primarias, Hillary también tiene muchos detractores entre el voto demócrata, pero su éxito entre los mencionados grupos de población, decisivos para que Obama logre la victoria ante el republicano Jonh McCain (visto como un continuista de las políticas de George W. Bush), podría contribuir a la victoria. Hillary también tiene que pagar las deudas económicas contraidas con quienes han apoyado su campaña.

Intelectuales y votantes de Obama no son partidarios de que Hillary forme parte del equipo que luchará por la presidencia.

Susan Sarandon ha declarado, por ejemplo, que Obama se equivocaría, de incluirla: si éste quiere representar el cambio que pregona, no puede introducir en su equipo a alguien que encarne el pasado como la esposa de unex presidente tan reconocido fuera de Estados Unidos como todavía criticado en su interior.

Siempre positivo, nunca negativo (no; no es Van Gaal)

La victoria de Obama, que ha arrasado no sólo entre los afroamericanos, sino también entre los jóvenes blancos profesionales, confirma la fuerza que ha tenido el mensaje positivista en el que se ha basado la campaña del joven político, cuya brillante oratoria le ha catapultado desde su posición de senador hasta la candidatura a la presidencia de Estados Unidos.

Yes, we can“; o “Sí, se puede” para los hispanos, cuyo uso original se remonta a las protestas laborales lideradas por el activista estadounidense César Chávez.

Con canción incluida (vista casi 8 millones de veces sólo en YouTube), emitida como “impacto” hasta la saciedad. Una campaña que ha entendido la fuerza y la capacidad de sugestión de Internet entre los trabajadores de cuello blanco, los que cuentan con salarios más elevados, la vanguardia técnica de la mayor economía del mundo, en horas bajas en cuanto a prestigio internacional, tras los dos mandatos de Bush.

Obama, de ganar, tendría que curar la herida seccionada por Guantánamo, los malos recuerdos de Rumsfeld (quien habló de “la vieja Europa”), Karl Rove (aprendiz de Maquiavelo con traje de cuáquero y gafas de empollón), Dick Cheney, la negativa firmar el Protocolo de Kyoto, y otras temáticas que se han tratado hasta la saciedad en los medios de todo el mundo.

The New York Times ha afirmado que el último mandato de George W. Bush va camino de ser la gestión presidencial más desastrosa de la historia de los Estados Unidos. No es un país muy viejo, pero ha tenido 43 presidentes desde que George Washington tomara posesión de su cargo el 30 de abril de 1797.

Lección

Pero la victoria de Barack Obama en las primarias demócratas (debo reconocer que pensé desde el principio que, pese a su brillante oratoria, el hecho de pertenecer a una minoría le cerraría el paso a luchar por la presidencia en el último minuto), da una lección al mundo.

Los más cínicos aseguran que lo que ha ocurrido es que Estados Unidos es una sociedad más machista que racista (dando a entender que es tanto machista como racista, aunque un mayor componente de lo primero ha decantado la balanza hacia Obama, en lugar de Hillary).

Como conocedores de muchos productos culturales y populares de Estados Unidos, país más influyente de la cultura mundial desde que acabara la II Guerra Mundial, los estereotipos sobre este país son variopintos; en Europa, estos estereotipos suelen mostrar la realidad más negativa (pena de muerte, uso de armas, sanidad privada, supuesto desconocimiento del resto del mundo, prepotencia).

Los tópicos positivos, tan presentes bajo el mandato de Bill Clinton, bien considerado en Europa, han prácticamente desaparecido y ya no se habla de ellos: meritocracia, igualdad de oportunidades, excelente sistema universitario, cultura del deporte, nivel científico, tolerancia de credos y razas, y otros muchos valores, antes reconocidos por unas sociedades más rígidas como las europeas.

Yo no soy una excepción: como joven que se considera progresista a este lado del charco, hasta que las circunstancias familiares y profesionales no me hicieron conocer con mayor profundidad las distintas realidades de Estados Unidos, los estereotipos negativos también se habían impuesto a los positivos.

Sí se puede

De ahí que haya elegido hablar en esta entrada de algunas de las cosas que me gustan de Estados Unidos. Como, por ejemplo, el hecho de que una persona llegue a ser candidato al cargo político con más peso en el mundo simple y llanamente porque es una persona brillante, independientemente de su raza.

Nadie le ha regalado nada a Obama, pero tampoco ha habido “zancadilla de última hora” del sistema. Primer punto: meritocracia.

Segundo punto (y de este aspecto hablaré durante en resto de la entrada): capacidad de adaptación y aportación de talento y originalidad en las decisiones en tiempos de incertidumbre o crisis. Intento explicarme: en Estados Unidos se compite, en sentido positivo, en cualquier faceta de la vida, sobre todo la profesional.

Miles de jóvenes intentan crear su propio producto o empresa en Internet, y su intención última está tan relacionada con la riqueza material como con el espíritu de superación.

Es más fácil ser emprendedor en un lugar donde se afronta el riesgo con naturalidad y uno siempre tiene en mente la posibilidad de fracasar, más como “una experiencia que me ha enseñado” que como un sambenito que uno llevará de por vida.

Producir coches más pequeños

En el mercado automovilístico: Estados Unidos ha sido y sigue siendo en país de las camionetas y de los vehículos todoterreno (conocidos como “SUV” o, llanamente y sin vergüenza, “trucks“).

El Hummer constituye la máxima inspiración de quienes miden el éxito en la vida con el tamaño y la potencia del coche, una freudiana relación entre éxito y tamaño que proviene de los orígenes mismos de la Revolución Industrial.

Nos hemos acostumbrado a relacionar riqueza y prosperidad con acumulación bienes, cuanto más grandotes mejor.

Estados Unidos, cuya constitución se centra en la protección al ultranza de la propiedad privada como condición para el progreso humano y la “búsqueda de la felicidad” (el “derecho” a buscar la felicidad parece no haber muerto como idea en un país conformado por oleadas de inmigrantes), parece preparada para cambiar en aquellos aspectos que más estereotipos han generado en el resto del mundo.

A quienes denuncian la persistencia del racismo en la sociedad norteamericana, ahí va la candidatura de Obama, parecen decir esos jóvenes blancos que viven en Silicon Valley, trabajan para alguna empresa exitosa y simplemente buscan “al mejor” para ocupar la Casa Blanca.

A quienes se ríen del tamaño de los coches en este país, así como la histórica mediocre relación entre potencia, consumo y velocidad punta de los vehículos de los Big Three (ya no tan “big”, si nos atenemos a la evolución de sus ventas: General Motors, Ford y Chrysler), ahí va un cambio de rumbo de la industria automovilística.

Coches más eficientes… E incluso más pequeños

Y ahora no es una campaña de marketing: GM, por ejemplo, anuncia un cambio de rumbo estratégico para evitar males mayores en el futuro. El motivo: por primera vez en la historia, los fabricantes de coches de Detroit vendieron menos unidades en su propio país que los vendedores japoneses. Son datos de mayo de 2008. Un artículo del International Herald Tribune lo explica.

Otro dato, si cabe, más chocante para los amantes de las estadísticas: por primera vez desde 1992, el coche más vendido en Estados Unidos ha sido en el mismo mes un turismo, y no una “camioneta”. Por camioneta, puede entenderse el robusto tipo de vehículo, a caballo entre un todoterreno y un “pick-up” (o ranchera), omnipresente en el Medio Oeste de Estados Unidos.

¿El coche más popular en EEUU? El (pequeño, pequeñito) Honda Civic

En mayo de 2008, los modelos más populares de pick-up y SUV fueron desbancados en la lista de ventas por… El Honda Civic, un modelo compacto tradicionalmente más relacionado con las carreteras japonesas y europeas que con las vías estadounidenses.

El Civic -en sus modelos de gasolina e híbrido- superó a la serie F de Ford , vehículos que pueden reconocerse en las autopistas norteamericanas por su ridículo tamaño, que en Europa sería comparado con el de un camión. No es una exageración.

Además de las ventas del Civic, disparadas en todo el país, el sedán Accord y dos modelos de Toyota también sobrepasaron en Mayo a la exitosa serie F, la más vendida en los últimos años.

El International Herald Tribune recogía declaraciones de Ron Pinelli, presidente de Autodata: “Claramente, para la gente interesada en comprar un coche en estos momentos, lo único que importa es la eficiencia en el consumo.

El gran coche que el consumidor prefirió en su momento es ahora un quebradero de cabeza cuando llega la hora de llenar el depósito.”

Con los datos en la mano, puede afirmarse que:

  • Los estadounidenses no están dispuestos a comprar vehículos sin preguntar por lo que éstos consumen y contaminan. Con el precio del barril de petróleo por encima de los 130 dólares, el legendario individualismo estadounidense busca desde hace meses lo que más conviene para la economía doméstica.
  • Se rompe el estereotipo de los norteamericanos como amantes de coches grandes y poco eficientes. Comprar coches pequeños y que consuman poco supone ahorrar y, de paso, contaminar menos.
  • A diferencia de los vehículos europeos, que son considerados en Estados Unidos como turismos de alta gama, más caros que nunca debido al actual cambio dólar-euro, los coches japoneses siempre han tenido una aceptación popular e interclasista. Desde el Toyota Camry, omnipresente en los suburbios, hasta los Lexus más exclusivos o, últimamente, el fenómeno de los japoneses híbridos (con el Prius en cabeza).

Un cambio de rumbo estructural

Como señala la propia industria de Detroit, será difícil que los usuarios vuelvan a cambiar su comportamiento una vez se supere la actual crisis mundial, como ya ocurriera en anteriores momentos delicados para la economía mundial (la crisis petrolera del 73 y la crisis bursátil de los 80).

Incluso Ford, que ha intentado capear la crisis de ventas de la última década con modelos de SUV cada vez más grandes y con un un consumo de combustible muy superior al de un turismo de tamaño medio como el Honda Accord o el Toyota Camry, reconoce que su estrategia comercial, centrada en crecer entre las clases populares de los suburbios y el Medio Oeste, debe cambiar ahora. Los consumidores están hablando con su decisión de compra.

Según el director de marketing de Ford, James Farley, “mayo ha sido un mes complicado. Somos una industria que intenta seguir los radicales cambios que los consumidores están llevando a cabo.”

La marca, cuya nueva sede en Detroit fue diseñada con la ayuda de los creadores de la doctrina cradle-to-cradle, una radical visión de la sostenibilidad, no tiene más que mirar a los números de su propia casa: el compacto Ford Focus, rediseñado recientemente, ha sido el coche más vendido de la marca en mayo, superando la serie F de camionetas (auténticos camiones en Europa, sin diminutivo que valga).

¿El país de los SUV por mucho más tiempo?

El país de los estereotipos negativos no sólo parece prepararse para intentar que un afroamericano llegue a la Casa Blanca, sino que por primera vez, el segmento de vehículos con más ventas en el país es el de los turismos compactos.

“El país de los SUV” podría dejar de serlo, con la ayuda de los precios del petróleo y el aumento de la concienciación de la ciudadanía con respecto al cambio climático.

La crisis económica y el precio del carburante ha minado las ventas de los fabricantes, especialmente las de GM (que cayeron un 30% en mayo), Chrysler (un 28% menos en venta con respecto a mayo del año pasado) y Ford (un 19% menos). General Motors confirmó una cuota de mercado en el mismo mes del 19,1%, un tercio del porcentaje de ventas que acaparó hace 4 décadas.

Los fabricantes japoneses, por el contrario, han visto descensos de ventas muy inferiores. En Toyota, se quejan incluso de limitaciones de producción que han impedido a la marca vender todos los coches de bajo consumo demandados por los usuarios.

Bob Carter , responsable de ventas para Estados Unidos, asegura que la marca ha vendido tantos coches de bajo consumo (incluyendo el Prius) como ha podido ensamblar.

Para despejar algún resquicio de duda que pudiera quedar sobre el cambio estructural al que asiste la industria del automóvil, Jesse Toprak, analista de Edmunds.com, asegura que todo el mundo se esfuerza al máximo para adaptarse con la mayor rápidez posible al cambio que se está produciendo: demanda de vehículos compactos y de bajo consumo, con motores más eficientes, ya sean convencionales, híbridos o totalmente eléctricos.

“El cambio ha sido tan pronunciado -dice Toprak- que ha cogido a todos desprevenidos, incluyendo a Toyota. Los vendedores con los que hemos hablado nos han afirmado que podrían haber vendido el doble de Prius fácilmente, lo que habría conducido a un mes de récord.”

Poner al día los estereotipos

El cambio es estructural. Incluso los pesos pesados de la industria lo aseguran. Los europeos vamos a tener que poner al día los estereotipos a cerca de los estadounidenses, si éstos decidieran elegir a un presidente negro y reducen la compra de vehículos todoterreno a porcentajes similares a los de este lado del Atlántico.

Sin ir más lejos, General Motors se esfuerza en convencer a sus accionistas de que el cambio que pregona es real: GM desarrolla coches más compactos y eficientes, entre ellos el Chevrolet Volt, un vehículo eléctrico con un precio razonable y unas prestaciones comparables a las de cualquier turismo compacto de gama media, con la salvedad de que no emitirá efluentes contaminantes a la atmósfera.

Quien mató al coche eléctrico, ahora lo resucita

GM es la misma marca de Detroit que impulsó el desarrollo del EV1, un vehículo eléctrico que salió al mercado a mediados de los noventa y, pese al buen recibimiento de algunos usuarios, fue retirado del mercado de un modo poco ortodoxo.

Se llamaron a revisión los vehículos comercializados y no se llegaron a vender los que quedaban en inventario; posteriormente, fueron totalmente desguazados, pese a estar en perfectas condiciones (más información sobre el EV1: el documental Who Killed the Electric Car? y nuestra cobertura en este reportaje y estas entradas de blog: 1, 2).

El consejero delegado del todavía mayor fabricante de Detroit, Rick Wagoner, ha informado ante el consejo de accionistas que se reducirá la producción de vehículos de grandes dimensiones y, posiblemente, del Hummer (todavía un éxito de ventas), mientras se aumenta la inversión en el desarrollo de coches pequeños y motores eficientes, no sólo los tradicionales motores de explosión, sino también eléctricos, como el mencionado Volt.

Llevar un Hummer no es “cool”; más bien, ridículo

GM deja las puertas abiertas incluso para vender Hummer, una firma relacionada con el ejército y, en los últimos años, con la opulencia peor entendida y con peor gusto, según una información de Businessweek.

A estas alturas, a ninguna estrella de Hollywood se le ocurre pasearse por Los Ángeles con un coche tan asociado con el excesivo consumo de carburante.

Con la salvedad del propio gobernador del Estado más rico y poblado de la Unión (Schwarzenegger contaría como político en estos momentos, y pocos le han contado alguna vez como actor).

GM cerrará cuatro plantas de producción de grandes todoterreno al gusto estadounidense. La idea es producir menos coches, más pequeños y con mayores márgenes en la venta, debido a una producción mejor planificada. De 4,2 millones de vehículos en la actualidad, GM pasaría a producir 3,7 millones en 2010.

Y no es que Wagoner haya sido convencido por los defensores de la sostenibilidad y el ecologismo, una legión creciente en Estados Unidos y el resto del mundo. La marca da el paso para intentar adaptarse a lo que demandan los usuarios.

Seguimos atentos a las presidenciales estadounidenses y a la disminución del tamaño de los coches que constituyen el mayor parque automovilístico del mundo, dos temas que nos afectan directamente, como ciudadanos de este mundo.