(hey, type here for great stuff)

access to tools for the beginning of infinity

Bitcoin: cómo crear confianza P2P en transferencias anónimas

No las encontrarás en el suelo, ni te sonarán en el bolsillo, ni pitarán en los detectores de metales, pero -si numerosos expertos no se equivocan estrepitosamente- las monedas Bitcoin (BTC) pasarán de nicho desconocido a alternativa monetaria para transacciones electrónicas.

Bitcoin es un medio digital de intercambio encriptado diseñado para Internet, que pretende hacer con las transacciones electrónicas lo que Wikipedia ha logrado para la información enciclopédica, Amazon Kindle con los libros electrónicos, Apple iTunes con el entretenimiento o Skype con las videollamadas: convertirse en estándar de facto, en este caso para las transacciones de “propiedad digital” (entre ellas, dinero) entre usuarios.

Cómo lograr confianza en transacciones entre desconocidos… sin intermediarios

Concebida en 2009 por el misterioso Satoshi Nakamoto (de quien, como ocurre con Homero, nadie sabe si es una o varias personas), Bitcoin es una divisa encriptada con su propio protocolo y red P2P para realizar transacciones directas y anónimas, sin costes de intermediación ni limitaciones impuestas por leyes locales, al no depender de ningún gobierno ni autoridad emisora centralizada.

Las Bitcoin pueden “perderse” si un usuario extravía su “monedero” (fichero donde guarda sus registros) y carece de copia de seguridad de éste, ya que las Bitcoin requieren para su uso una contraseña que, de desaparecer, inhabilitaría el uso de una moneda determinada. 

No obstante, el diseño P2P (red distribuida –sistema de prueba de trabajo-, sin intermediario ni emisor central) evita el doble gasto o la falsificación, además de eliminar los costes de gestión. Una moneda “perdida” no puede ser suplantada.

En el mundo desarrollado, los costes de intermediación se sitúan en torno al 2% o el 3% del valor de la transacción, pero en el resto del mundo, o bien no existen métodos modernos y seguros de transferir dinero de manera electrónica; o el coste de intermediación se dispara.

La adopción de inventos ambiciosos puede ser lenta

Pese a la devaluación de su valor durante el último año (por debajo de 300 dólares la “moneda” en enero de 2015 desde los 1.147,25 dólares al cambio en diciembre de 2013), Bitcoin ha cumplido el cometido de su primer lustro de vida:

  • darse a conocer;
  • demostrar su viabilidad y, más importante, su idoneidad técnica;
  • y convertirse en “la” criptodivisa.

Este último logro -consolidarse como el estándar de facto del concepto “criptomoneda”- no estaba tan claro cuando escribíamos un artículo sobre los sistemas de pago seguro, hace menos de dos años, cuando proseguía el debate sobre el mejor tipo de moneda alternativa, descentralizada y sin el respaldo de bancos centrales.

Descenso de la apreciación (en 1 año) vs. espectacular ascenso (en 2 años)

En realidad, ni siquiera su rendimiento decepciona si, en lugar de tomar 2014 como período para conocer la evolución del valor de la moneda, se opta por dos años -desde enero de 2013 hasta enero de 2015.

En dos años, la apreciación de Bitcoin ha sido espectacular: en enero de 2013, su valor se situaba por debajo de los 14 dólares, por alrededor de 300 ahora. 

La apreciación/depreciación, como en tantas ocasiones, depende del espejo con que se mire.

(Imagen: ilustración de Bitcoin, por Tiger Pixel, Flickr CC)

El sistema de pago P2P (entre usuarios) de código abierto y encriptado (de ahí el apelativo de “criptomoneda”) Bitcoin evita la necesidad de intermediarios al no requerir técnicamente la “confianza” o “garantía” ligada a una autoridad (gobierno, banco central con reservas), pues el diseño de su infraestructura o “framework” evitaría la falsificación, el doble uso o la suplantación, además de dificultar su robo (si bien no es imposible, como se ha demostrado en repetidas ocasiones).

Una buena idea con amigos (y sobre todo enemigos) poderosos

La importancia de Bitcoin aumentará con la rapidez que se expanda su reputación y confianza en su uso entre servicios y usuarios a través de protocolos de Internet. Después de convertirse en imagen y marca de las monedas sin formato físico ni autoridad monetaria detrás, Bitcoin se enfrenta a una presión pública amplificada por su mayor notoriedad:

  • autoridades gubernamentales y monetarias, locales y supranacionales, relacionan las transacciones en Bitcoin (anónimas y entre usuarios) con el crimen organizado y el lavado de dinero (Estados Unidos se ha mostrado más permisivo con Bitcoin que la Autoridad Bancaria Europea, que advirtió en diciembre de 2013 de la falta de garantías para el consumidor);
  • la curva de aprendizaje de su uso se mantiene demasiado elevada para el usuario no experto, si bien la complejidad inicial no impidió que las tarjetas de crédito -primero-, y la banca electrónica -después- lograran imponerse;
  • como cualquier moneda, Bitcoin depende de la percepción de sus usuarios potenciales y la “confianza”; en una moneda para Internet sin autoridad que la respalde, esta reputación dependerá tanto de las ventajas objetivas de su uso como de su adopción por empresas y organizaciones con cierta dimensión y credibilidad (de momento, WordPress, Reddit, Wikileaks o Dell, entre otros);
  • su complejidad ha suscitado un debate acerca de si su elevada volatilidad está relacionada con la dinámica de oferta y demanda o, por el contrario, se podría hablar de especulación y burbuja (en cualquier caso, “pinchada” desde el valor alcanzado en diciembre de 2013);
  • una de las críticas recurrentes consiste en el atractivo para personas y organizaciones comerciando con actividades ilícitas; defensores de Bitcoin consideran que este intento de asociar la criptodivisa con el crimen organizado responde al temor de gobiernos y organizaciones supranacionales de que la actividad en esta moneda se escape al fisco;
  • las Bitcoin se pueden “perder” o, mejor dicho, pueden desactivarse si se pierde el “monedero” que las contiene: una de las debilidades del protocolo entre usuarios Bitcoin; una moneda Bitcoin se puede perder debido a la naturaleza distribuida del diseño del protocolo, al no depender de un intermediario central (banco, agente de compra-venta) para transacciones. Cuando alguien pierde su monedero (por problemas en su ordenador y falta de copia de seguridad, etc.), el dinero relacionado con éste (que se mantiene conectado a la red P2P de Bitcoin mientras “existe”) abandona la circulación y, si bien permanecen en los registros -cadena de bloques que registra las conexiones-, permanece inactivo para siempre. Ello es debido a que la clave privada de los Bitcoin no es recuperable;
  • probabilidades de hackeo y problemas de seguridad;

La larga sombra del papel moneda (la máquina de hacer deuda)

Las principales reticencias expuestas por autoridades monetarias, expertos bancarios y de seguridad contra el fraude económico afectan a los sistemas monetarios actuales, con el agravante de su potencial falsificación física, así como la imposibilidad de conocer el historial de transacciones de una unidad de moneda en concreto, como sí es posible con Bitcoin.

Entre las ventajas mencionadas por la Fundación Bitcoin y empresas que ofrecen servicios relacionados con su fabricación (“mining”) y transacción, destacan:

  • Bitcoin no es una moneda fiduciaria (como el dólar o el euro, que sostienen su “valor” debido a las reservas -“garantía” basada todavía (!) en reservas, casi siempre hipotéticas, de oro y plata- y perspectivas de las respectivas autoridades monetarias, sus bancos centrales y gobiernos), lo que la desvincula de intermediaciones geopolíticas y agendas regionales o individuales;
  • no existe coste marginal de fabricación de moneda, ni coste de transacción, al no existir intermediarios de crédito;
  • las monedas virtuales son producidas en una red distribuida entre usuarios (“minería“) y se recurre al mismo sistema P2P para procesar todas las transacciones, lo que convierte a Bitcoin en la única infraestructura de pago posible y evita: producir monedas ilimitadas, dividir cada moneda de manera ilimitada o “falsificar” una moneda borrando su “rastro” (una moneda se define como tal en función de este rastro o prueba, lo que evita -por diseño- su falsificación);
  • combina anonimidad y trazabilidad: cada transacción de Bitcoin (creación de una moneda, división de ésta, movimiento entre monederos de usuarios de todas las monedas existentes) se apunta en un registro público, pero la información registrada no revela la identidad de compradores y vendedores, sino sólo la información de la moneda y el identificador de los monederos -en realidad, repositorios de datos;
  • ¿transparencia? Cuando se estudia el funcionamiento de Bitcoin, se entremezclan palabras antagónicas, tales como opacidad y transparencia: se critica que la anonimidad del comprador -algo que damos por sentado cuando realizamos cualquier transacción con papel moneda, pese a la correlación entre, por ejemplo, los billetes de 500 euros y la economía sumergida-. Bitcoin, en cambio, registra detalles de todas las transacciones realizadas, en un registro que no se puede eliminar (cadena de bloques o “blockchain”).

Produciendo moneda sin patrón oro: precedentes y buenas prácticas

Al tratarse de una moneda virtual (“desmaterializada”, pues carece de token físico) y descentralizada, su infraestructura P2P (un protocolo y una red entre usuarios, de código abierto en ambos casos), Bitcoin ha establecido convenciones para intercambiar y “producir” moneda, así como recomendaciones para evitar el fraude.

De momento, estas medidas no han sido suficientes y Bitcoin deberá explorar también la estrategia de Paypal en sus inicios.

Paypal no pretendió crear una moneda virtual para evitar los costes de intermediación en transacciones electrónicas, pero afrontó dificultades similares, al postularse como primer servicio de pago seguro e instantáneo por Internet, usando infraestructuras de autenticación ya existentes como el correo electrónico.

Pese a su rápida penetración entre empresas y usuarios especializados, Paypal no se convirtió en una marca global y alternativa de facto a las (complejas y muy locales) pasarelas de pago bancarias para transacciones comerciales hasta que fuera integrado en eBay como sistema de pago por defecto.

Cuando Paypal mira de reojo a Bitcoin

Años después, Paypal ha evolucionado hasta convertirse en una empresa con mayor atractivo que su propia matriz, que ha anunciado la separación de su subsidiaria en empresa cotizada independiente. Sea como fuere, su relación con eBay permitió a Paypal expandirse a todo el mundo (así como permitir la independencia económica y creativa de sus fundadores y personas clave, entre ellos los prolíficos Elon Musk y Peter Thiel).

La dificultad que afronta Bitcoin es equiparable a los retos de Paypal cuando, todavía en sus inicios, decidió evolucionar desde sistema de pago para agendas electrónicas (sí, los PDA) a sistema internacional de pagos por Internet.

Además de su futura autonomía como empresa desvinculada de eBay, Paypal anunció en septiembre de 2014 que prepara su sistema para integrar Bitcoin (un posicionamiento más estratégico que obligado).

El caso de Bitcoin es, si cabe, más quijotesco, al ser una moneda unida a un protocolo técnico y una infraestructura que, debido a su esquema P2P y a su estatus de código abierto (todo el mundo puede explotar servicios Bitcoin sin rendir tributo a ninguna empresa ni entidad central), depende íntegramente de sus usuarios, tanto en su infraestructura como en su adopción. 

Equilibrios entre purismo técnico y nivel de adopción

La Fundación Bitcoin reconoce que, en efecto, hay mucho por hacer y la criptomoneda corre el riesgo de permanecer como alternativa minoritaria. Algunos inversores en servicios de transacción usando Bitcoin, como el creador del navegador de Internet moderno e inversor de capital riesgo Marc Andreessen, creen que Bitcoin tiene el potencial de convertirse en uno de los mayores servicios de los próximos años.

Cuando el científico computacional Vinton Cerf desarrollaba un protocolo de comunicaciones estándar que permitiera a distintas redes informáticas conectarse entre ellas sin importar el sistema operativo de los terminales, pocos imaginaron que aquella red de redes, o protocolo TCP/IP, posibilitaría Internet.

El protocolo para realizar transacciones de dinero anónimas, aunque seguras y registradas de Satoshi Nakamoto, Bitcoin, tiene para muchos un potencial similar a los grandes protocolos fundacionales de la propia Internet; pero la propia Fundación Bitcoin reconoce que todo dependerá del grado de aceptación de la moneda.

El reto de hacer Bitcoin -y creíble- inteligible ante el individuo promedio

De momento, al existir muy pocos usuarios, la volatilidad de la criptomoneda es mucho mayor que si el mercado de Bitcoin se equiparara al de una divisa media. Al haber pocas monedas en circulación, “eventos relativamente pequeños, intercambios o actividades empresariales afectan significativamente en el precio”. 

La fundación cree que la volatilidad se reducirá a medida que crezca el mercado y maduren tanto la tecnología como su uso, todavía en desarrollo. Nuevas funciones y servicios deberían hacer Bitcoin “más seguro y accesible a las masas”, aclara la página oficial de la criptomoneda.

Las principales desventajas para las autoridades monetarias tradicionales podrían ser las ventajas más atractivas para los usuarios potenciales de Bitcoin: el protocolo de la criptomoneda no puede modificarse sin que cooperen, por diseño del propio protocolo, la mayoría de sus usuarios.

Tampoco es posible, por ejemplo, asignar derechos especiales a un grupo de monedas o servicios dentro del protocolo de Bitcoin: así se disuade a organizaciones poderosas (crimen organizado, bancos centrales, fondos de inversión) a que inviertan en hardware para “minado” (servir de infraestructura de transacciones para, a cambio, poder crear monedas) que les llevara a controlar una porción desmesurada del poder computacional de la red Bitcoin y, de este modo, bloquear o modificar a su antojo las reglas del juego -como ocurre de facto con bueba parte de las divisas fiduciarias-.

La experiencia de los pioneros de Internet

Cuando el coautor de Mosaic (primer navegador de Internet tal y como conocemos estas aplicaciones) Marc Andreessen, ahora en una carrera como inversor tan fructífera como fue la de ingeniero de software, habla sobre innovación, lo hace con la profundidad del mencionado Vinton Cerf: ambos crearon de la nada la interfaz con la que visitamos Internet (Andreessen) y el protocolo que posibilitó que dispositivos diversos se comunicaran entre sí (Cerf), lo que les permite medir el potencial de ciertas ideas.

Antes de opinar sobre Bitcoin, Andreessen aclara en The New York Times que su firma de capital riesgo ha invertido 50 millones de dólares en empresas con ideas relacionadas con infraestructuras y servicios sobre la criptomoneda.

“Una misteriosa tecnología emerge, aparentemente desde la nada, pero en realidad [es] el resultado de dos décadas de intensa investigación y desarrollo a cargo de investigadores casi anónimos”, explica Andreessen en su artículo para The New York Times.

Sobre la lenta, pero a menudo imparable, adopción de grandes inventos

En los inicios de estas tecnologías transformadoras son el esfuerzo romántico de investigadores que entienden el potencial de lo que se traen entre manos:

  • podemos imaginar a Vint Cerf en Stanford discutiendo con sus colegas detalles técnicos del protocolo que ha permitido la ubicuidad actual de la información electrónica, TCP/IP;
  • o al propio Andreessen sirviéndose de las especificaciones de Internet para crear, Mosaic, la interfaz que permitiera el acceso a sus distintas plataformas y servicios -WWW, correo, FTP, streaming, etc.-: el primer navegador de Internet).

Después de este primer gran salto innovador, todo parece obvio y la tecnología creada tiene de pronto el sentido que hasta entonces permanecía oculto para la mayoría. 

El propio Marc Andreessen o el cofundador de Paypal y otro influyente inversor en Silicon Valley, Peter Thiel, explican continuamente que las grandes invenciones son noveles, nunca obvias, crean nuevo conocimiento y despliegan toda su utilidad una vez han sido desplegadas, a menudo cubriendo una necesidad que ni siquiera se había planteado.

Fruta madura: 2 décadas de investigación en protocolos criptográficos (y 4 de criptografía)

El creador de Mosaic está convencido de que, cuando se trata de invenciones con el potencial de Bitcoin, eventualmente llegan los productos populares, mientras “empresas e industrias emergen para comercializarlas; sus efectos se hacen profundos; y luego, mucha gente se pregunta por qué esta poderosa promesa no era más obvia en sus inicios”.

Las invenciones transformadoras nunca son obvias en sus inicios y comparten el romanticismo de la visión y perseverancia de uno o unos pocos; asimismo, se ha comprobado con fenómenos como la invención paralela (ideas a las que parece haber llegado su tiempo y son desarrolladas por personas o equipos en distintos lugares sin conexión entre sí).

Marc Andreessen recalca la abismal distancia existente todavía entre lo que tecnólogos y expertos creen de Bitcoin, y la opinión del público sobre la criptomoneda y el protocolo P2P que la sostiene. 

Indagando en la idea -tomada de la biología- de “lo adyacente posible“, o ideas a las que parece llegar el momento debido a un esfuerzo previo que lo ha posibilitado, Andreessen explica en The New York Times que Bitcoin es una idea rompedora en ciencia computacional que se sirve de 20 años de investigación en moneda criptográfica, así como 40 años de investigación sobre criptografía.

“Valor” y “confianza” entre desconocidos que transaccionan sin intermediarios

En este esfuerzo previo que pone a Bitcoin en el disparadero de potenciales servicios ubicuos, han participado miles de investigadores de todo el mundo, tanto en universidades como en agencias gubernamentales y empresas (siguiendo con la propia tradición de Internet, tan ligada a DARPA, Stanford, el CERN europeo, etc.).

Para el creador del navegador moderno, la importancia de Bitcoin estriba en haber solventado un problema que parecía inabarcable: cómo establecer “confianza” entre partes sin relación entre ellas que se comunican a través de una red abierta y carente de confianza como Internet.

“La consecuencia práctica de resolver este problema -prosigue Andreessen- es que Bitcoin nos proporciona, por primera vez, una manera para que un usuario de Internet transfiera una única pieza de propiedad digital a otro usuario de Internet, de tal modo que se garantice una transferencia segura y protegida, todo el mundo sepa que la transferencia ha tenido lugar, y nadie pueda cuestionar su legitimidad”. 

Una vez alguien puede transferir un puñado de bits con el nombre “Bitcoin” a otra persona sin que se pierda esta información y logrando que el marco monetario donde se ha procesado la transacción lo registre, una divisa virtual entre usuarios toma sentido… y valor, si el “valor” depende del concepto tradicional al que están sujetas las divisas desde la creación del papel moneda hace tres siglos: la “confianza”.

Identificar el potencial (aunque no se alcance)

A diferencia del papel moneda tradicional, cuyo valor arbitrario es fiduciario (depende de las garantías de la autoridad que lo emite, hipotéticamente convertibles en oro y plata o derechos -más papel- sobre oro y plata), Bitcoin podría adquirir una credibilidad fundamentada en su propio diseño: una moneda que, parafraseando a Abraham Lincoln, base su valor en que su “gobierno” sea “de la gente, por la gente y para la gente”, y que ello sea una aseveración basada en el diseño y funcionamiento reales de la criptodivisa, en lugar de un populista brindis al sol.

Andreessen cree que las especificaciones técnicas de Bitcoin (facilitar transferencias seguras y anónimas registradas públicamente que no pueden “evaporarse”) servirán como marco para transferir en el futuro distintos tipos de propiedad digital: quizá “firmas digitales, contratos digitales, llaves digitales (para abrir cerraduras físicas o virtuales), propiedad digital o bienes físicos tales como coches y casas, acciones y bonos digitales… y dinero digital”.

Pese al catastrofismo instalado en medios de comunicación y redes sociales, el mundo se ha convertido en un lugar mejor en las últimas décadas: ha aumentado la esperanza de vida, se ha reducido la mortalidad infantil, se extiende la medicina moderna y muchas de las mayores pandemias empiezan a remitir incluso en sus epicentros.

Una herramienta para evitar abusos e inestabilidades locales/coyunturales

Metodologías como monederos digitales con credibilidad universal podrían acelerar la prosperidad incluso en los lugares más remotos e inestables del mundo, donde la ciudadanía carece de sistemas seguros y confiables para intercambiar bienes electrónicamente, o son costosos y no reconocidos internacionalmente. 

En el África subsahariana, por ejemplo, se ha consolidado el pago por teléfono móvil. Bitcoin permitiría que las transacciones realizadas mantuvieran su valor y rango de acción en todo el mundo, y no únicamente en un entorno local (sometido a intereses arbitrarios, elevada inflación, etc.).

Bitcoin es, por tanto, una oportunidad tanto para los servicios y usuarios más alfabetizados digitalmente, como para quienes están sujetos a la arbitrariedad monetaria que dicte la coyuntura de sus países. 

Mientras tanto, los economistas siguen enfrascados en interminables batallas bizantinas acerca de prácticas y tecnicismos que tenían más sentido cuando fueron creados hace 3 siglos (con intención de sostener el valor del papel moneda) que en la actualidad. 

La (muy anticuada) discusión monetaria entre grandes potencias

Hoy, la discusión macroeconómica sobre oferta de dinero, inflación o crecimiento económico y las decisiones tomadas por las principales autoridades monetarias en función de este debate -a menudo ideológico o sometido a presiones de todo tipo-, repercute sobre la vida cotidiana de millones de personas, al afectar sobre el valor de una moneda, el coste y valor de las transacciones y conversiones desde y hacia otra moneda, el precio de los productos, etc.

En el futuro, gobiernos y autoridades monetarias deberán convencer de un modo inteligible y racional por qué alternativas diseñadas para mantenerse al margen de la arbitrariedad o intereses de autoridades monetarias, gobiernos y -peor- grupos de presión que dan o no la cara, son incompatibles con las divisas actuales.

Bitcoin es, ante todo, un toque de atención a las instituciones que no han cambiado desde hace tres siglos el diseño de las principales divisas y su modelo de “confianza” y “garantía”, todavía fiduciario. Seguimos, como en tiempos de La Ilíada, midiendo las cosas en última instancia en su peso en oro y plata.

La sombra de Gettysburg

La economía digital deberá demostrar que la confianza monetaria no tiene por qué sostenerse sobre la acumulación de reservas físicas, sino sobre una convención, como Abraham Lincoln exponía en su discurso de Gettysburg, “de la gente, por la gente, para la gente”.

En este caso, “la gente” se referiría a cualquiera que lo deseara en cualquier lugar del mundo.