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Casas árbol: por qué volver al árbol no siempre es regresivo

Existen casas árbol con firma; estructuras que imitan a las casas árbol, sin por ello necesitar un árbol para su instalación; mientras otras han sido diseñadas a partir del peculiar sueño de quienes encargaron su construcción. 

Aunque todas ellas persiguen un reencuentro con uno de los símbolos naturales más poderosos para la imaginación de niños y mayores: el árbol y la oportunidad de habitar en él.

Cultura extractiva

Avatar no ganó ninguno de los Oscar más importantes. La película, versión fantástica y tridimensional inspirada en Bailando con lobos, El bosque esmeralda y la menos conocida Jugando en los campos del señor, sí ha logrado mostrar al gran público una alegoría sobre los mecanismos menos honrosos de la cultura extractiva, que garantiza su supervivencia a través del acaparamiento y explotación de recursos naturales, aunque ello cause desastres humanitarios y ecológicos.

Paradójicamente, la gran triunfadora de la gala de los Oscar de 2010, En tierra extraña, explica de manera descarnada y en clave prácticamente documental, con un estilo entre el vídeo, el periodístico “cámara al hombro” y la ausencia de artificios de la corriente dogma, los riesgos que padecen los abanderados de esta cultura extractiva en primera línea de combate, cuando tratan de garantizar el control de materias primas y suministros considerados geoestratégicos o esenciales.

Al fin y al cabo, sea a través de una alegoría o mediante una película que muestra la realidad descarnada de una enquistada guerra actual, Avatar y En tierra extraña son historias que se refieren a la misma cultura extractiva.

Acaso lo que James Cameron buscaba. El director canadiense, influido por los valores contraculturales de la California que conoció como estudiante, reconoce y aprecia el carácter masivo de sus películas.

Cameron aprovecha la difusión de sus películas para exponer al gran público a sus temas preferidos, entre ellos la reconciliación entre humanidad y tecnología, los riesgos de una cultura corporativa sin escrúpulos o el desarraigo de las sociedades modernas con respecto de la naturaleza, un “medio salvaje” que hay que “controlar”, una visión del progreso que ya denunciara Henry David Thoreau en el siglo XIX, al comprobar cómo los bosques de Nueva Inglaterra desaparecían literalmente ante sus ojos.

Árbol Madre, sequoias, eucaliptos gigantes

La contracultura californiana a la que Cameron reconoce deber su concienciación ecológica, le llevó a situar buena parte de la acción de Avatar en Árbol Madre, un gigantesco árbol de la luna Pandora que sirve de poblado a un clan de humanoides Na’vi, los Omaticaya.

El colosal árbol, también conocido como Arbolcasa en la cultura Na’vi, está conformado por un gran tronco sustentado por recias columnas y un colosal ramaje. Tanto el interior como el dosel y los alrededores de árbol forman parte del poblado de este clan, elegido por Cameron para chocar con una avanzadilla humana dedicada a la extracción de un preciado mineral. 

Como surgido de la imaginación de un niño, el Árbol Madre Na’vi representa el hogar, el sustento y la conexión de los Omaticaya con Pandora, quienes sienten su destrucción como la pérdida de su miembro más importante. En el contexto de la película, duele tanto la caída de Arbolcasa como la tala indiscriminada de gigantescos sequoias que se realizaba en California y Oregón en los sesenta y setenta, algunos de los cuales superaban los 100 metros de altura y los 2.000 años de edad.

O la también reciente tala de algunos de los bosques de los eucaliptos más grandes y longevos del mundo, situados en Tasmania, algunos con una majestuosidad similar a la de los “redwoods” o sequoias de la Costa Oeste californiana.

Los sequoias californianos no son Árbol Madre, pero nadie duda de su majestuosidad, ni de su capacidad para sustentar incluso un edificio. Cuando tuve la suerte de conducir a través de la Highway 1 por el norte de California en dirección a Oregón y, finalmente, Washington, no pude más que evocar las escenas de Endor de El retorno del Jedi, de George Lucas, grabadas en los “redwoods” del condado de Humboldt, en los que se recreó un pintoresco poblado Ewok, compuesto por casas suspendidas sobre estas imponentes sequoias.

Sin separarse de los árboles: los “abrazaárboles”

El movimiento ecologista, surgido de la contracultura de los sesenta a través de la recuperación de figuras como Henry David Thoreau, Walt Whitman y John Muir, entre otros, fue sin duda conocerdor del movimiento ecologista no violento Chipko, surgido en zonas rurales del norte de la India durante los años setenta, e inspirado en la resistencia no violenta promovida por Mohandas Gandhi.

La rápida deforestación de la zona llevó a que, en 1974, un grupo de campesinas de un pequeño pueblo de la provincia India de Uttarakhand, reclamaran los que consideraban sus derechos ancestrales de protección de los árboles más viejos del lugar, amenazados por la acción del Departamento Forestal del gobierno hindú, con una acción pacífica, pero con un alto contenido simbólico.

Grupos de mujeres situaban sus espaldas ante los árboles y se daban las manos entre ellas, abrazando los troncos, lo que les valió el apelativo de “abrazaárboles” (“treehuggers”), un término que se convirtió, a veces con connotación peyorativa, en un sinónimo de ecologista.

Acciones similares se habían dado ya en 1730, cuando cientos de bishnois, casta hindú dedicada a la protección de los bosques, sacrificaron sus vidas tras intentar evitar la tala de árboles que consideraban sagrados.

La interacción entre personas y plantas, así como la comunicación o protección física y simbólica de árboles, ha servido a James Cameron para expresar con mayor efectividad la simbiosis entre el pueblo Na’vi y Árbol Madre.

La propia existencia de Árbol Madre, así como un Árbol de las almas y un Árbol de las voces, todos relacionados con la “madre naturaleza” (Eywa), constata la similitud entre el panteísmo Na’vi y, volviendo a la Tierra, las creencias panteístas de pueblos aborígenes de todo el mundo, o incluso con las hipótesis científicas de Gaia y la Biosfera, que interconecta a los seres vivos del planeta en una superestructura neuronal “viva”.

Inciso etnográfico: casas y edificaciones sobre árboles y pilares

Tradicionalmente, varios pueblos del mundo han sorteado las inclemencias climáticas recurrentes de determinadas zonas, tales como la lluvia constante, las amenazas de predadores o las inundaciones, construyendo silos y despensas de alimentos, e incluso viviendas, tanto en árboles como sobre altas columnas de madera y otros materiales, tales como la piedra.

En Europa, por ejemplo, varias regiones conservan estructuras similares a los hórreos, característicos graneros de madera (Iberia y Escandinavia) o de piedra (en zonas de Iberia, sobre todo en Galicia y Asturias) erigidos sobre pilares para evitar el acceso de roedores y otros animales al grano y otros alimentos.

Con un origen en los horreum promovidos por el Imperio Romano, la construcción ha desaparecido del resto de Europa, a excepción de dos “finis terrae” o límites del mundo conocido: el noroeste de la Península Ibérica y los confines del norte europeo. En Noruega se han edificado históricamente y por razones similares los “stabbur”, predominantemente de madera, y los “härbre”, de Suecia.

Además de los hórreos ibéricos y los “stabbur” y “härbre” escandinavos, sobreviven edificaciones similares en Austria y Suiza (“mazot”), Italia y Francia (“chalot”).

Las casas árbol de los Korowai

Ninguna de estas edificaciones fueron diseñadas en Europa para cobijar a personas. En cambio, coincidiendo con la visión del pueblo Na’vi, la tribu Korowai, un pueblo papúe que reside en el sureste de Irian Jaya (provincia indonesia de Papúa), vive en un entorno que ha empujado a sus habitantes a adaptar sus viviendas a los riesgos cotidianos.

Los Korowai viven en casas árbol, algunas de las cuales superan los 40 metros (130 pies) de altura, para protegerse de ataques de una tribu vecina especialmente beligerante, los Citak, que practican la decapitación de miembros de las tribus rivales. El puro afán de supervivencia obligó a los Korowai a adaptar sus casas y a erigirlas sobre árboles y pilares de madera para repeler con éxito la hostilidad vecina y evitar así su desaparición.

Otra tribu de Papúa, la de los Sayakh situada, en el remoto interior de la isla, construye casas sobre las copas de los árboles más majestuosos de sus tierras. Han sido fotografiadas casas construidas a 45 metros de altura.

Como explica Jared Diamond en Armas, gérmenes y acero, las dimensiones y relativa densidad de población de Papúa, especialmente en las zonas montañosas, donde se practica una agricultura más rica capaz de sostener a mayor población, probablemente obligó a los Korowai a permanecer en su territorio ancestral y construir casas árbol para librarse de los constantes ataques Citak, en lugar de emigrar a algún lugar remoto deshabitado, como habría hecho cualquier pueblo aborígen cazador recolector de la vecina Australia hace sólo unos años.

Casas árbol: usos y costumbres

Las casas árbol, o las habitaciones, chozas o cabañas construidas sobre árboles o bajo el cobijo directo de árboles, han sido usadas como edificios de recreo, espacio de trabajo, residencias esporádicas durante trayectos o temporadas, o incluso retiros espirituales, desde tiempos inmemoriales y en sociedades humanas de todos los continentes.

Debido al material de construcción (la propia madera del árbol, madera cortada, cuerdas de origen vegetal y clavos), existen pocos vestigios de casas árbol en las zonas que han albergado sociedades agrarias y urbanas desde el neolítico. Sólo algunas tribus, como los Korowai, erigen casas árbol sistemáticamente como hogar principal.

Pero las casas árbol también forman parte del imaginario colectivo infantil, como constata la cultura popular del último siglo: qué niño no ha soñado con poder construir, con la ayuda de sus amigos o de sus padres, una cabaña asentada en un árbol.

A ningún niño ha extrañado nunca que Panorámix, el druida de barba blanca del cómic Astérix, viva en un árbol, ni que el cine se fije en cabañas en árboles que constituyen el reino de los más pequeños; desde ejemplos del cine clásico, como la cabaña en el árbol de los hijos de Atticus Finch en Matar a un ruiseñor, hasta la más contemporánea casita de los Goonies.

“Bajar del árbol” no siempre equivale a evolucionar

Ya se trate de un método de recreo junto a casa, de un puesto de vigilancia o de un retiro provisional, las casas árbol vuelven a suscitar interés, con la creciente sensibilidad medioambiental de los últimos años. Como ya ocurriera a raíz del movimiento ecologista surgido de los 60, las casas árbol son investigadas por arquitectos, diseñadores industriales, empresarios y estudiantes como un método de construcción respetuoso con su entorno, hasta el punto de tomar un árbol vivo como sustento para construir o instalar un habitáculo o incluso un edificio con varios espacios y habitaciones, a menudo a varios metros del suelo, aunque también aprovechando el cobijo peculiar de la base de algún árbol, o simplemente usando el resguardo del ramaje para ocultar la casa árbol.

Actualmente, las casas árbol continúan siendo los espacios preferidos por trabajadores que desempeñan su labor en bosques especialmente tupidos, sobre todo en los trópicos, debido a que la fauna, las condiciones climáticas y la iluminación hacen del sotobosque un lugar menos adecuado para el descanso que las copas de los árboles, donde existen brisa y luz directa y se está al abrigo de especies venenosas.

Por estas mismas razones, algunas tribus residentes en zonas especialmente boscosas todavía edifican esporádicamente cabañas sobre árboles. Existen, asimismo, varios hoteles en Europa, Norteamérica y Latinoamérica que ofrecen habitaciones en cabañas árbol.

Casas árbol y sostenibilidad

Sólo en Europa y Norteamérica, hay más de 30 empresas especializadas en construir casas y cabañas en árboles, que varían en sofisticación dependiendo del fin para el que han sido diseñadas o en función del tipo y tamaño de árbol que las cobijará: desde sencillas estructuras de juego para niño de contrachapado, hasta completas casas totalmente funcionales y con varias estancias.

Aunque tradicionalmente sólo de madera, en los últimos años se ha experimentado con otros materiales naturales y sintéticos.

La madera sigue siendo usada comúnmente en este tipo de construcciones, sobre todo para erigir la estructura; como atestigua el hecho de que estos habitáculos descansan sobre árboles sin poner en riesgo su supervivencia, la madera continúa siendo conveniente debido a su fortaleza, facilidad de mantenimiento, disponibilidad local, ligereza y coste. Las tradicionales cuerdas han sido, no obstante, sustituidas por clavos, tornillos, cuerdas y refuerzos de acero, capaces de de sostener mayor peso.

También es común el uso de materiales y partes recicladas, sobre todo madera (marcos de puertas y ventanas, lamas de madera, viejas puertas y ventanas, bigas, viejas traviesas de madera de vías de tren desmanteladas, etc. Este tipo de materiales, además de más económicos, pueden aportar el carácter que muchos profesionales y aficionados a la construcción de casas árbol aprecian.

Tendencias

Existen casas árbol que forman parte de algunas corrientes de diseño industrial y arquitectura, relacionadas con la sostenibilidad, el paisajismo, la arquitectura bioclimática, la permacultura y otras disciplinas.

La compañía alemana Baumraum merece una mención especial, al diseñar, construir y montar en varios países casas de madera con un diseño de madera pulcro, funcional y contemporáneo. Los diseños de Baumraum han logrado un cierto culto en Europa, Norteamérica y Latinoamérica.

Existen modelos de casa árbol que han sido diseñados para que el propio árbol permita, con su desarrollo, consolidar la estructura que da cobijo a la casa, lo que le ha valido al diseño el apelativo de casa viva.

Otros diseños de árbol casa, surgidos desde planteamientos que relacionan la ecología con el minimalismo, constituyen alegorías sobre nuestra huella ecológica y pretenden reducirla hasta el punto de hacerla prácticamente invisible. La firma sueca Tham & Videgard Hansson Arkitekter ha concebido una casa cuyas paredes están conformadas por espejos.

También existen diseños con una cierta vocación de espectacularidad, mentras otros destacan por su funcionalidad y sencillez, el modelo puesto en práctica de manera industrial por la firma alemana Baumraum.

Existen casas árbol con firma; estructuras que imitan a las casas árbol, sin por ello necesitar un árbol para su instalación; mientras otras han sido diseñadas a partir del peculiar sueño de quienes encargaron su construcción, como la Wilkinson Residence, una casa árbol peculiar del arquitecto Robert Harvey Oshatzs.

Espacio para la imaginación y los proyectos familiares

Las propuestas son tan variopintas como el simbolismo que persiguen o los fines para los que fueron construidas, incluyendo varios hoteles, interiorismo para niños que imita una casa árbol y, sí, una McMansion-rascacielos-casa-árbol, que no destaca precisamente por el equilibrio de su diseño y se encuentra en las antípodas de los diseños de Baumraum.

¿Lo mejor de todo? Si hay algo relacionado con las casas árbol, es la licencia para soñar, como muestra la casa de Panorámix, el poblado Na’vi en Árbol Madre, el poblado Ewok en El retorno del Jedi, o incluso las convencionales cabañas de recreo de los Goonies o Matar a un ruiseñor

Quizá no haya un proyecto con tanta capacidad para unir a una familia ante un reto común como la construcción de una cabaña en un árbol. Varios recursos ofrecen consejos y pistas. Un modo inmejorable de aprender a abrazar árboles.

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