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Casas-máquina de Tom Kundig: abriendo fachadas con manivelas

“Los edificios de Tom Kundig son mitad máquina, mitad arquitectura”. Un titular acertado de Wired para definir el trabajo de un arquitecto del Noroeste del Pacífico estadounidense que alcanza la madurez profesional sin renunciar a su firma ni a la experimentación.

Tom Kundig, copropietario de la firma Olson Sundberg Kundig Allen Architects (OSKA), ha logrado un estilo definido sin apostar por la hipérbole o la caricatura. Sus espacios combinan la precisión industrial de vidrieras en armazones metálicos con la elegancia atemporal del cemento pulido o la áspera calidez de maderas usadas.

Desenterrando la era de las poleas y los engranajes

Los espacios de Tom Kundig incluyen mirada de autor: son mitad edificio, mitad máquina. Trasladan al mercado residencial mecanismos como poleas y engranajes inspirados en la era industrial pretérita a la robótica y los algoritmos, cuando las primeras cadenas de montaje ensamblaban productos robustos y duraderos, esos artilugios pesados y reparables cuyo diseño carece a menudo de fecha de caducidad.

Son viviendas atentas a los consejos de la arquitectura de mediados del siglo XX: formas simples, atención al contexto circundante con espacios orientados hacia el exterior, elementos estructurales destacados en lugar de ocultos, y uso de materiales que, como el metal, la madera reciclada o el hormigón, favorecen la claridad de formas y los ángulos rectos, así como la estética de la era de las máquinas.

El síntoma de sentirse como en una pecera

La celebración de la estructura de los edificios, así como el uso de espacios diáfanos y grandes ventanales, acercan el estilo de Kundig a la arquitectura moderna, aunque con soluciones que huyen de la homogeneización de estilos en la arquitectura postmoderna, optando por el regionalismo crítico y ecléctico del británico Kenneth Frampton, quien acuñara el concepto de “arquitectura de resistencia”, o cómo concebir edificios que tomen la esencia de civilizaciones “durmientes” y, a la vez, conformen una civilización universal similar a la invocada por Frank Lloyd Wright al hablar de arquitectura orgánica.

Tom Kundig, hijo de arquitecto, ha declarado “crecer frustrado” en la vivienda moderna de su infancia, al sugerir más que proporcionar: “La transparencia era siempre una promesa, no una realidad. El vidrio era un fraude; era una partición que separaba el interior del exterior”.

En la arquitectura moderna, dice Kundig, “uno estaba o en un acuario o mirando uno”. Se propuso cambiar esta promesa no cumplida de los clásicos “mid-century”. Sus edificios van más allá de las propuestas orgánicas de fundir interior y exterior en la teoría, y giran en torno a artilugios que hagan realidad esta confluencia; por ejemplo, máquinas simples para disoluciones y transiciones entre la vivienda y lo circundante.

Domótica analógica: casas-mecanismo que se adaptan al uso

El industrialismo de los proyectos de Tom Kundig los convierte en experimentos de automatización con técnicas clásicas, una suerte de domótica analógica y superviviente a la obsolescencia programada y el descenso de la calidad de los artilugios tecnológicos contemporáneos.

Los críticos han destacado también la adaptación de sus edificios a la idiosincrasia geográfica y climática de cada proyecto, por lo que su estilo tampoco puede englobarse en el regionalismo del Noroeste de Estados Unidos.

Líneas regulares, ventanales, puertas correderas asistidas por mecanismos industriales, estructura dominada por el acero corten y materiales reciclados, uso de sistemas de climatización tradicionales, basados en el emplazamiento y los materiales de la vivienda y su entorno (“casa pasiva”), ventiladores de techo… Si bien el resultado cuenta con un aspecto y precisión industriales, “todo está hecho a mano”, recalca el arquitecto en numerosas entrevistas acerca de uno u otro proyecto.

Fenomenología y arquitectura

Las principales publicaciones arquitectónicas y bitácoras especializadas se han hecho eco en los últimos años de proyectos cuyo aire intemporal y “high-low tech”, donde metales como el acero, el vidrio, la madera reciclada y los engranajes móviles conceden a los espacios un aura de áspera calidad:

  • un establo reconvertido con portalones accionados por poleas;
  • casitas de campo de estilo moderno y estructura metálica con ejes y ruedas para moverse por un valle pantanoso;
  • cabañas en la naturaleza sobre pilastras metálicas y estructura de acero;
  • una vivienda con medianeras de hormigón y fachada acristalada que, erigida entre enormes rocas, parece haber evolucionado con éstas en lugar de haberlas transformado;
  • etc.

Más que regionalistas, los edificios firmados por Tom Kundig comparten el concepto de intemporalidad y superación de corsés tradicionales de la arquitectura occidental propuestos ya por Frank Lloyd Wright al referirse a la arquitectura orgánica: la forma de un abrigo no sólo debe seguir la función y adaptarse a los usos para los que se ha proyectado, sino que “forma y función deben ser una”.

Aspecto industrial (hecho a mano)

Alvar Aalto, próximo a las ideas de Lloyd Wright, propuso incluso que la arquitectura tratara aspectos psicológicos y no únicamente técnicos, abriendo así la relación entre arquitectura y fenomenología, muy presente en el regionalismo crítico actual.

En la atención de Tom Kundig por el entorno de sus edificios, cuya fragilidad le lleva a edificarlos sobre pilastras o sobre ruedas cuando es necesario, o a conservar un conjunto rocoso y aprovecharlo como abrigo natural de una vivienda que se erige como un peñasco más, resuenan las palabras de Frank Lloyd Wright: 

“Ninguna casa debería construirse jamás ‘sobre’ una colina o ‘sobre’ cualquier otra cosa. Debería conformarse ‘de’ la colina. Pertenecer a ésta. Colina y casa deberían convivir juntas, a cuál más feliz por [la presencia de] la otra”.

Pocos arquitectos actuales muestran una personalidad tan acentuada en diseño industrial, como si el director de Olson Kundig diseñara la mayoría de detalles, perfiles y mecanismos de sus edificios en un pequeño taller dominado por sopletes, fresadoras, sargentos, forja y enormes dosis de ingenuidad de quien ha evolucionado sin renunciar a sus recuerdos cacharreros y post-apocalípticos á la Burning Man.

Racional y poético (o la “Calidad” según Robert M. Pirsig)

El arquitecto dice diseñar espacios y productos “algo así como Frankenstein” lo haría.

Su amor por el trabajo en el taller explica su insistencia en diseñar una colección de mobiliario y artilugios domésticos, en colaboración con la fundición 12 Avenue Iron, con sede en Seattle.

Nacido en Merced (California) en 1954 y criado en Spokane, Washington, Tom Kundig se inspiró desde la juventud en la naturaleza de la Costa Oeste y el trabajo de un escultor, Harold Balazs; ninguna disciplina artística combina las certezas del diseño de algo material con la incertidumbre de concebir espacios volumétricos.

Pese a ser hijo de arquitecto, Tom Kundig ha declarado que en sus inicios, cuando le interesaban las disciplinas de ciencias puras, se decantó por la arquitectura al situarse, según él, en la intersección entre lo racional y lo poético.

Aprendiendo de la mirada de un escultor

Harold Balazs le enseñó la importancia de perseverar y cuán duros son los comienzos en cualquier disciplina artística. En 1986, tras trabajar con distintos estudios en proyectos por todo el mundo, Tom Kundig se unió al estudio arquitectónico fundado por Jim Olson en 1967, ahora una firma que acumula atención mediática y premios, así como 130 trabajadores.

Pese a la consolidación y el reconocimiento (ganó el premio de arquitectura de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras el premio de diseño Cooper-Hewitt en 2007, así como el premio de diseño Cooper-Hewitt en 2008, entre otros), Kundig no ha renunciado a los rasgos de su estilo ya presentes en sus primeros trabajos. Hoy, pese a contar con 130 empleados, el estudio destila todavía la personalidad de quien mantiene la mentalidad del escultor, del artesano volumétrico.

En el período formativo de su carrera, cuando Tom Kundig apenas iniciaba su exploración de materiales y el concepto espacial, el escultor Harold Balazs no sólo le animó a visitar su taller, sino que le mostró el potencial del material en bruto: “Si quieres ver lo que puede ser el arte, fíjate en los listones calientes”.

Los experimentos y materiales elegidos por el escultor eran una respuesta creativa “a la política de aquel momento”, y la artesanía era “una manera de desafiar el statu quo y reinventar los bienes de consumo con sus propias ideas y creaciones”.

Fiel a la propia visión, abierto a aprender

Otra de sus pasiones, el montañismo, se fundieron con la escultura y las artes aplicadas en sus años de exploración, hasta convertirse en una manera de entender la arquitectura muy similar a la de los referentes de la arquitectura orgánica, tales como los mencionados Frank Lloyd Wright y Alvar Aalto.

“Esto es algo muy personal. La arquitectura y el montañismo comparten características similares con otras vocaciones: la música, la escritura, el teatro, el arte, la escultura. Todos hablamos en modos muy similares. Existe una intersección privada, poética para mí en estas cuestiones”.

Las palabras de Lloyd Wright, pero también las de su alter ego literario, el incorruptible arquitecto Howard Roark, que prefiere trabajar en una cantera a firmar edificios en los que no cree plenamente en la novela El manantial de Ayn Rand, resuenan en las de Tom Kundig cuando se refiere al papel de la arquitectura y su relación con la naturaleza, al destacar en una de sus numerosas entrevistas la experiencia del creador durante la concepción y desarrollo (fenomenología), y no sólo la abstracción de la obra.

Sobre escalar y diseñar un edificio

“Escalar no consiste en llegar hasta la cima de la montaña, del mismo modo que la arquitectura no se reduce a culminar un edificio. Más bien, la manera en que escalas la montaña o concibes el edificio tiene todo que ver con el nivel de elegancia e intemporalidad que alcance el resultado”.

“A medida que mejoras, se trata realmente de la rapidez, la ligereza, la capacidad de resolver un problema con una economía de medios y eficiencia. Esa es una parte fundamental de lo que creo que es la arquitectura: una economía de medios, una ligereza de propósito, eficiencia, y una humildad práctica”. 

Esta “humildad práctica” no equivale a conformismo. Tom Kundig afronta retos de ingeniería con sus propias soluciones, que a menudo consisten en mecanismos para accionar portones y otros elementos sin importar su peso.

Enseñanzas de un dadaísta amante de las performances

“Siempre me ha fascinado el movimiento de las invenciones. No sé de dónde procede la [la inspiración para] estos artilugios móviles, a excepción de que uno de mis artistas preferidos de la infancia fue Jean Tinguely. Quizá simplemente sea un clásico niño pequeño fascinado por el movimiento de aparatos mecánicos”.

Pero si el pintor y escultor dadaísta suizo Jean Tinguely era célebre por sus “máquinas escultura” (una sátira a las economías de escala y la banalización del consumo), los mecanismos de Tom Kundig deben funcionar a diario en viviendas con vocación de permanencia.

En 2002, explica Wired, Tom Kundig se encontró con un problema de diseño que otros no habrían dudado en tildar de insalvable desde el primer momento: se trataba una cabaña familiar en Idaho cuyos dueños, una joven familia, propusieron abrir toda la fachada orientada hacia un lago de la región.

Cómo abrir una fachada de 6 toneladas con una manivela

La fachada era un armazón de acero de 20 pies (6 metros) por 30 pies (9 metros), con enormes ventanales integrados y un peso superior a 6 toneladas. Mover la mole -no ya permitir una apertura de 90 grados- planteaba un descomunal reto de ingeniería.

El arquitecto admite que lo primero en lo que pensó fue en una solución eléctrica, pero la imagen que denotaba no le parecía acertada: una enorme puerta funcionando como una inmensa puerta de garaje. Entonces se dio cuenta que lo más adecuado era un sistema que convirtiera implicara a los residentes en la transformación del espacio más allá del accionamiento de un botón.

Como si de un entusiasta de la bitácora Low Tech Magazine se tratara, Kundig se inspiró en la memoria, todavía existente en su infancia, sobre cómo mover grandes objetos sin la asistencia de máquinas ni electrónica: “Siempre me fascinó cómo la gente es capaz de usar las fuerzas naturales”.

Casas “accionables”

Así es cómo surgió la solución analógica al reto de los propietarios de la cabaña en el lago: una manivela accionada a mano y sin esfuerzo, cuyo movimiento se traslada a la puerta a través de una estructura de engranajes en la que se emplea un sistema de contrapesos similar a la tracción de una bicicleta.

De este modo y sin necesidad de electrónica, los niños de la casa pueden abrir o cerrar un portón de más de seis toneladas, que protege o expone el interior de la vivienda al lago.

Este portón es un hito importante en la evolución del arquitecto, conocido desde entonces por sus “mecanismos” (el los llama “gizmos”) analógicos en sus edificios.

Los objetivos “roarkianos” de Kundig no han variado desde su momento “eureka”, una vez integrados los primeros mecanismos simples para transformar espacios. El tamaño y el presupuesto no suponen una barrera para su concepción de la arquitectura: ideó una pequeña cabaña campestre en el Estado de Washington (350 pies cuadrados, o 32 metros cuadrados, de superficie) con ventanales cubiertos por paneles de acero accionables -mecánicamente y sin esfuerzo- como puertas correderas.

Celebración cinética

Otro de sus proyectos recientes incorpora paneles de acero similares que cierran o abren el perímetro de ventanales en función de la hora del día, la estación o el uso del espacio. Incluso la propia oficina de Olson Kundig ha sucumbido a los “gizmos” de su ahora principal arquitecto, con un enorme tragaluz hidráulico que se abre o cierra sin esfuerzo -de nuevo, pese a su gran tamaño y peso- con la participación de los usuarios del edificio.

Para Tom Kundig, hay que observar estos mecanismos simples, elegantes y robustos como herramientas útiles para transformar un espacio según las necesidades.

Como la vieja bicicleta que le llevaba de un sitio a otro en los 60, los edificios de Tom Kundig aspiran a representar libertad, aventura, fuerza cinética.

Piedras rodantes

Los espacios más reducidos que Tom Kundig ha diseñado hasta el momento son sus célebres “Rolling Huts”, cabañas rectangulares y metálicas sobre pilastras con ruedas que facilitan su movilidad y el cuidado del entorno natural donde se sitúan.

Su interior, con todas las comodidades para la estancia de un individuo o pareja, tiene una superficie de 200 pies cuadrados, algo más de 18 metros cuadrados.

“Creo que nuestra obsesión cultural con las casas pequeñas se basa en la idea de volver al fortín -a refugios íntimos, protegidos. Es algo más que consideraciones financieras o estrategias de sostenibilidad”.

El elogio de la sombra

Al ser preguntado por The Wall Street Journal acerca de un objeto exterior que le gustaría ver en un interior, Kundig respondía:

“Una piedra curtida en la intemperie. No sólo porque es hermosa; se hizo hermosa por las fuerzas que influyeron sobre ella, de modo que es como un libro de historia”.

Un parecer que podría atribuírsele a Junichiro Tanizaki, ensayista japonés cuyo libro El elogio de la sombra (1933) es mencionado por el propio arquitecto en la misma entrevista.

10 casas-máquina de Tom Kundig: más allá de la arquitectura orgánica y el regionalismo crítico

Recopilamos a continuación 10 casas y edificios por Tom Kundig (o en su defecto por Olson Kundig Architects).

1. Sol Duc: cabaña de fin de semana en un parque natural con estructura de acero sobre pilastras (“virtualmente indestructible”, según Tom Kundig)

2. Rolling Huts (Mazama, Washington): casitas de montaña de 18 metros cuadrados sobre pilastras de acero con ruedas para moverse en el paisaje

3. Delta Shelter (Mazama, Washington): cabaña de acero oxidado sobre pilastras a prueba de inundaciones en un valle fluvial

4. Casa Pierre (San Juan Islands, Washington): vivienda con paredes de hormigón y fachada acristalada que se asienta como un peñasco más entre dos riscos

5. Cabaña en Chicken Point con fachada practicable hacia el lago Hayden, Idaho (el portón, de 6 toneladas, se mueve con un sistema mecánico de manivela y engranajes)

6. Studhorse: retiro rural en el alto desierto de la Gran Cuenca de Estados Unidos, diseñada para rendir en inviernos gélidos y veranos muy calurosos

7. Galería artística en Los Altos (valle de Santa Clara, California) con fachada acristalada practicable, accionada con manivela y poleas

8. Edificio de oficinas para una fábrica de tuberías de acero que emplea tubos de acero de gran capacidad en su estructura (Estado de Washington, Estados Unidos)

9. Residencia en Montecito (California): vivienda de una planta con estructura metálica, fachada acristalada y cubierta en voladizo para protegerla del sol

10. Diseño conceptual: cabaña elevada sobre pilotes en el lago Walden (que inspirara el ensayo de Henry David Thoreau) para escenificar el lugar con y sin polución