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Conciliar familia/empleo en la era de los trayectos extremos

¿Cuánta distancia entre casa y el trabajo es demasiada? ¿Cómo influyen las horas anuales trabajadas y la distancia de trayecto en la calidad de vida, la dieta o las relaciones conyugales?

Desde los trayectos extremos al teletrabajo, el mundo laboral se transforma en los últimos años, y muchas familias aprenden a marchas forzadas cómo priorizar las rutinas que garanticen su bienestar.

Trabajar más horas no implica hacerlo mejor

Los últimos datos de la OCDE muestran una línea divisoria en los países ricos que a menudo pasa desapercibida, pero incide sobre la calidad de vida de su población: las horas trabajadas.

Desafiando estereotipos, México es el país de la OCDE cuya población trabaja más horas, seguido de Corea del Sur, Grecia, Chile y Rusia. 

Y un dato esperado: entre los países con mayor renta, sólo Irlanda supera al sospechoso habitual en un elevado número de horas trabajadas: Estados Unidos, que supera a la media de la OCDE y se sitúa por delante de Japón, Italia, Canadá o España (más o menos en mitad de la tabla).

Los 5 países con menos horas trabajadas por habitante pertenecen a Europa Occidental y destacan por su elevada renta y productividad. En sentido decreciente, se trata de Francia, Dinamarca, Holanda, Noruega y, al final de la lista, Alemania, segundo país más exportador del mundo, sólo superado por China.

La productividad de los que trabajan menos tiempo

Entre las 1.360 horas trabajadas de media en Alemania y las más de 2.200 horas trabajadas por habitante en México media un abismo, tanto económico como cultural. La productividad mexicana es muy inferior a la alemana, y sus trabajadores deben dedicar más horas para crear un valor equiparable.

Pero las horas trabajadas no sólo ofrecen pistas sobre un nivel de productividad mejorable, sino también profundas disfunciones en la conciliación laboral y familiar.

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Más horas en el trabajo implica menor descanso de calidad, menor tiempo de ocio (y de consumo), así como menor tiempo para estar en casa y realizar tareas domésticas, lo que repercute sobre el desequilibrio del sueño y la dieta, así como el aumento de dolencias y trastornos del comportamiento, así como un mayor potencial de padecer accidentes domésticos y laborales (aumenta el fenómeno del accidente in itinere, o accidente de tráfico ocurrido durante el desplazamiento al lugar de trabajo).

Norteamérica vs. Europa Occidental

México es el país con mayor índice de sobrepeso y obesidad del mundo, superando a sus vecinos del norte, Estados Unidos y Canadá, con los que conforma la zona de libre comercio NAFTA.

La divisoria entre Norteamérica y los países con mayor productividad de Europa occidental se confirma no sólo en cuanto a horas trabajadas, sino en días de vacaciones y beneficios laborales como la baja remunerada al nacer un hijo o incluso los períodos sabáticos.

Los estadounidenses trabajan más horas, hacen menos vacaciones y disfrutan de menor cobertura social que sus homólogos de los países con mayor renta de la UE, si bien la renta per cápita estadounidense es todavía superior a la de las principales economías europeas. 

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La renta per cápita por hora trabajada es muy similar entre Estados Unidos, Francia y Alemania, y la mayor renta norteamericana se debería únicamente al mayor esfuerzo laboral y a la práctica ausencia de vacaciones y bajas justificadas, en comparación con los países europeos.

¿Vida laboral exigente sin renunciar a una familia?

Un artículo de Paul Sullivan para The New York Times sobre los retos de conciliar vida laboral y familiar se ha situado entre los más leídos de los últimos días, al especificar en su titular que la conciliación plantea desafíos más allá del nivel de renta.

El artículo empieza con el caso de Brady Stewart, vicepresidente de comercio electrónico de Levi Strauss, que afronta elevadas exigencias tanto en el trabajo como en casa, al contar con hijos pequeños que requieren la atención de un padre implicado.

La situación cotidiana descrita en el artículo resulta familiar a muchas familias, independientemente de su poder adquisitivo. La mujer de Brady Stewart lo expone: su marido, dice “tiene un desayuno de trabajo, yo tengo una llamada con Europa, mi hija quiere jugar a las sirenas-bebé, mi hijo tiene hambre, nuestros perros ladran, necesito salir de casa para una reunión de trabajo y hay una cena a última hora”.

El arte de priorizar

No es un paraíso, incluso cuando todo sale según lo previsto. “Los días en que todo sale bien, has sido una sirena bebé, has leído libros, rendido en el trabajo y tenido una cena agradable con tu marido”. Apenas hay tiempo para el cuidado personal, la lectura o la introspección.

El artículo expone los retos y riesgos de rendir al máximo en el trabajo y en casa. Los Stewart afrontan los retos de su exigente vida cotidiana compartiendo el nivel de prioridad en sus objetivos compartidos: primero los niños y después, por este orden, la relación conyugal, la carrera profesional y el cuidado personal. 

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Como ocurre en muchas parejas con hijos pequeños y carreras profesionales ajenas al núcleo doméstico, “la vida social se queda en la cola”.

La conciliación laboral y familiar no sólo depende de la voluntad y los objetivos compartidos en el entorno laboral, ni siquiera cuando el trabajo permite cierta flexibilidad horaria o incluso alternativas a la oficina como el teletrabajo. 

Viajar a una oficina en otra ciudad, país… o continente

La distancia entre casa y el trabajo supone uno de los principales retos adicionales, añadiendo en casos extremos varias horas al día que, unidas a la jornada de trabajo, mantienen al trabajador fuera de casa virtualmente durante todo el día.

En Estados Unidos, el fenómeno de los trayectos largos al trabajo afecta sobre todo a los más pobres, pues el precio de la vivienda y un sistema de transporte más dependiente que el europeo del vehículo privado obliga a muchos trabajadores a dedicar dos o más horas diarias a simplemente acudir al trabajo.

El fenómeno de los largos trayectos al trabajo no es exclusivo de los trabajadores con menor renta. Aumenta también el mencionado fenómeno del “trayecto extremo” al trabajo, con trabajadores de cuello alto y alta remuneración que prefieren viajar semanalmente a otros países -e incluso continentes- sin renunciar a la vida en familia ni obligarla al cambio de domicilio.

De Connecticut a São Paulo

Un ejemplo hace poco extremo y ahora cada vez más común: hace unos años David Neeleman –explica Miriam Kreinin Souccar en Quartz-, fundador de JetBlue Airways, dejó su empresa, para fundar una aerolínea en Brasil, Azul, que explota el modelo de bajo coste en América del Sur.

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Desde entonces, Neeleman viaja a la sede de São Paulo semanalmente desde su casa de Connecticut, saliendo el domingo por la noche y volviendo los jueves.

De esta manera, su empleo no desestabiliza su hogar, explica el ejecutivo, con 10 hijos cuyo desarrollo no quiere perderse.

Una hora y media de ida, otro tanto de vuelta

Un artículo de The Washington Post expone cómo el tiempo medio para acudir al trabajo en Estados Unidos ha aumentado de manera sostenida.

La media de tiempo necesario para acudir a trabajar se mantiene en límites razonables: unos 25 minutos en cada sentido al día. Esta información, no obstante, oculta el aumento de los trayectos excepcionalmente largos, algunos de los cuales son auténticas odiseas cotidianas.

1,7 millones de estadounidenses cubren trayectos “extremos” a diario, empleando 90 minutos o más por cada sentido del trayecto, o alrededor de 100 kilómetros casi siempre sujetos a las vicisitudes del tráfico y el tiempo.

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Cuando el peso del trabajo y los trayectos erosionan nuestra cotidianidad

Las jornadas laborales maratonianas, unidas a mayor tiempo y distancia de desplazamiento, afectan dieta y estado de ánimo, expone The Atlantic.

Un estudio de la Universidad Umea de Suecia, detectó en 2013 un mayor porcentaje de separaciones en parejas que tardan más de 45 minutos en llegar al trabajo.

Erika Sandow, responsable del estudio, relacionaría este resultado con un síntoma más difícil de cuantificar: la erosión de la calidad de vida en distintos ámbitos derivada de más horas de trayecto al trabajo y más horas anuales de trabajo.

Los empleos más fáciles de conciliar

Si bien las tensiones en la conciliación laboral y familiar se perciben más allá del lugar de residencia o del nivel de ingresos, hay tipos de trabajo que facilitarían una vida más armonizada, explica Julie Verhage en Bloomberg.

En el amplio espectro de empleos y profesiones, a menudo ajenas a la vocación del trabajador, los analistas de datos se benefician de una demanda elevada, logrando salarios elevados y capacidad para pactar horarios razonables con abundante flexibilidad y tiempo libre.

Al otro lado del espectro laboral se encontrarían oficios como el de trabajador social, que exige altas dosis de dedicación sin que ésta se traduzca ni en flexibilidad ni en salario.

Estos datos parten de una encuesta que indicaría un paulatino empeoramiento de la conciliación laboral y familiar en Estados Unidos durante los últimos 6 años, aunque se detectan grandes diferencias en función del tipo de trabajo desempeñado.

Un objetivo etéreo pero existente: calidad de vida

Los empleos con la mejor nota en conciliación (entre ellos, científico de datos, gestor de posicionamiento en buscadores o incluso maestro sustituto) no guardan una correlación con el nivel salarial: con la salvedad de la elevada remuneración de los científicos de datos, tanto los expertos en posicionamiento como los gestores de redes sociales o maestros sustitutos (todos con buena nota en conciliación) tienen salarios muy inferiores a oficios técnicos con peor conciliación, desde ingeniero de software a desarrollador.

No hay una fórmula mágica para lograr una conciliación perfecta, sobre todo en parejas con hijos en edad escolar en momentos cruciales de su vida profesional. El modelo europeo, que prioriza la alta productividad para evitar horarios maratonianos, garantizaría una mejor conciliación a cambio de salarios más ajustados entre profesionales.

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La familia con niños que contesta a las preguntas de Paul Sullivan para su artículo en The New York Times aporta un dato que abandona su estatus de síntoma para convertirse poco a poco en uso generalizado: evitar la disponibilidad permanente a través de móvil y mensajería.

Las tecnologías transformadoras de los últimos años dejan su condición de novedad, con el uso excesivo que ello conlleva, y se convierten poco a poco en meras herramientas al servicio de sus usuarios, quienes deben decidir cuándo usarlas.

Está en juego la calidad de vida.