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Consejos para localizar y reconocer los alimentos locales

Comprar alimentos locales es cada vez más fácil gracias a iniciativas -surgidas espontáneamente y sin apoyo oficial- que abogan por consumir productos tradicionales y cerca de casa.

Consumir alimentos locales y ecológicos puede ser conveniente en muchos casos, como hemos tratado de explicar en faircompanies a través de los dos primeros artículos de esta serie sobre comida local (Comida: contar los km por bocado y ¿Sabes lo que comes?).

No es la única respuesta ante el cambio climático o de reivindicación del llamado consumo responsable, aunque el optar por la comida local y de temporada puede beneficiar la experiencia gastronómica y la dieta de quienes optan por este tipo de consumo, en ocasiones catalogado como “responsable”.

He aquí algunas ventajas genéricas asociadas al consumo de alimentos locales y ecológicos:

  • Saludable: el consumidor puede consumir productos más sanos, sin aditivos químicos, evitando el contacto prolongado con plásticos y cámaras frigoríficas.
  • Sabroso: los productos pueden recolectarse u obtenerse justo antes de ser consumidos, una garantía de que el crecimiento o cría son las adecuadas. De ahí que restaurantes de Barcelona, Madrid y otras ciudades del mundo empiecen a especificar si la materia prima de sus platos es local, de temporada, de mercado o una combinación de estos factores.
  • Sostenible: se evita un daño mayor al medio ambiente derivado del transporte de los productos, el uso de fertilizantes y pesticidas, etcétera.

Escaparates de comida local: Slow Food y “restaurantes de mercado”

Cuando el objetivo es consumir local y ecológico, surgen iniciativas como el movimiento Slow Food, iniciado en Italia por Carlo Petrini, aunque existen otras iniciativas de consumo local y tradicional, tanto en España como en el resto de Europa, Norteamérica y otras regiones del mundo.

Pueden encontrarse productos locales -o producidos a escasos kilómetros de donde son consumidos- y cultivados orgánicamente en tiendas especializadas, paradas de mercado y, todavía extraordinariamente, en supermercados, aunque también existen las asociaciones de consumidores, o grupos de consumo local.

El que ha sido llamado “boom de las cooperativas de consumo” se ha afianzado en Madrid, el País Vasco y Cataluña, así como en Andalucía (una de las principales zonas productoras de agricultura ecológica de Europa, según la información recopilada por el periodista José F. Leal).

El consumo local y de temporada ha llegado incluso a la restauración. Por ejemplo, los mercados y restaurantes de Barcelona se han unido para premiar el producto fresco de calidad, bajo el distintivo “Restaurant de mercat”.

En marzo de 2007, una cincuentena de establecimientos barceloneses arrancaban la campaña que consiste, tal y como explicaba Elena Castells en La Vanguardia, en “crear una marca de calidad y garantizar al cliente que aquello que come se ha comprado en uno de los 46 mercados municipales de Barcelona”.

Otros centros de distribución mayorista agroalimentaria en España y Europa, como Mercamadrid, adolecen de los mismos servicios que Mercabarna: su concepción, donde prima la eficiencia logística y la homogeneización de productos (medidas, calidades, precios), no tiene en cuenta conceptos como el recorrido de los alimentos o el carácter orgánico de éstos.

Entre los establecimientos barceloneses reconocidos con el distintivo “Restaurant de mercat”, hay locales como Ca l’Isidre, Alkimia, Ot Restaurant, Gaig, Drolma, Jean Luc Figueras, Caelis, Hoffman, Cuines (en el Mercat de Santa Caterina) o Semproniana, entre otros.

Los restaurantes galardonados tienen un adhesivo que pueden mostrar en la puerta de entrada de su establecimiento; el distintivo caduca cada año y tiene que ser renovado.

Productos locales y ecológicos en la gran urbe

Eso sí, buena parte de los alimentos que se venden en las paradas de los -justamente reconocidos en todo el mundo- mercados de Barcelona, proceden de Mercabarna, “el mayor centro agroalimentario mayorista del sur de Europa”, como reza el lema de este centro logístico alimentario situado a las afueras de Barcelona.

En Mercabarna hay productos locales, aunque también del resto del mundo. No es extraño comprar fruta procedente de cualquier parte del planeta, independientemente de la temporada.

Consumir productos locales y ecológicos en Madrid o Barcelona puede ser más fácil que en otros lugares del país. Las alternativas son variadas; entre otras:

  • Tiendas ecológicas especializadas: los productos suelen ser más caros que los convencionales, en ocasiones hasta el doble de precio, según un informe elaborado por el Grupo de Tóxicos de Alternativa Verda. Estas tiendas tienen éxito, sobre todo, en los grandes centros urbanos: Veritas, en Barcelona, y Su Despensa Ecológica, A Salto de Mata o El Vergel en Madrid. Los herbolarios también se han especializado en la venta de algunos productos locales, ecológicos o con ambas propiedades.
  • Consumidores con huertas propias, tanto urbanas (como mostramos en el vídeo Un huerto en la terraza), como suburbanas y rurales. Al poder controlar todo el proceso de producción de frutas, verduras o incluso carne, los consumidores que se autoabastecen con algunos productos orgánicos producidos en casa (las verduras de temporada sustituyen poco a poco a las plantas decorativas en decenas de balcones de Madrid y Barcelona), aprecian especialmente este tipo de productos.
  • Supermercados y mercados de barrio: tanto los mercados de barrio como los supermercados convencionales (Carrefour, Eroski, Hipercor, El Corte Inglés, Alcampo, Caprabo), cuentan con un puñado de productos ecológicos, aunque la oferta es escasa y mucho más cara que el producto convencional. Existen, asimismo, supermercados especializados en la venta de productos locales y ecológicos, como Natura Sí y Ecocentro, en Madrid.
  • Grupos de consumo ecológico: su expansión es extraordinaria en Europa, Norteamérica y otras zonas del mundo. Un grupo de consumidores se asocia para repartir productos locales y ecológicos, sin pasar por intermediarios. El precio de los productos es, por tanto, inferior al ofrecido en las tiendas ecológicas especializadas. Es la alternativa de consumo responsable que más adeptos gana en España, junto con la compra de productos de comercio justo.

Comida local al alcance: productores locales y grupos de consumo ecológicos

Eso sí, para consumir alimentos locales tales como frutas y verduras de temporada y sin pesticidas, es necesario un interés explícito por parte del consumidor, ya que los supermercados y mercados, con productos de todo el mundo, asequibles y con buen aspecto, suelen estar cerca de casa y aportan comodidad:

  • Comprar en un supermercado, o en un mercado que obtiene sus alimentos de un centro de logística al que llegan productos desde todo el mundo, no requiere un sobreesfuerzo.
  • En ocasiones, si el consumidor no tiene una relación directa con productores de frutas, verduras, pescado y carne, comprar local (y a la vez barato, de calidad y ecológico) implica un mayor esfuerzo. Eso sí, el esfuerzo es cada vez menor gracias a la popularización de la alternativa ecológica.

Emerge el consumidor de productos locales

Como explicaban P. Arenós y E. Castells en La Vanguardia (La alternativa ecológica, 12 de septiembre de 2007), “comprar los productos frescos -fruta, verdura, pescado e incluso carne- en una gran superficie o hacerlo en una cooperativa de productos ecológicos, o ponerse directamente en contacto con el productor, no tiene nada que ver.”

Obtener comida ecológica y local sigue siendo difícil, sobre todo si se quiere comprar productos de temporada y sin pesticidas ni fertilizantes químicos en un mercado o una gran superficie. Tanto en el mercado como en la gran superficie, los alimentos habrán pasado en su mayoría por un centro integral de mercancías, o centro logístico.

En una gran superficie, se encuentra de todo y durante todo el año, aunque tanto el precio como el origen y la calidad de los alimentos (sabor, frescura, contacto con cámaras frigoríficas y largas horas de transporte, etcétera), se ven afectados.

Los productores de alimentos locales, tanto a título personal como asociados en torno a cooperativas, facilitan los productos que da la tierra y el mar cada temporada a sus clientes:

  • Consumidores a título personal que prefieren obtener en origen productos locales y en ocasiones orgánicos (o ecológicos, es decir, en cuya producción no se emplean derivados químicos). Las relaciones personales en la comunidad en la que viven, así como Internet, les facilita la búsqueda de productores (payeses, aficionados a la agricultura ecológica que obtienen excedentes, etcétera), a los que adquieren el producto. En ocasiones, el mismo productor facilita el reparto a casa, una vez el comprador ha elegido el producto de temporada y la cantidad específica.

Eclosión de los grupos de consumo ecológico

Los promotores de este tipo de comercio advierten de que los grupos de consumo agroecológico no son tiendas.

Como explicaba Javier Rico en El País, cada integrante de los mismos asume una serie de responsabilidades (hacer el pedido, recogerlo, repartirlo, llevar cuentas) sin perder de vista la filosofía principal: un consumo responsable que relaciona nuestras necesidades con las de las personas que cultivan los alimentos.”

Según Alternativa Verda, un grupo de consumo ecológico (GCE) “es un colectivo de consumidores que se asocia para adquirir alimentos de forma diferente a la promovida por el actual sistema de comercialización alimentaria, para paliar, mediante el asociacionismo y unos sencillos cambios en los hábitos cotidianos, algunos de los problemas causados por el modelo agroalimentario a gran escala actual.

Tampoco hay que confundir a los miembros y promotores de estos grupos de consumo con revolucionarios trasnochados o conspiradores del capitalismo. Como explica Elena Castells en La Vanguardia, “que nadie piense que pertenecer a este grupo [en referencia al grupo de consumo ecológico El Teixit de la Terra, en Terrassa, Barcelona] es cosa de cuatro hippies de vida atolondrada. Nada más lejos. Un miércoles o un jueves por la tarde -los dos días que hay para ir a buscar los alimentos-, en este local se reunen desde una inspectora de Hacienda o un médico a un buen puñado de educadores.”

Los grupos de consumo ecológico llegan a Europa en los setenta, aunque se implantan en España una década más tarde; en los noventa, la creación de GCE experimenta un gran auge, mientras que la preocupación por la salud y el medio ambiente en los últimos años ha permitido una nueva expansión.

Entre los objetivos de estos grupos de consumo, destacan:

  • Aumentar el conocimiento de los consumidores con respecto a sus derechos alimentarios.
  • Responsabilidad social y ecológica con el planeta, en especial con las áreas rurales.
  • Conservar la biodiversidad agrícola, los ecosistemas y la vida salvaje.
  • Mejorar la capacidad nutritiva de la comida.
  • Minimizar el consumo de energía, transporte y embalaje.
  • Incorporar a los productores y los consumidores en las decisiones, sobre todo en cuanto al precio de los alimentos.
  • Recuperar el control del destino del dinero destinado al consumo de alimentos.
  • Disfrutar de la cultura gastronómica.

Los socios de una cooperativa de consumo local pagan una cuota anual que varía en cada entidad, aunque se suele situar entre los 30 y los 80 euros anuales, a cambio de la cual obtienen descuentos en la compra de productos a productores periurbanos y grandes proveedores ecológicos (Gumendi y Ecomediterráea, fundamentalmente).

Sólo en Cataluña, hay más de 40 grupos de consumo ecológico según un cálculo de Ferran Alejandre de la cooperativa Germinal del barrio de Sants barcelonés (constituida en 1993), cada uno de los cuales integra a decenas (en algún caso centenares) de familias que quieren consumir productos locales:

  • En Barcelona, hay más de una decena de grupos, entre ellos: Tota Cuca Viu, Xarxa de Consum Solidari, Ateneu de l’Eixample, L’Aixada, La Gleva, Cooperativa Userda 9, Cooperativa Cydonia, El Rec de Sant Andreu, Germinal de Sants o Germinal de Sarrià.
  • Berga: La Pallofa.
  • Girona: Cooperativa El Rebost SCCL.
  • Granollers: Cooperativa El Sedàs.
  • Lleida: La Maixanta.
  • Manresa: El Rostoll Verd.
  • Molins de Rei: El Petricó.
  • Reus: Cooperativa El Brot SCCL.
  • Rubí: Germinal de Rubí.
  • Sabadell: El Teixit de la Terra.
  • Santa Coloma de Cervelló: La Llauna Associació de Consumidors Responsables.
  • Santa Coloma de Gramenet: El Cabàs (Ateneu Julia Romera).
  • Terrassa: Cooperativa Candela.
  • Torelló: La Calèndula.

Madrid ofrece, asimismo, cada vez más alternativas para encontrar alimentos sin pesticidas, transgénicos o aditivos químicos. En la capital española, varios de los grupos de consumo ecológico madrileños forman parte de la Coordinadora de Grupos de Consumo Agroecológico:

  • Madrid: Asalto de Mata, El Cantueso, Ecosol, Escalera Karacola, Hortaleza, La Dragona, Subiendo al Sur, RAC y REDES. En total, hay más de 20 grupos de consumo ecológico constituidos en la capital.
  • Andalucía: Almocafre (Córdoba) o La Ortiga (Sevilla), entre otras.
  • Murcia: Ecomur (Cartagena).

La cesta de la compra en la aldea global

Habría que preguntarle, como Woody Allen hizo en su momento, aprovechando una cola para ir al cine en una de sus películas, a Marshall McLuhan sobre la procedencia de los productos que conforman su cesta de la compra.

El ejemplo de la evolución de la cesta de la compra en España es un claro ejemplo de que la globalización ha llegado a todos los alimentos.

Elena Castells explicaba en La Vanguardia que la cesta de la compra es, en un lugar como Barcelona, un reflejo de todo el mundo: “manzanas de China, peras de Chile, naranjas de Sudáfrica, lenguados de Holanda y cigalas de Escocia. Echando un vistazo a cualquier carro de la compra se constata que la globalización ha llegado al supermercado.”

La importación de alimentos frescos crece más que cualquier otra tendencia en el sector. Según Mercabarna, hace 20 años se importaba el 20% del total de productos, mientras ahora ya se sobrepasa el 50% de los alimentos.

Entre los motivos que provocan que la compra diaria se nutra cada vez más de productos frescos procedentes de países lejanos, destacan:

  • El consumidor quiere de todo durante todo el año, según el artículo de Elena Castells. Ello provoca que muchos productos de temporada sean importados para que haya existencias durante todo el año.
  • En España, la bonanza económica ha favorecido la importación de frutas y verduras de todo el mundo, según Joan Gené, director general de Alimentació, Qualitat i Indústries Alimentàries de la Generalitat catalana. El consumidor opta por productos exóticos que antes no se permitía, a la vez que demanda productos de temporada durante todo el año.
  • El precio: “en ocasiones, es más económico un producto venido de fuera que el cultivado o capturado en España.”

La importación de productos frescos se ha triplicado en Barcelona en 20 años. Un informe de Mercabarca recogido por La Vanguardia expone de dónde vienen los principales productos frescos de la cesta de la compra:

  • Uva: se importa el 64,9% de lo consumido. De la cifra importada, el 67,7% procede de Sudáfrica y el 10,8% de Chile.
  • Ciruela: un 59,8% importado. Proviene de Sudamérica (73,8%) y Chile (17,9%).
  • Manzana: 52,1% importado. De Francia (47,1%) y China (9,8%).
  • Plátano: 48,9% importado. De Sudamérica (78%) y Camerún (7,2%).
  • Pera: 24,7% importado. De Bélgica (76,7%) y Chile (4,2%).
  • Naranja: 22,1% importado. De Sudáfrica (67,7%) y Chile (8,5%).
  • Nectarina: 15,3% importado. De Sudáfrica (76,6%) y Chile (6,6%).
  • Piña: 100% importado. De Costa de Marfil (46,5%) y Costa Rica (22,5%).
  • Kiwi: 92,7% importado. De Nueva Zelanda (56,7%) e Italia (27,7%).
  • Patata: 68,8% importado. De Francia (64,1%) y Bélgica (25,2%).
  • Col: 34,1% importado. De Bélgica (46,4%) y Holanda (41,2%).
  • Coliflor: 28,4% importado. De Francia (82%) y Alemania (13,6%).
  • Endibia: 27,6% importado. De Francia (51,3%) e Italia (41,1%).
  • Cebolla: 13,9% importado. De Sudáfrica (40,3%) y Francia (18,5%).
  • Rábano: 11,6% importado. De Bélgica (59,7%) e Italia (26,85%).
  • Tomate: 8,8% importado. De Holanda (16,7%) y Bélgica (11,7%).
  • Brécol: 8,7% importado. De Francia (77,4%) y Gran Bretaña (6,9%).
  • Escarola: 5,7% importado. De Italia (55,8%) y Francia (36,9%).

El recorrido de los alimentos básicos de la cesta de la compra puede reducirse con soluciones complementarias, que pueden aplicarse simultáneamente. En ocasiones, realizar una compra responsable no implica pagar más, aunque sí poner mayor interés en lo comprado, ya que no es nada fácil dilucidar de dónde vienen los alimentos.

Los grupos de consumo ecológico, las huertas urbanas, la relación directa con los productores o las tiendas especializadas pueden ayudar a reducir el recorrido de los alimentos, a la vez que se garantiza un consumo regular y saludable de productos frescos y de calidad.

En palabras de Terra Madre, la iniciativa de comida local del movimiento Slow Food, “la comida local es más adecuada para suministrar productos de temporada, recogidos en su punto justo de maduración, así como variedades vegetales y animales aclimatadas que, a diferencia de aquellas seleccionadas por su productividad o su resistencia al transporte, ofrecen en el plato el gusto de la frescura.”

Comer bien no tiene por qué ser algo de los tiempos de Álvaro Cunqueiro o Josep Pla, dos exquisitos comilones, tan de pueblo como universales.

Carlo Petrini, fundador de Slow Food, explicaba en un divertido editorial uno de los numerosos casos con que se encuentra a diario, muchos de ellos con un tinte surrealista: “No tiene sentido que en la planicie de Albenga, zona de la Liguria italiana renombrada por sus alcachofas, suceda lo que me contaba un productor: el domingo por la tarde un camión retiraba sus alcachofas para llevarlas a Milán, a más de 200 kilómetros de distancia, y el viernes después descubre que sus alcachofas se encuentran en un supermercado a 100 metros de su casa.”