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El futuro del periodismo, más Internet que libro electrónico

La extensión de la banda ancha y las tarifas que permiten la consulta y descarga ilimitada a partir de un precio fijado de antemano, ofertas que ahora varias compañías quieren revertir, favoreció de los sitios multimedia, dedicados sobre todo a compartir millones de vídeos y fotografías.

Las aplicaciones sociales y la web semántica son creadas con presupuestos cada vez más ajustados, gracias a la reducción de costes relacionados con la infraestructura.

Midiendo el impacto de Internet y la prensa diaria

La computación en nube, o “cloud computing”, un servicio de virtualización que permite a cualquier usuario o empresa alojar su sitio web y pagar sólo por el espacio y ancho de banda que usa, reduce los costes técnicos de mantener un servicio en Internet de un modo tan dramático que muchos auguran ya la decadencia del capital riesgo.

Un mayor número de usuarios visitando una Web cada vez más fragmentada y con contenidos que requieren una mayor capacidad de proceso preocupa a las grandes compañías, tales como Google, Microsoft, Amazon e IBM, cuyos centros de proceso de datos crecen desmesuradamente.

El impacto medioambiental de Internet crece con su popularidad, como abordaba en la anterior entrada.

Pero el impacto de los medios tradicionales resulta, en muchos casos, mucho más difícil de justificar.

Google, por ejemplo, publicó recientemente un curioso cálculo, tras percibir que las críticas hacia la creciente huella ecológica de sus actividades aumentaba en prensa tradicional y bitácoras: contestando a quienes habían publicado datos erróneos sobre el impacto de una mera búsqueda, la empresa de Mountain View aclaró que se necesitan 850 búsquedas para copar el impacto medioambiental de imprimir un ejemplar de diario.

La prensa tradicional, en profunda crisis en Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, entre otros países ricos, no ha logrado suplir la disminución de ingresos publicitarios y la desaparición de anuncios clasificados en las ediciones impresas con un aumento proporcional de los ingresos publicitarios y por otros conceptos en sus versiones electrónicas.

En los países emergentes, donde Internet tiene todavía un impacto menor, las tiradas y la publicidad siguen aumentando de manera sostenida.

Un modelo de distribución de noticias obsoleto (y contaminante)

Se mantienen los costes económicos y medioambientales de los diarios de gran tirada, que distribuyen ediciones con información que puede obtenerse y ampliarse en Internet gratuitamente, mientras disminuyen los beneficios por ingresos publicitarios.

Asimismo, en lugar de potenciar los contenidos únicos y relevantes en un mercado dominado por la ubicuidad y el acceso universal, los grandes medios tradicionales siguen distribuyendo sobre todo información generalista que han comprado previamente a agencias de noticias.

Maquillando teletipos

Cómicamente, las noticias compradas por los grandes medios para ser publicadas bajo su marca, tanto en la edición en papel como en Internet, significan “ruido” en Internet: difícilmente un usuario se conformará con una burda copia de un teletipo si puede acceder a una bitácora o medio especializado gratuito donde no sólo se “difunde” la información, sino que se analiza en profundidad y se sigue su evolución prácticamente en tiempo real.

La era de la distribución masiva de teletipos mal redactados por profesionales poco preparados, que son adaptados -maquillados- antes de publicarse en la versión impresa y electrónica de los medios, ha acabado. Al menos, para los medios que se esfuerzan por no desaparecer o convertirse en irrelevantes.

Adaptarse al reto o emular a la RIAA

Dada la situación de los medios de comunicación y la falta de relevancia y calidad única y experta de sus ediciones electrónicas, comparar un disco compacto, y pronto un DVD, con un ejemplar de diario impreso no es descabellado.

Pese a haber cubierto informativamente los errores cometidos por la RIAA (música), la MPAA (cine) y otras sociedades de derechos de autor que defienden los intereses de la distribución tradicional, los actores de la industria de los medios de comunicación se niegan a innovar o a crear modelos de negocio que se adapten a un medio (Internet) y una situación (fragmentación, fenómeno de los blogueros, creación de ruido por repetición de las mismas noticias, falta de apuesta por contenidos bien elaborados y originales) totalmente diferentes a la que permitió su ascenso y reinado durante todo el siglo XX.

Baste el ejemplo de la actitud de la agencia de noticias estadounidense Associated Press (AP) en Internet. AP se ha dedicado en los últimos tiempos a llevar a juicio a blogueros y pequeños medios estadounidenses que citaran (citar significa “atribuir”, y la atribución es uno de los pilares del periodismo, en tanto que ciencia social, y de la ciencia misma, como revela cualquier papel científico publicado en Science o Nature) cualquiera de sus noticias.

Para AP, que se cite una de sus historias, aunque éstas hayan sido elaboradas mediante el uso extensivo de la “cita” y el uso de “fuentes” (cuando no salen de sitios más nauseabundos como las notas de prensa o el redactado “on-demand” que hacen algunas firmas de relaciones públicas y PR de Estados Unidos), es una violación de los derechos de autor de la marca.

Mathew Ingram y Michael Arrington, entre otros, han explicado extensamente esta polémica. AP quería capitalizar la distribución de sus informaciones introduciendo una delirante modalidad de “pago por cita”.

Lo que ha conseguido AP, por el contrario, es lo opuesto a lo deseado: los blogs más importantes del mundo han dejado de citar sus historias (disminución de visitas e imposibilidad de extraer rendimiento económico de éstas en el futuro).

¿Más fácil luchar contra el cambio que abrazarlo?

El objetivo de medios tradicionales que no han sabido adaptarse a Internet, como AP, es reclamar legalmente lo que no han conseguido con “fair play”: el favor de millones de lectores y usuarios que, de seguir sus informaciones, podrían reportan como poco visitas a los portales de AP.

Una vez la marca se asegurara estas visitas, podría intentar capitalizarlas a través de distintos modelos de ingresos: publicidad contextual, pago por información extra o en mayor profundidad, micro-pago, etcétera.

Pero es más fácil denunciar a otros del fracaso y la ineptitud que surgen de uno mismo. AP y empresas que han entendido su actitud, como en su momento hicieron The New York Times y Media Bloggers Association (una asociación de blogueros curiosa, ya que en ella no hay ni uno de los grandes blogueros, como ocurre por otro lado cuando se crean asociaciones-títere, que curiosamente comulgan con las ideas de AP), han preferido denunciar la distribución “ilegal” de su contenido en lugar de intentar capitalizar la oportunidad de atraer más lectores a sus medios.

Reminiscencias del canon por copia privada

La actuación de AP revela que los altos ejecutivos de esta otrora potente empresa no han tenido en cuenta las desastrosas consecuencias que una política de lucha legal, negación de la realidad y presión en todos los niveles han causado en la industria musical a patronales del sector como la RIAA.

La SGAE en España sigue teniendo la misma actitud defensiva y de criminalización de Internet y su conjunto que la organización estadounidense. De hecho, la SGAE tiene el dudoso mérito de haber impulsado una iniciativa en España, el canon por copia privada, muy similar a la idea que AP quería extender, sin éxito, entre la industria mediática: obligar a blogueros, periodistas independientes y agregadores de noticias (Google News, Yahoo! News, Digg, Reddit, Hacker News, Slashdot) a pagar por la cita de un artículo o parte de éste.

Cómo el descubrimiento y distribución de contenido están cambiando

La actitud de la industria de los medios y del entretenimiento en general, representada por las mencionadas asociaciones y por el comportamiento de AP durante los últimos meses, no es un buen síntoma para el futuro de una industria necesaria.

La prensa es, al fin y al cabo, el cuarto poder, y los medios libres cuentan con la labor tradicional de mantenerse vigilantes ante los poderes de los Estados democráticos.

Si no hay prensa libre en su sentido más amplio (convendremos en que el blogueo y el periodismo ciudadano, cuando están bien elaborados, también forman parte de esta definición inclusiva de “periodismo” y “prensa”), los poderes del Estado no tendrían que rendir cuentas o actuar responsablemente ante los ciudadanos, que se muestran vigilantes cuando la prensa, investiga e interpreta por ellos.

Cuando se luchó contra el Nuevo Periodismo

Pero el periodismo no está desapareciendo, sino sus métodos más tradicionales. El Nuevo Periodismo que surgiera en Estados Unidos en los años 60, al abrigo de la contracultura californiana y publicaciones que daban voz a las “experiencias en primera persona”, en contraposición al tradicionalmente aséptico periodismo anglosajón de corte clásico, no es sino el precedente más lejano del periodismo ciudadano y el blogueo, cuando éstos son de calidad y explican valiosas experiencias, desde un punto de vista único.

Miedo y asco en Las Vegas o Ponche de ácido lisérgico lograron el reconocimiento de los poderes fácticos del periodismo, aunque primero tuvieron que convertirse en influyentes fenómenos entre las clases universitarias e intelectuales de Estados Unidos y, más tarde, en materia lectiva de las principales escuelas y universidades del oficio en el mundo.

El periodismo novelado cumplía con la labor principal del oficio: dar noticia de hechos y ser un valioso filtro de interpretación de la realidad para la sociedad.

Accountability en el “río de noticias”

La opinión pública y el sentido común son influidos por el periodismo de todo tipo, el bueno y el malo. De ahí la importancia de que siga existiendo una conexión entre la gente y una interpretación de los hechos que acontecen en el mundo.

Si la prensa tradicional quiere sobrevivir a medio plazo en la era de Internet, deberá entender que han cambiado tanto el modo de distribuir el contenido como la manera de descubrirlo por parte de un creciente porcentaje de la población. Negarlo es complicarse el futuro.

Om Malik, de GigaOm, existen 3 fenómenos que influyen en este nuevo modo de indagar en la información y los contenidos de entretenimiento:

Internet evoluciona desde un medio con un nivel de interactividad genérico hacia la Red “en tiempo real”, donde las funciones de lectura y escritura se encaminan hacia la sincronización.

Se acelera la desagregación de los contenidos, lo que provoca el decline de los grandes sitios que actúan como gigantescos contenedores de contenido (una versión avanzada y gigantesca de un periódico). El sitio web es Internet.

Cada vez más personas publican cada vez más “objetos sociales” y los comparten a través de Internet. “Este diluvio de datos crea un nuevo tipo de oportunidad de búsqueda”, según Om Malik.

Se atribuye al emprendedor Dave Winer el concepto del “río de noticias”: existe tanto contenido en la Red, que las historias fluirían como el caudal de un río, imparable y siempre cambiante, ante el cual el individuo tendría que adoptar la actitud de acercarse de vez en cuando para beber cuanta agua fuese necesaria.

El usuario reconoce que es imposible poder decodificar todo el caudal del río sin volverse majara del modo más quijotesco, de modo que mejora constantemente su modo de filtrar esta información, para conseguir información de su interés en el tiempo disponible.

En este contexto, la interpretación de calidad se convierte en un bien preciado, por lo que los mejores agregadores y los blogueros con la pluma más afiladas son las nuevas estrellas.

El “río de noticias” de Winer se ha probado una imagen especialmente adecuada para representar la situación actual en Internet, donde las noticias generadas de modo profesional se entremezclan de innumerables maneras con blogs profesionales y amateur, así como con lo que se ha llamado periodismo ciudadano (no existen fronteras preclaras entre blogueo y periodismo ciudadano).

Sin olvidar que los servicios más populares del momento, Facebook, Twitter o el más minoritario FriendFeed, son gestores a escalas diferentes de ese fluir incesante de noticias, como también lo serían los agregadores, tanto Yahoo! News y Google News como los lectores RSS -Google Reader- o los agregadores más especializados (Slashdot, Reddit, Hacker News).

Travesía en el desierto para la prensa

La prensa está en una situación delicada y la tendencia vuelve a marcarse desde Norteamérica. El Seattle Post Intelligencer y el Christian Science Monitor tienen ya únicamente versión en Internet, al no poder correr con los gastos de mantener una tirada en papel.

Varias publicaciones se plantean el mismo camino, a la par que realizan fuertes recortes de plantilla. Los sindicatos de periodistas, uno de los pocos movimientos sindicales con fuerza y reconocido progresismo en este país, han perdido relevancia.

Cuando la clase política siente lástima por la prensa, algo ocurre en el cuarto poder. En Estados Unidos, el grupo mediático Tribune (Los Angeles Times, Chicago Tribune) se encuentra en bancarrota y lucha por la supervivencia; The New York Times busca apresuradamente a alguien que compre parte de su nuevo edificio en Manhattan y en el pasado ha contado con ayudas como la del magnate mexicano Carlos Slim; en el Reino Unido, Alexander Lebedev, banquero ruso y antiguo espía del KGB, ha comprado también recientemente el 75% del londinense Evening Standard.

Y San Francisco se podría convertir en la primera gran urbe mundial sin contar con un diario escrito con amplia difusión: el San Francisco Chronicle lucha por no declararse en bancarrota.

Newspaper Death Watch

El pesimismo es tal que nacen sitios que contabilizan la desaparición de los pequeños periódicos que carecen del prestigio de las grandes cabeceras. Newspaper Death Watch, por ejemplo, se nutre informativamente con el constante cierre de periódicos. Su filosofía es muy similar a la de FuckedCompany.com, el portal que se dedicó a explicar la sangría causada por el pinchazo de la primera burbuja de Internet.

Se ha intentado adaptar sin éxito el modelo organizativo y de publicación de noticias de la prensa tradicional a Internet. Ahora, las principales cabeceras, seguidas por medios con una vocación más local, indagan en nuevas fórmulas.

El magnate de la prensa Jeff Jarvis no descarta las virtudes de la publicidad contextual y cree que la expansión del consumo de información a través de ordenadores y teléfonos inteligentes creará modelos de gestión viables. Al fin y al cabo, por primera vez en la historia cualquier empresa o persona, por reducido que sea su presupuesto, puede dedicar una partida a publicitarse con anuncios personalizados.

Los Angeles Times, uno de los diarios con mayores problemas económicos, cree ir en la buena dirección. Su editor Russ Stanton, asegura que los ingresos publicitarios de la edición electrónica pagan el total de la impresión del diario, así como por la plantilla dedicada a la versión electrónica.

El “freemium” de Rupert Murdoch y Financial Times

Rupert Murdoch cree que la solución para garantizar la viabilidad de la prensa en línea se encuentra en ofrecer contenidos con amplia difusión en abierto, mientras un selecto grupo de profesionales elaboran información especializada, exclusiva y de calidad, por la que un selecto grupo de usuarios estaría dispuesto a pagar. El magnate cree que el futuro del periodismo en Internet se encamina hacia este tipo de modelo, tras el relativo éxito de la fórmula en el Wall Street Journal, controlado por News Corporation.

Murdoch juega con la ventaja de un fenómeno: la información económica especializada es la única que el público parece dispuesto a pagar. Interpretar información económica en momentos de incertidumbre es una tarea decisiva para empresas y profesionales, lo que facilitaría este fenómeno.

El Financial Times, en parte propietario del semanario The Economist, aplica su propia fórmula “freemium“: mantiene abiertos la mayoría de los contenidos en la edición electrónica del Financial Times, aunque obliga al pago cuando el uso se convierte en extensivo: cuando un usuario consulta más de tres artículos al mes, debe registrarse, y requiere el pago a quien quiera ver más de 10 artículos al mes. El diario cuenta con 1 millón de personas registradas, 109.000 de las cuales pagan, según The Economist.

La invitación de Murdoch al resto de la industria a que el periodismo on-line aumente su rigor y adopte fórmulas de pago no tiene por qué ser la acertada. Queda claro, eso sí, que algunos usuarios están dispuestos a pagar cuando están seguros de que encontrarán información relevante, elaborada con un filtro propio. Si la información no cuenta con esta capacidad de diferenciación, ningún usuario pagará por algo que encuentra fácilmente a través de la búsqueda, los agregadores de noticias o los lectores de información en formato RSS.

¿Salvadores en forma de libro electrónico?

Los diarios y revistas tienen más posibilidades de ser salvados si se adaptan a las oportunidades de Internet que de resurgir gracias a los todavía minoritarios libros electrónicos, dice The Economist.

La reciente presentación del Kindle DX, un modelo con pantalla más grande que el Kindle 2 y pensado para su empleo por estudiantes universitarios y grandes consumidores de diarios y revistas, ha provocado la proliferación de noticias que se preguntan si el Kindle DX salvará a la prensa escrita.

Un libro electrónico que cuenta con un precio cercano a los 500 dólares y sólo permite la compra de libros y prensa de una tienda, la de Amazon, no parece la solución que espera toda una industria. Sin embargo, los usuarios del Kindle y el Kindle 2 parecen dispuestos a pagar por recibir una versión electrónica de la edición en papel de las publicaciones más prestigiosas.

Una oferta que, según The Economist, es bienvenida en Estados Unidos sobre todo entre los “baby-boomers”, o el segmento de la población más longevo, con mayor poder adquisitivo y más dispuesto a conformarse con un tipo de prensa que sólo cambia el soporte con respecto a la escrita.

Los más jóvenes, acostumbrados a leer información en Internet sin tener que pagar por ella y grandes consumidores de bitácoras impulsadas por individuos más reconocidos que las antiguas estrellas televisivas, difícilmente se conformarán con leer información estática y de pago, aunque sea en un soporte tan contemporáneo como un libro electrónico.

Lo que intenta Amazon es convertir el Kindle, y su versión de pantalla grande DX, en un iPod para libros y prensa, que logre, como consiguió el dispositivo de Apple, que millones de personas paguen gustosamente por versiones electrónicas de libros, diarios y revistas un precio similar al de sus versiones en papel. Un negocio redondo para Amazon, que se garantizaría de este modo un estatus de iTunes Store en el mundo de la publicación; también para la renqueante prensa tradicional.

Desafortunadamente para la prensa tradicional y para la fórmula que Amazon intenta con la venta de periódicos y revistas previo pago, Internet es mejor que un medio estático (ya sea en formato papel o en formato electrónico) en la difusión de noticias.

Elogio de The Guardian

Una vez los usuarios reconocen la existencia del “río de noticias” del que habla Dave Winer, no hay vuelta atrás y la industria tradicional de los medios de comunicación no podrá poner puertas al campo. Se necesita imaginación y es en nuevos equipos de personas que entiendan realmente Internet en lo que deberían invertir las principales cabeceras.

El diario británico The Guardian es un ejemplo ilustrativo de las cosas bien hechas en Internet. En las antípodas de los directivos de AP, educados en otras épocas y sin las agallas necesarias para adaptarse a la realidad, The Guardian cuenta incluso con una API (interfaz de programación de aplicaciones) para que terceras empresas o usuarios desarrollen sus propios programas y aplicaciones usando la información que elabora el diario.

Emular los pasos de RIAA, MPAA, SGAE o la agencia AP no ayudará a los grandes medios en Internet. Al fin y al cabo, todavía existen periodistas competentes en la plantilla de los diarios más prestigiosos. Al menos, hasta que averigüen cómo crear un medio personal que les reporte tantos o más beneficios que mantenerse “a las órdenes” de directivos curtidos al abrigo de pasadas civilizaciones.

Parar las imprentas

Internet está matando a los periódicos tradicionales, mientras incuba un nuevo tipo de negocio informativo.

Parafraseando al emprendedor Marc Andreessen (creador de Netscape y actual consejero delegado de Ning), durante su interesante intervención en el programa de entrevistas de Charlie Rose, hay que parar las imprentas.

Sin mirar atrás. Y empezar de nuevo.

Lo que comenta no es tan descabellado. Mírate la entrevista (a partir del minuto 27) si crees lo contrario.