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El iPod, un icono difícil de denostar

Con motivo de la efeméride (100 millones de iPod vendidos en todo el mundo hasta abril de 2007), y como homenaje al Boullosa-periodista-tecnológico, me voy a currar una entrada de la bitácora a la salud de Steve Jobs, mis amigos Paco Lara y Juan Díaz y otros que me han visto -algunos incluso leído- escribiendo sobre el iPod en 2001. 

Durante la presentación del iPhone en San Francisco en enero de 2007, Steve Jobs, carismático dirigente y cofundador de la compañía -el otro fundador, Steve Wozniak, se dedica a impulsar un deporte parecido al polo, aunque cambiando el caballo por un Segway; ya sabíamos que alguien tan brillante con la circuitería es, como poco, peculiar-, se deshizo de la coletilla “Computer”. Desde la llegada del iPod, hace ya más de un lustro, Apple Computer se había vuelto más “Apple” y menos “Computer”. 

De ahí que Jobs quitase de un plumazo en su presentación, realizada con notable aunque poco exitoso programa Keynote, el Computer y presentase ante los ojos del mundo una nueva Apple. Apple, así, a secas, sin Computer, es una compañía preparada para desarrollar productos de hardware capaces de entusiasmar a quienes se han posicionado sentimentalmente con la compañía, contraponiendo sus valores pop -diseño, sencillez, tronío, independencia, exclusividad, San Francisco- a los valores más serios y corporativos de otros gigantes como Microsoft o IBM. 

El Apple iPhone, un teléfono con navegador de Internet completo e iPod integrados que carece de teclado y presenta una interfaz muy avanzada, tardará en llegar a las tiendas y tendrá un precio acorde con sus prestaciones.

Pese a ello, su mera presentación por Steve Jobs como el teléfono del futuro provocó una bajada en el valor bursátil de RIM (Blackberry), HP (modelos Treo), Nokia (principal fabricante de móviles, con casi un tercio del mercado mundial) y Sony Ericsson (cuyos modelos con “Walkman” podrían padecer la competencia directa de un modelo como el iPhone, a caballo entre la gestión multimedia y el organizador).

Steve Jobs, que no necesita haber acabado una licenciatura para ser reconocido como uno de los personajes más influyentes de la tecnología mundial, es invitado a realizar discursos en ceremonias de graduación de estudiantes en Stanford. Y podría, pese a los problemas que le causa su cáustica y -dicen críticos y biógrafos no oficiales- autoritaria personalidad, formar parte del consejo de dirección de cualquier compañía tecnológica mundial.

Aunque, debido al éxito del tándem iPod-iTunes, un casi monopolio en el mercado de los reproductores multimedia portátiles y sus contenidos de pago, Jobs está más cerca del entretenimiento que de la informática, entendida en su sentido clásico. De ahí el abandono del apellido Computer y el desarrollo del iPhone, una apuesta tan arriesgada como:

  • El Apple Lisa (carísimo precursor del Macintosh con ratón e interfaz de usuario derivada de los trabajos del laboratorio Xerox PARC, en Palo Alto, en la Bahía de San Francisco).
  • El Apple Macintosh, en 1984. Primer gran acierto de la marca. Interfaz de usuario gráfica impecable (madre de todo lo que seguimos usando, incluidos OS X, Vista y Ubuntu), pantalla y unidad central de proceso integradas (el iMac añadió los colorines de la gama Jovi y Carioca). Primer ordenador realmente preparado para la producción gráfica. Fetiche de diseñadores, creativos, mundo educativo y profesionales liberales varios. Campaña publicitaria inigualable, con el anuncio publicitario de la Superbowl quizá más recordado (el anuncio es un impecable homenaje del director de cine Ridley Scott a la novela 1984 de George Orwell; merece la pena el “remake” de este anuncio como ayuda anónima a la campaña presidencial de Barak Obama). Quien pasee por Cadaqués, en el Cap de Creus (Girona, Cataluña; junto a Port Lligat, una de las residencias de Dalí, quien posiblemente habría sido usuario de algún cacharro de Jobs, de haberle tocado el momento histórico), encontrará en su pequeño casco histórico una tienda que parece no vender nada pero conserva, como oro en paño, un póster de la campaña publicitaria original del Macintosh. Se trata del “Think Different” con una imagen de Mahatma Gandhi.
  • El Apple Newton (precursor de los PDA; llegó demasiado pronto, en la primera mitad de los noventa, y resultó en fiasco, aunque sembró la semilla de Palm y lo que llegó después).
  • Tras estar al borde de la desaparición, Apple volvió a aceptar como consejero delegado a quien había despedido, Steve Jobs. Tras su paso por NeXT y la creación de Pixar Animation Studios, Jobs ideó el resurgir de Apple con el primer iMac.
  • El primer ordenador de sobremesa y alta gama que pretendió situarse a caballo entre un centro multimedia para el salón y un centro de producción digital, el G4 Cube. Otro fiasco sonado. Nadie quería pagar tanto dinero por un equipo que no podía ser ampliado. Ni fue comprado por los profesionales creativos, ni por los usuarios domésticos, ni por los centros educativos.
  • El iPod. En menos de un año, su irrupción fue comparada, sin exageraciones, con la del Walkman de Sony en 1978. El iPod ha cambiado la industria musical legal y ha creado una nueva cultura de consumo pop de medios, gracias a los vídeos, videocast y podcast.

Steve Jobs, amigo de Al Gore (Al Gore forma parte, a su vez, del consejo de dirección de Apple), parece seguir aprovechando al máximo la atención mediática de la que siempre ha disfrutado la marca.

Los periodistas seremos pretendidamente objetivos, aunque existe un no sé qué que qué se yo con Apple Computer. Y todo lo contrario con Microsoft. Siempre ha sido así. Pese a constatar que, seguramente, Jobs no sea tan buen tío, a juzgar lo que dicen los trabajadores a los que ha provocado estrés laboral y depresión.

Quizá, debido a ello, la campaña de compra solidaria Product (RED), ideada por Bono (U2) para obtener fondos en la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria en África, tuviera como principal apoyo mediático al propio iPod Product (RED). El iPod es todo un tótem para las nuevas generaciones urbanas y con acceso a las tecnologías de la información en todo el mundo. E, incluso, y esto es una novedad, también lo es para personas mayores que no temen a la tecnología si ésta les es realmente útil. Ya no extraña a nadie ver a un veterano hombre de negocios que ronde los 60 años desconectar su iPod justo antes de entrar en el Puente Aéreo Barcelona-Madrid.

El iPod se ha convertido en un dispositivo “necesario” para millones de personas en todo el mundo. Un estudio reciente arrojaba el sorprendente dato de que el 25% de los encuestados contaba con este reproductor de música y multimedia. Un 3% de los mismos encuestados consideraba que el iPod era un producto “necesario” en su existencia.

El iPod no existía siquiera hace 6 años.

Por tanto, Apple, Steve Jobs, el iPhone y, por supuesto, el iPod, gozan de muy buena imagen. Difícilmente Microsoft, con su Zune, o Yahoo! y Sandisk, con su nueva colaboración en el MP3 Sansa, entre otros, podrán arrebatar el liderazgo al iPod en los próximos años.

Todavía vemos a Apple como una compañía “amable”, impecable, que no hace el mal. Una compañía sobre la que llevaríamos una camiseta, o un tatuaje (no voy a decir nombres, aunque conozco a dos periodistas españoles que escriben regularmente en medios de prestigio y tienen la manzana mordida multicolor -el primer logo de la marca- tatuada). Un respeto del público que se mantiene pese a muchos pequeños detalles. Sumándolos todos, se convierten en problema, más que en “detalle”.

Y no sólo para la Comisión Europea, siempre dispuesta a poner en aprietos a cualquier compañía estadounidense que goce de gran popularidad (“monopolio”, se diría desde la Comisión) entre los usuarios europeos, sino para otros tantos actores en el circo de este mundo tan McLuhaniano.

  • iTunes, la principal tienda de música y contenidos de vídeo para reproductores multimedia portátiles, sólo es compatible con el iPod. Si queremos emplear iTunes, hay que comprar un iPod. Y a la inversa. Si, como lector de revistas de informática que hace tiempo que lanzaron su último número (quizá yo mismo escribía para el libelo que tú comprabas o sisabas: MacByte, EnLaRed, DigitalWare, iActual; Playboy España -que no ha cerrado, pero tiempo el tiempo-), te habías quedado en lo malo que era Microsoft con esto del monopolio y lo buena que era Apple, deberías leer algo más. Han pasado algunas cosas en los últimos años.
  • Pese a intentar imponer entre los iconos de inicio rápido de nuestro sistema el reproductor QuickTime durante la última década, una práctica que nos ha desesperado y enfadado a muchos casi tanto como la imposición de Windows Media por parte de Microsoft, ha tenido que llegar Adobe con la compra de Macromedia para que finalmente nos olvidemos del reproductor que empleamos cuando vemos un vídeo en Internet. Y ahora se ven decenas de millones al día, gracias al a comodidad del formato Flash Vídeo: sitios como YouTube lo emplean y, gracias a la compatibilidad del formato Flash con cualquier navegador moderno, los vídeos nos funcionan sin tener que hacer cincuenta clics antes de verlos. Ni QuickTime ni Windows Media: Adobe Flash. Y este último se ha impuesto porque no trataba de imponerse o cobrar peaje a quien lo utilizara industrialmente.
  • Otro pequeño detalle: estudios elaborados por Greenpeace y Sierra Club, en los que se clasifica la peligrosidad de los desechos electrónicos al perder su vida útil como productos de informática y electrónica de consumo, certifican que la basura tecnológica es un problema creciente en todo el mundo. Un estudio de mediados de 2006, del que se hicieron eco los medios más prestigiosos del mundo (incluyendo los conservadores) clasificaba los niveles ecológicos de los productos empleados por las marcas en sus productos más populares. El estudio, encargado por Greenpeace, tenía en cuenta la eliminación de materiales tóxicos y la facilidad de reciclaje de los aparatos. Si Nokia, Dell, HP y Sony Ericsson demostraron los menores niveles de toxicidad y la mayor capacidad de reciclaje, Apple se situó en la cola del estudio, junto a Acer, Motorola y Lenovo.

A favor

No obstante, pese al monopolio de iTunes, el precio de los contenidos en la tienda de música que incluye este programa, el uso de productos más nocivos que su competencia o el empleo de tácticas comerciales “agresivas”, propias de la antigua escuela de compañías informáticas que de un contexto tecnológico en el que dominan los llamados “mash-up” de la web 2.0 (esa maravillosa creación de aplicaciones de Internet a partir del empleo de productos de distintas compañías), el iPod ha mejorado el panorama. Es una apreciación personal, aunque hablo de mi propia experiencia.

Como dice mi amigo Joan Ceprià, soy de los primeros usuarios a los que Apple sopló los cuartos con el iPod (me compré el primer modelo, el de 5 GB, contando todavía en pesetas; ahora parece un ladrillo, si lo comparo con el modelo que uso). Tras probarlo para realizar un laboratorio en una revista ya desaparecida, me apasionaron sus posibilidades (como a Moby, a Brian Eno a Tom Yorke y a tantos otros que se apasionaron por este juguete; ellos, a diferencia de un servidor, tienen los posibles para comprarse esta y tantas chorradas cuando les venga en gana).

Lo que gané (y no contaminé):

  • Personalmente, fui dejando de lado la compra y grabación de música en formato físico. El CD es menos contaminante que el vinilo, aunque sería difícil contabilizar las toneladas de residuos que genera esta industria. No hablamos ya de la calidad de los artistas que más venden, sino del doble drama de ir acompañados de un plástico llamado disco compacto.
  • La música, en tanto que bits de información, se convierte en información digital flexible. El iPod hizo viable, con su elegancia, calidad y facilidad de uso, la idea de llevar toda nuestra discoteca a cuestas.
  • Desde aquel lejano 2001, mi experiencia con la música se ha hecho más rica (la opción “random” permite a uno jugar a adivinar qué escucha, o a redescubrir joyas ya polvorientas en nuestro córtex).
  • Por mucho que diga la SGAE, sigo comprando música, aunque no sea física. Compro un producto que no existe materialmente. Inocuo y, cuando acierto, interesante y enriquecedor.

Si no hubiera sido por el iPod, tendría varias estanterías de casa llenas de plástico en formato CD. El plástico acabaría desechado en cuanto a las firmas electrónicas les hubiera llegado el momento de cobrar por nuevos reproductores incompatibles con el antiguo formato. Y con futuros formatos. Lo seguimos viendo en el mundo de los contenidos audiovisuales y multimedia domésticos, con el DVD y sus “sustitutos”, Blu-Ray Disc y HD DVD.

Si Apple lograra que sus productos se situaran a la vanguardia en el empleo de materiales no contaminantes y reciclables, el iPod se convertiría en un artilugio digno de un Leonardo Da Vinci inspirado y conservacionista. Una suerte de semidiós. Más grande que Steve Jobs, Maradona y Johan Cruyff juntos.