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En la carretera (y 2): Deep South, Faulkner y casas shotgun

En el Deep South, una vez nos alejamos de las grandes urbes de Nueva Inglaterra, las distancias se agrandan e interminables arboledas se apropian del paisaje junto a las carreteras que conducen hacia el extremo sur de la cordillera de los Apalaches, que se extiende por la linde de Alabama y Misisipí.

Abandonamos Knoxville, la pequeña ciudad universitaria que supo salir de una larga decadencia industrial y aprovechar la inversión de la zona en la Feria Mundial de 1982 para potenciar su centro urbano (Downtown) y crear tanto infraestructuras simbólicas y con proyección cívica, como empleos técnicos.

Sweet Home Alabama
Alabama

Antes de tomar de nuevo rumbo hacia el sur, camino de nuestra siguiente parada, la también pequeña y universitaria ciudad de Oxford, en Misisipí, visitamos el Fuerte Knox, convertido en pequeño museo, y conocemos el reconocimiento local por algunas de sus personalidades.

De Menorca a Knoxville

Es el caso de, por ejemplo, David Farragut, destacado almirante durante la Guerra de Secesión, cuyo padre, Jordi Farragut Mesquida, era un capitán mercante menorquín que se unió a la causa de la Revolución de las Trece Colonias haciéndose llamar George Farragut y convirtiéndose en ciudadano notable del futuro Estado de Tennessee.

Burns Belfry
Burns “Belfry”, iglesia afroamericana

David superaría la carrera militar de su padre, curtiéndose en contiendas en las Indias Occidentales y la guerra contra México a mediados del XIX, y cerrándola con una actuación crucial en la Guerra de Secesión, en la que serviría -como otros notables de Knoxville- a la causa de la Unión, pese a sus orígenes sureños.

Las pequeñas ciudades sureñas con la suerte de albergar una universidad de prestigio regional evitan los problemas endémicos de los pequeños Estados encajonados entre la falda de los Apalaches, la cuenca del Misisipí y sus tributarios, y la humedad del Golfo de México: economías agrarias y poco diversificadas que apenas atraen una fracción del dinamismo de Atlanta (sureste), Chicago (capital tradicional del Medio Oeste) y Houston (ya en Texas, cuando el Sur da paso al Suroeste y cambian tanto el paisaje como la economía).

Lilly experimenta con contenedores logísticos
Bill Lilly y casa de contenedores

La ventaja de albergar una universidad en el Deep South

Athens, en Georgia, o Knoxville, en Tennessee, entre otras localidades con universidad, mantienen una vida cultural y económica que atrae al talento de la zona. De Athens es el grupo musical R.E.M., cuyo pop-rock sonó primero, a inicios de los 80, en las emisoras de radio universitarias de todo Estados Unidos (cuando éstas, en la era pre-Internet, actuaban como catalizador sociocultural), para extenderse luego por el mundo.

Bill Lilly
El escultor-constructor Bill Lilly

El sesudo pop-rock catapultado por las audiencias de pequeñas universidades se convirtió en un género en sí mismo (Pixies, Pavement, Sonic Youth, etc.), dando lugar al apelativo de “alternativo”. Por contraste, las raíces musicales de las grandes ciudades del Sur (Nashville, Memphis) son más eclécticas, improvisadas y populares, surgidas en los arrabales afroamericanos de principios del siglo XX y con ecos en la segregación racial y la memoria de la esclavitud.

Todavía en la primera mitad del siglo XX, con las grandes migraciones de la población negra a las ciudades industriales del norte, sonidos como el blues o el jazz se extendieron por el país y el resto del mundo.

Rowan Oak
Rowan Oak

Adentrándose en el Sur de Faulkner

El indicador del vehículo, el Toyota Camry de 2016 alquilado en Connecticut después de comprobar que la autocaravana que habíamos comprado a precio de saldo por Internet no soportaría (al menos sin una exhaustiva revisión mecánica que no nos podíamos permitir si queríamos acudir puntuales a las numerosas citas planeadas), nos mantiene al corriente del consumo del vehículo (en millas por galón, MPG), la temperatura exterior y la distancia recorrida, así como la distancia estimada hasta el nuevo repostaje.

Pronto comprobamos cómo, cuando uno se adentra en el Sur Profundo, una cosa es la temperatura que marca el termómetro y otra muy distinta es el calor percibido, sobretodo por el forastero poco acostumbrado a la humedad subtropical a inicios del verano.

Rowan Oak
Exterior de Rowan Oak

Y qué mejor lugar para reflexionar sobre el calor real y el percibido, sobre la chicharra seca y el pegajoso bochorno de las zonas húmedas, que en la contradictoria pequeña localidad de Oxford, Misisipí, nuestra siguiente gran alto en el camino después de Knoxville.

Luces, sombras y humedad en Oxford, Misisipí

Llegamos en plena noche, con tiempo para llegar sin percances a la casa donde pernoctaremos, así que el primer encuentro con su centro histórico ocurre a las 7 de la mañana, antes de que el calor húmedo convierta cualquier intento de salir a correr en lo más parecido a ejercitarse en una sauna.

Sala de estar de Faulkner
Sala de estar, Rowan Oak

Oxford es, a la vez, elegante y decadente, orgullosa e insegura. Su pasado alberga, como la fragancia de uno de sus jardines al atardecer, todo el embotamiento de un pasado repleto de realidades y hechos que implican de un modo u otro a todos los descendientes de la población.

En Oxford hay que pararse cada dos cuadras a leer algún letrero describiendo algún hecho relevante para la localidad, el Estado, el Sur o la totalidad del país: el empuje agrario de la época colonial y la realidad de la esclavitud, el orgullo revolucionario del nuevo país (y de albergar la primera congregación eclesiástica plenamente afroamericana tras la abolición de la esclavitud: Burns “Belfry”, iglesia episcopal establecida en 1869-1870), en contraste con el pesar de haber sido bastión confederado y esclavista, además de uno de los lugares en que hubo mayor resistencia al avance de los derechos civiles una vez el texano Lindon B. Johnson firmara la Ley de Derechos Civiles (1964), que prohibía la segregación racial.

Faulkner y su bourbon
Tacabo, comida y un poco de whiskey

Escultores dedicados a la construcción residencial

William Faulkner escribiría acerca de las contradicciones del Deep South: Vivir en cualquier parte del mundo hoy y estar contra la igualdad por motivo de raza o de color es como vivir en Alaska y estar contra la nieve.”

Con sus parques junto a la Universidad de Misisipí, sus calles arboladas y un centro repleto de pequeños negocios a menudos regentados por descendientes de sus fundadores, Oxford es mucho más: aquí se erigió uno de los primeros barrios del país fundados por esclavos liberados, que llegaban a la localidad tras abandonar las plantaciones.

Máquina de escribir y adaptaciones de sus obras
Máquina de escribir

El barrio, Freedmen Town, contaba con negocios, escuelas e iglesias que, como la mencionada sirvieron de inspiración a los descendientes de antiguos esclavos durante generaciones.

Pocos lugareños son tan conscientes de la responsabilidad que conlleva ser de un lugar como los naturales de Oxford con quienes pudimos conversar, incluyendo a Bill Lilly, un escultor convertido en innovador constructor residencial, que se atreve con métodos poco habituales en la zona como el uso de contenedores logísticos o la reutilización de aguas pluviales y grises.

Tareas
Anotaciones de Faulkner

Hospitalidad en el Sur Profundo

Durante nuestra corta pero interesante estancia en el lugar, no percibimos el furor político que se supone que ha despertado el controvertido Trump: no hay más muestras de apoyo a candidatos presidenciables que dos o tres carteles donde se lee “Bernie”. Si estamos en territorio Trump, no lo parece o, al menos, hay recato al mostrarlo.

Bill Lilly, por su parte, se muestra más cómodo charlando con nosotros sobre técnicas de sostenibilidad residencial y escultura (desde el respetado artista regional Bill Beckwith -su maestro y mentor- a Richard Serra, pasando por Auguste Rodin -cuando menciono que ahora vivimos cerca de París- y otros europeos). Menciono a Chillida y volvemos a charlar sobre Beckwith; lástima que en esta ocasión no podamos visitar su trabajo.

Faulkner anotaba en la pared de su estudio
Inscripción de William Faulkner

Tendré que esperar unos días para, en plena transición desde la mentalidad y el paisaje sureño al espíritu del Oeste, explorar la remota región fronteriza de West Texas, junto al río Grande y al parque nacional de Big Bend, observar un conjunto escultórico digno de mención: el museo de Donald Judd en la localidad de Marfa, gracias a él refugio artístico con una luz tan intensa y un cielo tan presente que invita a quien pasa por ella a hacer un alto en su vida cotidiana y preguntarse si no sería mejor “crear”.

Antes y después del aire acondicionado

Preferimos charlar sobre lo creativo y sustancioso, lo verdadero, lo que sabe a auténtico, que perdernos en la crítica fácil a personajes tan tóxicos y caricaturescos como el mencionado Trump: no hay nada que aprender por esos derroteros. Todo grasa: el fin del razonamiento ilustrado, basado en análisis sosegado y humilde, y conjeturas que evolucionen con mejores conjeturas a partir del ensayo y error.

Dormitorio de Faulkner
Dormitorio de William Faulkner

Después de nuestro encuentro con Lilly, menciono a otro lugareño que la cantidad de gente en las calles no ha aumentado en el centro de la amable ciudad (dominada por los edificios de ladrillo, las casas coloniales y las viviendas humildes de madera estilo “shotgun”) desde primera hora de la mañana. Él explica que tampoco lo hará al atardecer. ¿La razón?

La razón está acaso en la narrativa del habitante más ilustre de Oxford, William Faulkner, a cuya casa-museo acudimos y donde tenemos oportunidad no sólo de ver su estudio, sus libros o los números de teléfono que él mismo y su familia apuntaron en un rincón de la pared empapelada de la cocina, testimonios de esperanzas, pesares y recados olvidados; allí también charlamos con el encargado de este legado, y allí reconocí lo que había ocurrido no sólo a Oxford, sino al húmedo Sur en general: el aire acondicionado había invitado a los lugareños a recogerse en casa, mientras en la época del ventilador, y antes de la electrificación, los porches y las calles eran el lugar para tomar el fresco, socializar, formar vínculos con el vecindario.

Cocina de Faulkner
Cocina de Rowan Oak

Del condado de Yoknapatawpha a Macondo

En Oxford también hay una parte Deep South que se perdió con las comodidades del aire acondicionado.

El mundo lleno de matices de Faulkner (eco de historias de sobremesa y atardecer, así como de letargo climático subtropical, ese universo, sintetizado en el condado imaginario de Yoknapatawpha, que ayudaría a Gabriel García Márquez a convertir “Cataca” (Aracataca, Caribe colombiano) en Macondo), no habría sido posible con el reclusivo y estandarizante aire acondicionado.

Decido no mencionar la hipótesis al amable conductor del museo, encantado de bromear con nuestros tres hijos, pero examinando la vivienda y las fotografías, así como recordando las conversaciones mantenidas y la lectura apresurada de pasajes de Faulkner, no hay lugar a dudas: hay un tipo de literatura sureña que pertenece a los años anteriores al aire acondicionado.

Estudio de William Faulkner
Rowan Oak: estudio de Faulkner

Es un mundo de plantaciones y viejo orden racial, de estructuras rígidas y totémicas mil veces mostradas en la literatura y el cine. Luego llegaron, como al resto del país, el Ford T y los ventiladores, y con ellos la literatura de William Faulkner. Los ventiladores potenciaban los beneficios de la ventilación cruzada y acercaban la brisa del porche al interior de la vivienda, pero mantenían a la gente con un pie en la calle.

Bourbon al atardecer en Rowan Oak

El mundo de Faulkner precede al aire acondicionado y al Ford F150, tan predominantes en el Oxford que visitamos. Aire acondicionado y potencia motora muy superior a la necesitada.

Del mismo modo que la siesta surgió más como respuesta biológica al calor, el porche y el letargo contribuyeron a conformar personalidad, voces literarias y expresiones musicales que, pese a quien pese, acercan a afroamericanos y blancos, al compartir un mundo intuido por Faulkner, Harper Lee, Toni Morrison, Cormac McCarthy, etc.

Rowan Oak
Teléfonos apuntados en Rowan Oak

Nos despedimos de Oxford como había soñado: empachados con el aroma imaginado a jardín sureño al atardecer, al whiskey y el tabaco consumidos en el pequeño estudio que el escritor mandó construir en la espaciosa Rowan Oak, la vivienda que había adquirido en 1930 y donde vivió hasta su muerte en 1962.

Faulkner anotaría: “Mi propia experiencia me dice que las herramientas que necesito para mi tarea son papel de fumar, tabaco, comida y un poco de whiskey [en referencia a su bourbon sureño preferido: Jack Daniel’s, del vecino Tennessee].”

Rowan Oak
Rowan Oak: la casa de William Faulkner

Burns “Belfry” y la iglesia de Faulkner

Al alejarnos de Oxford por su calle principal camino de la próxima parada en la carretera, divisamos por última vez a las dos iglesias que, apenas separadas por cien metros, representaron los universos segregados del Sur: la mencionada Burns “Belfry”, iglesia fundada por antiguos esclavos libres; y la iglesia episcopal de Saint Peter (1851), que contó entre sus miembros en distintas épocas a rectores de la Universidad de Misisipí, al secretario del Interior Jacob Thompson; o al propio William Faulkner.

Nos encaminarnos hacia la población vecina de Water Valley, donde un grupo de sus habitantes se ha propuesto regenerar la economía local con negocios que combinan regeneración urbanística, sostenibilidad y preparación para un futuro más desmaterializado (menos átomos, más bits) con una academia de programación para una localidad con 4.000 habitantes censados, así como una galería de arte que muestra obras de artistas de la zona, entre otras iniciativas.

Water Valley MS
Water Valley, Misisipí

Pasamos por última vez junto al campus de la Universidad de Misisipí, condenada a vivir con la incómoda contradicción de, por un lado, albergar los disturbios de 1962, una protesta supremacista para evitar la inscripción de James Meredith -alias Ole Miss, que daría también nombre a los disturbios-, veterano militar negro; y, por otro lado, mantener Rowan Oak con devoción y garantizar su apertura al público, como homenaje póstumo al premio Nobel que puso el universo de la zona en el mapa de la literatura inmortal.

Rumbo a The Big Easy

La amabilidad de nuestros anfitriones en Water Valley hace difícil nuestra partida de Misisipí; antes de acudir a la localidad, donde Kirsten había concertado un vídeo con los impulsores de la regeneración del centro histórico del pueblo, no imaginábamos que un lugar que podría servir como decorado del Deep South se alejara tanto de los estereotipos sobre la región.

Water Valley, MS
Water Valley, Misisipí

En Water Valley descubrimos una conversación lúcida y la vocación cosmopolita de personas de mediana edad con educación superior y una biografía cargada de aventuras y experiencias en otros lugares, así como un sentido de pertenencia y responsabilidad con una población que, pese a su proximidad a Oxford, aspira a mantener una escena comercial, industrial y artística propias, atrayendo a habitantes de Oxford en vez de sucumbir al efecto imán de las poblaciones con más habitantes y recursos.

Abandonamos Misisipí conscientes de haber visitado uno de los Estados más pobres del país, sorprendidos a la vez de la vitalidad de los pequeños centros urbanos visitados, suficientemente alejados de una gran urbe como para albergar su propia oferta comercial y cultural.

French Quarter, New Orleans
Centro histórico, Nueva Orleans

La interminable hilera de árboles que no nos ha abandonado desde Pensilvania nos persigue a los confines meridionales de la cordillera de los Apalaches, en Alabama. Nuestro próximo gran destino, Nueva Orleans, “The Big Easy”.

Ecos de una compraventa

En Nueva Orleans no sólo nos espera su centro histórico, repleto de nomenclaturas e historias que lo relacionan con su pasado colonial compartido: francés, español, francés de nuevo, y finalmente estadounidense, tras la compra del territorio de Luisiana por parte del nuevo país y potencia de la zona a la Francia revolucionaria, transacción gestionada por el entonces Primer Cónsul francés, Napoleón Bonaparte, que se contentó con un precio de 3 centavos por acre (7 centavos por hectárea).

Calle Real, Nueva Orleans
The Big Easy

La transacción demuestra el escaso valor estratégico que las metrópolis europeas concedían al interior de Norteamérica, debido a la resistencia nativa y a las dificultades para establecer plantaciones con un rédito comparable a las del Caribe (índigo, tabaco, azúcar, etc.): Haití representaba una desmesurada porción del producto interior bruto francés, mientras Luisiana apenas rendía quebraderos de cabeza estratégicos, debido a contiendas tanto con el resto de potencias europeas y como con los nativos americanos.

La conexión entre Haití, la auténtica joya comercial francesa en América, y el territorio de Luisiana, una vez recuperado por Francia tras varias décadas de posesión española en el siglo XVIII (como recuerdan varios letreros conmemorativos en el casco histórico de Nueva Orleans), tuvo a Nueva Orleans como centro neurálgico.

Calle de Bienville
Barrio Francés de Nueva Orleans

De Puerto Príncipe a Nueva Orleans: casas shotgun

De esta relación se cree que surgió un tipo de vivienda que se popularizaría después en todo el Sur de Estados Unidos desde mediados del siglo XIX hasta 1920: las casas “shotgun”, humildes viviendas unifamiliares con estrecha planta rectangular, una puerta a cada extremo y una distribución interior en la que una instancia da paso a la otra a través de una puerta, renunciando a un pasillo delimitado.

Las viviendas “shotgun”, con una planta que rara vez supera los 12 pies de anchura (3,5 metros), se adaptan con eficiencia a una región eminentemente agraria, calurosa y húmeda, ya que su distribución permitía refrigerar el interior durante la noche con una técnica tan simple como efectiva: permitiendo que la corriente circulara por su interior: desde las puertas de los extremos a cada una de las estancias.

Shotgun
Vivienda shotgun (Nueva Orleans)

Si bien hay académicos que sostienen que el diseño tiene sus orígenes en viviendas tradicionales africanas importadas por los esclavos haitianos, no existe documentación que establezca este vínculo. No obstante, el estrecho vínculo entre Haití y Nueva Orleans durante la época colonial pudo permitir esta simbiosis, todavía visible en una ciudad que se ha recuperado de las heridas causadas por Katrina, aunque para ello haya necesitado algo más de una década.

Casas alargadas con habitaciones contiguas puertas en ambos extremos

La reconstrucción de los barrios inundados durante el devastador huracán de 2005 permitió conservar viviendas shotgun con valor histórico, así como experimentar con nuevas técnicas y diseños más adaptables a eventos climáticos extremos tales como inundaciones.

House J
House J desde la calle

Las casas shotgun, asociadas a menudo con la precariedad y valores entre el hedonismo y el conformismo (los males asociados con el Sur Profundo y, por encima de cualquier otro lugar, con la ociosa Big Easy), se niegan a desaparecer: la reconstrucción tras Katrina condujo a proteger el legado arquitectónico de Nueva Orleans, y muchas shotgun hasta entonces no catalogadas fueron restauradas y reconocidas como edificios con tanto valor histórico como las viviendas del Barrio Francés.

Durante nuestra estancia en Nueva Orleans, tuvimos oportunidad de visitar algunas shotgun, tanto restauradas como abandonadas: más que una vivienda precaria, heredera de la adaptación forzosa de descendientes de esclavos al clima tropical caribeño, la distribución shotgun es una filosofía del espacio, una comprensión de las limitaciones de un entorno sofocante en el que sólo las corrientes de aire ofrecían alivio en épocas pretéritas.

Entrada de House J
Entrada de House J

Reinterpretando el legado shotgun

Las viviendas shotgun preceden al fenómeno de las casas pequeñas y son la prueba de sus ventajas: baratas, adaptadas al clima local, reparables y reparables (al elevarse sobre la base para evitar inundaciones en una zona proclive a las tormentas tropicales) y confortables pese a su humildad.

La distribución, resistencia y adaptabilidad al clima local de las pequeñas shotgun ha inspirado a jóvenes arquitectos contemporáneos que, como el libanés Ammar Eloueini, se atreven con un estilo contemporáneo que recupera la distribución alargada y abierta de estas viviendas sureñas.

House J en Nueva Orleans
Interior de House J (Ammar Eloueini)

Eloueini nos invitó a visitar House J, su vivienda en Nueva Orleans, lo más parecido que hemos visto a la casa de un superhéroe: de formas orgánicas en espiral que emulan la representación de una fórmula matemática o la contorsión de determinadas plantas que arquitectos como Antoni Gaudí trataron de emular en elementos como columnas, la casa de Eloueini eleva su planta del suelo dejando concavidades que sirven de aparcamiento y porche interior.

Su fachada acristalada se asoma a una calle convencional de Nueva Orleans, dominada por construcciones residenciales de madera, con elementos sureños tales como porches y la mencionada planta rectangular de las viviendas shotgun. Eloueini nos explicó que el diseño partió de la idea de diseñar una casa capaz de resistir a eventos de clima extremo como los huracanes que azotan la zona.

French Quarter, The Big Easy
French Quarter, The Big Easy

Antes y después de Katrina

El interior es espacioso y parte de una utopía intemporal: dominan el blanco y los espacios abiertos, y las ondulaciones de la fachada se aprecian en elementos como las escaleras y el techo, en el que destaca una claraboya que cruza el tejado en diagonal, como si se tratara de la columna vertebral de una ballena, vista desde su interior.

Las viviendas shotgun sintetizan la adaptación sureña a un clima húmedo que inspiró los ambientes narcotizantes de la narrativa de William Faulkner, y la arquitectura de la zona prueba nuevas ideas para retos y usos que han evolucionado: los porches sureños ya no dominan en la vida cultural del Deep South y las cocinas han aumentado su espacio a medida que el aire acondicionado invitaba a los residentes a retirarse al interior de sus viviendas.

Fachada posterior
Fachada posterior

Nueva Orleans ya no vive al fresco, tratando de abanicarse con cualquier corriente que aparte el bochorno empantanado del Golfo de México. La ciudad recupera poco a poco el orgullo malherido a causa de la destrucción y gestión política de Katrina.

Rodando

Tennessee, Misisipí, Alabama y Luisiana. Abandonamos el sur a toda velocidad rumbo a Texas. Allí nos esperan Houston, Austin y una nueva visita al rincón apartado y desértico junto al río Grande: West Texas.

House G
House G, en Nueva Orleans

En el equipo del automóvil suenan intervalos de Sufjan Stevens, el Bob Dylan de Bootleg Series y canciones sueltas del jazz que había inspirado a Neal Cassady a conducir a toda velocidad de costa a costa, con Jack Kerouac o Ken Kesey de copilotos, en función de la época.

Mientras cruzamos el Misisipí, trato de recordar algún pasaje de En la carretera o de Ponche de ácido lisérgico, pero tanto la música como el momento son distintos.

Faulkner: “Inteligencia es el poder de aceptar el entorno.”

Jugando en el Misisipí.
El Misisipí desde Baton Rouge