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Ensoñaciones célebres: 10 sueños de creación e inventiva

Divagando, las ideas llegan con mayor facilidad y se asocian sin cortapisas. Del sueño han surgido canciones, teorías matemáticas y científicas, productos, premoniciones, novelas legendarias.

Da igual estar despierto o dormido. Cuando nuestra mente divaga relajada, sin la presión de quehaceres acuciantes, las ideas más frescas -brillantes, inverosímiles, intuitivas, memorables, las que superan patrones y mejoran técnicas o situaciones-, aparecen con mayor facilidad.

No es una conjetura; los psicólogos Benjamin Baird y Jonathan Schooler, de la Universidad de California en Santa Bárbara creen haber demostrado que razonamos de un modo más fructífero y creativo cuando la mente divaga, en contraposición a otros momentos como el estudio o el trabajo.

Razonamiento consciente vs. divagación

El hallazgo demostraría que razonando bajo presión y de una manera consciente se obtienen resultados más pobres que dejando que la mente se relaje, para que las ideas acudan en apariencia desordenadas, para asociarse con mayor libertad y fluidez.

Benjamin Baird y Jonathan Schooler comprobaron su hipótesis, publicada en Nature, usando dos grupos de estudiantes, que debían enumerar en 2 minutos usos poco corrientes de objetos cotidianos.

Cuando la prueba de 2 minutos finalizaba, los 145 estudiantes fueron divididos en distintos durante los siguientes 12 minutos: un grupo descansó, el siguiente realizó un ejercicio memorístico compleja, un tercer grupo hizo un ejercicio relajado poco exigente que produjera divagación y un cuarto grupo no tuvo descanso.

Divagando previamente se rinde mejor

Los estudiantes que habían descansado divagando con tareas poco exigentes obtuvieron resultados un 41% mejores en el siguiente ejercicio de enumeración que en la primera ocasión. Por el contrario, los 3 grupos restantes no lograron ninguna mejoría.

Otro estudio, conducido por Daniel Levinson y Richard Davidson, de la Universidad de Wisconsin y publicado en Psychological Science, argumenta por qué las mentes divagan en las hasta ahora aparentemente superfluas ensoñaciones: los individuos con una memoria de trabajo más robusta tienden a soñar despiertos (divagan más).

La psicología cognitiva define la memoria de trabajo como los procesos usados para almacenar información de manera temporal, equivalentes, en un símil con la computación, a la memoria RAM.

Alimentar la memoria de trabajo

A diferencia de la memoria a corto plazo, la memoria de trabajo es activa, y la información acumulada en ella es relacionada o transformada de un modo más o menos creativo, en función de nuestra capacidad para divagar. A mayor facilidad de ensoñación, más efectivos los procesos cognitivos de la memoria de trabajo.

Grandes pensadores polímatas se han servido de la divagación, sin tener la certeza científica de que, en efecto, nuestro cerebro rinde mejor después de haberse relajado, inmerso en un raudal de ideas.

Divagaciones vertiginosas: cuando parece que caemos de la cama

Todos experimentamos la sensación de divagar de una manera a veces vertiginosa justo antes de caer profundamente dormidos, o somos conscientes de haber estado asociando ideas y realidades dispares, a toda velocidad y sin dificultad, cuando nos despertamos de golpe.

Grandes pensadores y artistas, así como algunas de las canciones más exitosas, han nacido durante el sueño REM (siglas de “rapid eye movement”, o movimientos oculares rápidos, MOR), fase del descanso en la que aparecen las ensoñaciones y las neuronas muestran gran actividad.

Abunda la literatura científica que relaciona la fase REM del sueño con el pensamiento creativo y la capacidad de introspección.

Potenciando e imitando la fase REM (y sus beneficios)

El estudio de Benjamin Baird y Jonathan Schooler publicado en Nature, así como el de Daniel Levinson y Richard Davidson publicado en Psychological Science, confirman que podemos imitar los efectos de la fase REM cuando estamos despiertos. Basta con dejar que la mente divague para, así, desentumecer el pensamiento creativo.

Desde una perspectiva evolutiva, dejar que la mente divague parece totalmente contraproducente, explica Nature, y ha sido descrito como disfuncional porque esta actividad, en apariencia anodina y desordenada, reduce el rendimiento en actividades físicas.

El estudio de Baird y Schooler demuestra que hay maneras de estar en la luna de Valencia, o en Babia, que permiten a la mente entrenar o prepararse en libertad y sin cortapisas ni agotamiento, para solucionar problemas complejos posteriores.

Según el psicólogo de la Universidad de Filadelfia John Kounios, “hay una posibilidad real de que divagar sea tan común porque la evolución haya seleccionado el proceso con el tiempo”. El siguiente paso es conocer si es algo predeterminado genéticamente.

REM y No REM

La importancia de divagar de manera productiva es tal, sugiere esta línea de investigación, que el ser humano y otros mamíferos y aves han dividido su sueño en dos fases: la REM o MOR y la no REM o NREM (No MOR o NMOR, si se opta por las siglas en castellano).

La REM, que destaca por el movimiento rápido y anárquico de los ojos, así como una actividad neuronal frenética, fascina a la ciencia desde su identificación y descripción, a cargo de Nathaniel Kleitman, Eugene Aserinsky y John Birtwell en la década de 1950.

Todas las culturas humanas han tratado de desentrañar los secretos del sueño, y tanto las ensoñaciones como la observación de individuos durmiendo tienen un carácter mágico y místico en muchas sociedades de cazadores y recolectores y pre-neolíticas.

Dulces muertes y renaceres cotidianos

El sueño también ha sido relacionado con sacrificios, premoniciones e interpretaciones de la realidad a cargo de hechiceros y sacerdotes, y la capacidad de ensoñación de la fase REM ha dejado también su impronta en la filosofía y las principales religiones, desde el panteísmo y el politeísmo a los monoteísmos dominantes.

Religión, filosofía y arte han interpretado el sueño profundo y la insondabilidad de su carácter fantástico y aleatorio como una premonición, una fase iniciática de la jornada, una muerte parcial o una metáfora de la existencia y el carácter mortal del ser humano.

Arthur Schopenhauer: “Cada día es una pequeña vida: cada despertar y amanecer un pequeño nacimiento, cada mañana fresca una pequeña juventud, cada momento de descanso y sueño una pequeña muerte”. Mohandas Gandhi: “Cada noche, cuando voy a dormir, muero. Y a la mañana siguiente, cuando me despierto, renazco”.

O Leonardo da Vinci: “De la misma manera que un día productivo trae un sueño dulce, una vida bien empleada produce una muerte feliz”.

Interpretando los sueños

Sin necesidad de citar a Calderón, la centralidad del sueño en nuestra interpretación de la realidad hace justicia a la importancia de sus funciones en la salud y el rendimiento: descanso restaurador; desarrollo cognitivo (ontogénesis, crucial al principio de la vida); procesamiento memorístico; y supervivencia (los animales se recluyen mientras duermen, protegiéndose de predadores potenciales).

Las teorías del subconsciente de la psicología moderna también conceden una importancia decisiva al sueño, y la simbología de la ensoñación constituye uno de los pilares del pensamiento de Freud y sus discípulos, menos convencidos de la racionalidad humana que expone la psicología positiva de Abraham Maslow.

El hábito de dormir evoluciona con la complejidad de las sociedades. Ir a la cama tarde, a menudo cuando hace tiempo que ha oscurecido, y dormir toda la noche de una vez, es un hábito que sólo se generalizó en las sociedades urbanas e industrializadas con la luz artificial.

Las fronteras entre ensoñación y consciencia

En algunas sociedades, como pequeños grupos de cazadores y recolectores nómadas, o sociedades tribales con poco contacto con el exterior, la ausencia de fuentes de luz artificial ha forjado patrones de sueño muy distintos a los que en damos por sentado en las sociedades modernas.

Las sociedades preindustriales, ajenas al uso de luz artificial, dividen el sueño en distintos períodos dispersos a lo largo de la jornada. Se ha observado cómo muchos grupos van a dormir cuando se pone el sol, se desvelan en varias ocasiones durante la noche, en ocasiones durante horas, y ocurre algo parecido durante el día.

En estas sociedades, la frontera entre la ensoñación y el desvelo es mucho más difusa que en las sociedades donde domina el comportamiento forjado por el acceso ubicuo a luz artificial.

Sueño segmentado y sueño continuo

Sea como fuere, los estudios antropológicos constatan que, pese al carácter cultural del sueño, todas las sociedades humanas experimentan durante su descanso las dos fases principales observadas en el sueño: la fase de sueño profundo no REM, y la fase REM.

El pauta tradicional de sueño segmentado, identificado por historiadores y antropólogos como el patrón natural del sueño humano, empezó a desaparecer entre las clases urbanas europeas del siglo XV.

Ahora, más de 5 siglos después, la pauta de sueño vuelve a transformarse, en esta ocasión debido a dolencias y fenómenos de uso tecnológico extendidos entre cada vez más personas.

Fuentes contemporáneas de insomnio

Mientras la prensa habla de las consecuencias para el PIB de Estados Unidos del lanzamiento del iPhone 5, el uso extensivo de dispositivos con luz artificial como televisores, portátiles, tabletas electrónicas o teléfonos inteligentes justo antes de dormir, a menudo en la cama, puede romper nuestro patrón de descanso y, en casos extremos, causar insomnio.

Anahad O’Connor expone en Well, bitácora sobre salud de The New York Times, los resultados de un estudio del Rensselaer Polytechnic Institute. Al parecer, estos dispositivos bloqueam las sustancias químicas cerebrales que promueven el sueño cuando se usan en momentos previos al descanso, debido a la luz de su pantalla.

Al parecer, 2 horas de exposición al brillo de una tableta durante la noche reducía un 22% la producción de melatonina, cuyos niveles están asociados con la obesidad (dormir bien reduce el riesgo de padecerla), la diabetes y otras dolencias.

El buen descanso

El aprendizaje y la memoria son los dos principales procesos cognitivos que se benefician con un buen descanso.

La ensoñación, tanto consciente (divagar, dejar que la mente se vaya por las ramas de vez en cuando) como inconsciente (fase REM), logran un mayor rendimiento del cerebro.

Durmiendo bien y divagando se obtienen las mejores soluciones. Estos hallazgos coinciden, paradójicamente, con un aumento de las dolencias del sueño.

Una cultura conjurada para dormir mal

Entre los fenómenos que alientan los trastornos del sueño, destacan el uso de estimulantes como el café, los horarios intempestivos y la deficiente conciliación laboral y familiar, el estrés, o la mencionada presencia de estímulos cognitivos, como dispositivos con pantalla luminosa.

Asimismo, se ha comprobado que la falta de sueño y descanso de calidad no sólo reduce nuestro rendimiento, sino que aumenta las posibilidades de padecer un infarto entre los adultos. 

Recuperar el sueño regenerador

Abundan los consejos para recuperar la rutina del sueño, así como reducir el estrés y sacar partido de la ensoñación, tanto consciente (divagar) como inconsciente (REM):

  • Dormir la siesta de vez en cuando.
  • Reducir el consumo de cafeína.
  • Establecer una rutina.
  • Ejercitarse.
  • Levantarse temprano y con regularidad.
  • Convertir la habitación en un espacio de descanso y lectura, evitando dispositivos con pantalla luminosa.
  • Reducir el número de tareas y objetivos simultáneos para evitar el síntoma de sobrecarga.
  • Ser paciente con los cambios de rutina.

El buen descanso aumenta nuestra atención, mejora el aprendizaje y la memoria, previene contra la sobrecarga informativa, refuerza la creatividad y mejora la salud.

10 sueños que cambiaron o influyeron sobre sus disciplinas

Qué mejor prueba de los beneficios de divagar y dormir bien que enumerar el resultado de 10 sueños con una impronta creativa reconocida, en campos tan dispares como la música, la ciencia, la literatura, el deporte y la creatividad en general.

1. Paul McCartney “encontró” la canción “Yesterday” en uno de sus sueños: el entonces Beatle se levantó una mañana de 1965 con la necesidad acuciante de plasmar la melodía y así evitar su olvido. La reprodujo en un piano que había junto a la cama.

2. Mary Shelley se inspiró en un sueño para escribir Frankenstein: en el verano de 1816, una joven de 18 años todavía llamada Mary Wollstonecraft Godwin y su amante, Percy Shelley, visitaron a Lord Byron en su villa de Suiza. Las inclemencias del tiempo instigaron a Byron a pedir historias fantasmagóricas a sus invitados. La de Mary, que ese mismo año se casaría con Shelley y tomaría su apellido, se inspiraba en un sueño y fue el germen de Frankenstein.

3. El fisiólogo de origen alemán Otto Loewi dilucidó en un sueño el funcionamiento de la transmisión química de los impulsos nerviosos, trabajo que le valió el Nobel de Medicina de 1936.

4. La preocupada psique de Abraham Lincoln sueña con su muerte. Lincoln explicó el sueño a su mujer días antes de ser asesinado. En el sueño, Lincoln avanza en la Casa Blanca con una premonición. Cuando pregunta a sus subordinados quién ha muerto, recibe una contestación: “¡El presidente! ¡Ha sido asesinado!”. Lincoln: “Anoche tuve un sueño; y cada día desde que empezó la guerra he tenido el mismo sueño justo antes de cada gran evento de importancia nacional. Augura un acontecimiento importante que sucederá muy pronto”.

5. El experto en química orgánica Friedrich August Kekulé von Stradonitz sueña con la estructura de las moléculas y el benceno. Kekulé explicaría a los miembros de la Deutsche Chemische Gesellschaft (Sociedad Química Alemana) que había descubierto la naturaleza del carbono, así como dilucidado la Teoría de la Estructura Química… en un sueño.

6. Madam C.J. Walker (1867-1919), la primera emprendedora afroamericana millonaria y el primer miembro de su familia que había nacido libre, fundó una exitosa industria cosmética a partir de productos que concibió mientras dormía.

7. El estadounidense Elias Howe inventó la máquina de coser en 1845, pero un sueño la hizo viable. Su idea consistía en una máquina con una aguja que se deslizaría por una pieza de ropa, pero no lograba concebir la manera exacta en hacer la idea viable. Una noche, Howe soñó que era tomado prisionero por unos nativos, que bailaban a su alrededor blandiendo lanzas; observó que las lanzas incluían un agujero junto a su punta y, al despertarse, se dio cuenta de que este detalle le proporcionaba la solución a su problema: al estar junto a la punta de la aguja, el orificio permitiría capturar el hilo después de que pasara por el tejido, detalle que garantizaba la viabilidad de su invento.

8. El novelista Robert Louis Stevenson (1850-1894) alumbró El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde en un sueño. Sobre la obra, Stevenson aseguró que había sido “concebida, escrita, reescrita, re-reescrita e impresa en 10 semanas” de 1886. Había sido alumbrada en un sueño. Stevenson había estado esforzándose en busca de algún argumento y, en la segunda noche tras dos días de trabajo infructuoso, soñó con el famoso trastorno de su personaje, hoy arquetipo universal de las aristas del ser humano.

9. El genio matemático auodidacta indio Srinivasa Ramanujan (1887-1920), reconocido por el matemático coetáneo inglés y colega G.H. Hardy como un genio, con contribuciones a la teoría analítica de los números y funciones elípticas, logró la inspiración durante toda su vida en sus sueños. Una diosa hindú, Namakkal aparecía en sus ensoñaciones presentando fórmulas matemáticas que Ramanujan verificaba al despertarse.

10. El naturalista, zoólogo y geólogo Louis Agassiz (1807-1883) nació en Suiza y, un año antes de cumplir los 40, emigró a Estados Unidos, donde se convirtió en uno de los fundadores de la ciencia moderna. Mientras trabajaba con fósiles de peces, dio con un espécimen fosilizado todavía oculto en el interior de una piedra laja. Durante 3 noches seguidas, soñó que veía el espécimen con claridad, sin la piedra y en perfectas condiciones. Las dos primeras noches, no se había preparado y no anotó la imagen pero, a la tercera noche, anotó la imagen en el papel, todavía en la penumbra y medio dormido. 

Las características del dibujo divergían de su propia investigación sobre el fósil durante las horas de conciencia. Al extraer el fósil, descubrió que era exacto al dibujo del sueño. 

Había percibido estímulos subconscientes, dada la morfología de la piedra y su propia experiencia, para dilucidar el fósil sin siquiera verlo.