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Hacer que los usuarios entiendan su factura eléctrica

A la espera de que se generalicen los “contadores inteligentes” (aparatos para ahorrar electricidad), el consumo fantasma, gasto eléctrico generado por cargadores y dispositivos en supuesta pausa (stand by), produce ya el 1% de las emisiones mundiales de CO2. Una cantidad de energía colosal que se pierde sin que prestemos la más mínima atención. 

Al fin y al cabo, los precios de la electricidad, por mucho que nos quejemos de sus aumentos anuales, siguen estando subvencionados en España y en la mayoría de países desarrollados. Resultado: sólo en la UE, existen 3.700 millones de aparatos electrónicos en permanente stand by.

“If you cannot measure it, you cannot improve it” (Lord Kelvin, citado por Google.org en el vídeo que explica su iniciativa para medir la energía consumida en los hogares: Google PowerMeter).

Mercado opaco

No sólo no pagamos lo que realmente cuesta la energía, sino que el mercado energético mundial no fue creado para proporcionar un servicio transparente:

  • No sabemos cómo ha sido creada nuestra energía (si proviene de una planta de generación que funciona con carbón, gas natural, energía hidráulica, eólica, etc.). Las centrales térmicas utilizan combustibles fósiles para producir electricidad. En España, las centrales térmicas son responsables de la emisión de más de 100 millones de toneladas de CO2 al año.
  • Desconocemos con exactitud cuánta energía gastamos a diario. Podemos realizar un cálculo aproximado a partir de la lectura del contador que la compañía eléctrica ha instalado en nuestro hogar y su división en fracciones diarias, pero poco más.
  • Peor aún, todavía no se ha generalizado el uso de utensilios capaces de explicarnos que, en la sala de estar, algún aparato está causando un gasto fantasma, por ejemplo.

Las compañías energéticas, las que proporcionan electricidad a los hogares entre ellas, gastan generosas cuantías para promocionar en los medios sus políticas de responsabilidad social, respeto por el entorno y otras obras de buen samaritano, tan relacionadas con el cada vez más usado término anglosajón “greenwhash“, o lavado de sostenibilidad.

Un mercado que necesita que nos quejemos para cambiar

Sin embargo, no se han interesado hasta ahora en promocionar entre sus usuarios el uso de aparatos para medir el gasto energético de cada electrodoméstico u aparato conectado a la corriente.

No les faltaría razón para ofrecer gratuitamente o vender -¿a un precio subvencionado?- una nueva generación de contadores inteligentes, sencillos de utilizar y con precios que podrían prorratearse sin traumas en una factura que siempre nos acompañará -a menos que tomemos medidas radicales como desconectarnos de la red de suministro-: la eléctrica.

Parece tener más sentido subvencionar la venta de aparatos inteligentes que expliquen a los usuarios qué energía se gasta en cada momento, que hacerlo con la propia energía.

¿Contadores inteligentes?

Los contadores inteligentes pretenden acabar con la opacidad de los mecanismos diseñados para ser controlados por las compañías energéticas. Explotan una oportunidad de mercado universal, ya que despierta el interés por saber qué actividades y aparatos generan el mayor gasto en el hogar, y qué consumos pueden recortarse drásticamente.

Los contadores inteligentes son un nuevo electrodoméstico para el hogar, aunque actúa como centinela del gasto del resto de utensilios. Existen varios modelos disponibles en Europa y Estados Unidos:

El gobierno británico estudiaba hace unos meses instalar en caga hogar del Reino Unido una aplicación similar al Wattson (por su cuidado diseño industrial, este dispositivo ha sido bautizado como el iPod de los contadores inteligentes).

Innovación 2.0 contra la depredación de recursos

Esta primera generación de dispositivos de medición energética se centraba en el diseño de aparatos para medir el consumo de otros aparatos: hay que comprar otro electrodoméstico, en ocasiones con su propia curva de aprendizaje, para medir electrodomésticos. Paradójica situación.

Siguiendo la estela del gobierno británico, la administración estadounidense se propone reformar profundamente la infraestructura energética de Estados Unidos, desde la red de generación eléctrica hasta el suministro a los hogares y el consumo efectuado por empresas y usuarios domésticos.

Eric Schmidt, consejero delegado de la compañía, es asesor del nuevo presidente a “título personal”, y la sintonía entre la firma y el nuevo Gobierno es evidente en energías renovables, política educativa y extensión en el uso de la Internet de banda ancha. Google PowerMeter parece encajar en esa colaboración.

PowerMeter es, según el blog oficial de la compañía, una herramienta de software que mostrará a los usuarios su información energética prácticamente en tiempo real.

Mediante PowerMeter (que está siendo probado por trabajadores de Google), el usuario podría potencialmente:

  • Analizar su consumo (mejor información sobre cómo usa su energía y qué hacer para ser más eficiente).
  • Ahorrar (reducir la factura eléctrica y la huella ecológica a través de decisiones más acertadas sobre el consumo doméstico).
  • Compartir (iniciar una sana competición para averiguar a qué nivel está nuestro consumo, en comparación con amigos y vecinos).

Acceso a información transparente = ¿mejores decisiones?

Google cree que el ordenador -incluyendo netbooks y teléfonos inteligentes– se ha convertido en el centro de mando de muchas de nuestras actuaciones cotidianas (trabajo, comunicaciones, ocio, gestiones de todo tipo). Por qué no crear una aplicación de software, se han preguntado, si el ordenador es nuestra interfaz técnica.

No obstante, existe un vacío entre la aplicación de software y la energía consumida: la medición deberá realizarse con el uso de algún aparato.

Debido a ello, Google.org se ofrece a colaborar con compañías eléctricas, fabricantes de dispositivos e incluso agencias públicas.

¿Qué hace una firma de Internet midiendo electricidad?

Google.org parece preocupada por la nula innovación en varios campos tecnológicos que afectan directamente a nuestras vidas, tales como los automóviles o la energía que consumimos; cien años después, ambos sectores continúan dominados por tecnologías que dependen de combustibles fósiles, pese a las eternas promesas de la industria (como la canción de Serrat, hace 20 años que faltan 20 años para que lleguen los coches de hidrógeno).

Por ello, las inversiones de la división filantrópica de la marca se centran en empresas que proporcionan tecnologías con potencial disruptivo en energías renovables y coches híbridos o íntegramente eléctricos (ver listado de inversiones de Google.org en start-ups “verdes”).

Filosofía 2.0 en el atrasado mundo de la energía

¿Qué ocurre si añadimos la filosofía orientada a la mejora constante de aplicaciones, el uso de Internet como plataforma y la participación de los usuarios de la web 2.0 en el campo del consumo energético?

Google.org ha esperado a que la Administración de Barack Obama llegara a la Casa Blanca para presentar Google PowerMeter.

Obama promoverá la instalación de más de 40 millones de contadores inteligentes en los hogares de Estados Unidos durante los próximos tres años, pero Google afirma que estos aparatos (Wattson y sus competidores) tienen una utilidad mejorable: son difíciles de comprender y no ofrecen información realmente transparente, que pertenezca al usuario y que sea transmitida en un formato estándar y sin propietario.

Google pretende poner PowerMeter a disposición de los usuarios a través de la página personalizable por el usuario iGoogle y, mediante la plataforma de aplicaciones para redes sociales OpenSocial, permitir a cualquier persona consultar (o compartir) y mejorar su consumo energético.

Y quien habla de “ordenador” se refiere a estas alturas a telefonía móvil: Google PowerMeter podría aparecer pronto como aplicación accesible desde los teléfonos con Android (sistema operativo impulsado por Google) a través de App Market, así como desde el iPhone, a través de un programa que pudiera adquirirse en la App Store.

En todas partes

Google parece estar en todas partes, tras haber anunciado mejoras simultáneas en varios de sus productos, centrados en los servicios de búsqueda, las aplicaciones web y la publicidad contextual en sus servicios y en servicios facilitados por terceros.

PowerMeter no es un proyecto llamado a ocupar el centro estratégico de Google, pero desde Google.org ya se avisa de que se trata sólo de un inicio: “necesitaremos montones de grupos diferentes trabajando conjuntamente para crear lo que el mundo necesita realmente: un camino hacia una energía más inteligente”.

De momento, las palabras de Google no son distintas a las empleadas por las grandes compañías energéticas para explicar cuán sostenibles son sus nuevas iniciativas.

No obstante, la firma ha demostrado que Google.org no sólo se dedicará a exponer ideas, sino que invierte en proyectos de tecnologías limpias, a la vez que desarrolla planes propios.

De momento, no existe un proyecto europeo similar a PowerMeter. Esto es: con vocación universal, desarrollado a partir de un estándar abierto y capaz de explotar las ventajas del intercambio de información entre usuarios, pilar fundamental de la llamada web 2.0