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Impulso europeo a las energías renovables

Para reducir las emisiones de gases contaminantes un 20% y aumentar el uso de las energías renovables hasta el mismo porcentaje en 2020, la UE deberá promover el desarrollo de las distintas fuentes de energí­a limpia, que actualmente representan el 7% del consumo energético total.

La Unión Europea ha decidido impulsar el uso de las energías renovables para que representen, al menos, el 20% del consumo energético entre sus 27 miembros en 2020. El objetivo, según el documento Una política energética para Europa, presentado solemnemente en Bruselas el pasado 10 de enero, pretende:

  • Luchar contra el cambio climático.
  • A la vez reducir la dependencia energética europea.

Según la nota de prensa difundida, “la liberalización de los mercados de la electricidad y el gas para 2009 redundará en una mayor competitividad del sector energético de la UE.

La Comisión propone una separación más clara entre producción y distribución”. Barroso señaló que un reciente estudio sobre la competencia en el sector descartaba la posibilidad de seguir como hasta ahora.

En opinión del presidente de la CE, se trata de “desarrollar una nueva revolución industrial”. Para que se haga realidad, en 2020, una quinta parte de la energía consumida en Europa deberá ser renovable, a la vez que se reduce también entre un 20% y un 30% la emisión de gases con efecto invernadero en la misma fecha.

Europa quiere detener el calentamiento del planeta a través de una reducción drástica de sus emisiones de dióxido de carbono.

La Comisión Europea propuso el 11 de enero reducir las emisiones de gases contaminantes por lo menos un 20% respecto a los niveles de 1990 (a modo comparativo, el Tratado de Kioto se propone reducir las emisiones de gases contaminantes en una media del 5,2% con respecto a las emisiones de 1990 para el periodo comprendido entre 2008 y 2012).

Para Greenpeace o WWF, los objetivos europeos no son lo suficientemente ambiciosos, ya que podría llegarse, según ambas organizaciones, a generar el 30% de la energía consumida con fuentes de producción no contaminantes, además de reducir el índice de contaminación de los combustibles fósiles de un modo más drástico.

Entre los pilares de la nueva política energética europea, definidos en el documento “Una política energética para Europa”, destacan:

  • La promoción de las energías renovables.
  • La creación de un mercado de energía auténticamente competitivo en Europa, dominada en la actualidad por grandes compañías nacionales que operan en sus mercados en regímenes próximos al monopolio. La situación es especialmente problemática en Alemania y Francia, por su peso dentro de la Unión Europea.
  • Un apoyo activo a las nuevas tecnologías que permitan disminuir el nivel de emisiones en el consumo y creación de energía, a través de procedimientos que hagan menos contaminante el uso de los combustibles fósiles que, por necesidad energética, se seguirán consumiendo.
  • Queda en el limbo de la indecisión la postura de la CE ante la energía nuclear: pese a reducir la dependencia energética europea y a contar con un coste de producción no sujeta a fluctuaciones, su peligrosidad y el tratamiento de los residuos radiactivos debería mantener alerta a Europa.

La UE sí que exigirá, no obstante, que los países dispuestos a sustituir la energía nuclear por otras fuentes de suministro lo hagan en favor de energías renovables, para evitar que se sustituya esta energía por los contaminantes combustibles fósiles.

Promoción inequívoca de las energías renovables

El consenso más amplio logrado por el documento estratégico “Una política energética para Europa” es, sin duda, el impulso decidido en el uso de las energías renovables.

Para lograr que en 2020 un 20% de la energía total consumida en Europa provenga de fuentes renovables (situadas, además, en territorio europeo, con lo que se reduciría la dependencia energética exterior), la UE impulsa el uso del conjunto de estas energías:

  • Energía eólica: está ampliamente desarrollada en varios países de la UE, con Dinamarca en cabeza (las turbinas instaladas en el país producen un 20% de la energía que se consume), seguida de España (que produce un 8% de la energía que consume a través de este método limpio y renovable) o Alemania, con un 6% del total consumido.
  • Biofuel (biocombustible o combustibles biológicos): en la UE se pretende obtener exclusivamente de los desechos de materia orgánica. Suecia ya cubre el 4% de sus necesidades de petróleo con el bioetanol. La UE quiere que el 14% del carburante empleado en la UE para el transporte provenga del bioetanol en 2020.
  • Biomasa: se trata del combustible energético que se obtiene directa o indirectamente de recursos biológicos. Suele proceder de la madera, los residuos agrícolas y el estiércol. Los expertos destacan sobre todo que la biomasa puede obtenerse a partir de subproductos o residuos.
  • Energía solar: su implantación continúa siendo costosa, mientras su eficiencia (el porcentaje de calor que puede ser transformado en energía que los distintos tipos de colectores solares obtienen) todavía está siendo mejorada.

Todas estas fuentes energéticas son renovables, apenas producen contaminación durante el proceso de obtención energética y, muy importante para la Comisión Europea, reducen a cero la dependencia energética de las importaciones, al poder ser explotadas en el territorio de la UE.

La dependencia más dolorosa

Por el contrario, los combustibles fósiles (gas natural, petróleo y carbón) presentan únicamente inconvenientes y quebraderos de cabeza:

  • Producen grandes cantidades de gases con efecto invernadero y su empleo es uno de los principales responsables del cambio climático.
  • No son eficientes y dependen de costosos y contaminantes procesos de refino.
  • Se están agotando, a excepción del carbón, que presenta el inconveniente de ser el combustible más contaminante.
  • La UE depende de las importaciones en el empleo de gas natural, petróleo e incluso carbón. Los intereses estratégicos en terceros países de las grandes compañías energéticas provocan luchas por su control que fueron iniciadas a principios del siglo XX y todavía perduran. Probablemente, se agotarán antes las reservas de gas natural (se calcula que durarán 64 años) y petróleo (42 años) que las guerras derivadas de su control y explotación.

La energía nuclear

Pero Europa no depende únicamente de las energías renovables, que aumentarán su presencia, y de los combustibles fósiles, cuya explotación será más eficiente y menos contaminante en el futuro, según los planes de la UE.

La energía nuclear es apoyada con fruición por países como Francia, que produce el 80% de la energía que consume a través de este método y es un exportador energético neto.

Otros países europeos, arguyendo los riesgos derivados de su explotación y el tratamiento de sus residuos, que serán legados como herencia impuesta de la civilización actual a futuras generaciones, no están a favor de impulsar su uso para disminuir el empleo de combustibles fósiles.

Los técnicos de la Comisión Europea, encargados de elaborar el documento estratégico, creen que la energía nuclear tiene algunas ventajas que deben ser estudiadas:

  • Es una de las fuentes de energía más baratas dentro de las que tienen un bajo nivel de emisiones de CO2.
  • Sus costes relativos son muy estables, al ser menos sensible a los cambios de precio que la energía producida con carbón o gas, materias primas cuyo precio fluctúa en función de la situación internacional.

La Comisión Europea no analiza convenientemente las contraprestaciones de esta energía. La vida útil de las plantas existentes es muy limitada y los riesgos derivados de su uso no deberían ser pasados por alto.