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No hay generaciones perdidas si podemos autorrealizarnos

La excusa de la generación perdida se extiende entre los jóvenes europeos y estadounidenses. El único antídoto contra el derrotismo, dice una experta británica en empleo, es aceptar que el mundo ha cambiado y no habrá tantos empleos públicos ni trabajos de por vida en multinacionales.

Pero, a diferencia de en el pasado, existen herramientas que nos pueden asistir para crear un proyecto vital a largo plazo, en el que haya empleo, o podamos al menos crearlo nosotros.

Abandonar la zona de confort

Ocurre que varios expertos coinciden en que el primer paso para lograr una ocupación que nos satisfaga y consideremos parte de nuestra autorrealización individual, consiste en tener un proyecto vital. El trabajo no aporta el proyecto, sino a la inversa.

Por ejemplo, el investigador de la Sloan School of Management del MIT, Andrew McAfee, expone que uno de los principales escollos para lograr un trabajo de la llamada Generación Y, que soporta una tasa de paro cercana al 20% en Estados Unidos, más del doble de la media federal, son las elevadas aspiraciones de quienes se incorporan al mercado de trabajo.

McAfee recomienda a quienes se incorporan al mercado laboral, además de no desfallecer, a aceptar ofertas más allá de sus intereses y prioridades, menos atractivas que las aspiraciones.

El poder de la gratificación aplazada

Diversos estudios apuntan a que aprender a esperar para obtener el fruto del esfuerzo ofrece mejores resultados a largo plazo que obtener premios instantáneos. La gratificación aplazada es uno de los pilares de lo que Daniel Goleman llamó inteligencia emocional.

El famoso estudio de la nube azucarada (Marshmallow Test) demostró que se puede predecir el éxito de un niño en función de su capacidad de espera para obtener algo que desea: los niños más impulsivos, incapaces de esperar, denotan un rasgo personal que primará la gratificación instantánea, en lugar de una mayor recompensa más adelante.

Paralelamente, en periodista del New York Times John Tierney y el psicólogo Roy F. Baumeister exponen en el libro Willpower: Rediscovering the Greatest Human Strength que la fuerza de voluntad actúa como un músculo y, como tal, puede ser ejercitada y mejorada; también puede atrofiarse por la falta de uso.

Trabajo, necesidades básicas y autorrealización

Abraham Maslow, padre de la psicología humanista, argumentó a través de su pirámide de las necesidades que uno de los anhelos de cualquier generación es autorrealizarse, alcanzar su máximo potencial, realizar su proyecto de vida y alcanzar el bienestar y la felicidad, ese estado considerado como “derecho” en constituciones liberales como la de Estados Unidos o la constitución española de 1812.

Artículo 13 de la constitución de 1812: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”.

Similar al texto de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, donde se lee: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas, que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador con ciertos Derechos inalienables, que entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Mantener la fuerza de voluntad en situaciones complicadas

Para lograr la felicidad (autorrealización), la tradición occidental, desde los filósofos clásicos hasta el psicólogo humanista Abraham Maslow, creen que el ser humano debe primero copar unas necesidades básicas.

La falta prolongada de expectativas laborales puede afectar el proyecto vital de quienes ven cada vez más lejos de su realidad frases tan contundentes como las mencionadas, consideradas derechos inalienables hace ya 200 años.

Abundan las referencias a la expresión “generación perdida” para referirse a la juventud europea y estadounidense. Pero no hay generaciones perdidas cuando, siguiendo con las tesis de la psicología humanista, las personas pueden autorrealizarse.

Crear nuestro propio puesto de trabajo

¿Cómo trabajar, sin ofertas de empleo? Por ejemplo, creando nuestro propio puesto de trabajo, o facilitando la contratación en las empresas, profesionales independientes y autónomos, históricamente la fuente de creación de empleo sostenido más regular en las últimas décadas en las economías desarrolladas.

Las grandes y medianas empresas, a lo sumo, mantienen el empleo, pero tienden más bien a destruirlo debido a cambios tecnológicos, aumento de la productividad, deslocalizaciones, etc.

La pirámide de Maslow establece la jerarquía de las necesidades humanas. El ser humano, explicó Maslow, necesita garantizar primero sus necesidades básicas (fisiológicas, de seguridad, de afiliación), para aumentar su autoestima (confianza, respeto) y, de este modo, aspirar a la autorrealización, necesidad situada en la cúspide de la pirámide.

Para alcanzar la cúspide de la autorrealización, donde florecen la moralidad, creatividad, espontaneidad, aceptación de hechos, resolución de problemas y la llave para resolver de manera creativa y exitosa cualquier reto, deben cumplirse primero las necesidades más básicas.

Escalar hacia la cúspide a contracorriente

Los psicólogos humanistas ampliaron el reduccionismo del psicoanálisis, que relacionaba todo el comportamiento humano con la pulsión y el instinto, incorporando aspiraciones racionales.

No sólo es necesario alimentarse o atender necesidades fisiológicas, la amistad, la seguridad física, etc., como propugnaba el psicoanálisis, sino que la autorrealización es una necesidad intelectual, propia de los personajes de una novela de la escritora y filósofa objetivista Ayn Rand.

Pero, ¿qué ocurre cuando los jóvenes se llevan la peor parte de la crisis de la deuda en Europa derivada del colapso financiero de 2008? ¿Puede una generación aspirar a autorrealizarse de manera mayoritaria si parte de sus necesidades básicas no son copadas durante un tiempo prolongado?

El fin del trabajo de antes (y de su falsa idealización)

La inversora británica de capital riesgo Julie Meyer, consejera delegada de Ariadne Capital, que financia negocios en sectores punteros fundados por jóvenes emprendedores europeos, explica en un artículo en Harvard Business Review que la juventud europea no se enfrenta a una crisis del empleo coyuntural.

La economía, las empresas y, con ellas, el empleo, se han transformado radicalmente, confirmando el cambio estructural avanzado hace más de una década en ensayos como El fin del trabajo de Jeremy Rifkin.

El paro juvenil alcanza máximos en varios países europeos, dice Julie Meyer, con tasas de desempleo muy elevadas sobre todo en los países que deben hacer ajustes presupuestarios más elevados para reducir el déficit, con los países periféricos del euro y el Reino Unido en cabeza.

Para otros autores, como el experto en energía y el cénit de los recursos sobre los que se ha sustentado el crecimiento económico en el siglo XX, el autor y miembro del Post Carbon Institute Richard Heinberg (ver vídeo), la situación actual no se ha iniciado con el colapso financiero, sino que los problemas actuales son sólo una consecuencia más de una transformación más profunda, relacionada con el encarecimiento, mayor competencia entre países y dificultad para obtener energías fósiles, metales raros, etc.

Las buenas noticias: hay trabajo

En Estados Unidos, si bien algunas empresas denuncian su incapacidad para suplir adecuadamente la demanda de algunos empleos cualificados de sectores como ingenieros de software, los jóvenes menos formados afrontan una situación mucho más precaria que hace unos años.

Julie Meyer: “las buenas noticias son que hay trabajo y de hecho podemos hacer muchas cosas para crearlo. Pero no va a ser el trabajo al que estábamos acostumbrados, ni podemos proporcionarlo o encontrarlo a la antigua usanza”.

Según la inversora de capital riesgo y colaboradora de Harvard Business Review, hay que aceptar que:

  • El mundo se encuentra en un cambio estructural. Del mismo modo que nos movimos desde las máquinas a la electrónica después de la II Guerra mundial, la nueva era está dominada por redes e inteligencia colectiva, con el teléfono móvil en el centro de la vida cotidiana de las personas. Según Meyer, “los empleos que puedes conseguir puede que no sean como los que tenías”.
  • Los países desarrollados deben su fragilidad a la elevada deuda externa y la incertidumbre que genera; la necesidad de las administraciones de actuar de manera más austera hace que se necesiten más que nunca no sólo trabajos, sino trabajos creados por el sector privado, sin fuertes ligazones con la maquinaria pública.
  • “Puede que vivas en Barcelona, Leeds o Dublín, pero tu empleador podría encontrarse en el lado opuesto del mundo”. El demandante de empleo debe comprender la nueva situación y demostrar su valía en el nuevo contexto.
  • El gobierno (sea cual sea el nivel de la administración al que nos refiramos), en palabras de Julie Meyer, “no puede ayudarte”. No hay dinero y en cualquier caso los gobiernos no invierten adelantándose a grandes tendencias e incentivando la contratación donde se creen más oportunidades en los próximos años. El sector privado suele abrir el camino. Meyer: “fíjate en los emprendedores para averiguar dónde están el dinero y las inversiones”.

Trabajarse las oportunidades con nuevas herramientas

¿Qué se puede hacer para crear puestos de trabajo, o qué pueden hacer los jóvenes que buscan un empleo con mayor ahínco para lograr una oportunidad?

Según esta inversora británica de capital riesgo, la sociedad conectada ofrece más oportunidades de las que pensamos, a las que es mucho más fácil de acceder que en recesiones del pasado.

Julie Meyer: “En concreto, puedes usar los medios sociales para que te asistan”. Meyer expone de qué manera:

  • Crear una identidad pública atractiva, consistente y coherente de uno mismo. Es posible crear una página personal, mantener una bitácora con artículos que muestren el punto de vista y bagaje personal, así como mantener perfiles en redes sociales profesionales al estilo de LinkedIn.
  • Crear y mantener una red de contactos significativa, más cualitativa que cuantitativa. Por ejemplo, Graham Hill, fundador del blog sobre sostenibilidad con sede en Nueva York TreeHugger.com, cree que la capacidad de “editar” (nuestro espacio, amigos, cosas), para eliminar lo superfluo y resaltar lo esencial, será una de las tendencias más importantes de este siglo. Es el concepto conocido como “decluttering“, que también sería aplicable si constituimos una red de contactos. Queremos que sea sólida, proactiva y de calidad, y no una desaliñada “colección de cromos”, centrada únicamente en conseguir “contactos”, “amigos”, “seguidores”, etc.
  • Aprender y compartir. Según Julie Meyer, “puedes aprender nuevas cosas y convertirte en un experto con mayor facilidad a través de la educación por Internet y la información de libre acceso. Además, es posible escribir sobre los propios intereses y pasiones, hasta convertirse en un experto capaz de competir con medios sobre la materia.
  • Crear nuestro propio trabajo: en *faircompanies, hemos hablado de manera recurrente sobre las oportunidades que presenta la situación actual, si aprendemos a abandonar la tóxica zona de confort del conformismo y tratamos de aprovechar una era especialmente dotada para los artesanos y los “inventores“, en el sentido más amplio de la palabra: desde los oficios más técnicos a los más artísticos y minoritarios. Internet hace más barata y posible que nunca la venta de un producto en cualquier lugar del mundo.

Alegrarse de haber sido despedido

Meyer: “mucha gente que ha sido despedida dirá que [ser despedido] es lo mejor que les ha pasado porque les instó a crear su propio negocio sobre la mesa de la cocina, o a ser consultor en una cosa u otra”.

La inversora de capital riesgo y consultora reconoce que actuar con astucia en nuestra proyección en Internet no garantiza a nadie lograr un empleo, sobre todo un puesto de trabajo estable, de calidad, instantáneo, adaptado a nuestros anhelos o aspiraciones a largo plazo.

Olvidamos a menudo que, antes que la oportunidad de empleo o el negocio propio más importante de nuestra vida, se requiere una actitud proactiva, abierta al cambio, consistente. No hay que subestimar el poder de las pequeñas victorias en la vida y el trabajo.

El plan se antepone a los resultados

Cuando establecemos nuestros propios mecanismos para mejorar, ser regulares y perseverantes; nos tomamos en serio planes realistas y realizados paso a paso, al estilo de las proposiciones de Año Nuevo; ejercitamos el músculo de la fuerza de voluntad y tratamos de definir un proyecto de vida.

Entonces, con una filosofía de vida preestablecida, el trabajo llegará, o tendremos que crearlo, o su ausencia nos ofrecerá otras oportunidades antes de que empiecen a notarse los frutos del trabajo bien hecho, la estrategia cocinada a fuego lento.

Primero, dicen los filósofos clásicos y también la psicología moderna, es necesario el plan. Luego, llegan los resultados.

Aunque debamos reaprender que, en ocasiones, esperar un rato más nos reporta más beneficios que demandar la gratificación instantánea y patalear cuando ésta no llega, como un adicto más.

Podemos creer que la suerte cae del cielo o que existen estrategias para buscarla.