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Oportunidades para iniciar una nueva era de orgullo africano

Más allá de los Objetivos del Milenio, impulsados por tecnócratas foráneos para paliar penurias endémicas, África quiere construir infraestructuras y crear por primera vez una clase media.

África es un gran continente, para quienes lo hayan olvidado: el 6% de la superficie total de la Tierra y el 20,4% de la tierra firme.

La cuna del hombre moderno, el continente concentra al 16% de la población mundial, distribuida en 56 países. Permanece como la región menos desarrollada, la más afectada por enfermedades, pobreza y malnutrición.

Vista desde el espacio, África permanece tan oscura como Siberia, pese a albergar a cerca de 1.000 millones de personas, una sexta parte de la población mundial. Desde el espacio, su silueta apenas aparece recortada por la contaminación lumínica de sus costas, que contrasta con la totalmente iluminada Europa Occidental.

El Continente Oscuro genera sólo alrededor del 4% de la electricidad global, tres cuartas partes de la cual es usada por Sudáfrica, Egipto y los países del Magreb.

Pero el intento de electrificar África, a través de diversos planes de infraestructuras a lo largo de 1970 y 1980, no es el único proyecto fracasado debido al pillaje de los gobiernos (o la falta de ellos) en los distintos países.

Los africanos quieren desarrollar su propio futuro

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio fueron establecidos en 2000 por los 191 países que forman parte de la ONU, para conseguir unos baremos de desarrollo mínimos en todo el mundo hacia 2015.

De los 1.200 millones de personas que subsisten con un dólar al día, o los 854 millones que pasan hambre, o los 11 millones de niños que mueren anualmente a causa de enfermedades tratables, un porcentaje desproporcionado corresponde al África subsahariana.

Como siempre ha ocurrido, las recetas ante la situación actual provienen desde fuera del continente, y personalidades tales como el estadounidense Jeffrey Sachs (director del Earth Institute en la Universidad de Columbia y quien firma El fin de la pobreza. Cómo conseguirlo en nuestro tiempo), son los autores de las soluciones planteadas por la comunidad internacional para mejorar las condiciones de vida de los africanos.

Pese a que pervive la controversia científica acerca de la aparente relación de causalidad entre la buena salud de la población y el nivel de riqueza que pueda alcanzar una sociedad, pocos estudiosos de la materia ponen en duda que la escolarización o el trabajo son más efectivos cuando la salud de niños y padres deja de ser un problema.

Los trabajos para superar la malnutrición o la lucha contra el sida, la malaria, la tuberculosis y las enfermedades curables que cada año matan a millones de niños son cruciales. Pero el África subsahariana también quiere desarrollar su economía.

El mensaje es claro: la filantropía y caridad internacional seguirán siendo bienvenidas, pero los africanos quieren decidir sobre su propio futuro. Para ello, eso sí, necesitarán unas clases dirigentes que eviten los errores del post-colonialismo. No será fácil.

Es la economía, estúpido

It’s the economy, stupid“. La frase lanzada por Bill Clinton contra George Bush padre durante la campaña presidencial de 1992, que le aupó a la Casa Blanca contra pronóstico, podría ponerse ahora en boca de un creciente número de empresarios africanos.

Varios países han incrementado sus intercambios diplomáticos y comerciales con los países emergentes, especialmente China e India, explica The Economist. Es un mensaje lanzado al llamado Occidente: China no llega a las capitales africanas sólo a ofrecer ayuda alimentaria o soluciones de emergencia ante catástrofes humanitarias. El gigante asiático necesita asegurarse el suministro de materias primas a largo plazo, y a cambio ofrece capacidad de ejecución para desarrollar infraestructuras.

Un incentivo para que Europa Occidental, Estados Unidos y países emergentes como Brasil o la propia Sudáfrica intenten competir contra China e India en la zona.

Redescubrir África

El tamaño de África suele pasar desapercibido a los ojos del mundo. Históricamente, los mapamundi eurocéntricos han dibujado un continente europeo con un tamaño superior al real, mientras África aparecía empequeñecida.

Una imagen tomada de una edición del Atlas publicado por The Times, titulado “África en perspectiva”, muestra el tamaño del continente en relación con otros países y zonas del mundo.

Resulta que África (30,3 millones de kilómetros cuadrados) es mayor que la combinación de China (9,6 millones de kilómetros cuadrados), Estados Unidos (9,4 millones), Europa Occidental (4,9 millones), India (3,2 millones) y Argentina (2,8 millones), los países escandinavos y las islas británicas.

Un trozo de tierra increíblemente rico, diverso y con futuro como para permanecer permanentemente fuera del foco de la atención mundial. El apelativo de Continente Oscuro no se refiere únicamente a la pobre electrificación de África y a su aspecto desde el espacio de noche, sino a su importancia relativa en el mundo.

Los focos de los medios, o los de los cada vez más importantes foros de Internet, brillan menos en África, aunque esta realidad podría estar cambiando.

Desde África, lo de siempre…

Si fuéramos visitados por una civilización alienígena que estudiara la información tratada en medios de comunicación tradicionales e Internet sobre África, bien podrían llegar a la conclusión de que no emanan noticias positivas de este continente.

Como si existiera una plantilla catastrofista seguida por todos, en la sociedad de la web social y YouTube, la información que el mundo consume de África sigue estando controlada por las principales agencias de información del mundo.

El flujo la información que emana de África y su control dejarán de estar monopolizados por agencias y profesionales, para llegar a las manos de reporteros locales, aficionados y, a medida que mejoren las condiciones de la población, al propio público.

El fenómeno de la blogosfera, todavía ajeno a la realidad de este continente (que pretende ser controlado por países como China o Irán), podría interconectar al pueblo africano con el resto del mundo, sin pasar por el filtro de las agencias de prensa europeas y estadounidenses.

El diario británico The Independent habla de una nueva generación de africanos que toma ventaja del acceso a Internet. Por ejemplo, el proyecto Kenyan Blogs Webring empezó en 2004 con sólo 10 sitios, una cifra que ascendía a mediados de 2007 a 430, con blogs dedicados a la política, la economía y los negocios, las artes y la cultura en general.

Blogueros como Obed Sarpong (Accra, Ghana) o Titilayo Obisesan (Abuja, Nigeria), publican sus impresiones sobre problemas o esperanzas cotidianas, desde el papel de Sudáfrica como potencia de la zona a las corruptelas de las clases dirigentes o el penoso estado de las carreteras y demás infraestructuras, que dificultan cualquier intento de progreso en amplias zonas del continente.

Siempre malas noticias

Las noticias que nos llegan de África siguen siendo tan patéticas como las que nos hemos acostumbrado a escuchar desde que tenemos uso de razón y consumimos productos informativos elaborados por un puñado de profesionales que a veces juegan su vida por retratar el horror (Joaquin Phoenix se pone en la piel de uno de esos reporteros en Hotel Ruanda).

Entre los conflictos que captan algo de nuestra atención en los últimos tiempos, destacan la deshilachada información que nos llega sobre:

  • La piratería marina y los secuestros en Somalia, el Estado fallido del Cuerno de África.
  • El último conflicto en la República del Congo.
  • El efecto de las distintas pandemias que afectan a la población subsahariana (“estrategias de reducción de la población”, que diría sarcásticamente Susan George en El Informe Lugano).
  • La fallida económica del continente, de la mano de otros tantos fracasos.
  • El drama humano de las migraciones hacia Europa.
  • Los focos de conflicto olvidados (Darfur es sólo uno de ellos).

La piratería marina florece en el medio del caos en que se encuentra sumido el Cuerno de África (El Cuerno sin ley, según The Economist), debido a la fallida de Somalia como Estado. Los niños y jóvenes somalís no quieren ser estrellas de fútbol, ni sueñan con viajar lejos de su país: quieren ser piratas.

Tierra adentro, en noviembre de 2008, el fotógrafo gallego José Cendón y el periodista británico Colin Freeman fueron secuestrados junto a dos traductores locales en Juntlandia, región somalí independiente de facto. Se unían a otros periodistas secuestrados en la zona.

Quien haya leido el libro -o visto la películaBlack Hawk Down, podrá hacerse una idea de la situación actual, ya que nada ha cambiado -simplemente, ha empeorado- en el Estado fallido de Somalia. Los piratas, que capturan barcos cada vez más lejos de la costa, han aumentado su agresividad.

La IMB (Oficina Marítima Internacional, órgano de la Cámara de Comercio Internacional, ICC), ha publicado un mapa que muestra en su contexto geográfico los principales ataques piratas y robos sufridos por la marina mercante en todo el mundo a lo largo de 2008.

No es una sorpresa que los ataques se agolpen fundamentalmente en torno a Somalia, puerta natural del Mar Arábigo y paso ineludible, a través del Golfo de Adén, de los cargueros que van o vuelven de Europa a través del Canal de Suez.

La segunda zona más conflictiva en el continente, tampoco sin sorpresa, se encuentra en el Golfo de Guinea, la otra gran zona comercial del África subsahariana. Sólo hay otra zona en el mundo donde la piratería marina represente un problema comparable: el sureste asiático (en aguas de Indonesia, Bangladesh, Filipinas, Estrecho de Malaca).

Con respecto al conflicto bélico en la República del Congo: pese a la presencia del contingente de cascos azules de la ONU más abundante de la historia (que podría ser reforzado, incluso ante la notoria la falta de actuación del actual contingente, que no se interpone ante masacres o ataques). Miles de desplazados, violaciones en masa, y especies en peligro (gorilas) todavía más amenazadas, debido a los distintos conflictos en la zona y al abandono de los guardas de las zonas con especial protección.

El conflicto del Congo es un clásico en África: tras las muertes y desplazamientos de la población, existe una guerra por control de los recursos naturales del país: oro, diamantes y coltán -el gran desconocido, pero no menos importante-.

Pandemias y la lucha contra ellas: sida, tuberculosis, malaria. El papel de las antiguas potencias coloniales no siempre ha sido positivo para los países africanos. Occidente ha estado a menudo al lado de los intereses de grandes compañías energéticas, alimentarias y farmacéuticas, con importantes intereses en la zona.

El Jardinero Fiel (novela de John Le Carré y película del brasileño Fernando Meirelles, con intachable banda sonora de Alberto Iglesias), por ejemplo, intenta describir la maraña de intereses y corrupción existente en torno a los medicamentos.

La fallida económica está relacionada con la corrupción y fracaso democrático, cuando existen las democracias.

El drama humano protagonizado por subsaharianos que intentan llegar a la UE desde Mauritania, Senegal y el Sáhara Occidental (hacia las Islas Canarias), el norte de Marruecos (a través de Ceuta y Melilla) y la costa comprendida entre Túnez y Libia (hacia Lampedusa, Sicilia y Malta), no podrá resolverse hasta que haya futuro para los jóvenes más avispados en el África subsahariana.

La región de Darfur, al oeste Sudán, el país más grande de África, sigue padeciendo las consecuencias de la guerra, pese a haber desaparecido de los medios. En Sudán, como en otros países africanos, existen varios conflictos paralelos: entre el norte árabe y las poblaciones negras (sobre todo cristianas y animistas) del sur, y dentro de regiones ricas en recursos, con Darfur como triste paradigma.

Sudán, país trazado con tiralíneas y Estado improbable, es otro problema enquistado en medio de África del que ya nadie se acuerda.

Tribus árabes armadas por un gobierno islamista que entran en conflicto con las poblaciones campesinas africanas del sur; migraciones forzosas para favorecer la cría de ganado de determinadas tribus; facciones armadas que luchan por el control de regiones enteras; apoyos internacionales a uno u otro bando; rivalidades que se transmiten entre generaciones… Sudán tiene los ingredientes que hacen de África un lugar desdichado. Kirsten Dirksen lo intentó relatar en un reportaje sobre el conflicto de Darfur, reseñado por The New York Times.

¿Crisis crediticia? Un problema relativo para África

África se encuentra muy lejos del epicentro de la crisis económica. Ello puede ser una ventaja. Varios países, no obstante, tienen fuertes lazos con las economías europeas y anglosajonas, con Sudáfrica en cabeza.

En una economía globalizada, la crisis financiera acaba incidiendo sobre las ventas de cabras en Kenya, la intensidad del tráfico marítimo en el Canal de Suez o la inversión extranjera en la región, por poner ejemplos dispares.

No obstante, una menor participación en la economía mundial salva a las principales economías de este continente de otros problemas: los bancos africanos tienden a conservar sus préstamos en sus propias cuentas, mientras el mercado de derivativos es prácticamente inexistente.

Shanta Devarajan, responsable del Banco Mundial en África, cree que existen riesgos de que África pueda sufrir por una crisis económica originada fuera del continente:

  • Algunas filiales de bancos extranjeros, así como bancos locales controlados por entidades foráneas, podrían quebrar.
  • Se espera un decline de los flujos de capital privado, que habían crecido en África a un ritmo más elevado que en ningún otro lugar del mundo.
  • Los precios de las materias primas, la principal fuente de subsistencia económica de la región, podrían declinar.
  • La ayuda foránea también podría declinar, según Devarajan, debido a una gran recesión en Europa y Norteamérica, y al aumento del gasto de estas regiones en políticas macroeconómicas para reactivar sus economías.

Ser la región más pobre del planeta no exime a África de pagar las consecuencias de la crisis económica global. El efecto mariposa es una realidad.

África parece no haber cambiado demasiado con respecto a los reportajes novelados por el reportero polaco Ryszard Kapuscinski (Ébano), o a las películas (El último rey de Escocia, basada en un exitoso reportaje novelado con el mismo nombre; Tsotsi, Diamante de Sangre, entre las recomendables) y documentales (La pesadilla de Darwin, por ejemplo), que muestran la miseria del continente más pobre.

Es difícil luchar contra una agenda informativa que sólo tiene tiempo para contar los problemas más acuciantes del continente, normalmente localizados al sur del Sáhara.

África ha demostrado, por ejemplo, que cuando se trata de luchar contra el cambio climático, todo el continente vota al unísono, como si se tratara de un solo país, un quórum cada vez más difícil de conseguir en la Unión Europea.

Noticias positivas desde el continente olvidado

Algo está cambiando en África. En algunos lugares, los reporteros locales e internacionales explican que no había tanta esperanza y sentimiento de orgullo entre la población desde que el África subsahariana logró independizarse en bloque de las potencias coloniales europeas, en los años 60 y 70.

La victoria de Barack Obama en las elecciones estadounidenses no sólo fue celebrada en la humilde aldea de Kogelo, al Oeste de Kenya, de donde procede su padre y donde todavía vive su abuela paterna, con 87 años de edad.

Los analistas recuerdan que Obama no ha mostrado un interés especial por cambiar las realidades más sangrantes de África, y recuerdan que la política exterior de la Administración demócrata se centrará en el refuerzo de tropas en Afganistán, el aumento de la presión sobre Pakistán y la retirada paulatina de Irak. Dada la situación económica actual y el galopante déficit de la economía en Estados Unidos, Obama podría no dedicar mucho tiempo al continente olvidado.

No obstante, la esperanza africana no sólo pasa por la victoria de Barack Obama, que llena de orgullo a millones de ciudadanos, sobre todo kenyatas, aunque deja indiferentes a la población y clases dirigentes del norte de Sudán, de mayoría árabe, donde explican que, cuando se trata de la política estadounidense en Sudán y Darfur, tanto da un demócrata con raíces africanas como un republicano.

Los signos de cambio se suceden:

  • El desarrollo de la telefonía móvil y otras tecnologías es notable. La telefonía móvil llega a donde los ordenadores personales nunca lo han hecho, incluidas las aldeas más remotas que carecen de suministro elétrico. La telefonía móvil permite los micropagos, la confianza y la comunicación en las zonas más incomunicadas del planeta. Jason Harris explica en ReadWriteWeb que 300 millones de ciudadanos africanos tienen teléfono móvil, casi un tercio de la población. El algunos países, la tasa de penetración alcanza entre al 80% y el 90% de la población (en Sudáfrica, 42 millones de personas son usuarias de telefonía móvil, de una población total de 47 millones). Los africanos han abrazado sin problemas servicios como M-Pesa, la red de pago a través del móvil más grande del mundo (permite a los usuarios intercambiar dinero a través de mensajes SMS, que permiten la transacción de crédito de llamadas pre-pago). Para pagar una deuda a un amigo, un mensaje SMS es suficiente. El servicio, de sencilla concepción, tiene especial importancia cuando la mayoría de la población carece de cuentas bancarias (en Sudáfrica, potencia de la región, sólo 13 millones de personas tienen una cuenta bancaria y, de éstos, únicamente 3 millones tienen acceso a Internet convencional, para realizar transacciones similares a las que permite M-Pesa. La adopción de la Internet móvil tiene grandes perspectivas en todos los países de la región.
  • La propia Sudáfrica celebrará el próximo mundial de fútbol, una nueva oportunidad para que el mundo sitúe sus focos mediáticos en el continente. El poder del fútbol es global. Millones de personas en África no han oído hablar de la Premio Nobel de la Paz -y abanderada de la reforestación en África y en el resto del mundo- Wangari Maathai, pero sí reconocen sin pestañear al camerunés Samuel Eto’o y otros futbolistas africanos de talla mundial.
  • Varias empresas mundiales quieren tener una presencia más importante en África, y esta vez no se trata sólo de materias primas.
  • El impacto de algunas iniciativas de ayuda al desarrollo es visible, y ocasiones esperanzador: desarrollo de campañas de vacunación y nutrición llevadas a cabo por organizaciones como la Fundación Bill & Melinda Gates, así como campañas para informatizar las escuelas de los países más pobres del mundo (iniciativas como el XO-1 de la organización norteamericana One Laptop Per Child -OLPC-, el ordenador portátil diseñado para niños por el equipo de Nicholas Negroponte, antiguo director del Media Laboratory del Instituto Tecnológico de Massachusetts -MIT-).
  • Nace una nueva generación de empresas africanas, no sólo en el Magreb o en Sudáfrica, potencia emergente de la región, pese a sus importantes problemas políticos y sociales, que llevan a miles de miembros de la minoría blanca a abandonar el país por el aumento de las muertes relacionadas con asaltos y olas de inseguridad ciudadana.

Poner a África en el mapa

Algunas de las empresas occidentales que invierten en África han cambiado su perfil: no se trata sólo de gigantes energéticos o de la alimentación, ni de compradores europeos de metales preciosos, o de cadenas de distribución en busca de los cada vez mejores vinos sudafricanos.

Google busca trabajadores desde principios de 2008 en Ghana, Tanzania, Uganda, Nigeria y Senegal, además de reforzar su oficina central en la zona, situada en Nairobi, Kenia.

Todo ello pese a que la conectividad en Internet está todavía por debajo del 5%, aunque hay que tener en cuenta que grandes zonas del continente todavía carecen de agua, alimentos y electricidad.

El África subsahariana carece, asimismo, de una conexión directa a la red principal de Internet, las autopistas de la información que pretenden ofrecer a los ciudadanos velocidades de conexión homologables a las del resto del mundo a unos costes asequibles. Varias compañías locales ofrecen conexión a Internet a través del satélite, aunque a precios todavía desorbitados para los africanos.

El 75% del tráfico de Internet con origen y destino en África es enrutado a través de Gran Bretaña, según The New York Times, lo que repercute en la escasa velocidad del servicio y causa pérdidas millonarias.

Existe una alternativa a la conexión británica: la única conexión de fibra óptica es la conexión marítima entre Portugal y el norte de África, con un coste de 600 millones de dólares.

Pese a estar en funcionamiento desde 2002, las conexiones no son ni más rápidas ni económicas, debido al monopolio ejercido por los gobiernos sobre las telecomunicaciones. Planes para desplegar otra conexión de fibra óptica a través de la costa este africana cuentan con los mismos problemas.

Tanto Google como los distintos organismos internacionales que quieren contribuir al desarrollo de las nuevas tecnologías en África han iniciado una nueva carrera: digitalizar el continente cartográficamente, para que deje de ser el Continente Oscuro. Penurias, desastres, hambrunas y también buenas noticias relacionadas con el desarrollo aparecerán en tiempo real en Google Earth y Google Maps, las aplicaciones cartográficas de Google.

Joseph Mucheru, responsable de la oficina de Google para el este africano, explica para The Economist la importancia de iniciativas como la de la firma de Silicon Valley, que concentra recursos en su filial filantrópica, Google.org, para que los africanos sean capaces de buscar y editar (al estilo wiki) localizaciones (domicilios, casas, equipamientos públicos, zonas con riesgo de contracción de enfermedades, etc.) y actividades.

La paulatina mejora de las conexiones a Internet ofrecidas por los Internet café africanos también permitirá a los africanos explicar sus problemas y esperanzas en primera persona, sin intermediarios occidentales, a través de YouTube y servicios similares que puedan surgir en África.

Internet en África:

  • Población total (2008): 955 millones.
  • Número de usuarios de Internet: 51 millones (3,5% de los usuarios en el mundo).
  • Penetración de Internet en África: 5,3% de la población, por un 24,7% del resto del mundo y un 21,9% de media mundial.
  • Crecimiento del número de usuarios de Internet (2000-2008): 1.031,2% (en comparación con un 296,3% del resto del mundo).
  • Diez principales países africanos, en millones de usuarios de Internet: Nigeria (10 millones); Egipto (8,6); Marruecos (7,3); Sudáfrica (5,1); Argelia (3,5); Kenia (3); Uganda (2); Túnez (1,8); Sudán (1,5); Zimbabue (1,4).

¿Un nuevo -esta vez real- despertar africano?

Como ocurriera con la lucha estadounidense por los derechos civiles, con Martin Luther King (también el movimiento Black Panthers Party, Malcolm X o Muhammad Ali -recordamos la película protagonizada por Will Smith-), la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos son una victoria simbólica para todo el continente.

El padre de Barack Obama, que logró estudiar en Estados Unidos, era keniata y luchó durante toda su vida por el desarrollo en su país natal. También vio la fallida de los Estados africanos independientes, que cayeron uno tras otro, tras la marcha de las potencias coloniales, en manos de caprichosos -cuando no psicópatas- dictadores.

La corrupción se generalizó en todo el continente, y los jóvenes tecnócratas africanos que lograron una educación de categoría mundial (el padre de Barack Obama fue uno de ellos) acabaron corrompidos, encarcelados, exiliados o asesinados. El padre de Obama cayó en el alcoholismo y fue apartado por el aparato corrupto de su país de cualquier ejercicio de la actividad pública.

Quizá este sea un nuevo tren que África, sobre todo la zona subsahariana, no puede permitirse volver a perder.

Reconociendo la importancia de los pequeños negocios

Las pymes africanas empiezan a explotar un mercado potencial de cientos de millones de personas. Los ganadores de los premios africanos Pioneros de la Prosperidad son sólo una muestra de la nueva ola de emprendedores africanos que dirige sus productos y servicios hacia sus propios compatriotas y apuestan por la futura prosperidad en el continente.

BusinessWeek explica que, en un momento especialmente delicado para los emprendedores de todo el mundo, los jóvenes empresarios africanos disfrutan de grandes oportunidades y una competencia inexistente.

Las nuevas empresas premiadas por la opinión pública africana ofrecen el tipo de productos y servicios -seguro médico, tecnologías de la información, medios de comunicación- que contribuyen a soñar con una clase media a medio plazo.

Los premios Pioneros de la Prosperidad, inaugurados en 2007, son promovidos por Legatum, un grupo de inversión con sede en Dubai; el grupo OTF, una consultora global para el desarrollo de negocios en mercados emergentes; Social Equity Venture Fund, una ONG que promueve a emprendedores sociales; y la Fundación John Templeton.

El papel de las pequeñas y medianas empresas en el futuro de África es, según Rose Kimotho, directora de la compañía keniata Regional Reach, crucial. Kimotho cree, asimismo que la ayuda internacional, aunque bien intencionada en la mayoría de las ocasiones, no ha logrado crear crecimiento sostenible en África. Los nuevos profesionales africanos prefieren gestionar por su propio pie las oportunidades que les depara el futuro.

¿Una revolución verde para África?

Existen muchas dudas sobre la construcción de un futuro brillante para África, cuando los países desarrollados finalmente reconocen el papel de las principales economías emergentes en la economía mundial y, por tanto, en las futuras instituciones internacionales, que no han sido reformadas en profundidad desde el fin de la II Guerra Mundial.

El término BRIC, acuñado por Goldman Sachs, representa al grupo conformado por los gigantes Brasil, Rusia, India y China, cuya capacidad económica podría superar a la del mundo desarrollado en 2050. Varias tesis pretenden incluir a México y Sudáfrica en este grupo.

Sudáfrica, la principal economía africana, puede actuar de locomotora para el resto del continente, así como liderar una revolución verde capaz de producir energía tanto para el consumo interno como internacional.

Existen varias ideas (algunas sobre la mesa de gobiernos y organizaciones, mientras otras apenas constituyen un proyecto) para desarrollar las tecnologías verdes en la región:

  • Instalar paneles solares en el Sáhara (lo explica Alok Jha en The Guardian), para convertir la energía solar en el gran proveedor energético del Magreb y el sur de Europa, es una idea que gusta a ambos lados del Mediterráneo. Para desarrollarse, la idea debería superar recelos entre la Unión Europea y los países norteafricanos. Barcelona, nueva sede de la Unión Mediterránea, podría ser el escenario de acuerdos en el desarrollo de la energía solar en el Sáhara, así como del impulso de otras tecnologías limpias. Siempre y cuando la Unión Mediterránea se convierta en un foro con contenidos reales y una cierta capacidad de decisión.
  • Se estudian, asimismo, varios proyectos para sacar partido del potencial africano en las energías renovables. Existe, entre otros, un proyecto para desarrollar la energía undimotriz en lugares donde la marea tenga especial fuerza.
  • El gas natural proveniente de Argelia y Libia se han convertido en activos estratégicos para la Unión Europea, que quiere diluir la importancia de Rusia como principal suministrador de combustibles fósiles. De ahí que, al gas natural del Magreb, la UE pretenda añadir el desarrollo de varios proyectos de energía eólica.

El coche eléctrico africano

Las dificultades por las que atraviesa la industria automovilística estadounidense y, en menor medida, la europea y la japonesa, han provocado un importante debate en la opinión pública mundial: ¿se debe ayudar con subsidios a una industria que ha insistido en construir coches poco eficientes, que dependen todavía de manera casi exclusiva del petróleo?

Los fabricantes de Detroit, Europa y Japón comercializan vehículos híbridos y prometen modelos íntegramente eléctricos, aunque demandan subsidios para hacer realidad del sueño del coche eléctrico, fiable, tecnológicamente conveniente y asequible.

África no quiere quedarse atrás en esta nueva carrera en el sector automovilístico, y la región no quiere conformarse con comprar vehículos y tecnología china e india, para fabricar coches económicos y ecológicos. Un proyecto sudafricano, el Joule Electric Car, forma parte de un ambicioso programa de Sudáfrica, que quiere producir en masa este coche eléctrico, con tecnología africana.

El Joule fue presentado en la edición de 2008 del Salón Automovilístico de París, donde el primer vehículo eléctrico africano causó sensación.

El partido que hay que jugar

Sudáfrica, que es sede del mundial de fútbol de 2010, el espectáculo deportivo que atrae mayor atención mundial (y recursos económicos) tras los Juegos Olímpicos, quiere prepararse a conciencia para la cita.

Sin embargo, el partido más importante que debe jugar el África subsahariana es el del desarrollo. Las empresas africanas son las que tienen la menor productividad del mundo.

Es necesario que la política, por primera vez desde la independencia de las metrópolis europeas, contribuya a la estabilidad. En los 60 del siglo pasado, hubo 21 golpes de Estado en el continente, una cifra que todavía se mantenía en 18 golpes durante los 80.

El siglo XXI ha traído una cierta esperanza: tan solo 5 golpes. Y, mientras hace 25 años sólo existían 4 democracias africanas -Botsuana, Senegal, Zimbabue y Mauricio-, en la actualidad 32 Estados cuentan con gobiernos elegidos democráticamente, algunas de ellas con graves problemas de corrupción y fraude (las últimas elecciones en Kenya y Uganda son un claro ejemplo de ello).

Pero los africanos quieren que el crecimiento sostenido de los últimos años llegue pronto a la población. Crear una clase media no será fácil, aunque la voluntad de los emprendedores africanos podría hacer que esta vez fuera diferente.