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Perfil: Google, la empresa tras el "Don't be evil"

La compañía estadounidense de servicios de búsqueda nació en 1998 con un propósito tan sencillo de formular como inabarcable y quimérico: ayudarnos a encontrar cualquier cosa que necesitemos en cualquier momento, ya sea en Internet (el producto principal de la compañía es su buscador, el más visitado del mundo), en el disco duro de nuestro ordenador (Google Desktop), en nuestro correo electrónico (Google Mail) o en cualquier dirección postal del mundo (Google Maps y Google Earth).

La empresa lo define escuetamente: “el objetivo de Google cosiste en organizar información proveniente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal.”

La empresa creada por dos brillantes investigadores de Stanford, Sergey Brin y Larry Page, ha logrado atraer a los profesionales informáticos más brillantes y emprendedores; siempre, claro, después de que éstos demostraran a través de juegos matemáticos o trucos de programación que estaban preparados para entrar en Googleplex, la sede de la empresa en Mountain View, California.

Intentando mantener el espíritu académico transgresor

Pese a estar dirigida por el eficiente, serio y maduro Eric Schmidt, que provenía del aburrido software empresarial, y a contar con más de 5.000 empleados a principios de 2006, Google se vanagloria de seguir manteniendo una cultura empresarial de pequeña empresa de emprendedores, repleta de trabajadores brillantes que han llegado a su puesto gracias a la meritocracia.

El mayor buscador del mundo, por delante de MSN y Yahoo!, debe su éxito a una tecnología de búsqueda tan respetada por los usuarios como por los especialistas informáticos y a un lema informal que quiere orientar la filosofía de la empresa en cualquier ámbito: “Don’t be evil”.

Es decir, comportarse de modo ética en cualquier actuación, ya sea saliendo a bolsa, ofreciendo resultados de búsqueda o defendiendo sus principios de buen gobierno en cualquier país del mundo en que opere.

Esta filosofía sirve como acicate para que Google tenga sus servicios en 100 idiomas, entre ellos el Quechua, y ayude a impulsar proyectos como el ordenador portátil para los países pobres de la ONG One Laptop Per Child (OLPC).

Una empresa que depende de la neutralidad de Internet

Asimismo, Google asegura en su página corporativa que sus resultados de búsqueda son un ejemplo de que la democracia en la web funciona, al tener en cuenta sólo aspectos objetivos para valorar el orden en el que aparecen los resultados de una búsqueda.

Según Google, “es posible obtener ingresos actuando de forma ética”; la compañía basa el grueso de sus resultados en la venta de anuncios de texto que aparecen únicamente en los resultados de búsqueda con los que guardan relación, y -destaca- “la publicidad de Google siempre se identifica claramente como ‘enlace patrocinado'”.

No existe, además, manipulación de los ranking de asociados o prácticas similares. Más que salir perjudicada, la imagen de la compañía se refuerza con la imagen que muestra en Internet, con diseños clamorosamente sencillos, poco intrusivos y con un cierto regusto a empollón informático.

La imagen pública de Google sería tan robusta como su cotización bursátil de no ser por la polémica que suscitan algunas de las actuaciones de la compañía, reforzadas por el carácter global de su buscador.

Auto-censura

En China, Google ha querido evitar problemas con el Partido Único, tras conseguir en 2005 una “licencia de negocio” para operar con el dominio de país, “.cn”. La compañía ha aceptado autocensurarse (suprimir las referencias a asuntos que no agradan a Pekín, como el Tíbet o Taiwán; o evitar temas “sensibles” como los derechos humanos o la democracia representativa cuando se refieren a China).

Google ofrecía desde los noventa una versión en chino, aunque ahora lo hace desde una oficina en el mismo país y acatando las órdenes de la república “comunista”.

Varios representantes del buscador han respondido periódicamente a esta polémica arguyendo que la intención de la empresa es respetar las normas del país en el que se opera, como el hecho de que Google filtre las páginas nazis en Alemania, Francia o EEUU.

Para organizaciones como Reporteros Sin Fronteras, la falta de libertad de expresión o el atentado contra ésta es causa suficiente para no operar en un país o denunciar la situación. Algo que, según RSF, Google no ha hecho.

Para intentar acabar con la polémica, Eric Schmidt declaró a Wired en un artículo de 2003 que “evil” (lo éticamente negativo, moralmente inaceptable) es para Google lo que Sergey (Brin, co-fundador de la compañía) dice que es “evil”. Es decir: lo moralmente inaceptable para Google puede cambiar en función de los intereses de la compañía.

Intentando evitar la antipatía

Pese a estas actuaciones, que entroncan directamente con la máxima “Don’t be evil” de la compañía, la popularidad de sus servicios, en su mayoría gratuitos a cambio de que el usuario vea publicidad, no decae.

A diferencia de Microsoft, Google sigue siendo “simpática” a ojos del usuario medio de Internet, pese a haber alcanzado un tamaño descomunal y a sus dudosamente éticas técnicas de autocensura aplicadas en sus servicios para China.

Prueba de ello es la incorporación de la palabra “google” como verbo en el último diccionario de inglés de Merrian-Webster, como sinónimo de búsqueda on-line.