(hey, type here for great stuff)

access to tools for the beginning of infinity

Por qué Google asocia su marca a la cabra (no es broma)

En el imaginario colectivo ibérico, la “cabra” nos evoca a muchos imágenes grabadas en nuestro córtex.

La “cabra”, no la cabra montés, sino su pariente común, domesticado por el hombre en el neolítico y desde entonces uno de los animales domésticos más extendidos en el mundo, no nos es del todo ajena.

Muchos recordamos retazos cotidianos como el del músico callejero tocando la trompeta o el órgano electrónico mientras una cabra le sigue el compás hasta enfilarse a un taburete o escalera, escena recogida por Fernando León de Aranoa en Barrio; o canciones con el dudoso gusto de “la cabra / la cabra / la p*** de la cabra / la madre que la parió …”; evocaciones que convierten al chivo ibérico en uno de los miembros del género capra más maltratados, con sorna y ensañamiento.

Nada que ver con la impoluta imagen que atesoraba el viril macho cabrío en la Antigua Grecia, responsable de la fertilidad de la cosecha, capaz de dar forma al dios Pan.

La clásica cabra de la Legión, mascota tradicional de este cuerpo militar español -con su emblema y gorro-, tampoco ensalza las virtudes del animal y muchas familias todavía tendrán un pariente capaz de contar una historia o un chiste -¿una experiencia personal?- relacionadas con la mascota.

Por no hablar de la cabra que los quintos del pueblo zamorano de Manganeses de la Polvorosa solían bailar, para posteriormente arrojar viva a una lona desde el campanario de la iglesia.

La tradición se suprimió, mediante sanciones administrativas, en 2000, aunque la pequeña localidad es recordada internacionalmente por ello. Existen incluso partidos políticos que han recurrido a una tradición tan poco afortunada para pedir el voto y, de paso, la supresión de la tauromaquia, al no considerarlo “cultura”.

Pocos animales han sido tan maltratados o definidos con sorna. Parece que las cualidades de su carne y la riqueza y sabor peculiares de su leche, empleada en algunos de los quesos más renombrados de la geografía española, la salvan de tener una imagen, si cabe, más soez, a la altura sólo de Torrente, personaje de ficción, o del general Alfonso Armada, que también podría haber sido un personaje de ficción, como recuerda Javier Cercas en Anatomía de un Instante.

Con semejante ficha técnica, sería difícil para Google mostrar a la opinión pública española lo innovador de una de sus últimas iniciativas: sustituir el alquiler de cortacésped mecánicos para rozar las tierras de su sede en Silicon Valley por el uso de un rebaño de cabras como sustitución.

En California, sin embargo, parecen preparados para entender algo más la iniciativa.

Sobre el significado de “innovación”

En la industria tecnológica y de Internet, “innovación” es un término asociado con la próxima pseudo-aplicación para gestionar Twitter, o con la web semántica, etc.

Cuando Google anunció la semana pasada el alquiler de un rebaño de cabras para limpiar los amplios terrenos de Googleplex -su sede en Mountain View- de malas hierbas y arbustos que incrementan el riesgo de incendios con la llegada del calor, el cachondeo en la blogosfera norteamericana no se hizo esperar.

El prolífico MG Siegler, recientemente contratado por el blog sobre actualidad Web 2.0 TechCrunch, dedicó al tema la primera entrada con una cierta difusión.

Titulaba “Google alquila cabras para reemplazar máquinas cortacésped (no bromeo)”. En la entrada, MG Siegler se limita a explicar los hechos tal y como Google los había publicado en su blog, aunque con un inconfundible tono de incredulidad.

Le debería sonar algo pueblerino al autor de TechCrunch que Google haya decidido contratar a una firma que facilita un rebaño de cabras para realizar roces de campos en entornos periurbanos del norte de California.

Al fin y al cabo, pensará, Google es la primera empresa cuya marca tiene un valor estimado en 100.000 millones de dólares, según BrandZ; y, pese a haber perdido hace tiempo la inocencia corporativa de las startups primerizas, continúa teniendo una cierta buena imagen entre el gran público y el universo geek.

Lo que se le escapa a Siegler y a quienes se han limitado a copiar el tono de su entrada en TechCrunch en sus respectivas bitácoras es que el radar mental con que cuenta, como buen divulgador de tendencias tecnológicas, no le ha advertido -todavía- que la determinación de la empresa de Mountain View por usar cabras para mantener sus campos libres de hierbajos, a la vez que son fertilizados por las mismas cabras empleadas en el roce, es en realidad una de las últimas tendencias en responsabilidad social corporativa.

El impacto real del pequeño proyecto es insignificante, pero las políticas de “gestos” son tan importantes en el mundo empresarial como en el político.

Que una de las empresas tecnológicas más admiradas use cabras en sus campos conecta a la crème del mundo de la ciencia computacional con el terruño. Un gesto similar al de ver a los principales ejecutivos de Telefónica plantando unas tomateras en lugar de césped junto a su nueva sede de las afueras de Madrid, con la ayuda de unos paisanos aderezados con su boina. O que siguieran el ejemplo de Google y emplearan un rebaño de cabras de alguno de los pueblos colindantes para aderezar y abonar sus terrenos.

Las grandes empresas ya no se conforman con lo que expertos medioambientales y en responsabilidad empresarial han bautizado como “greenwashing“, o lavado verde, consistente en posicionarse como fabricante de productos sostenibles, o impulsor de iniciativas sostenibles, o algo similar, sin por ello ir mucho más allá de la campaña de comunicación para transmitir ese mensaje. El greenwashing es el último grito, para muchos, en hipocresía corporativa.

La iniciativa

Google lo explica: “en nuestra sede de Mountain View, tenemos varios campos que necesitamos segar ocasionalmente para quitar malas hierbas y arbustos así como reducir el riesgo de incendios”.

“En esta primavera, hemos decidido tomar una iniciativa baja en emisiones: en lugar de usar aparatos cortacésped que usan gasolina y contaminan el aire, hemos alquilado algunas cabras de la empresa California Grazing para realizar la tarea (no estamos de broma).”

Un pastor de la empresa California Grazing, especializada en el alquiler de cabras en la región que ostenta la mayor concentración de alta tecnología del mundo, se encarga de pastorear estos días las 200 cabras por los terrenos de Google, que “comen la hierba y fertilizan el suelo al unísono”. El pastor cuenta, informa Google, con un perro pastor border collie que ayuda en la tarea.

Google finaliza la escueta entrada con una referencia al coste de la iniciativa: “nos vale lo mismo que usar máquinas, y las cabras son mucho más bonitas de contemplar que un cortacésped”.

Precedentes

Google no es la primera compañía o institución en emplear en los últimos tiempos cabras para mantener extensos campos en zonas periurbanas sin malas hierbas ni arbustos, y así evitar el riesgo de incendios o la degradación del terreno, así como favorecer su fertilización natural con el abono del rebaño.

Entre las iniciativas que han logrado mayor atención en los últimos tiempos, destacan:

  • La compañía del agua de Mesa, localidad de Arizona, alquilaba en enero de 2009 un grupo de 80 cabras para eliminar los arbustos que estaban creciendo con rapidez alrededor de sus pozos de captación.
  • Un grupo de ganaderos de Nebraska ha preferido el uso de rebaños de cabras por encima de cualquier otra alternativa para eliminar las malas hierbas que evitan el nacimiento de pastos de calidad para el ganado bovino; todo ello sin necesidad de usar productos químicos o complicada maquinaria.
  • La Universidad de Washington, en Seattle, decidió resolver un problema de mantenimiento (el exuberante crecimiento de la hierba alrededor del campus -Seattle es una ciudad conocida por sus perseverantes precipitaciones-), mediante el uso de cabras que contuvieran un excesivo crecimiento de césped y matorrales.
  • La Universidad de California Berkeley, en la Bahía de San Francisco, también usa rebaños de cabras como método ecológico para mantener las zonas boscosas del campus limpias de arbustos y así evitar los incendios.
  • Al sur de California, donde las periódicas sequías y la aridez del terreno incrementan el riesgo de incendios, un grupo de ciudadanos de Los Ángeles ha realizado una petición formal al gobierno local para que emplee cabras en las abundantes zonas verdes de la ciudad y así se reduzca el riesgo de incendios.

Impacto real versus impacto mediático

Obviamente, la empresa es consciente de que la iniciativa no tiene un impacto demasiado significativo en el entorno; en este caso, además de una cierta promoción gratuita, la empresa pretendería promover las buenas prácticas, consciente de que podría servir de ejemplo a otras grandes corporaciones.

Sin ir más lejos, Google podría causar un impacto mucho más positivo y reducir su huella ecológica de un modo más drástico si tanto el consejero delegado de la compañía, Eric Schmidt, como los fundadores de ésta, Larry Page y Sergey Brin, utilizaran con menor asiduidad el avión privado en posesión de los ejecutivos de la compañía.

Existe un viejo chiste en Silicon Valley consistente en decir que si eres alguien en la industria tecnológica, eres invitado a acudir a Davos, del mismo modo que si acudes a Davos desde San Francisco, tienes muchas posibilidades de que los fundadores de Google, que suelen acudir a la cita, te inviten a bordo para volver desde Suiza, una vez acabado el evento.

Michael Arrington se ha quejado, en clave de broma, de no haber sido invitado a volver en el avión privado de Google desde Davos.

Más allá del farol

Durante la visita guiada que Kirsten y yo mismo, representando a *faircompanies, tuvimos la suerte de realizar en el verano de 2007 a la sede de la empresa en Mountain View (ver fotogalería), el miembro de Google que actuó de cicerone en la visita, Dennis Cardoso, nos mostró algunas de las iniciativas “verdes” de la firma.

Por ejemplo, junto al mayor restaurante del complejo, más parecido a un campus universitario que a una sede empresarial corporativa tradicional, se había construido un pequeño huerto de cultivo orgánico, que incluía una explicación de la pequeña iniciativa para que visitantes y trabajadores pudieran echar un vistazo con conocimiento de causa.

Entonces, las iniciativas de la compañía en aplicar políticas de sostenibilidad empezaban a ganar una cierta tracción mediática, bien recibida por la empresa.

Se sucedían informaciones como la instalación de paneles solares en los tejados de edificios y aparcamientos Googleplex (Solar Panel Project), la incorporación de cargadores para coches híbridos modificados y eléctricos capaces de enchufarse a la corriente (RechargeIT), la inversión de los fundadores de la empresa en Tesla, la adhesión la iniciativa para investigar en políticas de ahorro en instalaciones informáticas y centros de datos Climate Savers, la venta de productos de merchandaising confeccionados con cáñamo y otros materiales con escaso impacto ecológico (un post donde hablo sobre ello), y otros proyectos de similar naturaleza.

Quedaba claro que la firma de Mountain View veía la sostenibilidad como uno de los terrenos inexplorados donde cultivar su polémico lema “Don’t be evil“, que muchos consideran cínico a estas alturas.

Finalmente, Google decidió dar una salida más coherente y estructurada a sus iniciativas relacionadas con la sostenibilidad, con la potenciación de una división filantrópica, denominada Google.org que, pese al agnosticismo de muchos expertos, ha sido dotada cada vez de más contenido en los dos últimos años, a medida que Google ha sabido reconocer que la sostenibilidad no es una moda pasajera y, qué diantres, algo que merece más la pena promocionar que cualquier otro castillo de naipes mediático.

La empresa de Mountain View no quiere sólo “organizar la información del mundo” y convertirla en accesible a través de la búsqueda, al parecer. Google ha ido actualizando su información corporativa en los últimos tiempos, que incluye una sección dedicada íntegramente a iniciativas verdes.

De ahí que el lema de Google.org cambie lo de organizar la información del mundo para hacerla accesible y lo convierta en “buscando soluciones; Google.org aspira a usar el poder de la información y la tecnología para afrontar los retos globales de nuestra era.”

¿Greenwashing?

La firma de marketing medioambiental TerraChoice se dio a conocer tras tipificar las principales estrategias empleadas por empresas poco éticas para realizar campañas de “greenwashing” o lavado verde, en torno al estudio Los seis pecados del Greenwashing.

Los seis tipos de artimaña empleados por las grandes firmas para destacar las ventajas medioambientales de una iniciativa, un producto servicio son:

  • El pecado del efecto colateral escondido (ejemplo: bombillas de bajo consumo que contengan materiales tóxicos).
  • El pecado de la falta de pruebas (ejemplo: champús que aseguran tener certificación orgánica, pero ésta no puede verificarse).
  • El pecado de la vaguedad (ejemplo: productos que dicen ser 100% naturales cuando incluyen sustancias consideradas peligrosas).
  • El pecado de la irrelevancia (ejemplo: productos que incluyen información sobre la ausencia de aerosoles -CFC-, cuando éstos fueron prohibidos en todo el mundo hace 20 años).
  • El pecado de la mentira (ejemplo: alegación falsa de contar con alguna prestigiosa certificación medioambiental sin tenerla en realidad).
  • El pecado del mal menor (ejemplo: cigarrillos orgánicos o plaguicidas “respetuosos con el medio ambiente”).

El uso de cabras por parte de Google para limpiar el entorno de su sede central no puede considerarse un acto escandaloso o flagrante de lavado verde.

Sin embargo, la empresa debería poner el mismo interés en facilitar información sobre el gasto energético y la huella ecológica de sus centros de datos en todo el mundo.

La empresa está siendo transparente con la tecnología que emplea en estas instalaciones, e incluso ha publicado vídeos con recorridos virtuales y detalles técnicos de algunas de sus principales instalaciones.

La presencia de Google en la iniciativa Climate Savers, que pretende mejorar la eficiencia de los equipos informáticos, las conexiones eléctricas que éstos emplean y, por tanto, la huella ecológica de los grandes centros de datos, también es un paso positivo.

Google aumentaría su credibilidad si, además, facilitara información sobre el crecimiento y huella ecológica de sus instalaciones de datos y explicara qué soluciones pueden aportarse a la industria tecnológica para atajar la creciente huella ecológica de las tecnologías de la información.