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Reivindicar a Lovelock, Brower, Thoreau…

Una vez publicado el resumen para responsables políticos del IV Informe de Evaluación sobre el cambio climático, que certifica las consecuencias del calentamiento global, es hora de exigir a la clase política una lucha contra sus peores efectos.

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC en sus siglas en inglés) aprobó el pasado 6 de abril de 2007 un documento que advierte inequívocamente de éxodos masivos y extinción de una de cada tres especies de animales y plantas debido al cambio climático.

Acostumbrados a tener una agenda informativa catastrofista y plagada de incidentes geoestratégicos, lo cierto es que la probable extinción de alrededor del 30% de las especies debería preocuparnos más de lo que lo ha hecho hasta ahora el calentamiento global producido por la actividad humana, que estaba siendo incluso permanentemente puesto en entredicho por científicos partidistas y personajes públicos con intereses industriales y geopolíticos.

Si se controlan las emisiones, el cambio será menos dramático

Los científicos que participan en el grupo de trabajo del IPCC encargado de evaluar los aspectos científicos del sistema climático y el cambio climático (Grupo de Trabajo I), son expeditivos en una cuestión: si las emisiones se controlan, los efectos del calentamiento serán menos dramáticos.

Se trata de una tesis idéntica a la presentada por el Reino Unido a través del científico sir Nicholas Stern, asesor de Tony Blair y Gordon Brown, cuando en 2006 presentó estudio conocido como Informe Stern: según el informe, el calentamiento del planeta puede causar en sólo unas décadas un crash en la economía mundial mayor incluso que el provocado por la Gran Depresión de 1929: si no se adoptan soluciones en la actualidad, una quinta parte del PIB mundial está en peligro.

La clase política mundial no debería hacerse la despistada, como parece ocurrir con la Administración de Geoge W. Bush, después de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos haya eliminado cualquier excusa legal de los conservadores de este país para no actuar contra el cambio climático.

Artículos editoriales de las publicaciones periodísticas más prestigiosas del mundo apoyan la tesis de la actuación inequívoca contra los peores efectos de un calentamiento que ya no puede evitarse. No obstante, la reducción de emisiones y otras medidas similares si podrían atenuar los efectos previstos más catastróficos.

Andy Robinson escribía en el diario barcelonés La Vanguardia: “El Supremo (de EEUU) dictamina que Bush debe explicar por qué no controla las emisiones de CO2. El tribunal estadounidense rechaza el argumento esgrimido por la Casa Blanca de que no tiene derecho a decidir qué emiten las empresas.”

¿Preocupa la posible extinción del 30% de las especies?

El documento aprobado, un resumen del IV Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, explica los impactos del calentamiento, la vulnerabilidad de las distintas áreas del planeta y la adaptación a la que debe hacerse frente, incluso si el aumento de la temperatura media mundial se sitúa en la horquilla baja de las previsiones documentadas (según el británico Martin Parry, uno de los autores del documento, las consecuencias aumentarían su gravedad a partir de los tres grados centígrados de calentamiento en este siglo).

Científicos de más de 100 países han ayudado a corroborar la mayor compilación hasta el momento que ha podido consensuar la comunidad internacional en relación con el efecto invernadero.

  • El impacto del calentamiento global: escasez de agua dulce, aumento de las hambrunas, desplazamiento de millones de personas, reducción de las cosechas, extinción de hasta el 30% de las especies, pandemias y problemas de salud en aumento.
  • Las regiones más afectadas serán el Ártico (el oso polar y sus problemas de adaptación al nuevo entorno se convertirán, a ciencia cierta, en un símbolo de la lucha contra el calentamiento, creemos en faircompanies), el África Subsahariana, las pequeñas islas, los grandes deltas fluviales y las regiones más al sur de las zonas templadas, el Mediterráneo entre ellas.

¿Caubernet Sauvignon en Escocia?

La edición impresa del diario Financial Times se atrevía a augurar (edición del 31 de marzo al 1 de abril de 2007) algunas ventajas derivadas de esta catástrofe entre la mayoría de los países ricos, ya que las economías desarrolladas se sitúan geográficamente, en su mayoría, en las zonas templadas del hemisferio Norte (Norteamérica, Europa y las economías asiáticas más avanzadas, tales como Japón, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y Taiwán).

En la información, titulada “Los países ricos ganarán con el cambio climático”, la autora (Fiona Harvey) asegura que “el norte de Europa y Norteamérica se sitúan como los ganadores del aumento de las temperaturas que los científicos aseguran llegarán como consecuencia del cambio climático provocado por el hombre.”

“Irónicamente -prosigue Harvey-, se trata de las mismas regiones que han destacado como principales responsables por cambiar el clima, debido a que la mayoría de los gases contaminantes emitidos desde los inicios de la Revolución Industrial han venido de Europa y Estados Unidos.”

“Las regiones más pobres del mundo, las que han contribuido menos en las emisiones industriales, sufrirán a medida que el aumento de las temperaturas reduzca la superficie cultivable, las sequías se acentúen y enfermedades como la malaria se extiendan más allá de sus límites tradicionales.”

Estos efectos contrastan, siempre según el artículo de Financial Times, con algunas ventajas que el aumento de las temperaturas podrían traer a lugares como el norte de las islas británicas, Escandinavia, el Mar del Norte y el territorio europeo de la antigua URSS, en Europa; y Canadá y Alaska, en Norteamérica.

El cambio climático podría comportar, entre otros fenómenos inauditos, el boom del turismo en el cada vez más templado Norte de las zonas templadas o, como señala Harvey, la explotación de viñedos con la meridional uva francesa cabernet sauvignon (empleada en la templada California, en Chile o Sudáfrica, además de en el centro y sur europeos), en Escocia. La tierra del wiskie con viñedos más propios de la campiña provenzal o el priorato catalán.

Aunque esta constatación climática podría hacer más dichosos a los enólogos escoceses que a los responsables de transporte británico, ya que la veterana infraestructura ferroviaria del Reino Unido cuenta con raíles que no han sido diseñados para soportar temperaturas propias de la Europa Mediterránea.

Las vías férreas, las carreteras y otras infraestructuras podrían deteriorarse rápidamente en amplias zonas del hemisferio norte debido al aumento de las olas de calor y las temperaturas inusitadamente altas durante los meses calurosos.

La autora del artículo de Financial Times, claro, se limita a enumerar de manera pintoresca las ventajas y desventajas del cambio climático predecido con seguridad por el IPCC.

Nada de nada de la extinción masiva de las especies, que causaría con toda seguridad una depresión de caballo a precursores del ecologismo occidental como Henry David Thoreau, Walt Whitman o David Brower, entre otros.

El veterano naturalista y escritor estadounidense Edward O. Wilson (optimista nato) y el británico James Lovelock (catastrofista, autor de la teoría de Gaia; cree que el uso masivo de la energía nuclear es la única solución a una catástrofe que hará que los ricos acaben viviendo más al norte y los pobres intenten salvarse en una travesía hacia el eterno Norte), llevan décadas desgañitándose para que les hagan caso con respecto a lo que ahora nos explica el resumen del IV Informe de Evaluación del IPCC.

El cambio climático: reparto de las emisiones de CO2, en % sobre el total mundial, período 1950-2000 (Fuentes: The Atlas of Climate Change, The Woods Hole Research Center y la Organización Meteorológica Mundial).

  • Estados Unidos y Canadá: 29% sobre el total mundial de emisiones entre 1950 y 2000.
  • Europa: 24%
  • Mancomunidad de Estados Independientes (ex URSS-CEI): 15%
  • Este asiático: 11%
  • Japón: 5%
  • Centroamérica y Suramérica: 4%
  • Sur asiático (subcontinente indio): 3%
  • Oriente Próximo: 2,5%
  • África: 2,5%
  • Sureste Asiático: 2%
  • Australia y Nueva Zelanda: 1%
  • Otros: 1%

El IPCC y su papel en el estudio del cambio climático

El IPCC tiene como objetivo, tal y como se señala en su sitio de Internet oficial, “analizar, de forma exhaustiva, objetiva, abierta y transparente, la información científica, técnica y socioeconómica relevante para entender los elementos científicos del riesgo que supone el cambio climático provocado por las actividades humanas.”

Bajo el amenazador epígrafe “Cambio Climático 2007”, una pequeña animación abre en la primera mitad de este año el portal del IPCC especifica la disponibilidad, desde el 6 de abril, del resumen para responsables políticos (quienes nos representan para hacer frente a este problema) del IV Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.

El título del documento parece más equívoco que el mensaje que ofrece, gracias al trabajo de 2.500 científicos, centenares de especialistas pertenecientes a 130 países y 6 años de duro trabajo. Interesa el contexto en el que se ha elaborado, la seriedad de sus advertencias y la solidez de sus argumentaciones, que parecen ser tenidas en cuenta por Estados Unidos, China, India y Brasil.

El primero, es la principal economía del mundo y su democracia de bandera, un abolengo únicamente compartido con Gran Bretaña, cuna de la Carta Magna y de la Monarquía Parlamentaria; y Francia, instigadora de la Revolución Francesa y de buena parte de los avances ideológicos de la Ilustración, ideología que ahora debe ser revisada para hacer frente a la crisis medioambiental.

Estados Unidos, además, es el principal emisor de gases contaminantes y el gran ausente de las primeras medidas de consenso mundial para frenar las consecuencias más catastróficas del cambio climático: el llamado Protocolo de Kioto.

Australia es el otro país rico que no ha ratificado el protocolo, así como noveno emisor mundial de gases contaminantes (justo por delante de España, pese a contar con menos de la mitad de la población española).

Los restantes 39 países considerados más desarrollados acordaron iniciar la lucha contra el efecto invernadero en la ciudad japonesa en un lejano 1997. Poco se ha hecho desde entonces.

China, India y Brasil son los tres países emergentes cuyo notable enriquecimiento, que se prolongará en las próximas décadas, les podría convertir en principales contaminantes mundiales, junto a Estados Unidos y Rusia, primer y segundo emisor de dióxido de carbono en la actualidad.

No obstante, sería injusto achacar el cambio climático a la creciente emisión de gases contaminantes en el mundo en desarrollo. Basta con echar un vistazo a los 10 mayores productores de CO2 del mundo para darse cuenta de que el nivel de vida occidental dista mucho de poder ser considerado sostenible.

Canadá, con poco más de 40 millones de habitantes (tres menos que España), es el país que consume más energía por habitante y el quinto del mundo.

Estados Unidos, principal emisor, es el segundo país que más energía per cápita consume en el mundo (¿existe conexión cultural en Norteamérica en cuanto a consumo energético?).

Australia, insistimos, emite más CO2 que España y casi tanto como Francia, pese a contar con sólo 20 millones de habitantes. Europa, garante del compromiso con Kioto (a diferencia de EEUU y Australia), que apoyan todos los miembros de la UE, tampoco debería sentirse orgullosa de la realidad, más allá de la retórica de Kioto: cinco de los diez principales países contaminantes pertenecen al club de Bruselas.

Los 10 mayores productores de CO2 (Fuente: diario El País, edición impresa del domingo 8 de abril de 2007): millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente, 2004.

  • EEUU: 7.067.6
  • Rusia: 2024,2
  • Japón: 1.355, 2
  • Alemania: 1.015,3
  • Canadá: 758,1
  • Reino Unido: 665,3
  • Italia: 582,5
  • Francia: 562,6
  • Australia: 529,2
  • España: 427,9

Consecuencias de la meteorología extrema

El diario El País realizaba el 8 de abril una síntesis de las consecuencias que, según según el documento del IPCC, provocará la meteorología extrema a raíz del aumento de las temperaturas.

El informe para responsables políticos especifica el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos. Los fenómenos son ordenados en el documento de mayor a menor probabilidad de que se produzcan:

  • El calentamiento: menos días y noches frías y más jornadas calurosas en la mayoría de las regiones, lo que supone un aumento de las cosechas en las zonas más frías y una disminución en las zonas más calurosas. Disminuirá el agua dulce que depende del deshielo y aumentará la tasa de evaporación del suelo. En muchos lugares descenderá la demanda energética para calefacción, pero aumentará la refrigeración. Peor calidad del aire en las ciudades.
  • Olas de calor: más olas de calor, menos cosechas en las zonas templadas y más incendios forestales. Mayor demanda de agua potable. Mayor riesgo de muertes asociadas al calor.
  • Lluvias torrenciales: el incremento de las precipitaciones fuertes provocará daños en las cosechas y erosión del suelo. Efectos adversos también en el agua dulce. Mayor riesgo de enfermedades. Alteración del comercio, destrucción de viviendas y transportes.
  • Sequía: degradación de la tierra. Menos cosechas, mayor mortandad del ganado y aumento de incendios forestales. En muchas regiones, más dificultades con el agua potable y más problemas asociados a la alimentación y a la escasez del agua. Migraciones catastróficas de la población.
  • Tormentas tropicales: daños en las cosechas, bosques y arrecifes de coral. La destrucción de infraestructuras puede afectar al suministro eléctrico y de agua dulce. Mayor riesgo de muertes, heridas traumáticas y enfermedades.
  • Nivel del mar: la subida de las aguas salinizará el agua dulce en estuarios y zonas costeras. Mayor riesgo de muerte y daños por inundaciones. Repercusiones a escala sanitaria (transmisión de pandemias, escasez de suministros, etcétera).