(hey, type here for great stuff)

access to tools for the beginning of infinity

Rincón introspectivo para trabajar, estudiar, leer o meditar

El diseño de espacios afecta nuestra productividad, una constatación presente en literatura y tratados de arquitectura desde los clásicos grecolatinos.

Las pequeñas y cómodas alcobas no sólo nos reconcilian con el sueño, sino que facilitarían la introspección, si hacemos caso de, por ejemplo, los apuntes de Leonardo da Vinci sobre la cuestión.

“Las pequeñas habitaciones y abrigos disciplinan la mente; las grandes estancias la debilitan”.

(Imagen: rincón introspectivo en la vivienda moderna de Los Ángeles del arquitecto Ray Kappe)

Acomodando un rincón desaprovechado para florecer

El artista renacentista por excelencia reflexionaba sobre espacio y pensamiento en un contexto en que los mecenas del arte de los distintos microestados de la Península Itálica -Iglesia, realeza local y foránea, nobleza- financiaban artes escénicas y aplicadas.

Arquitectos, pintores, escultores y artesanos a menudo convivían en espacios solitarios y concurridos, en grandes ágoras -capaces de albergar el trabajo escultórico y pictórico- y recogidos scriptorium

(Imagen: rincón de trabajo del grabador francés François Houtin)

A Da Vinci no le costó apercibir que el trabajo reflexivo, consistente en asomarse a uno mismo de acuerdo con los preceptos de Agustín de Hipona (precursor del concepto de “pensamiento interno” y reflexión como elemento de crecimiento personal y citado por la fenomenología), o de los clásicos grecolatinos, requería el recogimiento espacial de pequeños espacios y alcobas.

El recorrido de la contemplación introspectiva

Las Confesiones de San Agustín reflejan no sólo su duda intelectual y metafísica, sino también una sólida formación clásica.

Su concepto de “introspección”, adoptado por la cristiandad a partir de su trabajo, parte del concepto griego de “alumbrar” ideas a partir del cuestionamiento interior (algo así como la mayéutica socrática, pero con uno mismo como interlocutor con lo transcendente.

Eso sí, sofistas y filósofos de la Antigüedad elegían el espacio público para transmitir sus ideas, pero no queda tan claro que favorecieran el lugar público, donde podían ser interrumpidos con frecuencia, para meditar o simplemente contemplar.

(Imagen: estudio en París del escultor estadounidense Alexander Calder)

Del anacoretismo a la autorrealización de la psicología humanista

La introspección, entendida como examen de pensamientos y sentimientos, así como un método de trascender y entrar en contacto con lo circundante en términos espirituales, está presente, 

  • tanto en la tradición occidental (filosofía clásica y religión, desde el gnosticismo y otras formas de anacoretismo hasta el recogimiento de teólogos cristianos posteriores);
  • como en la filosofía oriental: las religiones dhármicas, por ejemplo, los vedas, o textos ancestrales dhármicos asumidos por el hinduismo, “revelados” a los sabios antiguos después de intensos períodos de meditación, creían que el modo de llegar a la divinidad era adentrarse en el interior de uno mismo.

Ya en el siglo XIX, los trascendentalistas estadounidenses citaron a los vedas como inspiración (Thoreau) y compararon asomarse al interior de uno mismo con hacerlo al universo (unidad panteísta y, para Emerson, intercambiable con los conceptos de Naturaleza y Dios).

No es casual que muchos rincones de trabajo de escritores, pintores, escultores y artistas en general se sitúen entre la penumbra y un ventanal donde la vista pueda descansar a cierta distancia, preferiblemente sobre las formas orgánicas de algún hito natural. 

(Imagen: estudio de trabajo del arquitecto Ricardo Bofill en su vivienda -una fábrica reconvertida- de Sant Just Desvern, Barcelona)

Entonces, la mesa de trabajo conecta quizá lo que sucede en el exterior con el trabajo o momento introspectivo de la propia conciencia en el rincón de trabajo.

Luz natural y vistas transforman un rincón en puerta hacia el interior y el exterior.

Viaje hacia en interior en la naturaleza o en casa

Desde la Antigüedad, por tanto, la introspección ha sido asociada tanto con espacios de inspiración y a menudo soledad: la naturaleza, el desierto o la montaña, lugares adonde acude el anacoreta para tratar de sumergirse en lo transcendental, a menudo mezclando la reflexión interior con la contemplación de lo circundante.

Escuelas filosóficas, especialmente la cínica y la peripatética, así como filósofos no adscritos a ninguna escuela, inauguraron el anacoretismo documentado en Occidente, a menudo introspectivo. 

(Imagen: estudio en Aix en Provence del pintor Paul Cézanne)

El anacoretismo floreció con la metafísica de las religiones abrahámicas hasta el punto de que hay autores que sostienen que el Jesucristo histórico y otros contemporáneos de la periferia del Imperio Romano conocían la existencia y enseñanzas de cínicos y peripatéticos.

El primer cristianismo exploró distintos caminos de la introspección una vez asumió el dualismo cuerpo-alma, de inspiración platónica. Gnósticos y otros individuos y sectas se toparon con la voluntad institucional de Roma y Bizancio, hasta el punto de perseguir y ajusticiar a quienes combinaban paganismo con liturgia canónica.

El último esbozo

El que se cree que es el último dibujo conservado de Leonardo da Vinci, Anciano pensativo, muestra el esbozo de un anciano barbado, probablemente el propio autor, recostado sobre un bastón y junto a un árbol. 

(Imagen)

Como ocurre con posterioridad con los trascendentalistas, el lado más contemplativo de la introspección se produce observando el mundo natural, mientras que la parte meditativa más propia del trabajo busca un pequeño abrigo donde poder plasmar lo pensado.

Cuando el recogimiento tiene lugar en sociedad (Aristóteles asume que el hombre es un “animal político”, o individuo “de la polis”), espacios como patios interiores o pequeñas alcobas aportan el espacio de recogimiento para lo que Leonardo da Vinci interpretaba como “disciplinar la mente”.

(Imagen)

Un rincón para uno mismo

Esta vocación por encontrar un rincón solitario y convertirse así en una suerte de anacoreta urbano cuando el trabajo o la necesidad espiritual lo requieren, explicaría la popularidad de “lugares preferidos” para reflexionar o pensar que todos reconocemos o hemos observado en alguna ocasión.

A saber: el rincón con herramientas y una minúscula mesa que hemos visto en la esquina de algún garaje o cobertizo, lugar donde a menudo conviven el trabajo manual (en alguna reparación; o alguna afición solitaria que suele requerir la destreza y el silencio monacal) con la reflexión interior; o la habitación de lectura-costura-manualidades.

(Imagen)

Una versión recurrente del gusto de espacios pequeños para crear es la relación entre las vocaciones artísticas más solitarias e intelectuales, desde la escritura a la composición musical, son las pequeñas cabañas de trabajo.

Buscavidas de todos los tiempos

En *faircompanies hemos recopilado algunas de ellas:

Cuando el entorno del creador o de quien necesita o busca con regularidad su espacio de recogimiento padece la limitación espacial de apartamentos urbanos donde conviven varias personas, el espacio de recogimiento adquiere el carácter flexible e intangible de lo efímero: parques públicos, bibliotecas, cafés, estaciones de transporte… cualquier lugar público es susceptible de albergar el rincón perfecto para meditar mientras uno observa el vaivén de la gente, un pequeño jardín, etc.

Los últimos buscavidas dictando o anotando ideas a su teléfono, o haciendo lo propio en un portátil o en un cuaderno tradicional, no son sino la última versión de una larga tradición de merodeadores de espacios públicos en busca de la combinación perfecta entre tránsito y recogimiento.

(Imagen)

El rincón en un café, un parque o una habitación desaprovechada

Miembros de la Generación Perdida, la mayoría autores estadounidenses de tránsito por el París de los años 20, recibieron a sus amigos y trabajaron en mesas de café y otros lugares que “disciplinaran” la mente sin que uno tuviera que helarse de frío en algún cuarto. 

Es el caso del joven Ernest Hemingway de su recopilación autobiográfica de aquellos días en “París era una fiesta”.

(Imagen)

Quienes pueden combinar vida en la ciudad con algo de espacio disponen de su propio rincón reflexivo en casa o incluso en la oficina; proliferan, por ejemplo, los muebles y estancias dentro de habitaciones, que permiten abstraerse cuando es necesario.

(Imagen)

En ocasiones, una pequeña escapada permite afrontar lo esencial de un momento determinado y reflexionar sobre la existencia, a la manera de Thoreau en su cabaña junto al lago Walden.

Rincones inspirados en el contacto ancestral con la naturaleza

No hace falta invertir en una costosa casa de campo para emular a Thoreau, e Internet facilita la inspiración e intercambio de ideas para edificar o restaurar pequeños cobertizos o cabañas. 

(Imagen)

La arquitectura también se interesa por este formato esencial, tan próxima a las viviendas mínimas tradicionales.

(Imagen)

Y del nomadismo de muchos abrigos de pueblos tradicionales, desde Norteamérica al norte de Eurasia (desde Escandinavia al Estrecho de Béring), al carácter ligero y a menudo efímero de los rincones y “nidos” introspectivos en una vivienda moderna.

Nidos domésticos

Si filósofos como Martin Heidegger, Ludwig Wittgenstein, Aldo Leopold y Arne Næss construyeron pequeñas cabañas en el campo para filosofar sin perder contacto con la tierra y el ritmo ancestral de la existencia, cualquier interesado en encontrar su propio espacio que no pueda permitirse alejarse de la rutina urbana pueden reproducir efectos similares en “nidos domésticos”:

  • separaciones flexibles (mecanismos con rieles o partes móviles que convierten un espacio diáfano en otro que alberga una tienda o cobertizo;
  • tabiques, biombos o muebles que combinan una utilidad exterior (librería, etc.) con un pequeño interior que permite dormir, leer, meditar, trabajar, estudiar, etc.;
  • escritorios y armarios con un diseño destinado a evitar interrupciones y facilitar la concentración;
  • sin olvidar complementos (desde los auriculares a la iluminación regulable y localizada) que ofrecen resultados similares a la separación física de espacial.

(Imagen)

Al alcance

Los espacios introspectivos aprovechan espacio desaprovechado y favorecen la concentración. 

Una oportunidad poco costosa de trabajar en el propósito personal que queda arrinconado bajo excusas como la falta de tiempo, espacio o dinero. 

(Imagen)

Un pequeño escritorio en un rincón es un buen comienzo, sobre todo si podemos amueblarlo con luz natural, un foco de agradable luz artificial para aprovechar el silencio a deshoras si es necesario y un buen asiento.

Lo demás es supletorio.

(Imagen)