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Similitudes entre un todoterreno y un chuletón

He comparado inconscientemente dos elementos dispares, que no pueden ser comparados si uno quiere argumentar sólidamente lo que quiere decir. 

Se trata del aumento en las ventas de los todoterreno más potentes y grandes en el mundo desarrollado, que coincide con otro fenómeno XXL: el aumento de la obesidad, también en los países ricos. Los coches menos eficientes y más contaminantes son los que más aumentan sus ventas, y la comida que más recursos emplea y más contamina para ser producida (carne roja) es la que más dispara su consumo.

Unas líneas de ficción para empezar:

Imagino a una pareja joven barcelonesa, madrileña o bilbaína, con residencia en las afueras de alguna de las zonas urbanas citadas.

La pareja acude al cine, a ver Una verdad incómoda (o cualquier otro documental con la misma temática, más actual, como el protagonizado por el actor Leonardo di Caprio, todavía no estrenado en España). Conducen hasta el multicine en el coche paterno.

Salen concienciados de la película, aunque tienen hambre. Conducen hasta el restaurante donde han quedado, tras la peli, con unos amigos. Es un asador argentino situado en el centro de la ciudad.

Acompañados por cuatro amigos más, todos hablan del documental. Coinciden con los postulados de Al Gore; los datos científicos son irrefutables.

Tras acabar los 6 chuletones de ternera, regados con un vino decente, las tres parejas vuelven a los suburbios en tres coches distintos. Dos de estos coches son poco eficientes y no han sido diseñados para un uso intensivo en la ciudad.

Ni los todoterreno ni los chuletones (sus abuelos estarían encantados de haber visto a sus nietos comerse esos hermosos pedazos de carne, que alimentan una barbaridad) aparecieron en ningún momento en la conversación de las tres parejas.

La moraleja, a continuación.

Realidad que refrenda -y supera- la ficción: comida y coches XXL

Mientras le daba vueltas a la temática de la nueva entrada de mi blog (Buenas intenciones dominicales: periódico, comer y limpiar), tras la breve disquisición acerca de los suplementos y las colecciones que abarrotan los quioscos en septiembre, he comparado inconscientemente dos elementos dispares, que no pueden ser comparados si uno quiere argumentar sólidamente lo que quiere decir.

Se trata del aumento en las ventas de los todoterreno más potentes y grandes en el mundo desarrollado, que coincide con otro fenómeno XXL: el aumento de la obesidad, también en los países ricos. Los coches menos eficientes y más contaminantes son los que más aumentan sus ventas, y la comida que más recursos emplea y más contamina para ser producida (carne roja) es la que más dispara su consumo.

Quizá no se trate sólo de la falta de información de los ciudadanos. Los chuletones, las hamburguesas y los todoterreno que más gastan y se utilizan casi exclusivamente en un entorno urbano nunca han sido relacionados con el cambio climático.

  • En España, según Cinco Días, los todoterreno han evitado que las matriculaciones de automóviles bajaran en agosto de 2007, ya que sus ventas han aumentado un 11,8% en el mes indicado. La subida de tipos de interés y el nuevo clima económico mundial (con un futuro tan funesto como el clima real del planeta) parece no afectar a los usuarios a la hora de decidir la compra de su coche. Tampoco los prohibitivos precios de la gasolina y el gasóleo, que ya nunca se volverán a situar a niveles similares a los registrados antes de la invasión de Irak.
  • Los jóvenes peninsulares no parecen relacionar el tamaño o potencia de su coche con la contaminación y, por ende, el cambio climático. Un estudio de Cetelem, en colaboración con la Federación de Concesionarios (Faconauto), ha elaborado una encuesta que el 73% de los jóvenes de hasta 35 años no piensa en el medio ambiente cuando adquiere un nuevo coche. Inciden sobre la compra factores como la practicidad, la funcionalidad, el diseño y la comodidad.
  • Paradójicamente, según los últimos sondeos, los jóvenes españoles están -estamos-, en comparación con otros quintos europeos y el resto del mundo, concienciados en la lucha contra el cambio climático. Una encuesta de la Unión Europea (eurobarómetro presentado en marzo de 2007), los españoles son, junto a los chipriotas, los europeos más preocupados por el cambio climático: siete de cada diez personas declaran sentirse muy preocupadas por el cambio climático. Más interesante todavía, el mismo eurobarómetro mostraba que los españoles son los europeos “más conscientes dentro de la UE-27 del impacto negativo que tiene en el clima la forma en que se produce y consume energía en su país (63%).”

Se reconoce la gravedad del calentamiento global pero, a la vez, no se relaciona “el modo en que se produce y consume energía” en España con nuestras preferencias cuando, por ejemplo, nos compramos un coche.

Los coches más grandes y menos eficientes aumentan sus ventas en Europa y Norteamérica, mientras la ingestión de carne roja de rumiantes ha crecido en los países ricos hasta una media de 224 gramos por persona y día. La media mundial se sitúa en “sólo” 101 gramos de carne por persona y día.

Por mucho que cueste admitirlo, Fast Food Nation y Super Size Me son documentales (el primer título se corresponde también con un excelente reportaje novelado del periodista estadounidense Eric Schlosser) que muestran fenómenos preocupantes en el consumo y hábitos no sólo de las capas populares de EEUU, sino de millones de personas en todos los países ricos.

Coches y carne

Un estudio de alcance internacional coordinado por la Universidad Nacional de Australia en Canberra, presentado en Londres a principios de septiembre y del que la revista médica The Lancet se hizo eco, muestra cómo:

  • Un 18% de las emisiones globales de gases relacionados con el calentamiento global proceden del sector ganadero.
  • El estiércol, la fermentación gástrica e intestinal de los rumiantes o la deforestación para pastos generan los gases contaminantes en el sector.
  • Si sumamos las emisiones del sector ganadero a las del resto del sector agrario mundial, éstas suponen el 22% de los gases con efecto invernadero emitidos a la atmósfera del planeta.
  • Como recoge Antonio Cerrillo en La Vanguardia (Comer menos carne ayuda a proteger el clima), “la ganadería aporta el 9% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) y entre el 35% y el 40% del metano, un gas que tiene un potencial para calentar la atmósfera 20 veces superior al CO2. Además, representa el 65% de los óxidos nitrosos.”

El estudio de la universidad australiana recuerda que no sólo la industria, la generación de energía y electricidad o el transporte son responsables del cambio climático, sino nuestra dieta.

En EEUU, se ha puesto de moda conducir un Prius, el modelo híbrido de Toyota. Gracias a su tirón de ventas en Norteamérica, el Prius y los otros híbridos de Toyota superaron hace un año el millón de unidades vendidas.

A los usuarios les gusta conducir un Prius, “porque todo el mundo sabe que quien conduce un Prius está preocupado por el calentamiento global”. Estar concienciado vende, aunque quizá no estemos preparados para empezar a relacionar la ingestión de carne de vacuno o bovino con el mismo problema climático. Kirsten Dirksen escribió recientemente una entrada en su blog (en inglés: Praying to the Prius, algo así como “Rezando al Prius”), acerca del fenómeno comercial relacionado con el Toyota Prius y su imagen “verde”.

El mismo razonamiento me lleva a conjeturar que, si bien parecemos preparados a señalar con el dedo a quienes conducen, solos y en la ciudad, enormes e ineficientes todoterreno (ir a comprar una botella de leche al centro comercial con un coche poco eficiente no es algo tan raro en las zonas suburbanas de los países ricos), todavía no pedimos explicaciones a la industria ganadera, y mucho menos a nuestro modelo de consumo.

Los números

Como la sobrealimentación, relacionada con los malos hábitos alimentarios y con la cada vez mayor ingestión de carne roja, es la principal causante del aumento de la obesidad en los países con rentas más altas, el sector ganadero:

  • Contribuye a la sobrealimentación. Según la OMS, más de 1.000 millones de adultos en el mundo tienen exceso de peso. De ellos, 300 millones padecen obesidad. Aunque la carne es sólo uno de los factores que contribuyen a la expansión de esta enfermedad (también inciden la mayor ingestión de azúcares, sal y grasas saturadas, así como el descenso de la actividad física cotidiana). El número de ciudadanos con problemas de obesidad se ha triplicado en Europa en los últimos 20 años. Las enfermedades coronarias y determinados cánceres, dolencias relacionadas con la ingestión excesiva de carne, crecen en Europa y Norteamérica.
  • Contribuye de manera decisiva al cambio climático.

Reducir el impacto del sector ganadero

El sector ganadero emite el 18% de las emisiones globales de gases relacionados con el calentamiento terrestre. Según La Vanguardia, el desglose aproximado de las emisiones de este sector es el siguiente:

  • Deforestación para crear pastos: 35%.
  • Estiércol: 31%.
  • Fermentación por la digestión de los rumiantes: 25%.
  • Uso de fertilizantes: 3%.
  • Uso de combustible: 1%.
  • Otros: 5%.

Para reducir las distintas partidas que inciden sobre la contaminación total del sector ganadero, parece necesario cambiar los hábitos alimentarios de los países desarrollados, los que más carne consumen, con diferencia.

Consumo de carne en el mundo (en gramos por persona):

  • Países desarrollados: 224 gramos por persona y día.
  • Latinoamérica: 147 gramos.
  • Asia Oriental y Suroriental: 112.
  • Media mundial: 101.
  • Asia Occidental y Oriente Medio: 54.
  • África: 31.

Para un adulto sano, se aconseja comer como máximo alimentos que generen 1 gramo de proteínas (la carne es uno de los alimentos que las genera, aunque no el único) por kilo por persona y día. Es decir: un adulto de 70 kilos de peso debería ingerir 70 gramos por día de proteínas, proporcionadas por alimentos como la carne, huevos, pescados y legumbres.

El exceso en la ingestión de carne parece un problema de los países desarrollados. Reducir su importancia en la dieta supondría una menor tasa de obesidad y una reducción de los gases contaminantes que provocan el calentamiento del planeta.

La decisión personal

Menos carne, dice la receta. Esta sí es una decisión relacionada con el consumo y la elección personal.

Del mismo modo, la reducción en el empleo del transporte privado (sobre todo, cuando se trata de coches poco eficientes con una persona a bordo y en un recorrido urbano) reduciría la emisión de gases contaminantes y aumentaría la calidad del aire en las ciudades (Barcelona y Madrid son dos de las urbes más contaminadas de Europa; Barcelona supera en contaminación atmosférica a Londres, México o Nueva York).

Si la ganadería y el resto del sector agrario suman el 22% de los gases contaminantes, el transporte es responsable del 13,5 (Fuente: World Resources Institute, citado por The Economist el 2 de junio de 2007) de las emisiones. Un 35,5% de los gases emitidos a la atmósfera tienen que ver directamente con una elección de consumo en los países desarrollados.

Con los datos en la mano.