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Siniestros: potencial, mitos y discriminación de los zurdos

Entre un 8% y un 15% de la población mundial vive en un mundo diseñado para el 90% restante. No es un distingo socioeconómico, racial, religioso o de orientación sexual, sino un factor genético en apariencia tan trivial como el uso preferente del lado izquierdo de nuestro cuerpo.

Pero, ¿qué hay de cierto en afirmaciones como la supuesta creatividad o tendencia a algunas dolencias de los zurdos? ¿Qué hay de cierto acerca del carácter “siniestro” de quienes usan el pie y la mano siniestros?¿Se sostiene empíricamente la literatura que, como dice la economista Allison Schrager, encasilla a zurdos como genios o degenerados?

El avance en estudios genéticos y neurológicos ha producido suficiente literatura como para corroborar o defenestrar hipótesis, intuiciones o meras leyendas.

Una manera distinta de enfrentarse al mundo

Ser zurdo es mucho más que una tendencia natural a servirse de la mano y el pie izquierdos debido a una distinta asignación de tareas en el cerebro, como expone la teoría de los hemisferios invertidos.

Ser zurdo implica un modo de enfrentarse a la realidad, pensar y superar pequeñas barreras de diseño y concepción de los artilugios que rodean nuestra cotidianeidad.

(Imagen: Hipatia de Alejandría, caracterizada entre el resto de filósofos clásicos en el fresco del zurdo Rafael -1509-)

Pese a ello, nunca ha habido un “zurdismo”, ni conciencia de grupo: nunca nadie defendió los derechos de zurdos, ni denunció su sutil vejamen histórico por un entorno diseñado para la mayoría.

Minoritario no implica anormal

Sabemos que la tendencia natural a usar preferentemente el lado izquierdo del cuerpo es, si bien minoritario, un fenotipo común de la especie humana, presente en todas las poblaciones y culturas con cierta variabilidad, aunque siempre en un número radicalmente inferior a los diestros.

Se cree que el porcentaje de zurdos sería algo mayor, de no prevalecer la presión cultural por el uso de la mano derecha. Asimismo, países asiáticos y europeos del Este registran mayores porcentajes de zurdos que Europa Occidental, Europa del Norte y África.

En los zurdos, pie, mano, ojo y oreja izquierdos se imponen al lado diestro (además de tender a masticar la comida en el lado izquierdo): psicomotricidad y visión espacial dependen de este lado, debido al dominio del hemisferio cerebral derecho, lo contrario de lo que ocurre con diestros y la mayoría de ambidiestros.

El zurdo homogéneo cuenta con una “lateralidad” izquierda de todos sus órganos, mientras en el zurdo parcial extremidades y órganos tienden hacia el lado derecho o izquierdo.

El sutil e implacable juicio semántico del lenguaje cotidiano

En un contexto diseñado para diestros, era normal que el lenguaje acabara también discriminando a la minoría zurda, que la superstición relacionó con lo siniestro. Lo opuesto, claro, de lo diestro, lo correcto, lo “natural”.

La predilección por el uso de las extremidades izquierdas ha conllevado discriminación histórica, que explica la semántica de las palabras “derecha” e “izquierda” en muchas lenguas, las lenguas románicas, el inglés, el alemán y la mayoría de lenguas indoeuropeas restantes, como el sánscrito.

En sánscrito, pariente indio de las lenguas europeas, la palabra “waama” significa tanto “izquierda” como “malévolo”. Ocurre algo parecido en otras sociedades tecnológicas ancestrales, más allá de las fronteras que alumbraron las lenguas indoeuropeas.

En chino mandarín, lo zurdo también equivale a “impropio” o “ajeno al acuerdo”. Algo que sigue el “camino izquierdo” no ha seguido un patrón ortodoxo y es, por tanto, inmoral; mientras en coreano las palabras “derecha” y “apropiado” se pronuncian igual.

Polimatía y tolerancia: sobre asimilar un mundo diseñado a la inversa

Al menos en Occidente, el supuesto malandrismo zurdo se remonta, por tanto, a tiempos inmemoriales, pero se consolida en épocas de superstición y se suaviza en las épocas más prósperas y tolerantes, como la Época Clásica, el Renacimiento, o desde la Ilustración a nuestros días.

El castellano, portugués y catalán coloquiales, por ejemplo, evitan la acepción derivada del latín y todavía reconocida de “siniestro” para referirse al uso motriz de un lado u otro, en favor “izquierdo”, palabra vasca.

Mirada siniestra, actitud siniestra, levantarse con el pie izquierdo… No hay que preguntar desde qué retina se daba el mal de ojo, ni la mano dominante en supuestas brujas, herejes y demás personajes señalados en pogromos de los tiempos más oscuros y supersticiosos de la Edad Media.

Lo recto y lo funesto: discriminación semántica

Desde entonces, aunque sea sólo semánticamente, lo zurdo es torpe, deforme, desafortunado, poco sincero, malévolo, traicionero. En inglés, un “cumplido zurdo” consiste en una alabanza con trasfondo cáustico y negativo, despreciativo. A traición. El inglés “left” procede del anglosajón “lyft”: débil. Su antítesis es lo “correcto” y “certero”, lo “diestro” o “derecho”.

En el diccionario de la Real Academia Española, “diestro” mantiene los matices construidos semánticamente desde que Constantino legalizara el cristianismo a principios del siglo IV y su sucesor Teodosio lo convirtiera en religión oficial del Imperio romano (Edicto de Tesalónica, en 380).

Desde entonces -primero de manera literal y sólo sobre el papel en tiempos recientes-, lo zurdo no sólo es diferente o invertido, sino que sigue siendo antinatural.

Los orígenes de esta profunda discriminación semántica hay que buscarlos en las mismas fuerzas que contribuyeron a que el cristianismo pasara de creencia supersticiosa, irracional, trasnochada y populista (en opinión de los romanos acomodados), a creencia oficial de un Imperio en decadencia, lastrado por intrigas internas y asediado por invasores bárbaros.

Cuando el mundo vivió sin discriminaciones sutiles

Los romanos acomodados veneraban a unos dioses simbólicos mientras practicaban filosofías de vida terrenales con base racional, como el estoicismo o su rival hedonista, el epicureísmo.

En un breve intervalo, cuando el politeísmo supersticioso apenas servía de escenario estético para los ciudadanos romanos y las religiones abrahámicas todavía no habían abandonado la pobre provincia de Palestina, las clases educadas de las ciudades romanas dedicaban su ocio productivo y a las artes (incluyendo el “arte de vivir“) y el estudio racional del ser humano y la realidad circundante.

Stephen Greenblatt cita en su ensayo The Swerve: How the World Became Modern a Gustave Flaubert describiendo este momento próspero y fértil, sin supersticiones ni populismo surgido de la ignorancia:

“Justo cuando los dioses habían dejado de ser, y Cristo todavía no había llegado, se produjo un momento único en la historia, entre Cicerón y Marco Aurelio, cuando el hombre estuvo solo”.

Zurdismo, polimatía y los enemigos de Hipatia

Sin embargo, la expansión del cristianismo entre la plebe propició también el descrédito de filosofías de vida que concedían al individuo la responsabilidad de su propio bienestar. El Dios judeocristiano era implacable y se comportaba sin la consistencia racional de las filosofías de vida clásicas, pero su borroso e inescrutable misticismo (tomado de los platonistas) perdonaba y organizaba a los más desfavorecidos del Imperio.

A medida que se desintegraba el Imperio, la incalculable sabiduría acumulada en las librerías greco-romanas tenía menos valor: al peligrar lo fundamental, como las propiedades o la propia vida, las librerías privadas (algunas con centenares de libros en rollos de papiro, como los de la Villa de los Papiros excavada en Herculano, explica Stephen Greenblatt en el mencionado The Swerve) desaparecieron poco a poco.

El fin simbólico de la sociedad culta educada en academias clásicas y con acceso a librerías privadas y públicas se produce en el siglo V con el linchamiento y asesinato de Hipatia de Alejandría, a manos de la voluble e influenciable multitud cristiana de la ciudad, ignorante y enfurecida.

Cuando la creatividad se tergiversó hasta ser sinónimo de brujería

La librería de la ciudad, la mayor de la Antigüedad, fue desprestigiada y perseguida por el obispo de la ciudad, Teófilo. Su sobrino y sucesor, Cirilo, instigador del linchamiento de Hipatia, orquestó la desaparición de los fondos restantes.

(Vídeo: Hipatia enseña el sistema Ptolemaico a sus alumnos de la Alejandría del siglo IV en Ágora, película de Alejandro Amenábar)

Lo que para Hipatia y sus relaciones eruditas constituía trabajo, uso de la razón, polimatía y creatividad, escrita y oral, se convirtió en algo “siniestro”, en sentido figurado y literal: brujería, satanismo, trucos de magia de gente torcida, con elevada representación de zurdos.

En el siglo IV había 28 bibliotecas públicas en Roma (Stephen Greenblatt en The Swerve), así como otras tantas en las ciudades más importantes de un Imperio cada vez más inestable), y el inicio de un mundo cristiano supersticioso y atrincherado en pequeños señoríos, marcó el cambio semántico de lo “siniestro”.

Con el pie izquierdo

La transformación fue tan profunda como el cambio que se producía en Occidente: Roma saqueada, el Imperio trasladado a Constantinopla, el abandono del análisis lógico y empírico de las cosas de este mundo para centrarse en lo platónico y brumoso (ángeles, demonios, brujas, lo divino y angelical contrapuesto con lo… “siniestro”).

Al fin y al cabo, todos hemos aprendido, cristianos o no, quién se sienta a la “derecha” de Dios. Se conocen menos los apelativos despectivos dedicados a los homosexuales en la Europa del siglo XIX: en los países protestantes, eran llamados “zurds”, mientras en la europa católica se les relacionaba con el “pie izquierdo”. El satanismo era el camino de la mano izquierda, contrapuesto al supuesto esoterismo positivo, el de la “mano derecha”.

Dadas sus connotaciones históricas, tan brumosas y esotéricas como el misticismo que la tradición judeo-cristiana copió del platonismo, existió durante siglos el incentivo perverso que instigó a la conversión forzosa -casi siempre, secreta, hecha en familia- de los zurdos naturales en diestros… poco diestros.

Una conversión forzosa olvidada: de zurdos naturales a torpes diestros

La conversión forzosa de zurdos en diestros fue practicada por familias e instituciones de Occidente hasta tiempos recientes. Muchos conocemos o tenemos un familiar de una o dos generaciones anteriores que puede explicar en primera persona esta experiencia forzosa y represiva.

Hasta hace apenas una generación, en definitiva, ser zurdo implicaba nacer con un impedimento motriz y cognitivo que, en ocasiones, era “corregido” por la fuerza en la familia o la escuela, a menudo con consecuencias que los estudios han probado con posterioridad: problemas de aprendizaje o dicción, dislexia, etc.

(Portada del ensayo sobre pensamiento analítico de Maria Konnikova, citada por su artículo sobre zurdos en New Yorker)

Durante siglos, los zurdos tuvieron que adaptar un entorno diseñado para la mayoría diestra: utensilios artesanales (tijeras, cuchillos, etc.) maquinaria de precisión, libros, libretas (todo zurdo conoce los borrones de tinta provocada por la mano al deslizarse mientras escribe, o la incomodidad de escribir junto al margen izquierdo en una libreta de anillas) o periféricos informáticos…

Maravillas que nunca debieron ser castigadas: escritura especular

Entre las principales lenguas del mundo, sólo persa, arábico, urdu y hebreo se escriben de derecha a izquierda y, por este motivo, no causan ningún esfuerzo ni molestia cognitiva a la mente zurda; el resto de idiomas, por el contrario, requieren una readaptación cognitiva.

Ello explicaría por qué, en ocasiones, algún niño zurdo despistado ojea libros de manera invertida, desde la última página a la primera.

También es corriente observar a niños zurdos escribiendo de manera invertida o especular, o como si estuviéramos viendo lo escrito a través del espejo.

Leonardo da Vinci, polímata por antonomasia (y por tanto, arquetipo de mente creativa), era zurdo y recurría a menudo a la escritura especular, como en las notas del Hombre de Vitruvio.

Zurdos bajo la luz de la ciencia

Hasta aquí, la sutil discriminación y sus efectos sobre la población zurda. Pero, ¿qué hay de la supuesta superioridad creativa o intelectual de los zurdos? ¿O de su supuesta tendencia hacia los desórdenes mentales o de comportamiento, como se creía en los inicios de la psicología y la criminología?

Si existe una diferencia sustancial en la diferencia cognitiva y motriz de la población zurda, ¿hay datos sobre logros, ingresos o rendimiento deportivo, entre otros factores?

Abundan los estudios empíricos que estudian a zurdos o comparan a zurdos y diestros desde finales del siglo XIX. La literatura al respecto es contradictoria, ha sido a menudo refutada por estudios más modernos y peca de poco conclusiva, pero varias hipótesis mantienen solidez:

  • la criminología relacionó a finales del siglo XIX los rasgos orgánicos, físicos y constitucionales, incluido el ser zurdo, con las supuestas tendencias criminales de un individuo; ya no se mantiene esta teoría.
  • la supuesta tendencia de los zurdos a padecer enfermedades mentales como la esquizofrenia ha sido refutada en las últimas décadas;
  • también se ha refutado otra creencia de principios del siglo XX sobre la supuesta inferior esperanza de vida de los zurdos;
  • los zurdos son “creativos” o, mejor dicho, tienen facilidad para el pensamiento abstracto original;
  • hay un factor hereditario en ser zurdo: hay más posibilidades de nacer zurdo en familias con padres o miembros cercanos zurdos;

Cómo piensa un zurdo

En un interesante artículo para el New Yorker sobre zurdos (ella prefiere titularlo con un provocativo “mentes siniestras“), la psicóloga y autora del ensayo Mastermind: How to Think Like Sherlock Holmes, Maria Konnikova, cita la opinión que Cesare Lombroso, el padre de la criminología moderna, sostenía sobre los zurdos a finales del XIX:

“Lo que está claro –resumía Lombroso- es que los criminales son más a menudo zurdos que diestros, y los lunáticos tienen sensiblemente mayor tendencia al lado izquierdo”.

Analizando datos de la época, Lombroso comprobó que los zurdos, si bien todavía una minoría, eran 3 veces más comunes entre la problación criminal que en el conjunto de la sociedad. Cuando se trataba de estafadores, la representatividad de zurdos era todavía mayor.

Su conclusión: “No sueño con decir que todos los zurdos son malvados, pero sí que ser zurdo, unido con otros muchos rasgos, puede contribuir a conformar uno de los peores personajes de la especie”.

Cuando se probaba una supuesta inferioridad zurda

La hipótesis de Lombroso no se sostiene en la actualidad, si bien sus estudios no fueron los últimos en sostener que ser zurdo representaba una desventaja patológica:

  • en 1977, el psicólogo Theodore Blau sostuvo que había más zurdos que su representación en la sociedad entre los niños con problemas académicos y de comportamiento, y éstos corrían, decía, mayor riesgo de enfermedades mentales como la esquizofrenia;
  • el psicólogo Stanley Coren expuso en los 80 y 90 hallazgos que, según él, relacionaban la tendencia a usar el lado izquierdo del cuerpo con una menor esperanza de vida;
  • y Norman Geschwind insistió en la supuesta relación entre ser zurdo y desarrollar problemas de aprendizaje y dolencias, como migrañas.

Giran las tornas: sobre la supuesta superioridad zurda

Las hipótesis de Blau, Coren y Geschwind han sido refutadas en las últimas 2 décadas:

  • en 1993, la psicóloga Marian Annett, con 50 años de experiencia en la materia, puso en entredicho las conclusiones de Coren sobre zurdos y esperanza de vida. Los datos se habían usado mal y no se trataba de que los zurdos vivieran menos, sino que los sujetos mayores de sus estudios habían sido forzados de niños a usar la mano derecha;
  • un análisis de 2010 también refutó las conclusiones sobre zurdos y dolencias como la esquizofrenia.

Los estudios corroboran la tendencia actual a relativizar las diferencias en capacidad cognitiva o intelectual entre individuos con lateralidad izquierda, derecha o cruzada (ambidiestros).

Cerebros creativos

La literatura histórica acerca de la supuesta debilidad física y cognitiva de los zurdos no ha superado el escrutinio crítico de los últimos estudios pero, ¿qué ocurre con las hipótesis más positivas, que atribuyen mayor creatividad, inteligencia y otras capacidades a la población zurda?

En su ensayo Right-Hand, Left-Hand, el profesor Chris McManus expone que hay más zurdos que han destacado en varias materias que su representatividad en la sociedad, y lo relaciona con la distinta estructuración del cerebro de los zurdos, lo que les da ventaja en las regiones de control del lenguaje y la creatividad.

También hay estudios que contrarian la literatura que relativiza los efectos de la lateralidad sobre el desarrollo y capacidades del individuo:

  • Un estudio en 100 estudiantes atenienses (50 diestros, 50 zurdos) comparó los resultados de ambos grupos en dos exámenes de habilidad cognitiva; los zurdos rindieron mejor en ambos casos (tanto en ejercicios sobre habilidad espacial, control ejecutivo y flexibilidad, como en memoria de trabajo);
  • ser zurdo estaría relacionado, afirma otro estudio, con un tipo específico de creatividad: la relacionada con el pensamiento divergente y la habilidad para generar nuevas ideas de un único principio (los zurdos mostraron mayor habilidad para formar un objeto novel a partir de dos objetos comunes;
  • otra investigación relaciona a zurdos y ambidiestros con una mayor flexibilidad cognitiva.

Profesiones creativas

Asimismo, sí hay un mayor porcentaje de zurdos entre arquitectos, músicos y otras profesiones liberales que el porcentaje del grupo en la sociedad.

Su representación entre las profesiones creativas es conocida: Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Peter Paul Rubens, Lewis Carroll, Jimi Hendrix, Albert Einstein, Henry Ford, Winston Churchill, Pelé y Maradona… Y 4 de los últimos 5 presidentes de Estados Unidos.

El supuesto mayor potencial creativo de los zurdos estaría relacionado con la mayor conectividad cerebral en individuos con una fuerte tendencia natural a usar su lado izquierdo.

Estas diferencias pueden observarse incluso en el tamaño del cuerpo calloso, el haz de fibras que conecta los hemisferios del cerebro, mayor en zurdos que en diestros. Al menos así lo refrenda un meta-análisis de 43 estudios de Naomi Driesen y Naftali Raz.

¿Ventaja genética o ambiental?

Pero, ¿y si la supuesta ventaja creativa de los zurdos fuera el resultado del constante esfuerzo de este grupo para adaptarse a un medio diseñado por y para la mayoría diestra? Es lo que sugiere un estudio de la Universidad de Connecticut.

Maria Konnikova concluye en su artículo para The New Yorker que, sea cual fuere la ventaja creativa de los zurdos, ésta también prevalece en otros tipos de pensamiento: el porcentaje de zurdos entre los más destacados en pruebas matemáticas y verbales es, de nuevo, varios puntos superior a su porcentaje en la sociedad.

Casi un siglo y medio después de que el criminalista Cesare Lombroso relacionara por primera vez atributos físicos y psicomotrices con el comportamiento potencial de los individuos, se han refutado varias leyendas urbanas sobre los zurdos, pero surgen en su lugar otros estudios donde prevalece una diferencia, a menudo a favor de este grupo humano minoritario.

Voluntad contra determinismo genético

Con los avances en los últimos 15 años en estudios genéticos y neurológicos, cada vez sabemos más sobre la complejidad de nuestra conciencia y potencial, así como el papel que juegan el determinismo genético y la fuerza de voluntad del propio individuo para alcanzar un propósito y lograr la plenitud, por mucho que uno sea zurdo o pertenezca a un entorno desfavorable.

Si bien nacemos con una herencia genética, nuestro entorno y estilo de vida alteran la actividad de estos genes, ya que estimulamos unos impulsos químicos y frenamos otros con lo que marca nuestra voluntad.

Al fin y al cabo, también abundan los estudios que relativizan la importancia de ser zurdo, diestro o ambidiestro.

Sobre la complejidad de nuestro comportamiento y relaciones

Ello explicaría por qué los estudios de epigenética no han hecho más que empezar. Nuestro comportamiento modula la actividad de nuestros genes y la de los futuros genes de nuestra descendencia.

Todavía más: ¿y si los humanos eligieran amigos y pareja con un ADN similar? Si ello es así, como prueban nuevos hallazgos, ¿cómo logramos dilucidar la similitud de nuestro ADN con la de pareja y amigos cercanos?

¿Ocurre algo similar con los zurdos?

[Nota aclaratoria: Kirsten Dirksen y yo mismo somos zurdos. Nuestra hija primogénita, Inés, es zurda. Nuestra segunda hija, Ximena, es diestra, mientras el bebé, Nicolás, tiene todavía 1 año y desconocemos cuál será su propensión motriz.]