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Tesla Powerwall: una batería doméstica entre casa y el coche

¿Puede el mercado energético gestionarse con el esquema descentralizado y liberalizado de Internet? Después de años de prototipos costosos y modelos caseros, Tesla quiere que el usuario medio compre una batería doméstica para almacenar energía y usarla cuando sea necesario.

Tesla no sólo quiere ofrecer vehículos eléctricos atractivos, fiables y “actualizables”, al presentar una batería doméstica para almacenar y usar energía con flexibilidad, con intención de convertir estos dispositivos en un electrodoméstico masivo más.

Powerwall promete al usuario tomar el control de su propia energía, al gestionar con eficiencia y economía la captura de renovables (o de energía barata de la red), su almacenamiento y su uso cuando el usuario decide (o en momentos de emergencia). ¿Primer paso para la autogestión energética?

Una batería para personalizar el consumo energético

La marca cree que la revolución energética, de producirse, será recargable y contará con una tecnología de iones de litio. La prueba de fuego para la idea consistirá en la transición desde el mercado minoritario de usuarios familiarizados con la tecnología y entusiastas al gran público.

A un coste de entre 3.000 (modelo de 7 kWh) y 3.500 dólares (10 kWh), la batería doméstica Tesla Powerwall deberá superar la barrera de los usuarios pioneros (fenómeno “early adopter”) y confirmar que la nueva tecnología interesa al público medio, hasta ahora reticente a integrar tecnologías de gestión energética automatizada como contadores inteligentes (el condado de Marin, al norte de San Francisco, los ha prohibido debido a la presión vecinal).

Powerwall usa la misma arquitectura interna y tecnología de iones de litio en la que Tesla ha trabajado desde los primeros prototipos del Roadster, lo que garantiza la fiabilidad y duración del nuevo método para gestionar electricidad en función del precio en el mercado o el excedente producido y -hasta ahora- vendido al proveedor energético, al beneficiarse de una cierta madurez tecnológica.

Una batería doméstica que no hace ruido ni funciona con combustible fósil

Las baterías domésticas quieren intermediar entre instalación de renovables, red eléctrica, consumo doméstico y vehículo eléctrico. Pero, ¿existe un público objetivo suficientemente amplio?

El almacenamiento doméstico de energía sobrante no es nuevo; sí lo es la intención de Tesla de popularizar el concepto más allá de sus usos especializados, así como el esfuerzo por superar la curva de aprendizaje que afronta el gran público con un dispositivo similar:

  • se instala en la pared y bajo su cubierta futurista, dominada por el logotipo de la firma, una batería de iones de litio con control térmico líquido carga y recarga según el uso programado;
  • el modelo de mayor capacidad (10 kWh, 3.500 dólares) ha sido diseñado para almacenar energía de renovables suplir la red eléctrica en situaciones de emergencia; mientras el de menor capacidad (7 kWh, 3.000 dólares) apela a quienes quieren controlar el uso energético y su precio;
  • apelando al largo plazo, Elon Musk insiste en los 10 años de garantía del dispositivo.

En la práctica, estas especificaciones implican que el sistema de 10 kWh proporciona 1.000 vatios de corriente doméstica para 10 horas, lo que permitiría usar electrodomésticos y aparatos electrónicos a través de la batería durante emergencias, usar la energía renovable almacenada, etc.

Un ordenador usa unos 100 vatios; un televisor, 200; mientras las neveras tienen su propio gestor y suelen gastar una media de 100 vatios; hornos eléctricos, tostadoras, calefactores y neveras requieren mayor potencia. Los modelos anunciados son capaces de funcionar ofreciendo una potencia de 2 kW y capacidad para sostener hasta 3 kW.

Una batería para no perder ni malvender la energía generada en casa

Con el anuncio, Tesla reitera que el emplazamiento de la marca en Silicon Valley no es casual y su intención es conservar el espíritu -e imagen- de startup.

Prueba de ello: la marca ha declarado el tren motriz de sus vehículos de código abierto; ha diseñado (como Apple) sus propias tiendas; instala estaciones de carga rápida; y anuncia actualizaciones para posibilitar el modo autopiloto a corto plazo.

La batería doméstica de Tesla no es un nuevo concepto ni incluye prestaciones espectaculares, sino que trata de suplir una necesidad real en cada vez más viviendas unifamiliares que combinan distintas fuentes energéticas y pretenden gestionarlas con la precisión y economía de un servicio “inteligente”.

Su carácter relativamente asequible y aparente sencillez conceptual y operativa convierten a Powerwall en la primera batería para casa que no depende del conocimiento y capacidad de personalización del usuario, arquitecto o empresa especializada en gestión energética, ni requiere una inversión elevada.

El sentido de las baterías domésticas en mercados hiperregulados

Powerwall llega en un momento de transformación del sector energético mundial: el coste de la producción de energía solar continúa su caída sostenida, por lo que ni siquiera el descenso de los subsidios o la caída del precio del petróleo frena el ritmo de adopción de soluciones solares.

De penetrar en el mercado doméstico de zonas de Norteamérica como California, así como Alemania y países del sur europeo (con permiso de las leyes destinadas a restringir el uso de renovables), la autogestión energética doméstica podría impulsar productos de almacenamiento y gestión como Tesla Powerwall.

Sobre el papel, el potencial de la batería doméstica de Tesla (y posibles competidores futuros) no deja lugar a dudas pero, ¿cuál es la rentabilidad real del dispositivo?

¿Hay que esperar a la segunda generación de Powerwall?

Pese a la relativa división de opiniones entre los expertos, los datos técnicos ofrecidos por Tesla confirmarían una suficiente madurez de la tecnología. 

En un artículo para Nature, Davide Castelvecchi se pregunta incluso si Powerwall podría cambiar el mercado energético.

O al menos así lo cree el conocido ingeniero informático y ensayista Ramez Naam, cuyas opiniones son respetadas en el mundo tecnológico, en una detallada entrada que dedica en  su bitácora a Powerwall.

Los números

Rameez Naam destaca primero la ventaja competitiva de la batería doméstica de Tesla con respecto a generadores de combustible, dependientes del almacenamiento y uso de fuel, lo que requiere mayor mantenimiento y supervisión.

Pero, ¿qué ocurre con el coste de la electricidad servida por el dispositivo a lo largo de su ciclo de vida útil? Existen distintas maneras de calcular el coste del kilovatio hora almacenado en la batería y usado después:

  • si la vida útil de la batería son 1.000 ciclos de carga completa, ello equivale a 0,35 dólares por kWh;
  • uso convencional a partir de la experiencia de los clientes de vehículos Tesla: las baterías de estos vehículos están demostrando su durabilidad, sobre todo debido a que los usuarios suelen recargar el vehículo cuando queda todavía bastante energía almacenada; 10 años de un uso cotidiano similar situaría el coste energético en 23-24 centavos por kWh;
  • 10 años de uso del modelo de 7 kWh (3.000 dólares de precio) cargando y descargando por completo la batería a diario situaría el coste del kWh en 12 centavos.

El precio de la electricidad en lugares como California se sitúa algo por debajo de los 15 centavos por kWh, con un precio en picos de consumo que asciende a 28 centavos por kWh.

Sobre gestionar la energía a través de un sistema de almacenamiento local

Ramez Naam cree que Powerwall tiene sentido económico en la actualidad para clientes domésticos que producen energías renovables y prefieren gestionar su excedente ellos mismos para no depender del proveedor energético en la reventa a la red eléctrica, sobre todo en los siguientes mercados: Australia, España, Italia, Turquía y Brasil.

Ramez Naam acaba su artículo con una frase que recuerda el optimismo que los científicos computacionales tenían en el abaratamiento de la capacidad de proceso informática en los 80 y 90 del siglo pasado: “Las baterías van a seguir abaratándose. Esto es sólo el principio”.

El relativo entusiasmo de Ramez Naam en su serio análisis de Powerwall contrasta con el escepticismo de Christopher Helman, quien opina que el dispositivo es poco más que “otro juguete” para la gente pudiente con cierta concienciación ecológica.

Helman recuerda que, además del importe de la batería en función del modelo, hay que añadir el coste de un inversor de voltaje entre corriente continua y corriente alterna (2.000 dólares), así como el coste de la instalación del sistema.

¿Un dispositivo listo para el gran público?

La crítica del columnista de Forbes, que escribe sobre la temática energética desde Houston, Texas (capital mundial de la gestión y tecnologías de extracción de combustibles fósiles), se centra en los escenarios de uso y coste real de la energía usada a través de la batería doméstica de Tesla, arguyendo que el precio sería superior a los 10 centavos que él paga por el kWh.

Cualquier vivienda que produzca una porción de la energía que consume y pretenda almacenar la electricidad que no revende a su proveedor energético, necesitará a medio plazo algún método de almacenamiento energético similar a Tesla Powerwall, y la apuesta de la compañía parte de esta necesidad, real y en aumento.

La publicación tecnológica británica The Register es otro de los medios escépticos con el coste de la energía gestionada por Powerwall. En ella, el australiano Richard Chirgwin argumenta que el gran público no está preparado para comprender las implicaciones técnicas de un dispositivo como Powerwall.

Entre la dependencia y la autogestión energética

Asimismo, el artículo de The Register recuerda que haría falta algo más que uno de estos dispositivos para garantizar la autogestión energética de una vivienda, teniendo en cuenta el consumo de utensilios como una tetera eléctrica, una tostadora, un aparato de aire acondicionado o una plancha.

La información orientativa de Tesla pretende restar ansiedad a quienes creen que Powerwall no tiene suficiente capacidad: 

  • televisor de pantalla plana consumiría 0,1 kWh por hora;
  • una bombilla convencional, 0,1 kwh por hora;
  • portátil, 0,05 kWh por hora;
  • refrigerador, 4,8 kWh por día;
  • lavadora, 2,3 kWh por lavado;
  • secadora, 3,3 kWh por uso.

En definitiva, y como sugiere un artículo de ExtremeTech, Powerwall supone un método razonablemente económico de aprovechar la instalación doméstica de renovables… y quizá un primer paso para quienes apuesten por desconectarse de la red eléctrica convencional y producir con renovables toda la energía consumida.

Un lustro después de Bloombox

Tesla ha diseñado Powerwall para facilitar instalaciones incrementales de varios dispositivos, hasta un total de 90 kWh, acumulando el modelo de 10 kWh, y 63 kWh, para el modelo con 7 kWh de potencia.

Finalmente, Richard Chirgwin cree que Powerwall no es una solución mucho más económica y sí más endeble que las baterías domésticas ya presentes en mercados potenciales para el dispositivo como el australiano.

Tesla Powerwall recuerda a los generadores con células de óxido sólido Bloombox que la empresa de Silicon Valley Bloom Energy presentó hace algo más de 5 años. 

Bloom Energy comercializa sus baterías como generadores energéticos de emergencia para evitar cortes de energía en empresas y centros de datos; de ahí la insistencia de la firma fundada por KR Sridhar en llamar a sus generadores “servidores de energía”, o el equivalente energético a los servidores de datos.

Bloombox, Powerwall y el futuro de la autogestión energética

El dispositivo Bloombox, que durante su presentación en 2010 logró la atención del mundo tecnológico e incluso del programa 60 Minutes, con visita a la empresa de la periodista Leslie Stahl incluida, se ha convertido en un producto de nicho cuyos clientes son sobre todo grandes empresas con centros de datos propios.

Entre los clientes de Bloom Energy, se encuentran Walmart, Staples, AT&T, Adobe, Coca-Cola, Ebay, Google, Bank of America, FedEx o Yahoo!.

Tesla parte desde el extremo doméstico con una idea similar, aunque sencilla y ultracompacta; si Bloombox es un “servidor de energía”, Tesla Powerwall querría ser un iPhone o un portátil para almacenar energía, algo así como el nodo energético para una nueva generación de servicios, aplicaciones y electrodomésticos ultraeficientes.

Bloom Energy, no obstante, debería preocuparse por el interés añadido de Elon Musk de diseñar baterías de emergencia para empresas y compañías energéticas, a través de Tesla Energy.

Futuro: bidireccionalidad de las baterías domésticas

En este esquema energético, Powerwall (y soluciones a mayor escala a través de Tesla Energy) almacenaría energía captada con fuentes renovables para usarla cuando fuera necesario sin riesgo de disipación, o permitiría a usuarios de mercados energéticos con precios sensibles a la demanda (características de la tan cacareada y poco aplicada “red energética inteligente” o “smart grid”) descargar energía cuando el precio fuera competitivo, para usarla a través de Powerwall en función de la necesidad.

Asimismo, la batería doméstica de Tesla, cuyo diseño es consistente con el Model S y la imagen corporativa de la compañía, integra el vehículo eléctrico en la red eléctrica autónoma del hogar. 

De momento, esta integración es unidireccional (desde el dispositivo de almacenamiento Powerwall al vehículo eléctrico), aunque quizá con vistas a cumplir una de las promesas de los prototipos de vivienda eficiente desarrollados en los últimos años, en los que un vehículo capaz de generar energía con su uso (no gastarla) volvería a casa para recargar la batería doméstica y reducir así el impacto energético del núcleo familiar. Tesla aspira a hacer realidad una bidireccionalidad similar.

La estrategia de Tesla

Pese a los paralelismos que la blogosfera realiza entre el estilo empresarial de Elon Musk y el de Steve Jobs, incluyendo una atención escrupulosa por las presentaciones de producto a lo “Apple Keynote”, Tesla Powerwall es más una innovación incremental que un producto transformador, según la definición de “innovación” que realiza el amigo de Elon Musk -y cofundador junto a él de Paypal- Peter Thiel en su ensayo Zero to One.

Existen varias baterías domésticas con un precio, prestaciones y rendimiento por kWh (kilovatio hora, unidad de medida en el consumo eléctrico domiciliario), usadas sobre todo en entornos rurales remotos de Estados Unidos, Australia y otros países extensos y con poca densidad de población, donde la autogestión energética es, más que una decisión consciente, la única alternativa energética económicamente viable que no depende de generadores propulsados con combustible fósil.

Tesla no se conforma con haber convertido su berlina de gama alta Model S en el equivalente automovilístico a los productos Apple, remontando la percepción negativa de los automóviles fabricados en Estados Unidos, asociados con la decadencia de los Big Three y la ciudad que vio nacer el fordismo, Detroit.

Una empresa alejada de la cultura automovilística de Detroit

Por el contrario, Tesla asienta su sede en un emplazamiento geográfico y cultural más asociado con las empresas tecnológicas de su vecindad en Silicon Valley que con Detroit.

La marca ha tenido que servirse de la “cultura” e imagen más positiva de la bahía a de San Francisco (frescura, agilidad, iteración, adaptabilidad, trato directo con proveedores y clientes) para,

  • por un lado, alejarse de la mala imagen de la -rígida y lenta- industria estadounidense del automóvil, atrapada entre la gestión de excedentes y las relaciones entre patronal y sindicatos;
  • y, de paso, superar las persistentes dudas sobre el coche eléctrico (ansiedad sobre la duración de las baterías, gestión de la recarga, fiabilidad, durabilidad) con apenas dos modelos de automóvil y un tercero en ciernes: el superdeportivo Roadster (fabricado entre 2008 y 2012, que sirvió de campo de pruebas de la tecnología de la marca), la berlina de gama alta Model S (desde 2012) y el SUV de gama alta Model X (a partir de 2016).

Lo que Tesla quiere aprender de su entorno

Elon Musk, consejero delegado de la compañía y cofundador de Paypal -así como miembro del grupo de emprendedores en serie conocido popularmente como “Paypal mafia”- ha aprendido de Apple y otras firmas de la zona que una cultura corporativa clara, frugal y orientada al largo plazo es más creíble que copiar el modelo de negocio de los gigantes automovilísticos.

Tesla no se conforma con asociar con credibilidad fabricación automovilística y la cultura de Silicon Valley, sino que la firma se comporta como una empresa tecnológica de la zona al anunciar en junio de 2014 que cualquier individuo o empresa puede modificar o fabricar su propio vehículo a partir del tren motriz de Tesla, declarado de código abierto desde entonces.

Como Apple, Tesla desarrolla internamente el producto en su conjunto, desde el diseño de cada modelo a la tecnología del tren motriz y las baterías (hardware), así como el software, sobre el que Tesla insiste que hay “actualizaciones”, tales como el futuro modo “auto-piloto” que, en combinación con -por ejemplo- el Apple Watch, haría realidad el equivalente -aunque más sobrio- al “KITT, ven a buscarme” de El coche fantástico.

Paralelismos entre Powerwall y Amazon Web Services (AWS)

Nos paralelismos de Tesla con otras empresas tecnológicas no se ciñen exclusivamente a Apple. Amazon, empresa inspirada en la venta por catálogo convertida en gigante global de la distribución, fundamenta la eficiencia de su negocio en tecnologías logísticas de gestión y envío de productos desde sus gigantescos almacenes, así como en sus soluciones de computación en la nube.

Cuando Jeff Bezos estudió con detenimiento la   enorme capacidad de computación que la infraestructura informática de Amazon malgastaba en función del pico de tráfico, ideó una manera para sacar ventaja de lo que, sobre el papel, era un riesgo para su negocio: nacía Amazon Web Services, o la red de alquiler de servicios web en la nube computacional (“cloud computing”) más grande del mundo.

Elon Musk sigue una estrategia similar con las baterías domésticas y empresariales de Tesla: aprovecha la tecnología y el conocimiento acumulados durante años en el desarrollo de baterías de iones de litio más potentes y duraderas para sus vehículos, y la integra en una nueva línea de productos: la misma I+D+i, aplicada a un mercado con potencial que carece de gran empresa monopolística.

El plan para abaratar (y popularizar) las baterías eléctricas

El tiempo dirá si Powerwall es el Amazon Web Services de Tesla o, por el contrario, el Google Glass de la marca: un producto bien definido que, sin embargo, no encaja del todo en las expectativas de los “early adopters” y usuarios. Otros ejemplos de grandes ideas con dificultades de penetración en el mercado: ¿Segway?

Si faltaban pruebas para confirmar que Elon Musk intenta construir una empresa con impacto transformador en el sector automovilístico y el energético, Tesla planea producir las baterías Powerwall en la Gigafactory, una gigantesca fábrica de baterías eléctricas que la empresa edifica en Nevada y que supondrá una inversión total de 4.500 millones de dólares, y que estaría lista en 2017.

Como en el caso de Steve Jobs y Jeff Bezos, célebres en priorizar los planes a largo plazo incluso cuando ello supone interferir con los dividendos coyunturales a corto plazo -prioridad de los gestores con perfil de escuela de negocios-, Elon Musk realiza movimientos estratégicos para crear una empresa que abandone el actual nicho “techie” y “early adopter” de clase media-alta y empleo en el sector artístico o tecnológico.

Libertarismo y regulación: entre el sector energético e Internet

Una prueba de ello son las previsiones de la compañía para su Gigafactory: la intención es producir en 2020 hasta 500.000 baterías de gran capacidad anuales, o el equivalente a una capacidad de 35 GWh (gigavatios hora), algo más que la suma de la producción global actual, radicada casi en exclusiva en Asia.

Siempre según las previsiones de la marca, este nivel de producción de baterías permitiría reducir un 30% su coste de producción desde 2017 en adelante.

Inversores y emprendedores abogan por un sector energético descentralizado y liberalizado, a imagen y semejanza de Internet, pero la realidad dista mucho de asemejarse a esta aspiración.

Futuro: Power… ¿desk?

La gran recesión ha desviado la atención de la opinión pública en los últimos años desde las energías renovables y la sostenibilidad a temas como la desigualdad y la precariedad laboral.

En un contexto de crecimiento económico sin aumento de los sueldos ni la productividad (Estados Unidos) o de deflación (Europa, Japón), y tras la bajada del precio de los carburantes, las baterías domésticas eléctricas deberán mostrar más que su atractivo estético para ganar cuota de mercado doméstico más allá del nicho comercial de viviendas remotas y autosuficientes.

Dispositivos como Powerwall prometen mayor ahorro y autonomía del usuario, al actuar como intermediarios entre energía producida en casa, energía consumida y red eléctrica.

A medio plazo las baterías domésticas no sólo cargarán el vehículo eléctrico con energía barata o producida en casa, sino que obtendrán energía producida por el propio vehículo, que podrá usarse en la vivienda.

De momento, los entornos urbanos y comunidades de propietarios de apartamentos quedan fuera del público objetivo de estos dispositivos. 

Hasta que lleguen los generadores ultracompactos, quizá portátiles y relacionados con nuestros dispositivos electrónicos.