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Un avatar de Second Life y un brasileño

Un avatar de Second Life consume más energía que un ciudadano brasileño.

Uno de cada cinco usuarios informáticos ya opta por un ordenador portátil, según la consultora Gartner. En 2007, prácticamente todos los modelos de portátil, independientemente de la gama o el precio, incorporan tecnología inalámbrica, o wifi, un palabro que a estas alturas ya han aprendido incluso los más ajenos a las tecnologías. 

Existen otros datos de la actualidad tecnológica más sorprendentes: la energía necesaria para mantener algunas tareas de Internet (pongamos: mantener un avatar de Second Life) al más alto rendimiento sobrepasan en ocasiones a la energía requerida por un ser humano.

Las redes inalámbricas se han popularizado también en las conexiones domésticas, ya que los operadores ofrecen en sus ofertas de banda ancha conexiones sin cables.

Incluso España, que puntúa de un modo mediocre en cuanto a implantación de las llamadas tecnologías de la información y sus ventajas en la sociedad (según The Economist, España está en un mediocre puesto 26 del mundo, tiene una cuarta parte de sus conexiones a Internet a través de banda ancha.

La mayor parte de estas conexiones de banda ancha son también inalámbricas, lo que facilita la movilidad al usuario. Internet, en algunos casos, persigue a los usuarios incluso hasta el retrete (no es problemático) o la cama (depende, si se vive en pareja; aunque su empleo entre las sábanas no es más problemático que una revista o un libro).

La revolución de las redes sin cables ha coincidido con la generalización en el empleo de ordenadores portátiles, la consolidación de la fotografía personal, la llegada del correo móvil a los usuarios domésticos y el anuncio de dispositivos multimedia portátiles que unen telefonía con música, vídeo, fotos, correo electrónico e Internet. El iPhone llegará al mercado para Intentar explotar comercialmente esta tendencia.

Y tanta libertad de movimientos se ha desarrollado coincidiendo con la llegada de los servicios de redes sociales y demás criaturas web 2.0.

Al fin y al cabo, la mayor movilidad (portátiles y redes inalámbricas) y la mejora de las conexiones a Internet (generalización de la banda ancha), hace posible interaccionar con contenidos más ricos en gráficos y con documentos multimedia de mayor calidad.

Ya es posible crear álbumes de fotos y vídeos caseros y compartirlos instantáneamente con quien quiera verlos, o descargar películas o álbumes de música en un rato; también legalmente.

Objetivo: almacenar en Internet toda la mayor cantidad de información posible (¿como Memex?)

Mientras tanto, Google se empeña en decir que su misión corporativa es hacer que los usuarios puedan encontrar toda la información del mundo, una idea que ya había dilucidado un profesor estadounidense en los años 30, el científico Vannevar Bush a quien nadie dio demasiado crédito en su momento y al que ahora habría que rendir algún tipo de homenaje, aunque sea sólo una fría efeméride, un día mundial (“día mundial del precursor de la idea de Internet y del almacenaje colosal y universal que Google quiere llevar a cabo con la información del mundo”) o un pequeño laboratorio bautizado con su nombre en la parte menos brillante de alguna universidad estadounidense de segunda fila.

Bush, que no tiene nada que ver con el actual presidente de Estados Unidos, pensó antes de que llegara incluso la televisión en Memex un “dispositivo con un almacenaje fabuloso donde un individuo almacena todos sus libros, discos y comunicaciones, que está mecanizado, de manera que puede ser consultado con una velocidad y flexibilidad inconmensurables.

“Bush también explicaba que, a través de la creación de marcadores o “puertas de entrada” al contenido, así como a través de conexiones entre éstos,Memex permitiría acceder instantáneamente a cualquier punto exacto de contenido y relacionar éste con otros tantos puntos.

La idea no sólo nos recuerda al ordenador personal, sino al hipertexto, Internet y a herramientas como Google, antes de que llegara la escabechina humana e intelectual de laII Guerra Mundial. El concepto de inteligencia colectiva, ahora recuperado por una nueva generación de servicios en Internet, también se puede entrever en los apuntes deVannevar Bush acerca de Memex . La Guerra Fría no hizo sino congelar el progreso en esta idea y, cuando llegó el momento de empezar a experimentar con conexiones telemáticas entre computadoras, fue el ejército de EEUU quien tomó la iniciativa. Desde entonces, se ha progresado algo.

Habría que preguntar a Eric Schmidt, consejero delegado de Google, con ese aspecto de eterno estudiante de posgrado, si la compra de empresas como Youtube, la pequeña JotSpot o DoubleClick (también Panoramio, una empresa española, con sede en Alicante, la última en ser comprada, por ahora) tienen que ver con su cometido máximo de organizar toda la información del mundo, o más bien con la aún más ambiciosa carrera que parece llevar la empresa: almacenar el máximo número de contenidos posible en sus servidores para que estén siempre listos para cualquiera, a un simpleclic. Todo gratis, o casi, gracias a su política de ofrecer servicios a cambio de la disposición de publicidad junto a los contenidos relevantes que interesan al usuario.

Google intenta llevar las ideas más maduras de la web 2.0 a todos los públicos. Si Microsoft ha intentado históricamente alojar el contenido en el ordenador y hacer que el usuario trabajara “en local”, Google quiere ahora que almacenemos todo en servidores remotos; al fin y al cabo, dicen, la mejora en las conexiones hace de Internet un método óptimo de acceso a toda la información que consultamos o generamos.

Google y los números bonitos de Internet

Google no es la única compañía en forma. Cuando el editor irlandés afincado en Estados Unidos Tim O’Reilly habló en 2003 de la “Web 2.0” para designar a una nueva generación de servicios de Internet, basados en entender Internet como plataforma donde se pueden construir redes sociales, aplicaciones y servicios alimentados con contenidos que generan los propios usuarios, el fenómeno parecía más pequeño.

Ahora, tanto Google como decenas de otras empresas se apresuran a ofrecer a millones de usuarios el modo más útil, original o transgresor de organizar, almacenar o mezclar información, servicios, aplicaciones y todo lo que puedaocurrírsenos. MySpace puede resultar un bodrio lleno de contenido anodino para la mayoría de reflexivos lectores de la contraportada de La Vanguardia y píldoras ligeras similares.

Pero no puede hacia otro lado cuando se atienden los números actuales de Internet, otra vez en forma, tras el batacazo -sobre todo inversor y bursátil, ya que nunca se cuestionó la validez de la herramienta- de 2000.

Los blogs, las wikis, los podcasts , la sindicación de contenidos a través de RSS, el correo electrónico de alta capacidad que encadena conversaciones al estilo Gmail y otras tantas criaturas mejoran a diario, en una eterna búsqueda, al más puro estilo de la filosofía del trabajo basada en la mejora constante.

  • En 1991, cuando Tim Berners-Lee creó la World Wide Web en el laboratorio de partículas de Ginebra, CERN, existían 10.000 sitios web. La cifra se sitúa en alrededor de 100 millones en 2007.
  • El número de usuarios ha pasado de constituir un puñado de usuarios académicos, institucionales y militares a inicios de los noventa a más de 1.100 millones en todo el mundo, 867 millones de los cuales se hallan en los 20 países con más usuarios.
  • El contenido generado por usuarios ha pasado de ser residual a constituir un nuevo estadio de desarrollo en la red: millones de personas en todo el mundo crean y comparten todo tipo de contenido. Algunos incluso viven de sus blogs o vídeos. Sólo YouTube registra a diario una actividad de más de 100 millones de descargas de vídeos. Hablando de YouTube, faircompanies cuenta con su propio canal en esta comunidad, www.youtube.com/faircompanies, premiado como canal “Guru” por la dirección de este sitio. Allí publicamos todos los vídeos de nuestra sección multimedia.

Bien, estos son algunos de los números que obtienen una cierta atención mediática. Muchos de ellos son repetidos por los medios de comunicación generalistas con cierta asiduidad. Sobre todo, claro, si vienen bien escritos en un teletipo medianamente bien escrito que pueda ser copiado prácticamente de manera íntegra.

Los otros números de Internet

Existen otros datos relacionados con el consumo de Internet en la era de los portátiles, las conexiones wifi, Google, los contenidos generados por usuarios y otras criaturas web 2.0.

  • Un reciente informe (“Consumo eléctrico estimado de los servidores en Estados Unidos y el mundo“, Jonathan G. Koomey ), asegura que, en 2005, fue necesaria la energía equivalente al consumo eléctrico de 14 plantas generadoras de energía de 1.000 megavatios cada una, para mantener en funcionamiento los centros de datos de todo el mundo. Los centros de datos (data centers) son las instalaciones de gran tamaño que almacenan en servidores conectados a Internet la infraestructura que permite a millones de usuarios conectarse a servicios de gigantes como Google, Microsoft y Yahoo!, las compañías que más tráfico generan en el mundo. Sólo en EEUU, los centros de servidores consumieron el 1,2% de toda la electricidad generada.
  • Los vídeos de YouTube y otras criaturas web 2.0 demandan energía: gracias a, o debido a, la creciente popularidad del visionado de vídeos, los contenidos televisivos por Internet y otros servicios que requieren un proceso de información más intenso, por lo que el mismo informe estima que en 2010 los centros de datos necesitarán un 76% más de energía que en 2005.

Si tienes un “avatar” (o alter ego electrónico) en el mundo virtual Second Life (tranquilo si no lo tienes; en serio), quizá debiera preocuparte no sólo la huella de carbono que genera tu Yo físico y sus acciones (por ejemplo, conectarse a Internet con un potente portátil y dejarlo encendido toda la noche si hace falta, o si se te olvida).

También deberías tomar en consideración la huella de carbono del propio “avatar”: este mundo tridimensional requiere que 4.500 servidores trabajen constantemente a pleno rendimiento; todo ello para mantener la vida virtual de 12.500 seres que no sólo compran, viven, se enamoran, hacen deporte, etcétera, sino que consumen consumen casi tanta energía como un ser humano.

El consumo de un “avatar” de Second Life es tan real como el nuestro:

  • Para poner en marcha y supervisar su creación, un usuario medio necesita emplear un ordenador (120 vatios de consumo eléctrico).
  • El usuario debe interaccionar con el servidor de Second Life (200 watios más) y la electricidad auxiliar proporcional necesaria para mantener el servidor con el que el usuario interacciona debidamente conectado yrefigerado: 1.752 kilowatios de energía al año.
  • La suma de estos conceptos convierte a un “avatar” de Second Life en una criatura con una huella de carbono mayor que la de un ciudadano brasileño vivito y coleando: el brasileño medio gasta 1.015 kilowatios al año.

La periodista Lucy Siegle expone en el diario británico The Guardian, que, antes de matar a nuestro “avatar” por derrochón, existe la posibilidad de intentar contratar un proveedor de servicios de Internet (ISP) que incluya ofertas respetuosas con el medio ambiente.

Desgraciadamente para quienes pensamos que estas empresas han tenido una idea interesante y muchos de nosotros no dudaríamos en probar sus servicios, los escasos servicios con ofertas “verdes” se encuentran en Estados Unidos y el Reino Unido.

En California, donde la intensidad de los rayos del sol convierte en óptimo el uso de paneles solares, algunos centros de datos están optando por suministrar energía a sus servidores a través de energías renovables, siempre que sea posible. La otra opción ofrecida por estas compañías es permitir hacerse responsable de su huella de carbono, destinando dinero a plantar árboles que contrarresten el consumo generado.

Una imagen de Google respirando

Para acabar con este post de mi blog (o entrada de mi bitácora), nada mejor que ver una recreación de los laboratorios de Google donde se representa el tráfico generado por las búsquedas de los usuarios de Google en todo el mundo, a lo largo de un día. A mayor intensidad luminosa, mayor número de usuarios realizando búsquedas.

El mundo parece respirar al compás de servicios como los ofrecidos por Google. Una respiración tranquila y enriquecedora. Aunque también peligrosa, si se hace posible a expensas de la quema de combustibles fósiles para generar la electricidad que necesitan los descomunales centros de datos que mantienen viva a Internet.

Muchos de nosotros aplaudiríamos a empresas como Google si, además de emplear paneles solares en sus sedes (Google planea hacerlo a gran escala en Googleplex, su oficina central en Silicon Valley), se decidieran a invertir tantos recursos en investigar cómo reducir las emisiones de sus centros de datos como lo hacen en crear nuevos productos.