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Usos ancestrales no culinarios de aceite de oliva y vinagre

Rememoramos los vídeos de Kirsten Dirksen con consejos de limpieza y cuidado personal usando productos cotidianos baratos, inocuos y efectivos, entre ellos vinagre, aceite de oliva y bicarbonato sódico.

Retomamos la temática para dilucidar si un puñado de ingredientes de nuestra cocina son o no una alternativa de peso a productos elaborados por la industria química moderna.

Productos de la cocina saludable como multiusos en aplicaciones caseras

Hoy, los consejos caseros sobre cómo usar productos domésticos inocuos en aplicaciones de limpieza, cuidado personal o mantenimiento de estructuras, entre otras aplicaciones, han abandonado el nicho minoritario; y, a través de publicaciones especializadas, consejos de expertos, medios y bitácoras, se han extendido y aportan buenos resultados.

Estas sustancias caseras (aceites, vinagres, bicarbonato, sal, especias, etc.) pueden usarse como complemento de otros productos -convencionales o sin ingredientes químicos polémicos-, o bien como sustitutivos inocuos, económicos, biodegradables y no contaminantes; sin contraindicaciones para niños, embarazos, etc.

Polifacetismo de la tríada mediterránea

Entre el conjunto de productos caseros habituales en cualquier cocina o despensa, destacan dos de los tres productos esenciales de la tríada mediterránea, compuesta por olivo, vid y trigo: el aceite de oliva y el vinagre de vino.

Otras especies mediterráneas ancestrales completan la polivalencia de estos 3 cultivos: la higuera -que aparece en excavaciones y referencias de todas las culturas mediterráneas- y el alcornoque -con especial implantación en el poniente mediterráneo y epicentro situado en los últimos siglos en Iberia-.

Varios ingredientes cotidianos complementan, acompañan o matizan las propiedades de aceite y vinagre en otras aplicaciones. Entre ellos:

  • bicarbonato sódico: para una colada más efectiva (a mano o a máquina), o como base de champú, pasta de dientes o exigente desincrustante en cocinas, hornos, etc;
  • hojas de laurel: como repelente de insectos en despensas y bolsas con harinas, granos, frutos secos, etc;
  • pan: por su textura adherente, la miga de pan puede usarse para limpiar superficies de objetos peligrosos, tales como vidrio roto;
  • etc.

Elogio del aceite de oliva y el vinagre (como multiusos)

Recopilamos a continuación algunos apuntes sobre el carácter multiusos del aceite de oliva y el vinagre de vino y detallamos algunas de sus aplicaciones no alimentarias, olvidadas en la era de los carburantes.

Esenciales en la mesa, imprescindibles en el cuidado personal y apropiados para otras tareas, desde limpiar y desinfectar cualquier superficie a conservar alimentos, reparar mobiliario, calzado o incluso: el carácter multiusos de aceite de oliva y vinagre de vino es más vigente que nunca.

Con el ahorro de la factura y el respeto medioambiental entre las prioridades de muchos núcleos domésticos, renace el interés por los beneficios caseros de dos productos usados con efectividad desde hace milenios en la cocina y fuera de ella.

Aceite de oliva y vinagre (de vino, por ejemplo, aunque sirve cualquier fermentación acética no sólo conforman la vinagreta más universal.

Sustituyendo a algunos productos contraproducentes

Usados con mesura y conocimiento de causa, aceite de oliva y vinagre sustituyen a productos alimenticios, cosméticos y de limpieza que incorporan sustancias que no aportan beneficios sustanciales y, a menudo, producen efectos adversos (esencias y almizcles sintéticos, alcoholes, ftalatos, benceno, agentes antimicrobianos, etc.).

El uso de ingredientes de la despensa en todo tipo de aplicaciones se remonta a menudo a los orígenes de su propia adopción como productos de uso cotidiano. El carácter multiusos de aceite de oliva y vinagre de vino se remonta a los inicios del cultivo del olivar y la vid, en el Creciente Fértil y el Levante mediterráneo.

La historia del aceite de oliva, el vino (y el vinagre, supuestamente descubierto por una mala praxis y apreciado de inmediato por sus cualidades conservantes y desincrustantes) y el pan tiene numerosos vasos comunicantes.

Donde el olivo deja de crecer

Vid, vino (también vinagre) y pan conforman la base de la cultura agraria y gastronómica mediterráneas, y todavía hoy son los principales ingredientes de la llamada dieta mediterránea. Según el poeta y escritor Georges Duhamel, “el Mediterráneo acaba donde el olivo deja de crecer”.

A diferencia del vino y el pan, tan ligados a los ritos paganos y religiosos de todos los pueblos mediterráneos (incluyendo la liturgia de las religiones abrahámicas y los festines paganos más epicúreos, en homenaje a la abundancia de cosechas o acontecimientos del almanaque), el aceite de oliva y el vinagre se han usado desde tiempos inmemoriales como base de las recetas de herbolarios, predecesores de la medicina moderna.

(Imagen: edición holandesa del siglo XVIII de De re coquinaria, recetario atribuido a Apicio)

Cosmética, medicina, perfumes o iluminación dependieron del aceite de oliva y, en menor medida, del vinagre. El equivalente en la Antigüedad a los conflictos bélicos y diplomáticos del último siglo para controlar la producción y suministro de carburantes fue el cultivo y comercio de vid, aceituna y trigo de Roma, que convirtió el sur de Iberia en el equivalente actual a Oriente Medio.

Restos de una industria universal ancestral: el Monte Testaccio

Las ánforas cargadas de aceite de oliva de la Bética se descargaban en Ostia y proveían a Roma y sus alrededores del excedente necesario para garantizar el funcionamiento del Imperio.

Las dimensiones de este comercio explicarían por qué el vertedero romano donde se desechaban ánforas de Híspalis, Gades y otros lugares se convirtió, con el tiempo, en el actual Monte Testaccio, collado artificial con un área de 20.000 metros cuadrados y 40 metros de altura en la actualidad, aunque fue más alta a principios de nuestra era.

Mucho antes de que se empezara a conformar el vertedero que se convertiría en una suave colina romana, civilizaciones como los fenicios o la cultura minoica fundamentaban su comercio e incursiones bélicas en torno al cultivo y producción del aceite de oliva, con muestras que se remontan a 5.000 años en Creta, Santorini u Oriente Próximo.

Cuando jabones y lociones dependían de aceite de oliva y acetos balsámicos

Fenicios y griegos extenderían su uso y comercio hacia el poniente y hasta la costa atlántica de Iberia y el norte de África.

En la Edad Media, los jabones y lociones usaron aceite de oliva y vinagre con profusión, y ambos continuarían como ingredientes básicos en la renovación que la cultura de la higiene experimentó con la Ilustración. El sebo y las grasas animales, como la de la ballena, no restarían protagonismo al aceite de oliva hasta prácticamente el siglo XX.

Asimismo, en las culturas mediterráneas, el vino (y, por tanto, el vinagre) son el aliño de la comida y el espíritu y los poetas y filósofos grecorromanos alertaban de las consecuencias de su uso excesivo. Con mesura, su valor es incalculable, afirmaban; en exceso, arruinan alimentos, veladas y existencias.

Según Lucio Anneo Séneca, “el vino lava nuestras inquietudes, enjuaga el alma hasta el fondo y asegura la curación de la tristeza”. En Naturalis Historia, Plinio el Viejo afirmó que en esta bebida reside la verdad.

Casi medio milenio antes, Platón alertaba acerca del carácter fogoso e incontrolable de una de las mejores invenciones de Occidente (al menos, así lo pensaba Hemingway): “Los muchachos deben abstenerse de beber vino, pues es un error añadir fuego al fuego.”

Aceite de oliva: la sustancia que explica (y une) el Mediterráneo

El aceite de oliva, por el contrario, fue asociado desde sus orígenes a la fertilidad y calidez mediterráneas, así como a la paz, la gloria, la pureza o la curación; por ello, el líquido dorado y oleoso, a la vez lubricante y combustible, o el árbol y sus ramas, son el símbolo recurrente del bienestar de la persona y el colectivo en todas las tradiciones mediterráneas, desde los dioses paganos (Palas Atenea, Minerva) a los ritos abrahámicos (en el viejo testamento, el olivo implica buena nueva).

El aliño de dos ingredientes tan esenciales y antagónicos conserva sus atributos simbólicos y su poética mediterránea: las gotas de vino macerado convertido en vinagre, con sus ricos ácidos, aportan al aceite de oliva la chispa que necesita la pureza para alcanzar la excelencia del aliño más sencillo e intemporal, arquetipo de lo agridulce.

El agridulce conformado por el aceite de oliva con unas gotas de vinagre de vino equivale al yin y el yang de la gastronomía mediterránea, pero también lo ha sido a lo largo de la historia de ritos religiosos, cosmética, medicina, perfumería y cuidado personal, iluminación, tecnología bélica; limpieza o hidratación y reparación de la madera, desde muebles a carros y barcos.

Vinagre: uno de los “errores” más prácticos de la historia

Se cree que el uso del vinagre como conservante y aliño de alimentos se remonta a los propios inicios de la elaboración de bebidas alcohólicas (vino en el Mediterráneo; sidras en el norte europeo).

El libro de cocina occidental más antiguo, De re coquinaria, recopilado entre los siglos IV y V a partir de los tratados perdidos sobre la materia atribuidos al autor romano Apicio (siglo I d.C.), recoge el primer testimonio escrito del uso culinario del vinagre.

Habría que esperar a los tratados de herboristería de los autores religiosos de la Alta Edad Media para encontrar las primeras menciones del resto de usos ancestrales.

Recopilando usos olvidados: el aceite de oliva

Coincidiendo con la expansión de Internet, se han recopilado y popularizado algunos de los usos tradicionales del aceite de oliva y vinagre de vino arrinconados por la historia.

Por ejemplo, una entrada reciente de la bitácora del servicio de la aplicación de contabilidad personal Mint destacaba las siguientes aplicaciones de ambos líquidos, considerados en la actualidad meros ingredientes alimentarios.

Para el aceite de oliva, Mint.com recomienda los siguientes usos alternativos:

  • pulir y lustrar todo tipo de mobiliario, sobre todo el de madera. Consejo: basta añadir un poco de vinagre de vino blanco para eliminar las manchas y el polvo de la superficie, como paso previo al lustre con aceite de oliva;
  • engrasar bisagras, pomos, picaportes y cualquier mecanismo con engranajes que requiera lubricación constante, para suavizar la mecánica y eliminar chirridos;
  • lustrar y proteger piel y cuero; cualquier piel y cuero naturales son extremadamente permeables, por lo que es recomendable lustrarlos con poca cantidad de aceite para evitar las manchas por saturación;
  • desencallar y reparar cremalleras atascadas.

Presencia en los primeros tratados enciclopédicos

Sus propiedades oleosas le convierten en hidratante natural sin los efectos secundarios de productos cosméticos con alcohol entre sus ingredientes, lo que lo convierte en tonificante reparador de erupciones de pañales en bebés.

Todavía hoy, el aceite de oliva se emplea para elaborar jabones artesanales, mientras la amurca o alpechín, el líquido amargo y oscuro descartado durante el procesado del aceite, cuenta con varias aplicaciones desde la época romana.

(Imagen: página del compendio enciclopédico Naturalis Historia, de Plinio el Viejo)

Por ejemplo, en el tratado enciclopédico Naturalis Historia, Plinio el Viejo, que se consideraba a sí mismo discípulo del estoico cordobés Séneca en filosofía y retórica, explica el uso de la amurca como pesticida, herbicida, astringente o ingrediente para producir material de construcción.

Asimismo, el aceite de oliva ha sido usado desde tiempos inmemoriales como pátina hidrófuga (repelente del agua) y protectora en muebles de exterior e incluso en embarcaciones.

Recopilando usos olvidados (y 2): el vinagre

En cuanto al vinagre, éste cuenta con los siguientes usos alternativos:

  • limpiador multiusos: el vinagre cuenta con un porcentaje de ácido acético que varía entre el 3% y el 5%, suficiente para desincrustar la suciedad y, a la vez, respetar pinturas, barnices y otras superficies, por lo que ha sido recomendado para limpiar y desinfectar picas, encimeras y todo tipo de suelos;
  • quitamanchas: combinado con bicarbonato sódico o crema de tártaro, el vinagre elimina manchas en vajillas y suelos de cerámica;
  • suavizante: una bola de suavizante llena de vinagre blanco aporta suavidad y reduce la electricidad estática acumulada en los tejidos;
  • eliminador de olores penetrantes;
  • limpiacristales.

Vinagre y aceite de oliva se siguen usando como líquido de conservas alimenticias.

Bicarbonato

Combinado con bicarbonato de sodio, el ácido del vinagre transforma este último ingrediente en ácido carbónico, que a su vez se descompone en dióxido de carbono y agua, lo que facilita la desincrustación de manchas de cal en electrodomésticos, mamparas de duchas, etc.

Además de la conservación de alimentos, la limpieza y la desinfección, entre sus aplicaciones caseras alternativas más ancestrales del vinagre destaca su uso como repelente de mosquitos.

Medicina

Los usos medicinales del vinagre se remontan, como los del aceite de oliva, milenios. Entre los más citados:

  • regulación del colesterol;
  • control de niveles de glucosa y la regulación sanguínea en diabéticos;
  • regulación del apetito, dados sus atributos -corroborados por estudios modernos- saciadores;
  • uso antimicrobiano y desinfección de heridas (esta aplicación es descrita por Hipócrates en el siglo V a.C.);
  • desinfectante y esterilizador, aplicación extendida en el antiguo Egipto;
  • el polímata persa Avicena, estudioso de Aristóteles, describe en El canon de medicina (obra finalizada en 1025) los supuestos atributos del vinagre como agente coagulante, reparador de quemaduras e inflamaciones, aliviador de golpes de calor y digestivo.

La vinagreta de la historia del Mediterráneo

El secreto agridulce de la vinagreta, surgida en Occidente combinando estos dos ingredientes mediterráneos ancestrales, se repite en otras aplicaciones no culinarias de ambos ingredientes. Recapitulando:

  • el vinagre limpia, desincrusta, desinfecta y elimina olores penetrantes y determinados tipos de mancha;
  • mientras el aceite de oliva hidrata y protege de agentes externos como la intemperie (agua, sol), aplicado en cualquier tipo de piel o superficie.

Debido a esta complementariedad entre el carácter desinfectante del vinagre e hidratante-protector del aceite de oliva, ambos productos pueden aplicarse sobre cualquier superficie interior o exterior.

Y sí, por “superficie” entenderíamos nuestra propia epidermis o la de nuestro bebé.