(hey, type here for great stuff)

access to tools for the beginning of infinity

Utilidad de la prospectiva: ¿cómo será el mundo en 100 años?

¿Cómo será el mundo en 100 años? Analizamos la futurología (prospectiva científica) de 1900 sobre el mundo a principios del siglo XXI para, a continuación, mirar hacia el futuro.

A finales del XIX, Estados Unidos se preparaba para sustituir a las potencias europeas como referente mundial, debido al desarrollo industrial de la “edad de oro” de los grandes industriales y mecenas del siglo XIX.

Self-made man

A finales del XIX, cuando se proyectaban los primeros rascacielos, el hierro y el acero sustituían a la piedra en las grandes infraestructuras y el país acogía a millones de inmigrantes europeos, surgían los primeros bienes de consumo de masas.

Las primeras Kodak Brownie (1900) acercaron la fotografía, hasta entonces una afición costosa, a las nuevas clases medias, mientras las ciudades que crecían de la nada en el Medio Oeste, el Suroeste y la costa del Pacífico absorbían todo tipo de profesionales, artesanos y buscavidas.

(Imagen: Moma Propaganda, agencia de publicidad de Sao Paulo, Brasil)

Una generación de industriales, escritores, fotógrafos, inventores y aventureros en general proyectaron su trabajo en una época en que la bicicleta competía con los primeros automóviles por el favor del público que quería desplazarse sin carga y sin necesidad de hacerlo con animales de tiro.

Orígenes del “hazlo tú mismo”

Se proyectaban grandes avenidas y, en las grandes urbes, los edificios unifamiliares eran sustituidos por grandes casas residenciales; la arquitectura industrial y las infraestructuras también recibían un gran impulso, y se imponía la mentalidad del “hombre hecho a sí mismo” (origen del “hazlo tú mismo” y el “créalo tú mismo” reivindicado mucho después, a finales de los 60 y en los 70, por la contracultura).

El fotógrafo-aventurero instalado en Seattle Edward S. Curtis (en aspecto y actitud, a medio camino entre Indiana Jones y Lawrence de Arabia) se apresuraba para fotografiar a los pueblos nativos de Norteamérica antes de que su cultura desapareciera, mientras Mark Twain y Jack London retrataban el país que surgía, siguiendo los pasos de Whitman, Emerson o Thoreau.

Era un país todavía joven, a la vez salvaje y tecnológicamente avanzado. Con los recursos naturales para consolidar su potencia industrial y, a la vez, la visión para que los mecenas apoyaran a John Muir y a quienes le ayudaron a crear la primera red mundial de parques naturales.

Un país para empezar desde cero

Las potencias europeas se centraban en competir fuera del continente, y España perdía, precisamente ante Estados Unidos, sus últimas colonias de ultramar. 

La guerra, “explicada” al público estadounidense por la prensa, con William Randolph Hearst a la cabeza, recordó al mundo que el anterior conflicto con México (1846-1848), al que se opusieron personalidades como el propio Henry David Thoreau, no había sido casual. Estados Unidos quería ser una potencia.

(Imagen: Moma Propaganda, agencia de publicidad de Sao Paulo, Brasil)

En la época del telégrafo, sin radio ni otros medios de comunicación de masas que compitieran en inmediatez y capacidad de influencia, la prensa escrita vivía su época dorada. En un país tan extenso, la prensa local se desarrolló con fuerza y compitió en influencia con las grandes cabeceras. 

Thomas Edison y Guglielmo Marconi competían por los derechos intelectuales de las ondas de radio a finales del XIX, mientras la prensa escrita hablaba sobre el imparable futuro industrial y tecnológico de Estados Unidos.

Futurología en la época de los grandes inventores

Muchos artículos exponían más bien realidades distópicas, mientras ante sus propios ojos se sucedían cambios radicales en la forma de trabajar y consumir. Henry Ford fue foco de la polémica cuando, en la segunda década del siglo XX, no sólo ideó la cadena de montaje, sino que apoyó salarios que permitieran a sus propios trabajadores ser los principales clientes del Ford T, el primer coche de masas.

En el último tercio del siglo XIX y el primero del XX, decenas de inventores e industriales compitieron por crear industrias desde cero, tales como el almacenamiento, transporte y suministro de electricidad, proyecto en el que las ideas de Thomas Edison se impusieron a las de Nikola Tesla.

Robert L. Stevens, George Westinghouse, Samuel Morris, Samuel Cott, Cyrus McCormick, Alexander Graham Bell y los mencionados Edison y Tesla, además de Henry Ford y los magnates del acero y el petróleo, impulsaron lo que a veces se ha llamado la “edad heroica” de los inventores.

Las “maravillas del futuro”: viendo 2013 desde 1900

En este contexto, los diarios de la época especulaban acerca de las “maravillas del futuro”, algunas de las cuales evocan las peores pesadillas distópicas, pero otras sugieren, con la exageración inherente a este tipo de ejercicios de prospectiva, fenómenos acaecidos un siglo después.

La bitácora Web Urbanist repasa lo que la prensa estadounidense de hace más de un siglo pensaba que nos esperaba en la actualidad.

En 1900, un artículo de la revista “Ladies Home Journal” exponía sus predicciones para el mundo en 100 años.

Malthusianismo y extinciones en el Antropoceno

Según los “los más sabios y responsables hombres de nuestras grandes instituciones de científicas y educativas”, citaba el artículo, en 2001 habríamos acabado con todos los animales salvajes y sólo comeríamos alimentos concebidos y esterilizados en laboratorios, llegados a la mesa a través de un sistema de tubos neumáticos.

(Imagen: Moma Propaganda, agencia de publicidad de Sao Paulo, Brasil)

Podríamos discutir acerca de las consecuencias de lo que hemos llamado Antropoceno, pero es indudable que el ritmo de destrucción del entorno ha sido notable en un siglo, si bien no hemos acabado con toda la vida salvaje.

Un artículo de 1926 del Galveston Daily News predecía con un cierto malthusianismo que, en nuestra época, estaríamos a punto de seguir los pasos de las especies que habríamos conducido a la extinción.

Predicción cumplida en alimentación industrial

Más acertadamente, el artículo aseveraba que los animales de granja “serán criados para destinar toda la energía de su vida a producir carne, leche, lana y otras mercancías”. Las explotaciones ganaderas concentradas (CAFO en sus siglas en inglés), con el uso intensivo de pienso compuesto y antibióticos, acercaron la predicción distópica a la realidad actual.

Fast Food Nation, el ensayo de Eric Schlosser, expone las consecuencias, tanto para los animales como para la calidad de los productos derivados, del perfeccionamiento de la producción ganadera industrializada. Mayor carne, huevos, leche, lana y otros productos, con un precio medioambiental y para la salud (por no centrarnos en la existencia de estos animales).

Distopías sobre alimentación: la mirada de 1900

En cuanto a las predicciones sobre alimentación esterilizada, de nuevo la prospectiva iba bien encaminada, como se puede comprobar en ensayos como El dilema del omnívoro, de Michael Pollan.

Precisamente coincidiendo con el nuevo siglo y con las epidemias de obesidad y otras dolencias relacionadas con la alimentación precocinada y los hábitos sedentarios, aumenta en los países ricos el interés por la alimentación ajena a fertilizantes químicos, antibióticos y variedades genéticamente modificadas, así como su cuota de mercado.

Nuestra tendencia a exagerar la utilidad de la “automatización”

Ninguno de estos artículos sobre “el mundo de aquí a 100 años” escritos alrededor de 1900 mencionaban una población estadounidense (y, por extensión, del resto de países desarrollados y emergentes) sustancialmente más gruesa.

Las dietas tradicionales, la alimentación local y de temporada, o los productos orgánicos, se abren de nuevo paso en la cesta de la compra, si bien los alimentos procesados, o creados usando fertilizantes químicos, antibióticos y especies genéticamente modificadas, son mayoría en las tiendas. Sustancias como el jarabe de maíz y los derivados de la soja aparecen entre los ingredientes de casi cualquier alimento procesado o precocinado.

El sistema logístico de tubos neumáticos, que llegarían a cualquier hogar para entregar la comida encargada, etc., forma parte de las entrañables predicciones fallidas de este tipo de artículos sobre el futuro.

Sobre el nacimiento de los suburbios (y sus consecuencias no proyectadas)

En 1900, también se apostaba por los suburbios residenciales como antídoto a los supuestos problemas para la salud que la ciencia de entonces relacionaba, no sin razón, con las grandes concentraciones urbanas: la calidad del aire debido a la combustión de carbón, el hacinamiento y la escasa salubridad eran problemas acuciantes en los barrios populares de las grandes ciudades industriales.

El suburbio residencial representaba el término medio entre la eficiencia racional de la urbe y la utopía pastoralista que Thomas Jefferson había imaginado para el país (él lo había soñado como un lugar de prósperos granjeros propietarios de tierras bien cultivadas).

(Imagen: Moma Propaganda, agencia de publicidad de Sao Paulo, Brasil)

Lo que en 1900 era una utopía, se hizo realidad con el automóvil, que con el Ford T se extendió rápidamente entre los granjeros prósperos y las clases asalariadas. El vehículo privado permitió vivir lejos de la ciudad y el transporte público, a la vez que acudir al trabajo a tiempo.

El lado amargo de la libertad lograda con el automóvil

Esta revolución del vehículo privado se convirtió para muchos en distopía, cuando los suburbios se convirtieron en “exurbios” (suburbios sin ciudad) y los diseños residenciales equilibrados y de calidad de mediados del siglo XX (“mid-century modern“) dieron paso a casas y vehículos que competían en tamaño, pero no en otros atributos. 

El desmantelamiento de sistemas de transporte metropolitano tras la II Guerra Mundial consolidó el reinado del vehículo privado y los suburbios residenciales, a un precio: el abandono de ciudades como Detroit, la mayor dependencia con respecto del automóvil y del precio de los carburantes, etc.

Así pues, la transición desde las ciudades a los suburbios residenciales que se preveía en 1900 para el siglo venidero se llevó a cabo, pero con consecuencias distintas. La prensa de 1900 creía que el cambio daría lugar a ciudadanos “más altos y saludables”.

Tráfico urbano hoy: ¿calles sin tráfico y tráfico silencioso y subterráneo?

En cuanto al tráfico urbano, en 1900 se preveía que, en un siglo, el sistema de metro habría evolucionado hasta tal punto que las redes de túneles conducirían convoyes silenciosos a lo largo del entramado urbano, dejando el nivel de la calle para el uso exclusivo de viandantes.

En 1900, el tren y su alternativa urbana más innovadora, el metro (el de Londres, el más extenso, se había inaugurado en 1863), eran el símbolo de la eficiencia y el progreso en el transporte, y se preveía que los trenes de alta velocidad conectarían Nueva York con San Francisco (4.700 kilómetros) en un día.

El reto sería factible con un tren actual de alta velocidad, pero el transporte aéreo se impuso en el transporte de pasajeros de larga distancia a partir de mediados del siglo XX. La evolución ferroviaria estadounidense no es análoga a la europea o japonesa.

En cualquier caso, la congestión del tráfico en las ciudades y la contaminación derivada dominan la cotidianeidad de las grandes urbes 113 años después. Tampoco hay silencio. El metro se ha consolidado en apenas un puñado de ciudades estadounidenses.

La idea transformadora que nadie proyectó poco antes: la aviación comercial

Otra predicción fallida en el campo del transporte: la mayoría de artículos sobre “el mundo en 100 años” escritos en 1900 apostaban por un transporte aéreo dominado por zepelines (dirigibles).

Asimismo, se creía que estas “aeronaves” serían usadas en el siglo XXI en conflictos bélicos y relacionados con la seguridad, ya el el transporte de personas seguiría realizándose -auguraban- por tierra y mar: “habrá aeronaves, pero no competirán con éxito con coches de superficie y barcos”.

Para resguardarse de la amenaza de los zepelines de guerra a principios del siglo XXI, auguraban en 1900, las ciudades requerirían fuertes con tejados de acero y “capaces de moverse a campo abierto a la velocidad de los trenes expreso de hoy”.

Los zepelines fueron pronto abandonados incluso por las empresas y países que se habían mostrado más entusiastas con la idea, debido al riesgo de ignición.

Los últimos modelos comerciales y bélicos fueron usados en la II Guerra Mundial y este medio aéreo acumula varios accidentes célebres.

Antes del primer vuelo de los hermanos Wright

En 1900, se obvió el potencial de otros medios aéreos, como los vehículos a motor y con alas y fuselaje aerodinámico que pudieran usar la resistencia del aire para volar y, en pocas décadas, transportar pasajeros y mercancías en todo el mundo.

El primer vuelo de los hermanos Wright llegaría 3 años después cuando, el 17 de diciembre de 1903, su avión despegó y logró mantenerse en el aire 12 segundos.

Si acertaron los artículos de 1900 al augurar que, en 2001, las innovaciones agrarias habrían creado nuevas variedades con las características deseadas. 

Eso sí, más que en la resistencia a las plagas o sequías, al aspecto e intensidad del color, etc., como han logrado las variedades de frutas y hortalizas genéticamente modificadas, se especulaba con frutas y verduras gigantescas, obviando los retos de conservación y logística que ello habría supuesto.

Videoconferencia e Internet, Medio siglo antes de Memex

Otra predicción acertada, adelantándose 45 años a la idea concebida por el ingeniero e inventor Vannevar Bush: Memex, una máquina que procesara información de un modo análogo a nuestra mente, exponiendo lo que décadas después sería el hipertexto e Internet.

En 1900, en los inicios de la comunicación de masas, una época todavía dominada por el telégrafo y la prensa escrita, se hablaba de que, en 2001, la gente podría ver y hablar con otros a larga distancia:

“La gente y las cosas de todo tipo serán acercadas al foco de cámaras conectadas eléctricamente a pantallas en los extremos opuestos de los circuitos, a miles de millas de distancia”. Una especie de teléfono gigante transmitiría la voz y las imágenes.

Superada ya la era de Skype y cuando Internet está tan integrada en nuestra vida que ha dejado de ser novedad, podemos ahora recabar información sobre estas predicciones y analizar los aciertos y las -a menudo ingenuas y entrañables- equivocaciones.

El mundo en 2113

¿Cómo será en mundo en 2113? ¿Nos interesa realizar proyecciones de este tipo? ¿Adónde nos gustaría haber llegado? Emulando los artículos de prensa de 1900, podemos especular acerca de el mundo de aquí a un siglo.

Muchas de las innovaciones que consideramos a la vuelta de la esquina serán descartadas; otras, superadas por nuevas tecnologías; otras innovaciones se adaptarán o popularizarán en contextos para los que no fueron ideadas; asimismo, habrá acontecimientos fortuitos, conflictos inesperados y encrucijadas que nos animarán a explorar nuevos caminos.

Impresión 3D, Internet de las cosas, mundo programable, motor de energía cinética (como el imaginado por Ayn Rand en Atlas Shrugged), colonización de otros planetas, III Revolución Industrial, interfaces cerebro-máquina, realidad aumentada, inteligencia artificial, etc.

La próxima gran cosa

De entre las “próximas grandes cosas” de hoy, sólo un puñado evolucionará hasta cambiar cómo somos, mientras otras no llegarán siquiera a tener la oportunidad de tecnologías peregrinas.

Otras tecnologías planteadas serán consideradas tan trasnochadas como los coches conceptuales propulsados con energía nuclear, como el Ford Nucleon.

Los retos sociales, energéticos, políticos, tecnológicos son insondables. En 1900, se abandonaba el transporte con animales de tiro no porque se hubieran extinguido los animales a tiro, sino por los avances tecnológicos que se integraron con la naturalidad de los actuales.

Más que una regresión tecnológica, los retos de los próximos 100 años serán propulsados por avances en todos los ámbitos, aventuran publicaciones como Scientific American.