Hace un par de semanas, The Guardian presentaba un listado con las 100 empresas europeas (start-ups, no gigantes energéticos) del campo de la sostenibilidad con un futuro más brillante, según el veredicto de analistas e inversores de capital riesgo de varios países europeos. Una lista en la que no aparece ni una sola empresa española.
Este tipo de listados deberían preocuparnos más de lo que muestran nuestros principales medios de comunicación (que parecen ni haberse enterado de su elaboración; al fin y al cabo, no ha sido masticadito y debidamente traducido por ninguna agencia de prensa o similar). En fin: veamos qué sectores y qué países europeos quieren liderar la economía verde, a través de un dinámico mercado donde se crean pequeñas empresas dispuestas a batallar tecnológicamente.
En el listado (2008 Guardian/Library House CleanTech 100) de The Guardian, digo, no aparece ni una sola empresa española (del mismo modo que, en las clasificaciones más respetadas sobre la calidad de la educación universitaria -como el que realiza anualmente la Universidad Jiao Tong de Shangai-, no hay una sola universidad española entre los primeros 150 centros).
Detalle cañí: más en lotería que en I+D
España, entre los diez países ricos con mayor economía y con una renta per cápita superior a la italiana o a la coreana, pese a no destacar por la proyección internacional de sus marcas tecnológicas, es el único país de la OCDE que gasta cada año más en lotería y juegos de azar que en investigación y desarrollo.
La inversión en investigación no es sólo pública, ni nace de la nada. De hecho, Estados Unidos sigue atesorando la gran mayoría de las patentes y avances mundiales con esfuerzos casi exclusivamente privados.
Eso sí, la calidad de la educación secundaria y universitaria, así como la relación entre esta última y la empresa, son necesarios para crear situaciones en las que es más fácil que un grupo de jóvenes, preparados y con una gran idea, se anime a pedir ayuda económica para montar una empresa tecnológica.
En el mundo, es más fácil que esta situación se produzca en Estados Unidos que en Europa, y en Europa es más fácil que se produzca en el Reino Unido y Alemania que en España.
Parece un milagro que tres de las escuelas de negocio españolas estén entre las mejores del mundo, y un puñado más les sigan de cerca. Entre las 10 primeras del ranking europeo de Financial Times, aparecen IE (5), Iese (6) y Esade (10).
Una noticia destacable, por su optimismo y proyección, es la numerosa presencia en el listado de The Guardian de empresas que trabajan en nuevas tecnologías energéticas para conseguir que la energía renovable se produzca con mayor eficiencia y, sobre todo, sea más barata.
Algo fundamental si estas empresas quieren competir en un mercado que apenas penaliza el uso del carbón para generar electricidad, pese a sus ingentes emisiones de dióxido de carbono.
Las start-ups que apuestan por tecnologías solares se encuentran entre las más innovadoras, tanto en Estados Unidos y Japón como en Europa.
En un momento en la crisis financiera global, ya convertida en crisis a secas, al trasladarse del desbarajuste y la falta de crédito de la banca al pánico en las bolsas, la falta de liquidez entre las empresas y el miedo de los ciudadanos a gastar, varias voces apuntan hacia las tecnologías sostenibles (cleantech) como un nuevo sector que podría reactivar la economía.
Las inversiones en tecnologías limpias están alcanzando ya niveles de récord (como explica Ernst & Young), pese a encontrarnos en la peor coyuntura económica desde la Gran Depresión.
Las tecnologías sostenibles traerán prosperidad y nuevos puestos de trabajo de “cuello verde”, en detrimento de los devaluados puestos financieros (¿qué puede haber más de “cuello blanco”?) y los industriales (“cuello azul”), que siguen padeciendo los efectos de la deslocalización.
Lo dicen, entre otros, Barack Obama (cuya propuesta sobre cleantech “anima a los inversores de capital riesgo“), Thomas Friedman (acaba de publicar el libro Hot, Flat, and Crowded), Al Gore y Sir Nicholas Stern (acaba de decir que la crisis es una oportunidad “perfecta” para una “revolución verde“).
Para Nicholas Stern, quien dio nombre al informe (Stern Report) sobre el daño irreversible que el cambio climático haría no sólo al mundo, sino también a la economía, no hay duda: una política de medidas para atajar el cambio climático tendría “un efecto duplicado y la mitad del precio” del plan de rescate de Bush.
De la crisis, no hay país que se salve, aunque sus bancos estén más saneados que los de otros países (parece ser el caso español, que se pone como ejemplo de buenas prácticas en todo el mundo y se cita en el Financial Times, donde se invita a los ejecutivos a aprender de España). Los efectos son instantáneos y tienen un alcance mundial. Con plan o sin plan de Bush.
George W. Bush, que ha liderado una acción decidida y expeditiva para evitar lo peor de una recesión en su país y, por ende, en el resto del mundo, se ha mantenido mucho menos intervencionista con respecto a la protección del planeta.
Estados Unidos sigue sin ratificar el Protocolo de Kyoto, que ya no tiene sentido firmar.
De ganar Barack Obama, la actitud de Estados Unidos ante el cambio climático cambiará (todavía no se sabe hasta dónde podrá llegar el compromiso) y la inversión en tecnologías verdes.
Un mundo donde ya no es posible esconderse (y Google Maps ya está en los móviles)
Ni Bután, el simpático país del Himalaya, se va a mantener al margen de la crisis, que presume de haber dado al mundo un indicador tan optimista que parece surgido de la idea de un romántico viajero, a lo Lawrence de Arabia (Bután ha exportando el concepto inspirado en el budismo Gross National Happiness, o Felicidad Interior Bruta, en detrimento de Gross National Product, o Producto Interior Bruto).
Como me explicaba mi amigo el butanés Lotay Rinchen (compañero de estudios, o “fellow student” en Bozeman, Montana, en julio de 2008, durante nuestra asistencia al campus de verano PERC Enviropreneur Camp) en una ocasión, incluso el que se autodenomina país más feliz del mundo no puede escapar de su ligazón con la economía del resto del mundo.
Bután, minúsculo país que obtiene divisas extranjeras permitiendo un turismo poco masificado y de calidad (hay que pagar una tasa nada deleznable para entrar al país, ya de por sí remoto y poco asequible para mochileros amantes del modelo impuesto en Europa por Ryan Air), no tendrá tantos visitantes dispuestos a gastar en los próximos tiempos.
CleanTech 100: los futuros trabajos de “cuello verde” europeos
Volviendo al listado CleanTech 100 de The Guardian/Library House sobre las 100 pequeñas empresas europeas más prometedoras en tecnologías limpias, destaca, además de la ausencia de representación española, el primer puesto otorgado a una empresa especializada en energía solar (Odersun). 4 de las 10 primeras empresas de la lista (Odersun, SiC Processing, Thin film solar technology y Mass market solar technology) venden tecnologías solares.
- Odersun (energía solar; sede en Frankfurt, Alemania; 90 empleados): diseño y fabricación de células solares en una película flexible.
- Deep Stream Technologies (distribución y gestión; sede en Bangor, Reino Unido; 52 empleados): circuitos 3D para la gestión y control de eficiencia en el sector eléctrico.
- CamiSemi (electricidad; sede en Cambridge, Reino Unido; 57 empleados): soluciones de “stand-by” de bajo coste para evitar el consumo eléctrico fantasma de todo tipo de aparatos.
- SiC Processin (industria; sede en Hirschau, Alemania): tecnología que mejora la producción de paneles solares.
- Marine Current Turbines (energía marina; sede en Bristol, Reino Unido; 15 empleados): especialización en turbinas que aprovechan las corrientes marinas para generar energía.
- Sulfurcell Solartechnik (energía solar; sede en Berlín, Alemania; 60 empleados): nueva película solar para producir paneles.
- Pelamis Wave Power (energía marina; sede en Edimburgo, Reino Unido; 70 empleados): método para generar energía con a partir de las olas.
- Solarcentury (energía solar; sede en Londres, Reino Unido; 100 empleados): tecnología solar para el mercado de masas.
- Nujira (eléctrica; sede en Cambridge, Reino Unido; 47 empleados): consumo eficiente en la transmisión de radio y a través de redes móviles.
- Atraverda (eléctrica; sede en Abertilly, Reino Unido; 8 empleados): cerámica conductiva para el almacenamiento de datos.
El ranking CleanTech 100 ha sido dividido en varios apartados: transporte, almacenamiento de energía, energía solar, energía eólica y energía basada en el tratamiento de residuos. Varias firmas no se suscriben claramente a ninguno de estos apartados genéricos.
Las 10 empresas más atractivas para los inversores en el apartado de energía solar da una pista sobre qué países apuestan más por el desarrollo de métodos para mejorar esta renovable: 7 de ellas son alemanas (4d-Technologie GmbH, Concentrix Solar, CSG Solar, Solarion, Solitem, Würth Solar GmbH & Co KG, Heliatek), 3 británicas (QuantaSol, Whitfield Solar, G24i) y 1 noruega (Norsun).
Nótese la latitud de los tres países. Ninguno de ellos cuenta con la ventaja que, sobre el papel, tendrían Italia, España, Portugal, Grecia o incluso Francia.
Ninguno de estos países cuenta con una empresa destacada en el apartado de energía solar, y sólo Francia tiene representación en CleanTech 100, con dos start-ups (Watteco, una empresa de La Garde que desarrolla sistemas de gestión eficiente de la energía; y Neosens, en Labege Cedex, que fabrica sensores de contaminación).
Alemania ha incentivado con beneficios fiscales la instalación de paneles solares en los últimos años, y se ha convertido en el primer país del mundo en energía solar instalada (lo comentamos en el artículo Energía solar: presente y retos).
De ahí su abultada presencia en el apartado de energía solar, una industria que ocupa a más de 40.000 personas cualificadas sólo en el llamado “Valle Solar” (en contraposición al californiano Valle del Silicio, o Silicon Valley).
Del Reino Unido y Noruega se podrían hacer incluso chistes, con respecto a la falta de relación entre sus pujantes empresas de tecnología solar y su clima, poco propicio a sacar buen rendimiento a este tipo de renovables.
¿Qué credibilidad se le debe dar a este recurso? The Guardian explica la metodología que ha seguido, con la ayuda de Library House, para llegar a la conclusión publicada.
Según el diario británico, “el objetivo es destacar un grupo de las empresas privadas más prometedoras de Europa en tecnologías limpias, con empresas seleccionadas sobre la base de su potencial de crecimiento futuro y de impacto beneficioso sobre el medio ambiente”.
Un consejo de asesores del ranking, conformado por algunos de los inversores europeos con más experiencia en tecnologías limpias, se ocupó de nominar las firmas más prometedoras.
Las preguntas sobre las que se basaron las nominaciones:
- Cuál es el potencial de la empresa para conseguir un impacto medioambiental positivo.
- Cuál sería la escala de este impacto positivo si la tecnología de la firma en cuestión prolifera.
- Cuál es el tamaño del mercado potencial.
- Cuán disruptiva (y a la vez cuán rápido puede crecer) es la tecnología.
- Qué posición tiene la empresa en el mercado.
- Cuál es la visión de la firma.
El futuro de la energía solar
La energía solar es uno de los ámbitos de las tecnologías limpias que han acaparado más atención, tanto en Europa y Japón, donde los avances en este sector han ido a menudo de la mano de las grandes multinacionales, como Siemens y Sharp; como en Estados Unidos.
En Estados Unidos, si bien hay grandes empresas que también apuestan por el desarrollo de tecnologías limpias, con el gigante General Electric y su estrategia Eco-imagination en cabeza, las novedades llegan desde las pequeñas firmas, nacidas al cobijo del capital riesgo de:
- Kleiner Perkins Caufield & Byers: el dirigente más destacado de esta ilustre firma de Silicon Valley, John Doerr, ha tenido el olfato en el pasado de invertir en Sun Microsystems, Amazon.com, Netscape o Google. Ahora, apuesta casi exclusivamente por la “cleantech”. El New York Times dedica un reportaje de 8.000 palabras a la decidida a puesta de Doerr por las tecnologías limpias (titulado Capitalismo al rescate). La mayoría de las inversiones de KPCB son a medio y largo plazo, y muchas de ellas nunca madurarán. No hace falta ser un genio para saber que un puñado de ellas están llamadas a liderar campos como, precisamente, el de la energía solar.
- Khosla Ventures: firma de capital riesgo fundada por Vinod Khosla, otro ilustre inversor de capital riesgo de Silicon Valley y antiguo socio de John Doerr en KPCB. Khosla Ventures también apuesta por las tecnologías limpias, y en su inventario también hay firmas de energía solar.
- Google, que se ha convertido en el segundo inversor en tecnologías limpias de Estados Unidos en el tercer trimestre de 2008, por capital invertido, gracias al portafolio de empresas que gestiona desde su filial filantrópica, Google.org. Google llevó a cabo en este intervalo más operaciones que Kleiner Perkins y Khosla Ventures.
La energía solar jugará un papel cada vez más importante, junto a la eólica, dos apuestas energéticas bien conocidas en España, que se encuentra entre los países más pujantes en la instalación de parques solares y eólicos.
No parece, sin embargo, que España tenga un rol igualmente destacable en la investigación de nuevas soluciones para el sector energético.
No hay iniciativas privadas del campo de la energía solar, por ejemplo, que los inversores que ayudaron a The Guardian a elaborar el listado con las firmas europeas más prometedoras consideren dignas de mención.