Más que beneficiarse de ello, los modelos de negocio éticos han padecido la mentalidad caritativa y el buenismo promovidos durante décadas en los países ricos.
En los últimos años, se repiten en memorias anuales los términos acuñados por John Elkington en su libro Cannibals with Forks: The Triple Bottom Line of 21st Century Business. Las empresas socialmente responsables del futuro, decían Elkington y la Comisión Brundtland de las Naciones Unidas de 1987, deben perseguir tres objetivos: beneficios, protección medioambiental y justicia social.
Según la terminología de Elkington, el triple resultado (“triple bottom line“) ha sido interiorizado por muchas empresas (como prueba de ello, basta consultar los Green Rankings de la revista Newsweek), sobre todo grandes corporaciones, ahora sujetas al escrutinio de grupos de interés de todo el mundo.
Eso sí; de momento, los avances en sostenibilidad de la mayoría de ellas se centran en el ahorro: de materiales, de procesos, de exigencia medioambiental a los proveedores.
Eco-eficiencia contra eco-efectividad: productos más eficientes o mejores productos
También proliferan los sistemas de medición y puntuación medioambiental, conocidos como “scorecards”. Las grandes marcas de distribución, por ejemplo, evalúan a proveedores locales y de otros países en función de nuevos baremos de sostenibilidad social y medioambiental, para así evitar escándalos que repercutan sobre sus ventas.
Pero los modelos de negocio éticos no se refieren únicamente a aplicar políticas de responsabilidad empresarial en empresas convencionales, muchas de las cuales se integran sin rechistar una vez se ha comprobado que reducir el impacto ecológico de la actividad empresarial equivale a grandes ahorros operativos y al aumento de la palabra mágica: “eficiencia”.
“Eficiencia” es un término con el que expertos como William McDonough y Michael Braungart se han mostrado muy críticos. Para los impulsores del diseño “de la cuna a la cuna” (Cradle to Cradle, C2C), que procesos concebidos erróneamente aumenten su eficiencia sólo alarga el problema estructural de la economía extractiva, cuyos productos siguen siendo desechados y contaminando, aunque menos.
Los materiales que componen los productos, arguyen, deberían ser “eco-efectivos”, y no “eco-eficientes”. De este modo, podrían ser usados indefinidamente, o desechados sin peligro, al ser inocuos y biodegradables. Según C2C, el gasto (producto obsoleto) equivale a alimento (es biodegradable), o alternativamente sus materiales conservarían su valía sin usar procesos que requieran energía.
Diseños beneficiosos para el entorno
Mientras muchas grandes empresas integran las políticas de responsabilidad medioambiental (el mencionado triple resultado, o “triple bottom line”) que más les convienen, otras corrientes abogan por planes de negocio que conduzcan a producir bienes que sean inocuos o beneficiosos para el entorno (Cradle to Cradle), o que imiten en sus diseños a la propia naturaleza.
Aunque con un uso minoritario, crece la influencia de las principales tipologías de diseño sostenible: además del diseño eco-efectivo o “de la cuna a la cuna”, se habla también del diseño regenerativo, el biomimetismo, la tecnología adecuada, y de la ingeniería ecológica.
Además de la gestión de los proveedores o el diseño ecológico del producto, se experimenta con modelos de gestión empresarial que pudieran combinar de un modo más eficaz la creatividad y los criterios éticos del “triple resultado” (beneficios, entorno, sociedad).
Modelos para una gestión empresarial ética
Xanthe Matychak destaca en la publicación de diseño Core77 los que para ella son 4 de los modelos de negocio que mejor combinan creatividad y responsabilidad social:
- Micro emprendedores: hay varios casos de éxito de negocios y empresas los hornillos Oorja Stove, usados en países donde tradicionalmente se ha empleado madera, cuya combustión afecta a los usuarios y el entorno. La cocina es distribuida y vendida por representantes locales en cada comunidad. Los microcréditos, no obstante, afrontan duras críticas en los últimos tiempos. Matychak recomienda a quienes estén en el proceso de crear un nuevo producto o servicio que piensen si el proyecto puede ser diseñado para que cree trabajo entre personas necesitadas, ya sea en un entorno local o global.
- Modelo “Give One, Get One” (comprar un producto y dar otro, G1G1): por cada unidad de producto vendido, otra unidad es entregada a alguien que la necesita. Esta modalidad fue utilizada por One Laptop Per Child en su programa G1G1, para promover el ordenador para niños en los países pobres entre los ciudadanos de Estados Unidos y Europa. Ha tenido mayor repercusión a largo plazo la misma modalidad aplicada en la venta de zapatos: Toms Shoes entrega un par de zapatos a alguien necesitados cada vez que un cliente compra alguno de sus modelos, lo que ha aportado notoriedad a la firma en todo el mundo. Consejo de Xanthe Matychak para los interesados en aplicar este modelo de negocio: más que limitarse a dar algo, se valora que el proyecto social tenga contenido real.
- Fomento de productos locales (como Good Food Collective): incapaces de competir en escala y capacidad con los grandes productores, agricultores y ganaderos locales pueden competir en calidad, diferenciación de su producto, transparencia, proximidad con el cliente y atención personalizada. Los productores locales pueden intercambiar recursos, conocimientos, herramientas de marketing o canales de distribución, tales como los mercados y ferias de productos frescos. Consejo de Matychak: si te interesa desarrollar un producto o servicio que compite con ofertas similares y mucho más económicas de grandes corporaciones, forma o únete a un colectivo local que comparta recursos entre empresas con propósitos similares.
- Intercambio de conocimientos (por ejemplo, Toyota Ideas for Good): a diferencia del modelo tradicional de salvaguarda a toda costa de los derechos sobre la propiedad intelectual, compañías y organizaciones de distinto tamaño comparten cada vez más información y procesos, desde las empresas automovilísticas japonesas, que desarrollan partes y componentes en consenso, hasta tendencias como el código abierto, no sólo en software, sino también en átomos (“open source hardware”, o productos de código abierto). Toyota, por ejemplo, ha extendido su política de intercambio de conocimiento a quien esté interesado, a través de la campaña Ideas for Good, que animaba a cualquier interesado a aplicar tecnologías del mundo del automóvil a cualquier otro campo. Xanthe Matychak: si tu negocio ofrece una innovación con el potencial de mejorar el mundo, medita sobre compartir la innovación con tanta gente como puedas. A cambio, obtendrás ideas para mejorar los procesos y crear nuevos productos, además de mejorar tu imagen de marca y prestigio.
Riesgos de los modelos de negocio sociales
El exceso de buenismo explicaría por qué el economista bangladeshí e instaurador de los microcréditos, Muhammad Yunus, ganó el Premio Nobel de la Paz en 2006, pese a que se le podría haber otorgado un mucho más adecuado Nobel de Economía.
El propio Yunus, ya septuagenario, habría perdido parte de su lustre filantrópico y trata de evitar ahora su salida forzada de la dirección del banco de microcréditos que él mismo fundó, Grameen Bank, promovida por las autoridades regulatorias de su país.
Muhammad Yunus y Grameen Bank han acumulado críticas en los últimos tiempos, y el gobierno de Bangladesh ha aprovechado la creciente controversia sobre los microcréditos en condiciones de extrema pobreza en la opinión pública de algunos países europeos para desbancar a Yunus de su posición.
Yunus ha apelado la sentencia del 8 de marzo de 2011 del Tribunal Supremo de Bangladesh que confirma la legalidad de la orden de renuncia a su cargo expedida por el banco central del país. Yunus, una figura reconocida en el mundo por promover el acceso al crédito y la independencia económica de los más desfavorecidos, afronta duras críticas en su país.
Los riesgos de Grameen Bank: estructuras que envejecen con su creador
El Gobierno bangladeshí asegura haber examinado la contabilidad del banco durante meses y afirma que carece de supervisión adecuada y medidas básicas de buen gobierno, dos atributos empresariales que el propio Muhammad Yunus ha contribuido a expandir en el mundo.
Además, el ministro de Finanzas del país asiático ha recordado públicamente a Yunus que ha sobrepasado en 10 años la edad legal de jubilación en el sector bancario local.
The New York Times cita un documental del danés Tom Heinemann, Caught in Micro Debt (“atrapados en la micro-deuda”), emitido el 30 de noviembre de 2010 en la televisión noruega, que destapa una transferencia indebida de Grameen de 100 millones de dólares donados por el gobierno Noruego, desviados sin motivo aparente desde la categoría de créditos hipotecarios a otros asuntos de una ONG asociada a Grameen.
No obstante, una investigación independiente emprendida en Noruega ha confirmado que, si bien la donación había sido gestionada inapropiadamente, retornó intacta a su asignación original tras la queja.
La delgada línea entre el periodismo de investigación y la denuncia torpe y sesgada
En febrero de 2011, un documental de la televisión pública sueca SVT1 criticaba el apoyo de los gobiernos Sueco y Noruego a Grameen Bank. El documental explica casos concretos de presiones a familias pobres para que repagaran sus microcréditos concedidos por Grameen, incluso vendiendo sus escasas pertenencias.
Los periodistas responsables del documental no explican, sin embargo, por qué eligen los casos que aparecen en su trabajo, o si tienen información empírica sobre qué porcentaje de microcréditos de Grameen Bank acabaría produciendo todavía más miseria, en lugar de convertirse en oportunidad para abandonarla.
Peor aún, varias fuentes independientes han comprobado cómo algunas de las personas que aparecen en el documental de Heinemann falsearon su historia personal. Durante su estancia en Bangladesh, la productora cinematográfica independiente Gayle Ferraro fue a entrevistar a una de las mujeres “explotadas” por los “abusivos préstamos” de Grameen, que había asegurado en el documental que su madre había muerto en la pobreza.
Ferraro habría descubierto que la mujer entrevistada no era realmente quien el documental exponía, y la persona prestataria no había muerto en la pobreza, sino que estaba viva. Para más escarnio, esta persona habría mostrado a Ferraro su predisposición a explicar ante la cámara cómo se había beneficiado de los microcréditos. ¿Quién supervisa al supervisor “moral”? ¿Es periodismo de investigación legítimo todo lo que aparece en formato “documental de investigación”?
Finalmente, un documental producido en 2008 por France 24 pretendía averiguar sobre el terreno cómo Grameen Bank está contribuyendo a mejorar las expectativas de los pobres en Bangladesh. El documental argumenta que, más que contribuir a que los pobres mejoren su situación, los microcréditos producían en muchos casos el efecto opuesto al deseado.
Extraños aliados: opinión pública europea y oligarquía política de Bangladesh
El gobierno y el banco central de Bangladesh han usado la polémica con los fondos noruegos para ilustrar una supuesta mala praxis y falta de transparencia, así como alegar que la presencia indefinida de Yunus en la dirección del banco es ilegal.
Muhammad Yunus está a la espera de la decisión del banco central y el Tribunal Supremo de Bangladesh, sobre las que su entorno alega una campaña contra él en la que participan críticos del modelo de negocio de Grameen Bank.
Entre las voces críticas, destaca el antiguo primer ministro del país, que ha declarado, en un tono abiertamente agresivo, que “no hay diferencia entre los usureros y la gente corrupta”. El mencionado político se alinea con quienes, si bien reconocen el papel de Grameen en la invención del microcrédito, critican los altos tipos de interés que ofrece la mayoría de las instituciones de microfinanzas, muy elevados en comparación con los ofrecidos por los bancos tradicionales.
El tipo de interés del principal producto crediticio de la institución rondaría el 20%. El documental “Caught in Micro Debt” alega, sin embargo, que Grameen Bank podría estar cobrando intereses comprendidos entre el 30% y el 200%. Pero una investigación de la organización MicroFinance Transparency (MFT) ha estudiado los productos crediticios del banco de microcréditos y, en un informe de marzo de 2011, afirma que el tipo de interés efectivo más alto cobrado en el producto “préstamo básico” es del 22,84%.
Revisión científica (la ciencia siempre acarrea su parte de ideología) del microcrédito
Jeffrey Tucker, del think tank libertario Mises Institute, cree que los bancos de microcréditos no son económicamente viables debido, entre otros motivos, a la elevada tasa de morosidad, lo que obliga al modelo a depender de subsidios para funcionar.
La subvención pública de estas instituciones las acerca a los mecanismos clásicos de seguridad social o de concesión de créditos subvencionados a bajo interés por sociedades públicas, el modelo económico subsidiado que el propio Muhammad Yunus ha tratado de evitar durante toda su carrera.
Pero las críticas a Grameen no llegan sólo desde Noruega, la oligarquía política y jurídica de Bangladesh o el pensamiento libertario. Los expertos en microfinanzas David Roodman y Jonathan Morduch ponen en entredicho la estadística citada a menudo por Grameen y Yunus, que expone que “el 5% de los prestatarios de Grameen abandonan cada año la pobreza”.
Tras analizar la información (pdf) en la que se basaban las estadísticas de Grameen, Roodman y Morduch han obtenido resultados opuestos, criticando la débil evidencia académica elaborada en los noventa del siglo pasado que, su análisis, sostendría que el microcrédito reduce la pobreza.
La efectividad del sector de las microfinanzas como instrumento de desarrollo y acceso al crédito de personas que, de otro modo, permanecerían en la economía informal, no sólo cuenta con escépticos en el mundo académico, tales como los citados David Roodman y Jonathan Morduch. No ha ayudado que algunas instituciones de microcréditos hayan empleado métodos de presión y coerción para evitar la morosidad.
Pero, para su crédito personal, Muhammad Yunus no ha negado que exista mala praxis en el sector que él mismo inventó. La proliferación de instituciones de microcréditos en varios países, algunas de ellas con procedimientos opacos y condiciones desmesuradas le han llevado a afirmar: “nunca imaginé que un día el microcrédito generaría su propio linaje de tiburones de los préstamos”.
Internet expande a aporta transparencia a los microcréditos
El mundo de los microcréditos no empieza y acaba en Grameen Bank, o en los bancos poco transparentes auto-proclamados instituciones de microcrédito que aplican intereses prohibitivos y extorsionan a quienes se niegan a devolver el importe demandado, de acuerdo con condiciones contractuales abusivas.
Internet ha contribuido a que cualquier persona del mundo se convierta en inversor de capital riesgo de cualquier otro individuo interesado en conseguir dinero para su proyecto, ya se trate de un emprendedor en un país en desarrollo o de alguien que viva a poca distancia de nosotros.
Es el modelo de negocio aplicado por la ONG californiana Kiva.org, que facilita el contacto, la transacción y la transparencia del proceso entre prestador y prestamista. Otras empresas y ONG siguen este mismo modelo, tales como Crowdrise.com, un proyecto impulsado por el actor Edward Norton.
Es un modelo extendido a las tiendas de aplicaciones de los teléfonos inteligentes y tabletas electrónicas, así como a Facebook y otras redes sociales, a través de aplicaciones o campañas espontáneas, al que se ha bautizado como filantropía 2.0.
En el siguiente paso, pequeños inversores informales dedicarán un pequeño esfuerzo económico a los modelos de negocio que, según ellos, fomenten la creatividad y la justicia social. Y creen mejores productos, de acuerdo con las tendencias más propetedoras del diseño ecológico: ya sea “de la cuna a la cuna”, regenerativo, biomimético, tecnología adecuada o ingeniería ecológica.