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Peak stuff: productos con menos material, más servicio/valor

Los últimos estudios confirman que consumimos menos bienes físicos por el encarecimiento de las materias primas y el mayor valor de los bienes y servicios producidos, cada vez más “etéreos”. Menos material, mayor valor.

El proceso ha sido bautizado como “desmaterialización” y afectaría a las economías más desarrolladas. Los países emergentes, a medida que se enriquezcan, pasarán de la fase del crecimiento contaminante a uno cada vez más frugal con el material y la energía.

Pero ello no quiere decir que el descenso en el consumo de productos físicos acabe con los problemas medioambientales. En los escenarios más optimistas, retrocederá el consumo de recursos en los países ricos, mientras las economías que más crecen, las emergentes, contrarrestarán esta moderación con su espectacular crecimiento. 

Basta recordar el ritmo de construcción de centrales térmicas de carbón en China en los últimos años.

Cénit del consumo galopante

Los datos dicen que, finalmente, a principios de la pasada década se alcanzó del cénit de consumo de varias materias primas y productos. Siguiendo la terminología usada con el agotamiento de las materias primas (“peak oil” o pico petrolero, etc.), ya se habla del pico de las cosas, o “peak stuff”.

¿Hemos alcanzado realmente el “pico de las cosas”, o cénit en el consumo de determinados bienes de consumo, momento a partir del cual su consumo descenderá? Eso aventura el análisis, centrado en el Reino Unido pero con referencias a otros países desarrollados, de Chris Goodall, ahora parlamentario ecologista británico, tras trabajar en el pasado para la consultora McKinsey & Company.

Ecologistas y liberales coinciden

El estudio de Chris Goodall, autores independientes expertos en medio ambiente como Fred Pearce, y el think tank liberal Adam Smith Institute, constataría que la Revolución Industrial iniciada hace dos siglos alcanzó su cénit de producción de bienes de consumo, o su “peak stuff” (pico de las cosas), entre 2001 y 2003.

La “nueva historia de las cosas“, citando The Story of Stuff, el documental web animado de 2007 sobre el ciclo de vida de bienes y servicios dirigido por Annie Leonard, deberá responder a una pregunta según el escritor Fred Pearce: ¿Podemos consumir menos?

Si el estudio del parlamentario británico Chris Goodall, fundamentado en información de la Oficina Nacional de Estadística (ONS) británica, es certero, no sólo podemos consumir menos, sino que los países ricos ya se están adaptando al escenario del pico de las cosas.

La escasez y encarecimiento como incentivos para crecer sin malgastar

Para que el Reino Unido, expone Goodall en el estudio, haya alcanzado el cénit de productos consumidos entre 2001 y 2003, no ha sido necesario introducir regulaciones específicas. El encarecimiento de las materias primas usadas y el mayor valor añadido de los productos, con cada vez menos material y más servicios, han obrado el cambio de tendencia. Al ser más caro, el material se usa de un modo más eficiente.

En 2001, explica Goodall, el consumo británico de papel y cartón empezó a declinar por primera vez. Le siguió, en 2002, el uso de energía primaria (calor y electricidad generados por fósiles y renovables), en declive desde entonces. En 2003, llegó el turno de los residuos domésticos por persona.

Hacer más con menos (teletrabajo, aumento de la productividad, etc.)

En 2004, la compra de vehículos empezó a caer, tal y como lo hizo en consumo de agua. En 2005, el consumo energético en los hogares inició el mismo proceso, sólo interrumpido en el excepcionalmente frío invierno de 2010. En 2006, se redujo la distancia media viajada por persona en transporte público y privado.

“Todo esto -aclara Goodall- mientras el Producto Interior Bruto y la población aumentaron”. The Guardian analiza al detalle los datos extraídos por Goodall de la mencionada ONS.

La tendencia fue observada antes de la crisis de 2008 y mantiene una consistencia similar en otros países ricos.

El valor de todos los bienes y servicios producidos

La sociedad británica consume gradualmente menos recursos, explicaba Duncan Clark a finales de octubre en The Guardian.

Ya entonces, Chris Goodall era citado para hablar sobre la temática de su posterior estudio: “lo que muestran los datos es que 2001 puede convertirse en el año en que el consumo de bienes en el Reino Unido -el peso total de todo lo que usamos, desde alimentos y carburante hasta mobiliario-, alcanzó su cénit y empezó a descender”.

El declive en el consumo de todo tipo de bienes no es un fenómeno británico y no se circunscribe únicamente a la crisis, sino que se observaba en otros países desarrollados en la primera mitad de la pasada década.

La economía percibió la frugalidad antes que el consumidor

Fred Pearce explica en su artículo sobre el estudio de Chris Goodall para Yale 360 que la venta de coches, que se había reducido en la mayoría de las economías desarrolladas en los últimos 20 años, aceleró su declive la pasada década. La compra -también el uso- del automóvil se ha contraído desde 2004 en Alemania, Francia, Australia, Suecia y Japón, además del Reino Unido.

Se observa una tendencia similar, aunque no tan pronunciada, incluso en Estados Unidos, donde el precio del carburante sigue siendo muy inferior al pagado en en Europa o Japón. En este país se ha estabilizado el uso de camiones, plano en la última década, como lo ha hecho el número de coches en las carreteras estadounidenses, mientras el kilometraje per cápita desciende.

A diferencia de lo que ocurre en Europa, los estadounidenses contradicen el fenómeno “peak stuff” con sus hábitos, al comer más que sus padres y hacer menos ejercicio que la anterior generación, con los dramáticos resultados observados a simple vista, explica Fred Pearce.

El mundo no soluciona sus problemas -sólo- creciendo con menos consumo

Por tanto, el consumo de todo tipo de bienes parece estancarse o incluso descender en los últimos años, incluso antes de la crisis no sólo en el Reino Unido, sino en otros países ricos. Por ejemplo, el consumo de agua per cápita se ha reducido un 5% incluso en Estados Unidos desde su cénit en la década de los 80, debido a la mejora tecnológica de los sanitarios y los cambios de hábitos.

El fenómeno del pico en el consumo de bienes en los países ricos no implica que el mundo solucione sus problemas medioambientales y de lucha por el control y consumo de recursos finitos, expuesto por el miembro del Post Carbon Institute, escritor y experto en consumo de recursos Richard Heinberg, en una entrevista de concedida a *faircompanies en su casa de Santa Rosa, California.

Chris Goodall: “no quiero sugerir ni un instante que el mundo no afronte retos medioambientales masivos. Pero la información encontrada sugiere la posibilidad -y es sólo una posibilidad- de que el crecimiento económico no es necesariamente incompatible con afrontar esos retos”.

“Si el crecimiento nos ayuda a ser más eficientes consumiendo recursos, y en efecto reduce nuestro consumo de artilugios materiales, entonces los ecologistas se equivocarían abogando por una campaña de crecimiento cero de la economía”.

Final del crecimiento o crecimiento con menos materias primas

Según Chris Goodall, por tanto, el mundo desarrollado no afronta un fin del crecimiento, como sugiere Richard Heinberg en el título de su último libro, The End of Growth. Más bien, asistimos a un fin del crecimiento de la economía basada en productos físicos y al inicio de un consumo más eficiente y etéreo, con más servicios y menos átomos.

Lo confirman tendencias como el uso de Internet, el consumo cultural electrónico o el uso compartido y alquilado de todo tipo de servicios, en lugar de la adquisición de estos bienes en régimen de compra (servicios de alquiler de coches, etc.).

El fundador del blog medioambiental neoyorquino TreeHugger -y amigo de Kirsten y mío- auguraba esta tendencia a través de Twitter, al exponer que asistimos a la era de los usuarios que consumen servicios, en lugar de poseerlos.

La propiedad será para los idiotas

“En 15 años -escribía Hill-, la propiedad será para los idiotas (menos flexibilidad, más responsabilidad, mayores costes financieros y ecológicos)”.

El diseñador industrial catalán Juli Capella, al ser entrevistado hace más de un año por *faircompanies, predice una tendencia similar: los productos incorporarán cada vez más menos materiales, mientras incrementarán su valor y servicio.

Capella lo explicaba con un ejemplo básico. Una silla sirve para sentarse. Si un campo de energía que no estuviera conformado por átomos (y, por tanto, no ocupara espacio cuando no se usa, ni usara recursos), ofreciera el mismo servicio de acomodar a un individuo, la silla etérea podría sustituir a la silla física. El servicio sustituiría, en este caso a la suma de producto y servicio.

Si la tendencia a consumir menos bienes físicos en las economías desarrolladas se confirma en las próximas décadas, ¿es posible combinarla con un crecimiento económico sostenido basado en la venta de más servicios y bienes con más valor y menos material?

La curva medioambiental de Kuznets

Según teóricos optimistas como Jesse Ausubel, economista del Programa para el Entorno Humano de la Rockefeller University, en Nueva York, esta tendencia no sólo es plausible, sino que un mayor crecimiento económico aceleraría la tendencia hacia vender cada vez más valor añadido en servicios con un uso de recursos cada vez más frugal.

Ausubel cree que la tendencia a consumir menos cosas materiales es el resultado lógico de lo que los economistas conocen como la curva medioambiental de Kuznets, bautizada así en honor a su formulador, Simon Kuznets.

El escritor Fred Pearce explica la curva de Kuznets en Yale 360: “a medida que los países se industrializan, experimentan una fase iniciar de desarrollo ‘barato y sucio’ en el que gastan recursos y generan polución masiva, pero alcanzan un punto de inflexión más allá del cual invierten en usar recursos con mayor eficiencia”.

Los países en esta primera fase no usan cada vez menos recursos para crear cada vez más valor pero, a medida que optimizan sus procesos, entran en un desarrollo con un declive gradual de la cantidad de material y energía requerida por dólar de riqueza generada. Jesse Ausubel llama a este proceso “desmaterialización”.

Desmaterialización acelerada

El estudio de Goodall argumenta que la curva de Kuznets se estaría acelerando, debido a los problemas de liquidez de la economía mundial y al aumento del precio de todo tipo de recursos, debido a la mayor competición para acapararlos, con China y el resto de países emergentes ganando posiciones en el mercado mundial de materias primas.

Con el encarecimiento de los recursos y la falta de liquidez, los países ricos acelerarán la “desmaterialización” de sus productos, expone Goodall. Lo que, a su vez, reduciría el impacto medioambiental de las economías ricas manteniendo su crecimiento, a diferencia del crecimiento todavía “barato y sucio” de los gigantes emergentes.

Otros expertos no son tan halagüeños con la tendencia desmaterializadora en las economías más avanzadas. Fred Pearce cita en su artículo de Yale 360 al escritor medioambiental británico George Monbiot, colaborador habitual de The Guardian, quien no ve relación entre el declive del uso de recursos y el aumento de la riqueza de la primera mitad de la década pasada.

Reservas ante las conclusiones del estudio

Según Monbiot, falta “una enorme cantidad de investigación adicional hasta que podamos concluir que esta causalidad y correlación está teniendo lugar”.

El ya citado Richard Heinberg relaciona más el declive en el consumo de recursos por el aumento de sus precios, a medida que son más difíciles y caros de obtener. Y esta es la causa, dice Heinberg, en el fondo de la actual crisis mundial, que ve sistémica, como delata el título de su último libro, The End of Growth.

Otro experto que respeta, pero mantiene sus reservas hacia las conclusiones de Goodall sobre “peak stuff”, es Tim Jackson, autor de Prosperity Without Growth. Jackson cree que “la idea de que una transición hacia una economía sostenible emergerá espontáneamente concediendo libertad absoluta al mercado es patentemente falsa”.

Jackson recuerda que parte de la riqueza creada en países como Gran Bretaña antes de la crisis se basó en la explotación de los mercados mundiales de materias primas y, por tanto, era “directamente responsable de la crisis ecológica”.

Chris Goodall cree que Jackson mezcla su visión ecologista con ideas anti-capitalistas que no se basan en datos, sino en convicciones personales.

Desmaterialización, decrecimiento o colapso

La idea de la economía puede crecer con cada vez menos materias primas es consistente, no obstante, con el ascenso mundial de los servicios de telecomunicaciones móviles y tecnologías de la información, que acelera otras tendencias como el consumo electrónico de cultura (bits, no átomos) o la “Internet de las cosas” (dispositivos cada vez más ubicuos, frugales, eficientes, interconectados).

Sea como fuere, los próximos años serán:

  • los de la “desmaterialización” de las economías avanzadas y otras revoluciones que no acaban de arrancar (como la de las tecnologías verdes); 
  • o los del brusco decrecimiento (en la línea de Richard Heinberg o a través de un colapso, a lo Jared Diamond).

Son tiempos de recopilar tantos datos relevantes como sea posible, interpretarlos con competencia e imparcialidad, y actuar en consecuencia. Sigamos a los autores citados y mantengamos los ojos bien abiertos.