Ir desde 0 hasta 1 tiene un componente más político que nunca, al tratarse de la metáfora numérica de un inversor de Silicon Valley con ideas libertarias para explicarnos que el mundo puede cambiar rápido a mejor… si entendemos cómo se produce el cambio.
Peter Thiel, emprendedor tecnológico e inversor, es cofundador de Paypal y Palantir, fue el primer inversor externo de Facebook y uno de los primeros inversores en SpaceX (de su amigo, consejero delegado de Tesla y miembro de la “Paypal mafia” Elon Musk) y LinkedIn.
Su ensayo Zero to One: Notes on Startups, or How to Build the Future surge por la necesidad de “ver más allá de las vías ya desplegadas” hacia “el futuro más amplio que espera a ser creado”. Un mundo que debe avanzar con progreso vertical, y no sólo horizontal. Ir de 0 a 1 (y no desde 1 a “n”). Crear cuesta más que repetir.
Hacer más de lo mismo (progreso horizontal) o crear algo nuevo
Tomar una máquina de escribir y fabricar 100 buenas máquinas de escribir constituye progreso vertical; si, por el contrario, creamos un procesador de texto a partir de una máquina de escribir, hemos iniciado un progreso vertical.
El libro no ha pasado desapercibido: entrevista en Fortune, comentario en Farnam Street, aparición en Reddit AMA (“Ask Me Anything”) contestando preguntas de la comunidad… y artículo crítico con la persona del autor en Salon.com, cuya posición ideológica le lleva a tildar a Thiel de anti-gay por algo que escribió en 1995… sin quizá molestarse por averiguar que Thiel es… gay (subraya sorprendida Megan McArdle).
Tampoco pasan desapercibidas algunas de sus propuestas más provocadoras, como crear el Dropout Fund: invertir anualmente 100.000 dólares en ideas de 20 universitarios que opten por dejar la universidad (con sus enormes costes asociados) y dediquen toda su energía a desarrollar un negocio.
Arreglar el estancamiento de las industrias de “cosas”
Thiel expone desde 2008 una tesis sobre innovación que coincide a grades rasgos con la del economista Tyler Cowen, la del estancamiento de la innovación tecnológica en mercados ajenos a la ciencia computacional y las comunicaciones.
Los espectaculares avances en el mundo de los bits han ocultado el decepcionante parón innovador en el mundo de los átomos, dice Thiel, con cero o poco progreso en energía, transporte, biotecnología, prevención de enfermedades y transporte espacial, entre otros nichos.
Ello explicaría el estancamiento y descenso real de los salarios ajustados a la inflación desde la crisis del petróleo de 1973, así como la creciente desigualdad en la distribución de riqueza.
Queríamos coches que volaran
La noción de este frenazo en la creación de sectores punteros capaces de crear riqueza y puestos de trabajo ha sido sintetizada por la firma de capital riesgo de Thiel, Founders Fund: “Queríamos coches voladores, en cambio nos dieron 140 caracteres”.
El ensayo y presencia mediática de Thiel no ha sentado bien a todo el mundo. En Salon.com asocian el liberalismo social con la izquierda, descartándolo en perfiles como el de Thiel, si bien el movimiento libertario estadounidense ha estado en la vanguardia de los derechos individuales.
Más allá de las barreras tradicionales y líneas editoriales que empujan a criticar el trabajo y biografía de personalidades por su adscripción personal a una determinada corriente ideológica, las ideas de Peter Thiel sobre tecnología y futuro superan barreras tradicionales y se adscriben a la era posterior a los medios tradicionales.
Aversión al éxito y clichés tradicionales en un mundo que requiere soluciones
Como otros inversores y personalidades del entorno tecnológico de Silicon Valley, Peter Thiel se ha declarado socialmente progresista y económicamente liberal clásico (o conservador, como quiera definirse), una postura asociada con las posiciones no partidistas del movimiento libertario estadounidense.
Ello explicaría por qué Salon.com carga con ensañamiento contra Peter Thiel, cuyo libro carece de contenido político e incluye ideas provocadoras acerca de cómo acelerar y multiplicar la innovación en infinidad de áreas.
La idea es simple: la auténtica innovación no consiste en producir más de lo mismo con mayor eficiencia -rizar el rizo usando economías de escala-, sino que va un paso más allá.
Escalar un poco más allá desde el conocimiento acumulado
Lo innovador es un escalón de desarrollo adicional, una idea similar al concepto usado en biología del desarrollo de lo “adyacente posible“.
Peter Thiel cree que las compañías realmente valiosas, las que hacen avanzar a la humanidad, son las pioneras en un nicho totalmente nuevo, las primeras en explorar algo que antes no existía, algo que se ha visto repetidamente en informática, software e Internet.
“[Zero to One] se refiere a innovaciones tecnológicas rompedoras… cómo uno logra ser el primero de algo nuevo. El primer avión, el primer automóvil, el primer ordenador, el primer sistema operativo, el primer motor de búsqueda, la primera red social”.
Un ejemplo para otras industrias: la Internet de consumo
Thiel explica cómo se erigen estos negocios, desde distintas perspectivas: estrategia, contratación, expansión, etc. Muchos negocios de la Internet de consumo comparten, en opinión del inversor e innovador tecnológico, este principio. “[Estas empresas] logran cierta popularidad, luego aumentan su tracción y al final es imposible para los competidores seguir con su ritmo”.
Pero lo que logran Paypal, LinkedIn, Facebook, Airbnb, etc. se circunscribe al mundo del software y, en opinión de Thiel, la expansión debería transmitirse con rapidez a infinidad de mercados distintos.
Su amigo Elon Musk parece haberse centrado de momento en el automovilístico (con el éxito de Tesla Motors) y el del turismo espacial (SpaceX), pero le interesan otros campos como el de la innovación en transporte público de alta velocidad (Hyperloop), etc.
Paypal mafia
En otras palabras, Peter Thiel no está solo, pero su perfil (polimatía, sólida formación, visión libertaria) parece tener la fortaleza necesaria ante todo en Silicon Valley, donde idiosincrasias similares han creado innovación y generado riqueza como para generar la confianza necesaria para gestionar grandes riesgos.
Sólo la llamada “Paypal mafia”, o diáspora de emprendedores que reinvirtieron el dinero logrado con la venta de Paypal a eBay ha dado pie a infinidad de empresas cruciales en su sector, o “primeras empresas en algo nuevo”, siguiendo la idea expuesta por Peter Thiel en Zero to One.
Entre las empresas fundadas o financiadas en un primer momento por los chicos de Paypal, la mayoría de los cuales supera ahora la cuarentena: YouTube, Facebook (Thiel invirtió 500.000 dólares en 2004 en la entonces Thefacebook, a cambio del 10,2% de la empresa) Yelp, Palantir, Tesla, SpaceX…
El valor de los que no siguen a nadie
Peter Thiel no encaja en la imagen popular sobre los grandes inversores e innovadores de Silicon Valley. Marc Andreessen, creador del navegador de Internet tal y como hoy lo conocemos y también inversor clave en Silicon Valley, valora la aportación de Thiel a la cultura empresarial de la zona.
Andreessen, que bromea con la revista Fortune asegurando que él está de acuerdo con Thiel en exactamente la mitad de lo que dice, expresa su aportación con respeto: “Es difícil estar con Peter y no pensar: ‘tengo que prepararme más'”.
“Cuando se trata de filosofía, historia, política o el destino de la humanidad, Peter ha subido mucho el listón de la discusión. Antes de Peter, no había mucha gente pensando en esas cosas [en Silicon Valley]. La gente pensaba: ‘¿Cuál es el último chip?'”.
Polimatía al servicio de la gestión del riesgo
Por su actitud contraria a la convención, formación polímata, determinación, capacidad para reinventarse e influencia tecnológica, Fortune magazine compara a Thiel con líderes intelectuales del pasado que, desde una posición pública pero a la vez sobria, influían sobre su época, tales como Thorstein Veblen o Norman Mailer.
La comparación de Thiel con Veblen, autor de The Theory of the Leisure Class (1899) conocido por su crítica a la superficialidad de la sociedad de consumo (acuñó el concepto de consumo conspicuo, o aquel que hacemos para competir con el vecino y no por necesidad o utilidad); o con Norman Mailer, peso pesado de la literatura y el periodismo estadounidenses; no ha gustado al establishment progresista, presto a caricaturizar a todo lo que se relacione con la palabra clave “libertarismo”.
Más allá de si Salon.com sigue sosteniendo a estas alturas que, para ser un intelectual reconocido, uno debe mantener posiciones-cliché que se ajusten a la idea (progresismo tradicional, popularidad, etc.), Zero to One es un ensayo que merece ser estudiado en círculos ajenos a Silicon Valley, porque allí muchos ya están familiarizados con el material.
La dificultad para innovar con mayúsculas
La idea del libro surgió tras el interés suscitado por las explicaciones, interpretaciones y material usado por Thiel en un curso de ciencia computacional que impartió en Stanford durante el trimestre primaveral de 2012.
Las clases, conocidas entre los entendidos del Valle como CS183 (Computer Science 183: Startup, nombre elegido por Thiel para el curso), se convirtieron en una sensación entre programadores y emprendedores de la zona cuando el estudiante de derecho Blake Masters, uno de los asistente, empezó a publicarlas -inicialmente sin permiso- en su bitácora en Tumblr.
La clase inspiró más tarde una columna de David Brooks en The New York Times acerca de una de las ideas más controvertidas de Thiel: el “monopolio creativo“, o la idea de que las empresas que innovan y hallan un nuevo mercado acaban monopolizándolo, sin dar más oportunidad a competidores potenciales que buscar su propio camino inventando algo fundamentalmente rompedor.
En otras palabras: en un mundo cada vez más dependiente de la creatividad y las ideas, quienes más se benefician a la larga son los innovadores “verticales”. Aquellos que van desde 0 hasta 1 (quienes se abren camino inventando algo nuevo), y no quienes copian lo existente.
La clase “Computer Science 183: Startup”
Marc Andreessen cree que la idea, pilar en el capitalismo tradicional, de contar con competición en cada mercado sigue estando vigente. El mismo Blake Masters explicó en un resumen de 10 lecciones para Forbes las celebradas notas sobre las clases de Peter Thiel en Stanford.
Justo antes de empezar el curso, Thiel explicó a los alumnos apuntados a CS183: “Si hago bien mi trabajo, esta será la última clase que jamás tendrás que tomar”. Al final del trimestre, muchos le hicieron caso.
Las 10 lecciones de Peter Thiel en CS183, según Blake Masters:
1. Globalización no siempre equivale a progreso, ya que se centra básicamente en copiar cosas que ya funcionan. Es ir desde algo ya existente (1) a más unidades/versiones y más baratas/exclusivas/etc. (n);
2. Mejor tener razón que ir a la contra; pero, siguiendo la idea socrática de avanzar hacia una verdad esquiva razonando y arrinconando axiomas, optar por una actitud opuesta es un buen ejercicio para averiguar qué es lo más correcto.
A menudo hay poco valor donde existe unanimidad, ya que el valor tiende a estar escondido. Hay que preguntarse: ¿Qué importante certeza compartes con un reducido grupo de gente?, y la versión en un contexto de negocios: ¿qué empresa importante nadie está construyendo?
3. La gente ya no cree en secretos, pero éstos existen; es cuestión de aprender a encontrarlos; por ejemplo, la aversión al riesgo y el conformismo autocomplaciente son mecanismos que evitar hallar secretos.
Ello se explica porque las convenciones existentes son mucho más cómodas.
Hay tantos secretos como número de startups necesarias para aprovecharse de ellos; hay muchas oportunidades (una idea que comparte el pionero “techie” Kevin Kelly);
4. Capitalismo y competición son antónimos, y no sinónimos.
Una polémica idea de Peter Thiel, que le pone en desacuerdo con pensadores de Silicon Valley próximos a él, como el propio Marc Andreessen.
Según Thiel, el capitalismo funciona cuando es posible crear nueva riqueza (si hay más riqueza, hay más que repartir, mientras no crear nueva riqueza significa repartir siempre lo mismo).
El autor de Zero to One expone que, en un sistema con competencia perfecta entre empresas, nadie gana dinero, ya que las empresas se canibalizan entre sí. De ahí que Thiel crea que la importancia de la libre competencia se haya diluido en una sociedad cada vez más técnica. Una manera de crear un monopolio de facto, dice Thiel, es inventar algo nuevo que cree un mercado hasta entonces inexistente o mal definido.
5. La gente miente. Demostrando su formación filosófica, Peter Thiel recordaba a sus alumnos en Stanford que estamos inclinados a pensar que las cosas son como las percibimos (lo que llamamos “realidad”, dice Marco Aurelio, es apenas una percepción, una opinión).
Por ejemplo, la gente cree que la publicidad no funciona en ellos, sino en otra gente. A veces, la gente se miente a sí misma; en otras ocasiones, lo hace a otra gente.
Mucha gente minusvalora aspectos de la vida y los negocios que acaban siendo absolutamente cruciales (como la distribución en la venta de bienes).
6. La mayor parte de la vida es una “ley potencial” (relación matemática entre dos cantidades o variables (que describen una curva, una larga cola, un sombrero o “elefante”, etc.).
En cambio, tendemos a asumir que las cosas están distribuidas con regularidad. En el mundo de las ideas y empresas tecnológicas, hay un fenómeno bimodal: las que triunfan, lo suelen hacer de manera descomunal, mientras la mayoría nunca gana tracción suficiente y desaparece.
7. Un mal plan es mejor que no tener plan alguno. Y un buen plan es todavía mejor.
Vivimos en una cultura probabilística, estadística. La indeterminación y falta de planificación sobre el futuro abunda. Por ejemplo, la gente trata de actualizar su currículo añadiendo algún detalle más cada año, pero prefiere no cambiar de manera radical.
Pero actuar de manera conservadora, dice Thiel, tiene grandes costes. Para lograr algo de calado, hay que dar un giro en algo. Es necesario tener un plan.
No planear el futuro significa rendirse ante la falta de oportunidades.
8. Los cimientos importan.
Dicho de otro modo, los inicios son importantes. Son cualitativamente distintos a lo que llega a continuación, dice Thiel.
Es posible cambiar cosas en los inicios que es difícil transformar más adelante. Lograr una buena formación no es suficiente para el éxito, pero es sin duda necesario, dice Thiel.
En el caso de innovaciones y nuevas empresas, errores iniciales se amplifican y acaban destruyendo a las empresas desde su interior.
9. Los fundadores son distintos. La mayoría de la gente es corriente. No así los fundadores, dice Thiel.
Los rasgos de los fundadores parecen tener una distribución inversa: se encuentran en ambos extremos, o bien especialistas extremos (“insiders”, expertos extraordinarios en algo concreto), o bien amplios conocedores de cultura general (diletantes extremos); así como desagradables o carismáticos, infames y famosos.
Se trate de una coincidencia o una hipótesis sólida, muchos fundadores aparecen como Aquiles (Howard Hughes estaba llamado a ser el mayor emprendedor del siglo XX, y cayó en desgracia a partir de los 30), extremadamente poderosos pero “humanos”, con puntos débiles potencialmente catastróficos.
10. Encuentra una “Frontera” y ve a por ella.
En su última clase del curso sobre startups para Stanford, Peter Thiel animaba a sus estudiantes a que salieran de su zona de confort, a que salieran de los caminos trillados y la cómoda convencionalidad, para así evitar convertirse en una estadística.
“Todavía hay muchos enormes espacios vacíos en el mapa del conocimiento humano. Puedes ir a descubrirlos. Así que hazlo. Sal ahí afuera y llena los espacios en blanco. Cada instante supone una posibilidad para ir a esos nuevos espacios y explorarlos”.
Y sugirió: “No existe quizá un momento específico que sea necesariamente el adecuado para empezar tu empresa o empezar tu vida. Pero algunos momentos parecen más auspiciosos que oros. Ahora es uno de esos momentos”.
Kevin Kelly se ha expresado de manera similar recientemente. No, no has llegado tarde.
De Heráclito al próximo paso tecnológico
Tras la insistencia de amigos y relaciones, Peter Thiel decidió convertir el tuétano de la clase “Computer Science 183: Startup” en el ensayo Zero to One.
Shane Parrish recoge en Farnam Street sus apuntes sobre Zero to One.
Entre las ideas de Thiel:
- evocando a Heráclito, cada momento en un negocio ocurre sólo una vez. Los próximos Sergey Brin y Larry Page no construirán un motor de búsqueda, sino algo distinto;
- no hay una única fórmula para innovar. Esta fórmula no puede existir, porque cada innovación es nueva y única;
- la pregunta más importante que, según Thiel, se puede hacer a un candidato en una entrevista de trabajo: ¿Sobre qué importante verdad apenas un puñado de gente está de acuerdo contigo? Difícil de contestar, ya que lo que aprendemos en el colegio suele ser información de consenso;
- la mayor fortaleza de una startup es “nuevo pensamiento”, ideas que no están trilladas. “Definida apropiadamente, una startup es el mayor grupo de gente que uno puede convencer con un plan para construir un futuro distinto”;
- el primer paso para pensar con clarividencia, expone Peter Thiel en Zero to One: “Si puedes identificar una creencia popular delirante, puedes hallar qué se esconde tras ella: la verdad escondida”;
- el progreso llega del monopolio de facto, y no de la competición, dice Thiel; ideas cuyo aliciente para mejorar es el propósito y la pasión de los fundadores, y no la conservadora especulación de quien prefiere conformarse con sobrevivir sin innovar en un mercado tan competitivo que pierde el interés, al no ser “Frontera” sino establishment estático;
- la rivalidad ocasiona el exceso de interés en viejas oportunidades y se limita a copiar lo que ha funcionado en el pasado;
- lo último puede ser lo primero; llegar primero es apenas una táctica que funciona en ocasiones, no un objetivo; lo que en realidad importa, según Thiel, es hacer el último gran movimiento incremental en un tipo de negocio y así disfrutar de años o incluso décadas de beneficios.
Detectando la idea que alguien tiene que poner en marcha
Más que limitarse a criticar al personaje por pertenecer a la tipología de exitoso-arrogante-millonario-libertario-de-Silicon-Valley, como hace Salon.com y quienes regurgitan la misma información-cliché en sus tuits personales, merece echar un vistazo a lo que dice Peter Thiel.
Más allá de éste o aquél chascarrillo, su experiencia, ideas, clases y ahora su ensayo son un sólido compendio de apreciaciones ajenas a la manida convención.
Un paso cognitivo más para, como dice Shane Parrish, “detonar la posibilidad”.
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