Leo, divertido, el comentario de un antiguo compañero de trabajo: “Así que en Estados Unidos el 43% de los que trabajan desde casa se dedican a ver películas y el 20% a jugar a la consola”.
El comentario tiene trampa: cita un estudio de Citrix del que se hace eco un artículo de Bloomberg Businessweek.
Citrix, claro, diseña tecnología para supervisar empleados y “fomentar la colaboración remota”. El conflicto de interés es tan obvio que sonroja.
Flagrantes conflictos de interés
Me ha recordado el titular –leído en Twitter- de una entrada de Brian Merchant en TreeHugger: “La industria petrolera de Wyoming paga los salarios de los trabajadores federales que expiden sus permisos de prospección”.
Siguiendo el símil de uno de los documentales televisivos de Isaac Asimov sobre el universo, estos dos comentarios son el grano de arena en una playa.
El artículo de Vanessa Wong en Businessweek citando el estudio en principio “independiente” de Citrix parece haber sido confeccionado para suscitar preocupación entre los medios mandos de una gran empresa que se plantea desplegar programas de conciliación de una cierta escala.
Demonizando al teletrabajador
Leyendo el artículo, uno llega a la conclusión que el departamento de comunicación del que saliera la idea del informe tuvo, al menos, la decencia de pintar los datos con una sana dosis de empirismo, citando una encuesta recién sacada del horno, con un universo amplio y surgida de una consultora.
“Según el estudio a 1.013 trabajadores estadounidenses, llevada a cabo en junio por Wakefield Research, el 43% ve la televisión y el 20% juega a videojuegos mientras está oficialmente trabajando desde casa. Los trabajadores con hijos son más propensos que aquellos sin hijos a participar en ambas actividades ajenas al trabajo”.
La lista de supuestos sacrilegios en contra del tan comentado aumento de la productividad de los teletrabajadores prosigue, invitando al lector -sobre todo, si es manager intermedio con capacidad de decisión en una multinacional- a instalar una aplicación que “supervise” (¿vigile?) al trabajador.
Pedir resultados, no horas sin pestañeo ante una hoja de cálculo
Empresas y profesionales de la nueva economía que han integrado el teletrabajo han aprendido a confiar en sus colaboradores y trabajadores y a demandar resultados más que permanencia en el escritorio, usando herramientas que no requieren una respuesta al instante, sino diferida. Así, se evita que llamadas, mensajes, correos o interrupciones oportunas impidan la concentración.
Y demandar resultados acarrea implícito un pacto de confianza entre colaboradores, o entre empresa y trabajador, y a la inversa. Se entiende que trabajar no equivale a permanecer, vestido de manera impecable y sin rechistar, ante la pantalla del ordenador.
Otro torpedo en la línea de flotación de una conciliación laboral madura y sana entre trabajador y empresa de este informe: “los empleados ni siquiera podrían estar sobrios: el 24% admite beber [en horas de trabajo]. El 26% asegura dormir la siesta [algo digno de la hoguera, en la hoja de cálculo de cualquier manager de recursos humanos que no entienda su trabajo]. Otros se distraen en tareas del hogar: el 35% se dedica a limpiar y el 28% prepara la comida”.
Sobre los riesgos de que anécdotas generen estereotipos
El informe de Citrix, basado en el estudio de Wakefield Research, guarda decenas de perlas dignas de ser seccionadas, de no ser porque muchos teletrabajadores tenemos mejores cosas que hacer, que justificar nuestro trabajo ante nuestro propio escritorio.
Para crédito de la redactora de Businessweek que se hace eco del estudio de la empresa que quiere vender software de vigilancia de teletrabajadores, el artículo concede al menos que otros estudios, como uno de la Universidad de Stanford, los teletrabajadores son en realidad más productivos que sus compañeros que acuden a la oficina. También trabajan más horas.
Dejando a un lado las aparentes ventajas de urdir ideas mientras se divaga, o aprovecharse de las virtudes de la contemplación, la soledad bien entendida o el trabajo en un retiro de creación, hace tiempo que el teletrabajo se ha desprendido de estereotipos como los “desvelados” por Citrix y Wakefield Research.
Cuesta ponerse; lo demás llega en cadena
El teletrabajo en tareas creativas o de gestión en sectores como el del diseño, las tecnologías de la información, la arquitectura, los medios, etc. no tiene por qué ser lineal. Por experiencia persona, en la práctica a menudo no lo es, teniendo en cuenta que el teletrabajador adapta su jornada del modo que encuentra más productivo.
Para crédito del informe, crecen fenómenos como el déficit de atención, o incluso fenómenos como el expuesto por CNN, que expone con un cierto alarmismo cómo los videojuegos y los contenidos pornográficos, ubicuos en Internet, estarían “arruinando a una generación“.
Ni el teletrabajo ni Internet son la causa de estos transtornos, sino que su uso irracional es la consecuencia de carencias ya existentes, según estudios como el publicado por IEEE Technology and Society Magazine del que se hace eco The New York Times: los individuos con transtornos depresivos navegan por Internet usando patrones de conducta distintos a los de otros individuos no depresivos.
El compromiso del teletrabajo
Para contrarrestar el empirismo “tutelado” del informe de Citrix, qué mejor que citar otros estudios. Para mi defensa, decir que también aportaré mi experiencia personal y la de Kirsten, ya que somos teletrabajadores consumados.
Ambos hemos trabajado desde casa alrededor de una década pese a no haber llegado siquiera a la mitad de nuestras carreras y conocemos a otros profesionales, en Europa y Norteamérica, en una situación similar a la nuestra.
Todo teletrabajador reconocerá un rasgo en cualquier compañero con el que trabaja o colabora de manera remota. Personalizando el lugar y horario de trabajo, muchos individuos con objetivos claros y cierta fuerza de voluntad -nada de ascetas que tengan que ayunar un mes mientras hacen el pino puente, para entendernos-, aumentan su productividad de manera radical.
Consenso sobre el teletrabajo: uno se concentra más y mejor
Volviendo al empirismo más o menos prefabricado, esperemos que menos sesgado que el de Citrix o el de los trabajadores federales de Wyoming que, pagados por las empresas petroleras, se ocupan de conceder los permisos a estas mismas empresas, un estudio de The Conference Board destaca la mayor concentración de los teletrabajadores.
El estudio, “La increíble oficina que desaparece”, citado por Rachel Emma Silverman en The Wall Street Journal, describe tanto las principales ventajas como los inconvenientes de trabajar desde casa, ya sea unas horas o jornadas a la semana, o de manera permanente.
El teletrabajo evita desplazamientos y algunos de los inconvenientes del trabajo presencial destacados por los emprendedores Jason Fried y David Heinemeier Hansson en su libro Rework: la jornada se agota entre relaciones de cordialidad, interrupciones de reuniones poco clarificadoras, llamadas telefónicas y conversaciones que obligan a realizar incesantes esfuerzos para concentrarse…
Antídotos y cataplasmas sobre la interrupción constante
Al final del día, cuando llega el momento de marcharse a casa, muchos dedican horas de su tiempo de descanso a hacer el trabajo que su oficina le impide hacer, expone el ensayo Rework.
El teletrabajo es uno de los antídotos más eficaces contra la interrupción constante de un entorno clásico de oficina, pero The Conference Board también enumera los inconvenientes.
El teletrabajador puede sentirse aislado de sus compañeros y sentir la presión de una de las artes que más cuesta dominar cuando uno trabaja desde casa: hacer que el trabajo y el espacio personal convivan con la menor fricción posible.
El encaje siempre se puede perfeccionar pero, en el caso de *faircompanies, hemos aprendido a sacar partido de nuestro espacio de trabajo, divagación y concentración, en función del momento.
Aprender a superar la pendiente inicial
Dividir el trabajo en tareas, tener los objetivos claros, lograr regularidad sin importar las circunstancias, y otras medidas regidas más por el sentido común y la experiencia que por los manuales, contribuyen a hacer viable el teletrabajo.
Desmintiendo a Citrix, en nuestro caso no trabajamos con un gintonic sobre el escritorio, ni pasamos el rato jugando a los videojuegos o viendo la tele, si la tuviéramos.
Al fin y al cabo, una de las reglas más consistentes de trabajar desde casa consiste en aprender a superar la pereza del primer momento, el costoso arranque de la jornada. Cuando la primera tarea se ha cumplido o está en marcha, el resto, como cualquier esfuerzo intelectual, aparece con cierta naturalidad.
Solemos ir al grano y, tanto cuando nuestras dos hijas están en la escuela como cuando van a dormir (sí, de noche), realizamos una u otra tarea, en función de su sencillez y de la concentración que requiera.
La frescura al inicio del día, después de un rato de ejercicio, no es comparable al también válido, pero más sosegado, de la tarde o noche.
Evitar las dietas milagreras
No existe fórmula perfecta, recuerdan Jason Fried y David Heinemeier Hansson en Rework, y las recetas y prácticas para evitar distracciones y aumentar la productividad, fomentando sólo la colaboración fructífera y no intrusiva, puede funcionar tanto en una oficina como trabajando desde casa.
¿Cómo lograr que el teletrabajo funcione, en un momento en que tanto compañías como trabajadores o incluso emprendedores se plantean instalar una oficina en casa a tiempo total o parcial?
Según la información de Silverman en The Wall Street Journal, que cita a su vez el estudio de The Conference Board, es fundamental que funcionen los entornos tecnológico y de gestión.
Otros datos mencionados por el estudio, llevado a cabo en Estados Unidos: “el número de empleados que trabajan de manera remota ha aumentado significativamente en la última década, casi duplicando el registrado por trabajadores a tiempo completo no autónomos”.
Además, el 84% de la gente que trabajó de manera remota, tanto desde casa como desde cualquier otro lugar, lo hizo al menos una vez a la semana, un 72% más que en 2008.
Ventajas, inconvenientes y opiniones sobre el teletrabajo
Y citando el artículo de The Wall Street Journal, Amy Freezor se pregunta en una entrada de la bitácora de Herman Miller acerca de las ventajas, inconvenientes y opiniones encontradas del teletrabajo.
Herman Miller es una compañía de mobiliario de diseño que fabrica algunas de las sillas de oficina (doméstica y convencional) más populares entre las startup de Silicon Valley, así que lo que sirve para Citrix, lo hace para ellos.
Herman Miller tiene tanto interés por explicar las mieles de tener tantas oficinas -con sus sillas ergonómicas- como sea necesario, como Citrix de exponer, primero, la tendencia a que aumente el teletrabajo y, a continuación, recordar que los teletrabajadores tienden a pecadillos que sólo pueden controlarse con un buen software de supervisión. A poder ser, Citrix.
El arte de trabajar al principio y final del día
A diferencia del informe de Citrix, la entrada de Amy Feezor sobre teletrabajo en la bitácora de Herman Miller se puede leer con interés, al recopilar el interesante parecer de distintos profesionales, la mayoría del mundo creativo, que han instalado su oficina en casa.
La consultora de comunicación Melissa Riche expone a Feezor las ventajas de poder organizarse el día:
“[Trabajar desde casa] Me da la flexibilidad y libertad para hacer lo que quiero cuando quiero. Puedo trabajar a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde. No padezco interrupciones constantes de otras personas”.
“Puedo llevar puesto lo que quiera y traer el perro al trabajo -prosigue Riche-. Puedo comer en casa y ahorrar mucho dinero. No tengo que malgastar tiempo desplazándome al trabajo, sentada en el tráfico en hora punta”.
Aprender a descansar
La maestra, diseñadora gráfica y bloguera Jennifer Kennard explica los principales obstáculos a los que hace frente trabajando desde casa.
“Lo que encuentro más difícil sobre teletrabajar -dice Kennard- es equilibrar la faceta laboral y la personal. Me encanta lo que hago, pero ello consume buena parte de mi vida en estos momentos”.
Su antídoto al exceso de trabajo: “Trato de tomar descansos para o bien ir a correr o a pasear a diario, o a encontrarme con los amigos cuando es posible. Parte de mi trabajo es auto-impuesto, pero la enseñanza consume una cantidad tremenda de tiempo”.
No toda interrupción es ruido, ni toda concentración es productividad
La transición desde un trabajo convencional, rodeado de compañeros -e interrupciones constantes- en la oficina, a la oficina en casa tampoco es un camino de rosas. Esta es al menos la opinión de otro de los testimonios usados por Amy Feezor en su entrada, el diseñador Jason Munn.
Munn recuerda que no toda la interacción en la oficina equivale a ruido o impedimento para desarrollar nuestras tareas, sino que existe un componente de interacción fructífera y creativa:
“El principal inconveniente para mí de trabajar en casa en lugar de la oficina es la ausencia de comunicación o segundas opiniones mientras trabajas en un proyecto. Echo cada vez más de menos ese aspecto del estudio”.
No obstante, aclara, “creo que las distracciones propias de trabajar en una firma versus hacerlo en casa probablemente equilibran la situación. A la larga, siento que tengo menos distracciones”.
Abandonar la zona de confort
Cualquier profesional que se haya enfrentado a las exigencias de un trabajo que implique abandonar la zona de confort y adentrarse en terreno desconocido, coincidiría en que la perseverancia y la fuerza de voluntad son indispensables para que una oficina en casa funcione, sobre todo cuando uno mismo dirige tanto el proyecto como los objetivos.
El diseño del espacio también juega su papel. Hemos hablado de la popularidad de las casetas de escritor y recurrido en más de una ocasión a la cita de Leonardo da Vinci acerca de las ventajas de trabajar en un abrigo íntimo y reducido: “las pequeñas habitaciones y refugios disciplinan la mente, mientras las grandes la debilitan”.
El arquitecto Matt Gagnon, coincide con los gremios medievales al definir el espacio de teletrabajo ideal: “Creo que vivir encima de la tienda sería el escenario ideal”.
“Es necesario -prosigue- establecer fronteras cuando se vive y trabaja en una estrecha proximidad. La capacidad para cerrar el trabajo e ir a ‘casa’ facilitaría que uno mismo y el resto de la familia interiorizaran la distinción entre el trabajo y el ocio”.
Aprovechar los momentos de inspiración cuando llegan
Sea como fuere, no es fácil trabajar desde casa, como tampoco lo es hacerlo en la oficina. Sobre todo cuando tratamos de obligarnos y la auto-exigencia entra en juego.
Trabajar desde casa reduce facturas, tiempo malgastado, tensión o dinero en dietas, pero también tiene sus inconvenientes. Para que la apuesta aporte menos ansiedad y más productividad, la motivación y autodisciplina son esenciales, sobre todo cuando, además de trabajar en casa, lo hacemos para nosotros mismos.
Hace una semana empezaba una entrada sobre creatividad con una cita del escritor de ciencia ficción Ray Bradbury.
“Salta, y averiguarás cómo desplegar tus alas mientras estés cayendo”. Cualquier trabajo exigente seguirá generándonos el dolor de cabeza del que surge lo sustancioso. Trabajemos desde casa o en una oficina.