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Visita a Carmel y entrevista a Neal Saiki (Zero Motorcycles)

Alexander Valley, el corazón vitivinícola del condado de Sonoma, al norte de San Francisco, ha ganado popularidad en las últimas décadas y sólo Napa parece seguir su estela.

El propio Francis Ford Coppola compró hace un tiempo una bodega en la zona. El clima de la zona, cálido y seco en verano, aunque suave durante el resto del año, es ideal para el cultivo de la vid, que ha acaparado lo mejor de la zona.

Veranos en San Francisco

Para los habitantes de Geyserville, Healdsburg o Cloverdale, la mejor opción para desplazarse es tomar la autopista 101 con dirección a la bahía de San Francisco, donde el calor seco del interior californiano da paso a un clima fresco e impredecible, influenciado por los habituales bancos de niebla que refrescan no sólo la ciudad, sino Silicon Valley en su conjunto.

Son también habituales los descensos bruscos de temperatura, en función de las corrientes oceánicas, el viento o la niebla. Es célebre la frase de Mark Twain: “el invierno más frío que jamás he padecido fue un verano en San Francisco”.

De modo que acudir a San Francisco o a algún lugar de Silicon Valley desde alguna localidad del interior del Estado algo más alejada, supone partir con ropa de verano y salir del coche con jersey o chaqueta de entretiempo.

Huella española: Bahía de Monterey

Cuando partimos el pasado sábado de Cloverdale, en Alexander Valley, Sonoma, para acudir a una pequeña exposición de pintura en la selecta y pintoresca localidad de Carmel, situada al sur de San Francisco, en la Bahía de Monterey, nos preparamos teniendo en cuenta bruscos cambios de tiempo.

Monterey, la misión más importante fundada por los colonizadores españoles en la zona en la bahía que lleva su nombre, es la localidad más grande de una zona costera conocida por su espectacular acuario; la vida marítima de la zona es especialmente rica, debido a su inusual profundidad junto a la costa.

No lo es menos por el atractivo de pequeñas localidades que esconden segundas residencias de familias acomodadas de San Francisco, medio ocultas entre cipreses moldeados por el viento del Pacífico.

La pequeña Santa Bárbara

Carmel-by-the-sea, o simplemente Carmel, es una localidad conocida desde su fundación en 1902 como un refugio para “artistas, poetas y escritores”, según comentaba ya en 1906 el San Francisco Call. Sus alcaldes y regidores han estado tradicionalmente involucrados con las artes estéticas, y Clint Eastwood ha sido su representante público más celebre, entre 1986 y 1988.

Carmel es ahora una caricatura de sí misma: una pequeña Santa Bárbara, donde abundan las tiendas de lujo y los artistas que no llegan a celebridades no pueden siquiera alquilar una habitación en la selecta zona.

17-mile drive

Por la espectacularidad de las vistas y su proximidad a Pebble Beach, una de las zonas residenciales más selectas de Estados Unidos. Personalmente, no entiendo el golf. Quienes entienden este deporte, aseguran que el campo de Pebble Beach es uno de los más bonitos del mundo.

Para los estándares europeos, Pebble Beach aparece como una zona selecta, a la cual se accede a través de uno de los recorridos en coche más famosos de California, la 17-mile drive, una carretera curva vigilada por seguridad privada, que permiten el paso de vehículos desconocidos siempre que paguen el peaje. La carretera no cumple con las expectativas: altas verjas y tupidos cipreses privan al visitante de divisar tanto la mayoría de residencias de la zona como el mar.

No obstante, el recorrido es empleado por los visitantes de Carmel como inicio del retorno a San Francisco, 120 millas al norte. Tras disfrutar de una exposición privada en el Centro para las artes Carl Cherry (galería fotográfica de nuestra visita), con parte de la obra de Sue Dirksen expuesta, decidimos improvisar un pequeño picnic en la playa de Carmel, para a continuación conducir a través del supuestamente pintoresco recorrido de 17 millas a lo largo de la Bahía de Monterey.

Entrevista en Zero Motorcycles

Hicimos noche en la casa de unos amigos, en Spanish Bay, Pebble Beach. A la mañana siguiente, teníamos planeada una entrevista con Neal Saiki, consejero delegado de la startup de motocicletas eléctricas Zero Motorcycles.

Al fin y al cabo, Zero Motorcycles, quizá junto a Brammo (y su modelo Enertia) es la firma que está realizando más esfuerzos por convertir las motos eléctricas no sólo en vehículos viables, sino con nervio, atractivos y sin nada que envidiar a sus competidoras de gasolina, sean éstas japonesas, italianas, alemanas o catalanas (al fin y al cabo, hubo una época en que Derbi y Bultaco merecían ser tenidas en cuenta).

Con la entrevista en mente, nos preguntamos si un plácido paseo en motocicleta por el recorrido de 17 millas a lo largo de Pebble Beach habría cambiado nuestra percepción del entorno, en el que abundan los imponentes cipreses y una vegetación que tiñe las dunas costeras de colores imposibles.

Esperando la llegada de la iconografía romántica eléctrica

Al fin y al cabo, la motocicleta sustituyó al caballo de los héroes del western o de románticos como Lawrence de Arabia (¿demasiado osado recurrir a los insuperables Don Quijote y Rocinante?) como medio de transporte de inconformistas y rebeldes. Una iconografía que incluye a Marlon Brando, chulesco y desafiante, sobre una moto; también a Dennis Hopper. Iconos, los mencionados y sus sucedáneos, con un denominador común: espíritu de libertad y ruido, mucho ruido.

Comprobando que uno de los fabricantes de motos eléctricas más prometedores, Zero, ha nacido en la zona, a minutos de distancia de la hippy, universitaria e inconformista Santa Cruz, cabe preguntarse si los románticos del futuro sustituirán las ruidosas Harley, Bultaco o Triumph por una silenciosa y limpia moto eléctrica, cuyo diseño y prestaciones no desmerezcan ante ninguna alternativa de gasolina.

Neal Saiki

Además, la oficina-taller de Zero, firma que empezó bajo el nombre de Electricross, está situada en Scotts Valley, junto a Santa Cruz, pequeña ciudad universitaria icónica para la contracultura de los 60 y punto más al norte de la Bahía de Monterey.

Estaba de camino, Neal Saiki había confirmado que podía atendernos personalmente y Zero está vendiendo motos interesantes. Para acabar de convencernos, Sue Dirksen, cuya obra habíamos visitado en Carmel, vive en la localidad.

Saiki tuvo la deferencia de abrir la factoría de Zero Motorcycles para *faircompanies a primera hora de la tarde del domingo. No deja de sorprender la proximidad y disponibilidad de los emprendedores de Silicon Valley, siempre dispuestos a hablar de sus ideas, aunque ello implique emplear un par de horas del domingo.

Profesionales como Saiki parecen abundar únicamente en la zona de influencia de San Francisco: con 42 años, trabajó durante años como ingeniero para la NASA, para luego dedicarse al diseño de bicicletas para las firmas Santa Cruz, Haro y Mountain Cycles, diseñando personalmente más de 300 componentes. Tras otear el creciente interés y posibilidades de los motores de propulsión eléctrica, decidió combinar su pasión por las motocicletas con la tecnología eléctrica.

Sobre una silla, en el taller de Zero, una vieja chaqueta de cuero con el logo de BMW en el centro de la espalda aguarda su momento. Los 4 modelos desarrollados por Zero hasta el momento (las versiones de motocross X y MX, así como las más orientadas al uso en carretera -aunque manteniendo el nervio- S y DS) han sido concebidos por aficionados a las motocicletas.

Zero X, MX, S, DS

Zero Motorcycles fue fundada en 2006 y, en menos de tres años, ha conseguido un cierto reconocimiento internacional con el modelo de motocross Zero X, que destaca por su agresividad en la aceleración, un nervio necesario para este segmento.

Para los entendidos en motos eléctricas, la Zero X supone mejorar y hacer viable para el consumo masivo un concepto iniciado artesanalmente por pequeños equipos como el de Thunderstruck Motors, en Santa Rosa, cuyo modelo de motocross The Jackal, con un chasis similar al de una bicicleta, carece del cuidado por el diseño industrial de los productos de Zero.

La Zero X, Zero MX, Zero S y, especialmente, la Zero DS, son vehículos sólidos, diseñados con conocimiento de los mundos del motociclismo y la propulsión eléctrica.

Se trata de vehículos fiables, quizá no las motos eléctricas más rápidas o con el mayor radio de acción con una sola carga, aunque totalmente preparados para quienes realizan esplazamientos cortos cotidianamente, en entornos tanto urbanos como montañosos.

A la espera de explicar con más detalle las prestaciones de cada uno de los modelos de Zero, una vez hayamos editado los vídeos con Neal Saiki, adjunto el enlace a una galería fotográfica sobre nuestra visita a la oficina taller de Zero Motorcycles en Scotts Valley, Santa Cruz, California.