El “carsharing” permite alquilar coches en períodos y trayectos cortos (a partir de una hora y hasta un máximo de 1 semana, en universidades y zonas urbanas), a un precio, comodidad y flexibilidad que les convierte en nicho de mercado independiente, entre el taxi y el servicio de alquiler de coches convencional.
El alquiler de corta duración pretende consolidar su vocación de servicio público con un servicio de escaso impacto, precios más asequibles que los actuales y una oferta más granulada.
Usar vs. poseer
Para ello, las empresas del sector necesitarán el estímulo de otras empresas que compitan en el mismo mercado y un mercado de usuarios dispuestos a escuchar nuevas ofertas; algo así como la evolución acaecida en el mercado europeo de las telecomunicaciones móviles.
El futuro del sector es esperanzador, al acompañar una tendencia observada en otros productos y servicios: la transición desde la era del acaparamiento a una dominada por el pago por uso y el consumo colaborativo.
En unos años, hay analistas que vislumbran incluso cooperativas de “carsharing”, o parques de automóviles bajo demanda que serían gestionados y usados por ciudadanos que serían, a su vez, copropietarios del servicio.
Un servicio conformado por usuarios que se sienten “socios”
Al convertirse en socio, un usuario de “carsharing” dispone con una tarjeta que le otorga acceso rápido a un vehículo de la flota del servicio en cualquiera de sus aparcamientos, sin necesidad de pasar por la oficina, ni preocuparse por revisar el seguro o el tanque de gasolina en cada trayecto.
Pensado para el uso bajo demanda en entornos urbanos y campus universitarios -este último supuesto, en Estados Unidos-, el “carsharing” se hace atractivo en trayectos cortos y de escaso kilometraje por los que el usuario está dispuesto a usar un automóvil, sin necesidad de comprarlo y mantenerlo, a un precio inferior a un taxi y por un período inferior a un día, lo que diferencia el servicio del alquiler de automóviles convencional.
A por el cliente joven, cosmopolita, viajero
El entorno donde ha fructificado el “carsharing” es cosmopolita, denso y congestionado, donde conviven jóvenes profesionales sin coche en propiedad -sea por convicción o por no poder permitírselo-, visitantes de negocios, turistas, etc.
Un usuario de Zipcar residente en Londres y visitante asiduo de Barcelona, Nueva York o San Francisco podría acudir a cualquiera de estas ciudades y usar el servicio durante el rato necesario (desde 1 hora a 1 semana) sin hacer colas ni incómodas gestiones, por un precio superior al del transporte público convencional pero mayor autonomía y flexibilidad, a un precio inferior al taxi y al alquiler de automóviles tradicional.
Prolifera, además, la “oferta nicho” dentro del “carsharing”:
- algunos servicios cuentan con una flota, exclusiva o combinada, de vehículos con bajo consumo y emisiones -microcoches, microcoches eléctricos, híbridos convencionales, híbridos enchufables-;
- otros servicios se decantan por el alquiler por horas de vehículos poco convencionales, tales como deportivos de lujo, grandes berlinas y todoterreno, etc.
Se consolida así el modelo de negocio iniciado por Zipcar en Estados Unidos, que corrobora la evolución de la era de los servicios de propiedad a la del -más flexible y económico- uso compartido: alquilar o compartir servicios cuando los requerimos, evitando los costes de propiedad de todo tipo de bienes (compra, seguro, mantenimiento, etc.).
Lejos de acabar con el mercado de “carsharing”, la nueva cultura del consumo surgida de la crisis financiera prioriza el uso bajo demanda de productos y servicios en lugar de asumir los costes derivados de su compra y mantenimiento. Se impone el uso de bienes y servicios en detrimento de su posesión.
Alquilar prosperidad en vez de pagarla a plazos
Alquilar prosperidad ya no es un estigma ni las connotaciones negativas de hace unos años. Todo lo contrario: alquilar vehículos bajo demanda, así como todo tipo de productos y servicios, desde casas y habitaciones turísticas hasta libros de texto e incluso habilidades, ganan prestigio.
La “economía que alquila“, tal y como la define The Wall Street Journal, no es sólo una oportunidad de ahorro y reducción del impacto medioambiental de una persona y familia, sino también una oportunidad de negocio.
Pago por uso en el alquiler de coches: la idea de Zipcar
Zipcar, la compañía más conocida de este nicho del sector de alquiler de vehículos, se ha consolidado y ampliado su mercado a otras ciudades y países (a partir de su cobertura inicial en la Costa Oeste de Estados Unidos), con la absorción de otras empresas: entre ellas, su competidor inicial en Estados Unidos, Flexcar; o la firma barcelonesa Avancar, que ha integrado su servicio y flota en Barcelona y Sant Cugat con la red de Zipcar en varias ciudades del Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y Austria.
Zipcar cuenta ahora con competidores de peso, varios de ellos promovidos por empresas de mayor tamaño: Car2Go (Daimler), Hertz on Demand (Hertz), WeCar (Enterprise), U Car Share (UHaul), DriveNow (BMW y Sixt).
El “carsharing” se diversifica
Además de estas empresas, que operan en varias ciudades y se expanden con rapidez, otros servicios planean su estrategia a partir de una oferta diferenciada de coches bajo demanda.
Es el caso de iFrenting servicio promovido en Barcelona por una empresa andorrana que ofrece pequeños eléctricos Renault Twizy; o el futuro servicio Hiriko, el microcoche vasco desarrollado a partir de un concepto del Media Lab del MIT que tiene el atractivo estético de un Isetta y, cuando está estacionado, se apila con otras unidades para ocupar menos espacio, conformando un diseño de estacionamiento similar al de una pila de carros de la compra de un supermercado.
Un tercer grupo de ofertas de alquiler bajo demanda se empieza a conformar con el “carsharing” corporativo, destinado a ejecutivos de empresas con varias sedes que, de este modo, mejoran la movilidad, reducen la espera y ahorran dinero de la empresa. La empresa de semiconductores alemana Infineon prueba un esquema adaptado a sus necesidades.
El servicio de “carsharing” corporativo AlphaCity, de la firma Alphabet, se dirige específicamente al cliente empresarial; de momento, está presente en Alemania, Reino Unido y Francia, con planes de expansión en Holanda, Dinamarca y Bélgica.
Asimismo, Zipcar y WeCar cuentan con ofertas específicas para organizaciones y universidades, mientras que U Car Share (subsidiaria de U-Haul) se centra en específicamente en el cliente universitario.
Urbanitas sin coche o “viajeros”, clientes corporativos, universitarios
En un intento de atinar al máximo su público objetivo, las principales compañías de “carsharing” se centran en usuarios urbanitas profesionales, empresas con distintas oficinas en grandes ciudades y, en el caso de Zipcar en Norteamérica, universidades.
El “carsharing” se diferencia del convencional por su aproximación a otros servicios públicos, donde se priorizan o eliminan las gestiones por el uso habitual para así agilizar su operativa.
A menudo, el alquiler de coches convencional requiere hacer cola durante la reserva o, si ésta se efectúa por Internet o teléfono y usando un modo “exprés” o agilizado -que varía en función de la oferta de cada compañía-, el usuario acaba esperando igualmente en la entrega del vehículo.
Muchos de estos servicios se han agilizado y flexibilizado la gestión, pero pierden en velocidad y conveniencia en períodos de alquiler inferiores a un día y de carácter interurbano, cuando se prioriza la conveniencia y flexibilidad por encima del número de kilómetros recorridos.
Alquiler convencional vs. “carsharing”
En el alquiler de vehículos convencional, el usuario se hace cargo de la gasolina -con elevados recargos si se olvida de llenar el depósito al máximo-, el seguro del vehículo -con distintos tipos de franquicia o sin ella- y los ocupantes y el estacionamiento urbano.
El “carsharing” ha sabido simplificar estas gestiones en una tarjeta de socio, donde el usuario paga por tiempo de uso de un vehículo, no tiene que llenar el depósito -a menudo se le requiere que deje al menos una cuarta parte del tanque para evitar engorros al siguiente usuario- y no paga por aparcamiento, ya que estaciona el coche en un aparcamiento compatible con su servicio una vez ha dejado de usarlo.
Pero no todo son ventajas con el alquiler bajo demanda: el servicio, si bien más flexible que el alquiler tradicional, carece de la competencia de este último mercado y los precios de uso por hora siguen siendo elevados. Además, el correcto funcionamiento del servicio implica la asunción de responsabilidad por parte del usuario, que se compromete a mantener limpio el habitáculo, como haría en cualquier servicio de alquiler con vocación pública.
Ventajas del alquiler bajo demanda
Si, con respecto al taxi, la principal ventaja es la autonomía del usuario y el inferior precio relativo por kilómetro recorrido, así como la cobertura del servicio en varias ciudades y países, en el caso de Zipcar, el “carsharing” trata de superar el alquiler de vehículos tradicional -mejorado y agilizado-, con la mayor conveniencia y flexibilidad del servicio:
- En lugar de hacer cola, el usuario se dirige directamente al aparcamiento a recoger el vehículo disponible que se adapte a su trayecto interurbano de corta duración.
- En lugar de pagar por el combustible y el seguro en cada ocasión, el usuario de “carsharing” asume un coste de uso por fracción de tiempo que incluye gasolina, seguro y kilometraje (en este último caso, se incluyen recargos elevados en trayectos largos).
- Si en el alquiler convencional el usuario acuerda día y hora de entrega y de retorno, el alquiler bajo demanda se adapta al usuario, siempre y cuando no haya nadie esperando por el vehículo debido a una reserva previa.
Los números: coche en propiedad o “renting” vs. alquiler convencional vs. “carsharing”
En Estados Unidos, por ejemplo, poseer un coche cuesta una media anual de 8.776 dólares, según la Asociación Americana del Automóvil. El cálculo se ha realizado cuantificando 15.000 millas (24.140 kilómetros), incluyendo el coste de combustible, seguro, mantenimiento y depreciación del vehículo. El cálculo arrojaría datos similares en cualquier país europeo.
En contraste, una compañía de alquiler convencional alquila un vehículo durante un mes en Estados Unidos por 589 dólares (465 euros), según Orbitz. En Europa, las ofertas tienen un coste similar, si bien compañías como la alemana Sixt alquila sus vehículos de más baja gama (el equivalente al Ford Ka) por 299 euros al mes en algunos centros de España, por ejemplo.
El coste anual de un vehículo de alquiler, multiplicando su coste mensual, ascendería a 8.776 dólares (6.900 euros) en Estados Unidos, o 3.588 euros (4.550 dólares) en Europa en el mejor de los supuestos. A esta cantidad, en principio inferior a la del vehículo en propiedad, hay que añadir el coste combustible, por lo que se aproxima al del vehículo en propiedad o en régimen de “leasing”.
Cuando el transporte público no es suficiente
En entornos metropolitanos como los europeos, la alternativa a esta inversión en transporte individual es el transporte público: por una fracción del precio de mantenimiento de un vehículo en propiedad, “leasing” o alquiler, existen títulos integrados de transporte que a menudo permiten el uso de varios medios con un único viaje contabilizado, siempre que se trate del mismo trayecto.
En ocasiones, la insuficiencia o deficiencias patentes de un sistema de transporte público, o su total ausencia, como ocurre en algunas urbes estadounidenses o pequeños entornos urbanos europeos, condicionan esta decisión.
La bicicleta, tanto privada como pública, un medio de transporte tan resistente como las cucarachas a fenómenos naturales -como Sandy al golpear Nueva Jersey y Nueva York-, prolifera en entornos urbanos con “cultura de la bicicleta”: clima, orografía y políticas de incentivación adecuadas al medio (carriles bici, respeto entre vehículos a motor, bicicletas y viandantes, etc.).
Vehículos privados ecológicos con vocación de servicio público
Si, por el contrario, necesitamos la flexibilidad de uso de un vehículo privado y, a la vez, la potencia y capacidad de carga de un automóvil -aunque sea de tamaño reducido y, a menudo, micro-, el alquiler de coches bajo demanda es una alternativa razonable y con potencial, pese a su todavía débil desarrollo.
Zipcar asegura que la supuesta debilidad de la oferta de alquiler de autos bajo demanda es ya historia en varias ciudades europeas y estadounidenses: según la compañía, alrededor de 10 millones de personas viven a menos de 10 minutos a pie de alguno de sus coches.
Desde sus inicios, la compañía dirigida por Scott Griffith ha instalado sus aparcamientos a partir de información en tiempo real sobre variables como la evolución de la densidad urbanística, media de edad, nivel educativo y porcentaje de vehículos en propiedad por unidad de población.
Usar un servicio como y cuando se necesita
Según explica su consejero delegado a Businessweek, Zipcar cuenta ahora con más de 2.500 localizaciones (algunas con un único vehículo) en una veintena de ciudades, así como en más de 250 universidades de Estados Unidos, dejando clara su apuesta por un público joven, urbano, cosmopolita, que viaja y prefiere contar con todos los beneficios de la experiencia (por ejemplo, usar un coche apetecible cuando y donde lo necesita) por el mínimo coste posible en tiempo y dinero.
Como ejemplo, la mitad de los miembros de Zipcar tienen edades comprendidas entre los 18 y los 44 años, y los alquileres tienden a durar entre 2 y 3 horas. El usuario medio gastó 392 dólares (308 euros) en 2011.
Scott Griffith expone que el alquiler bajo demanda es una forma privada de transporte público, algo así como la punta de lanza del mayor cambio en hábitos de consumo desde la II Guerra Mundial: “la mayoría de los vehículos permanecen estaconados alrededor del 90% del tiempo. Y hay que añadir seguro y aparcamiento. No es un uso eficiente de unos ingresos limitados”.
Los números de los conductores urbanos no habituales
El cambio está propulsado, según Zipcar y sus competidores, tanto por el cambio en los hábitos de consumo como por un simple cálculo matemático: individuos urbanos que necesitan un vehículo privado en contadas ocasiones, tanto en su ciudad o universidad como el los lugares que visita por ocio y trabajo, y descubren un modo más económico y menos engorroso que el régimen de propiedad.
En palabras del canadiense afincado en Nueva York Graham Hill, fundador de TreeHugger, “en 15 años, la propiedad será para los idiotas (menos flexibilidad, más responsabilidad, mayores costes financieros y ecológicos)”.
Una reflexión que se extiende por convicción y certidumbre matemática: según la oficina de estadística del Departamento de Transporte de Estados Unidos, el adulto norteamericano medio emplea menos de 1 hora diaria conduciendo.
¿Es el “carsharing” también más barato para el conductor habitual?
Aplicando a la suma anual de este intervalo el coste medio por hora del alquiler bajo demanda (12 dólares, o algo más de 9 euros), el conductor adulto típico gastaría 4.380 dólares anuales (alrededor de 3.500 euros) conduciendo exclusivamente vehículos de alquiler bajo demanda, o menos de la mitad del coste de un coche en propiedad.
El servicio de Zipcar ha sido emulado por competidores en otros lugares del mundo. En éste, el usuario paga una cuota de inscripción de 25 dólares y un cargo anual de 60 dólares, sin depósito ni pago mensual.
Una vez activada la tarjeta, el usuario reserva un vehículo a través de su teléfono inteligente, ordenador o con la propia tarjeta en la misma localización, y paga una tarifa por hora o diaria, en función del día de la semana (la cuota es ligeramente más barata de lunes a jueves que de viernes a domingo). Las llaves se hallan en el interior del vehículo.
Un mercado todavía inmaduro y con poca competencia
Los servicios competidores tratan de posicionarse con variaciones previsibles del modelo de negocio de Zipcar, bien con la ausencia de cuota de registro y anual (Hertz on Demand), una cuota de registro más reducida sin cuota anual (DriveNow), cuota de registro y anual más económicas (Modo), o el uso de una cuota de registro y cuota mensual en lugar de anual (Scoot).
Sea como fuere, la principal diferenciación de los distintos servicios consiste en su disponibilidad: sólo un puñado de ciudades, sobre todo en Estados Unidos, cuentan con servicios que compiten entre sí, mientras el resto de las ciudades con cobertura se conforman, de momento, con un servicio u otro.
Por ejemplo, en España Hertz on Demand tiene presencia en Madrid y no en Barcelona, mientras Zipcar sí está presente en Barcelona tras la compra de Avancar, y ausente en Madrid. Barcelona cuenta, además, con el servicio de alquiler bajo demanda de pequeños eléctricos Renault Twizy de la firma andorrana Ifrenting, en colaboración con Endesa y el Ayuntamiento de Barcelona.
El contexto de las ciudades inteligentes
El alquiler de vehículos por períodos inferiores a un día es una tendencia en auge y, aunque de momento disponible únicamente en grandes ciudades, una nueva generación de compañías prometen acercar a más ciudades servicios -públicos y privados- con un esquema similar al de Zipcar o el alquiler público de motocicletas eléctricas y bicicletas.
Es el caso de los servicios de alquiler de autos eléctricos promovido por el consorcio vasco que fabrica Hiriko, el coche -plegable como una Brompton- basado en un concepto del Media Lab del MIT, el el concepto de su proyecto de ciudades inteligentes Smart Cities.
Los usuarios de servicios de alquiler bajo demanda todavía sacrifican algo de comodidad, si son comparados a contar con un coche en propiedad o “leasing”; además, todavía pagan por el uso de aparcamientos urbanos durante el período de alquiler, o por el extravío de la tarjeta de usuario.
Para los usuarios que viven cerca de un servicio sólido de “carsharing” y conducen una cantidad similar a la media o menos, los vehículos bajo demanda son más flexibles, cómodos y rápidos de usar que un auto de alquiler tradicional.
“Carsharing” público, privado, mixto y cooperativas de “carsharing”
En el futuro, se vislumbra más competencia en el sector, sobre todo en las principales ciudades norteamericanas y europeas, así como la emergencia de alternativas a los principales servicios actuales: desde esquemas públicos de alquiler bajo demanda (ya disponibles a través de Autolib en París; Ibilek en Bilbao, San Sebastián y Vitoria; o Roma, entre otras ciudades), en un extremo, a la instauración de sociedades cooperativas en las que los usuarios son los propietarios colectivos de los vehículos compartidos, en el otro extremo.
Asimismo, nacen iniciativas que tratan de incentivar el uso público de los métodos de transporte privado disponibles más adecuados y sostenibles en cada situación. Es el caso del proyecto alemán Mo, una empresa conjunta de Lunar Europe, la organización medioambiental Green City e.V. y el consistorio de la ciudad alemana de Wuppertal.
Los usuarios de Mo pueden elegir entre bicicletas, bicicletas eléctricas y automóviles, cuyo uso es registrado en una aplicación de teléfono inteligente.
El sistema integrado incentiva la responsabilidad de sus usuarios, al recompensar a quienes menos contaminan en sus trayectos por la ciudad con puntos canjeables en el alquiler de autos y bicicletas.
10 servicios de “carsharing” o alquiler de automóviles bajo demanda
Compilamos a continuación los principales servicios de “carsharing” disponibles en el mundo.
1. Zipcar
El servicio de “carsharing” más conocido y presente en más ciudades; cuenta con una flota de más de 30 tipos de vehículos.
Si bien las tarifas varían en función del lugar y el plan, el conductor ocasional suele pagar en Norteamérica y Europa una cuota de 25 dólares, 60 dólares anuales por la tarjeta de socio.
Una vez activada, la tarjeta puede usarse en todas las localizaciones 8,25 dólares por hora de uso de un vehículo y 69 dólares por día de lunes a jueves; o, de viernes a domingo, 8,75 dólares por hora y 83 dólares como tarifa diaria.
En el precio de uso se incluyen carburante, seguro y 180 millas (290 kilómetros) sin recargo adicional.
Zipcar tiene estaciones en las principales ciudades de Estados Unidos (Atlanta, Austin, Baltimore, Boston, Chicago, Los Ángeles, Miami, Nueva York/Nueva Jersey, Filadelfia, Pittsburgh, Portland, Providence, San Francisco, Seattle y Washington DC); 2 ciudades de Canadá (Toronto y Vancouver); 5 ciudades del Reino Unido (Londres, Bristol, Cambridge, Oxford y Maldstone); así como 1 localización en España (Barcelona).
La adquisición de la red de “carsharing” austríaca Carsharing.at convierte a Austria en el quinto país de expansión de la red.
El servicio también está disponible en más de 250 universidades de Estados Unidos y Canadá.
2. DriveNow
Proyecto conjunto de BMW (que usa vehículos eléctricos ActiveE) y la firma alemana de alquiler de vehículos Sixt.
Los usuarios pagan una cuota única de 39 dólares, sin necesidad de cuota anual. Eso sí, una vez escogido el vehículo para un trayecto, los primeros 30 minutos cuestan 12 dólares, con cada minuto adicional a 32 céntimos de dólar.
De momento, DriveNow está disponible en 4 ciudades alemanas y San Francisco.
Oferta de alquiler bajo demanda de la mayor compañía de alquiler convencional del mundo.
Hertz on Demand no requiere el pago de nunguna cuota de inscripción ni cargo anual, si bien el precio del alquiler por hora varía en función del vehículo y la localización, desde los 5 dólares en Boston a los 8 dólares en San Antonio.
Los usuarios pueden recoger y entregar los vehículos en las localizaciones designadas por el servicio, desperdigadas en una docena de ciudades estadounidenses, así como en Reino Unido, Francia, Alemania y España (de momento, sólo Madrid).
4. Car2Go
Empresa subsidiaria de la firma automovilística alemana Daimler. Alquila su flota de la variante eléctrica -y, por tanto, no contaminante- de microcoches Smart por 38 céntimos de dólar el minuto (13,99 dólares la hora). Es necesario pagar una cuota única de inscripción de 35 dólares.
Los miembros del servicio pueden efectuar la reserva por Internet, a través de una aplicación móvil o usando la tarjeta, que sirve para abrir cualquiera de los Smart del servicio desperdigados por la ciudad.
Car2Go se ocupa del coste de la recarga de la batería; cuando el usuario ha finalizado el uso del vehículo, lo aparca en cualquiera de los espacios designados para uso exclusivo del servicio.
De momento, el servicio está disponible en varias ciudades de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Holanda y Austria.
5. Modo
Cooperativa de “carsharing” que requiere 20 dólares de cuota de inscripción y un cargo anual de 50 dólares, así como 7,50 dólares a la hora por el alquiler de cualquier vehículo de la flota.
Los miembros del servicio reservan el vehículo por intervalos de media hora y deben hacer frente a penalizaciones cuando hay retrasos en la entrega, cancelaciones o el usuario no se presenta.
El servicio, que alquila distintos tipos de vehículo, está de momento sólo disponible en Vancouver (Columbia Británica, Canadá).
Startup que cobra 10 dólares de cuota de inscripción en su servicio de “carsharing” y 5 dólares mensuales, además de los 5 dólares por hora al usar sus vehículos. De momento, la compañía ofrece escúteres eléctricos con casco.
El servicio está de momento disponible en San Francisco y alrededores y las escúteres sólo permiten un ocupante desplazándose en entornos urbanos, a una velocidad inferior a la requerida en autopistas.
El servicio es similar al ofrecido por Mobec Hotels en Barcelona (ver nuestro vídeo sobre el servicio).
Mobec Hotels es una iniciativa del Institut Català d’Energia (Icaen) y el Ayuntamiento de Barcelona, que cuenta con 30 motos eléctricas disponibles en puntos de recarga (Mobecpoint) situados en distintos lugares de la ciudad.
7. WeCar
Subsidiaria de “carsharing” de Enterprise Holdings (propietaria de las firmas de alquiler convencional Enterprise Rent-A-Car, National Car Rental, Alamo y PhillyCarShare).
Este programa ofrece una flota de algo más de un centenar de vehículos eléctricos e híbridos enchufables en 35 localizaciones de Estados Unidos y Canadá.
8. U Car Share
Empresa subisidiaria de U-Haul que ofrece alquiler bajo demanda, tarificable por horas o días, de momento presente en 30 zonas metropolitanas de Estados Unidos.
U Car Share requiere una cuota de inscripción de 25 dólares y sus tarifas varían en función del vehículo y la localización, con ofertas que incentivan el uso ágil de los vehículos y los trayectos cortos y un precio por hora de 9,25 dólares.
Los usuarios del servicio cuentan con un código de acceso único para acceder a los vehículos; al introducirlo en el teclado del cuadro de mandos, el vehículo -que está abierto e incorpora llaves- se desbloquea.
U Car Share se dirige a un público similar al de sus mayores competidores: jóvenes urbanos profesionales, clientes corporativos, jóvenes universitarios y sus parientes de visita en el campus, etc.
9. Ifrenting
Ifrenting es un servicio de alquiler de microcoches eléctricos (su flota está compuesta por los biplaza Renault Twizy) en Barcelona, dirigido tanto a visitantes de ocio y negocios que vuelven con asiduidad a la ciudad, y a los autóctonos que necesitan esporádicamente un vehículo de alquiler con una flexibilidad similar a la del alquiler público de bicicletas.
Los usuarios habituales pagan 100 euros anuales (o 60 euros semestrales) por el derecho de uso, así como una tarifa de 7 euros por hora, con derecho a recarga gratuita del vehículo en cualquiera de los puntos instalados por la ciudad, así como una tarjeta que permite aparcar durante sin coste adicional en cualquier aparcamiento gestionado por el consistorio de Barcelona.
El precio para turistas asciende a 21 euros por hora durante las 2 primeras horas y 15 euros durante las 3 siguientes. Pasa a ser gratuito a continuación, hasta un máximo de 12 horas diarias.
El servicio incluye, tanto para asiduos como para turistas, tarjeta de carga y estacionamiento gratuito, así como un GPS que guía al conductor por los principales servicios y atracciones de la ciudad.
Este servicio de alquiler de pequeños vehículos ecológicos ha sido impulsado por la empresa andorrana Ifrenting con la colaboración de Endesa y el Ayuntamiento de Barcelona.
10. Hiriko
Hiriko es un proyecto integral de desarrollo y fabricación de microcoches ecológicos apilables concebidos por el MIT en el Parque Tecnológico de Miñano por un consorcio vasco.
Hiriko Driving Mobility se fabricará usando un sistema modular que no requiere cadena de montaje, siguiendo las últimas tendencias de la industria del automóvil. Las distintas piezas (ruedas y motores, chasis y carrocería, interiores, etc.) serán luego ensambladas en centros autorizados por el resto del mundo.
Prácticamente todos los componentes del Hiriko están fabricados por empresas vascas. El primer vehículo del consorcio (Hiriko Fold) es un biplaza eléctrico con maletero de 300 litros y dimensiones de 2,60 x 1,65 x 1,50 metros, velocidad limitada en función de la ciudad, autonomía de 120 kilómetros y recarga en 30 minutos.
Si bien el consorcio que lo impulsa quiere comercializarlo a partir de 2013 por un precio de 12.500 euros (16.000 dólares), también se ha previsto su uso en esquemas de alquiler bajo demanda, siguiendo el concepto de ciudades inteligentes concebido también por el MIT.
De momento, ciudades como Berlín, Barcelona y Malmö han expresado interés en desplegar una red de alquiler público de autos plegables Hiriko.