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¿Es posible usar botellas de champú como abono?

Como demuestran cada vez más empresas, el plástico orgánico ya es viable. Pronto, quizá podamos elegir entre las botellas de plástico actuales y otras que aprovecharemos como abono.

Y no sólo hablamos de botellas de agua o de champú. El plástico está en todas partes, aunque de momento deriva fundamentalmente del petróleo.

Llega el plástico orgánico ¿Por qué confeccionar un bote de champú a partir de productos derivados del petróleo (es el caso del plástico PET, empleado masivamente en todo tipo de productos de consumo), cuando puede ser elaborada a partir de desechos agrícolas? El menor coste del PET con respecto al plástico orgánico está dejando de ser una razón.

Esta es, tal y como recoge News.com, la premisa de la que parte la compañía estadounidense Segetis.

El plástico convencional está en todas partes. Es algo que, como consumidores, no nos hemos preguntado hasta ahora. Para el consumidor medio europeo o norteamericano, los principales indicadores relacionados con la compra de un producto de cosmética e higiene se basan todavía en los atributos que todavía enseñan las escuelas de negocio y diseño industrial: calidad del producto y su percepción por parte del cliente, valor de la marca, atractivo del envoltorio, disponibilidad en los centros de distribución, publicidad convencional y en el lugar de venta, etcétera.

Las cosas parecen estar cambiando, no obstante. Un ejemplo en el mundo de las tecnologías de la información: la consultora Gartner estima que, en 2010, más de un tercio de las empresas tendrá en cuenta uno o más criterios medioambientales relacionados con los materiales empleados y el consumo de los productos tecnológicos que compren, entre las 6 condiciones que determinarán su inversión en tecnologías de la información.

La Unión Europea cuenta desde la primavera de 2007 con un nuevo método de análisis, control y evaluación de todas las sustancias químicas que se producen y comercializan en el espacio común europeo: la normativa Reach, de obligado cumplimiento por todas las empresas.

El equivalente estadounidense a esta normativa, aunque muy débil, tenderá a reforzarse, de acuerdo con los especialistas. Se trata de la US Toxic Substances Control Act. Como el resto de los derivados químicos, los plásticos deben cumplir con Reach.

Envases y envoltorios capaces de volver a la tierra

Adelantándose a las normativas vigentes en Europa, Norteamérica y otros países de rentas altas, varias empresas parecen estar de acuerdo con las ideas expuestas en el libro Cradle to Cradle: Remaking The Way We Make Things, donde sus autores, un químico alemán y un arquitecto estadounidense, abogan por la “eco-eficiencia”.

La “eco-eficiencia” aboga por que los productos sean diseñados para conservar siempre su valor, poder ser totalmente reutilizados una y otra vez o poder deshacerse biológicamente con la rapidez de un producto orgánico expuesto a la intemperie (una fruta que cae al suelo; los restos de una comida que se convierten en fertilizante casero, etcétera).

Segetis forma parte de un número cada vez mayor de empresas que tratan de desplazar totalmente el empleo de los derivados del petróleo en los productos que empleamos cotidianamente: envases, recipientes de productos cosméticos y para el hogar o incluso mobiliario doméstico. Es decir, desde encimeras plásticas hasta botellas, frascos o jarras. Por no hablar de juguetes, muebles o tejidos textiles.

La pequeña empresa salió del anonimato el 1 de mayo de 2007, día en el que se anunció que había conseguido 17 millones de financiación procedentes del capital riesgo para desarrollar toda una gama de productos de embotellado a partir de plástico orgánico.

Segetis es una firma con sede en Minneapolis, Minnesota, y forma parte de un cada vez mayor número de pymes que intentan responder al cambio de hábitos culturales y de consumo.

Aumenta la preocupación por el empleo de productos tóxicos, contaminantes o no biodegradables, y las empresas ven clara la oportunidad. El modelo de negocio de Segetis parte de la existencia de cada vez más personas dispuestas a pagar un poco más por una cuestión ética.

Segetis indica que la resina orgánica creada podría ser también empleada en la producción de biodiésel y otros productos. La compañía ha sido fundada por Sergey Selifonov, que ha trabajado en varias “start-up” de Silicon Valley y ha sido investigador del Instituto de Bioquímica y Fisiología de los Microorganismos, una división de la Academia Rusa de las Ciencias.

El empleo de materia orgánica en lugar de resinas plásticas procedentes del petróleo, como el PET, cuenta con ventajas cuya importancia estratégica en la industria mundial de los componentes aumenta a diario:

  • El plástico orgánico reduce drásticamente la contaminación durante la manufactura de los productos que lo emplean, sin disminuir el rendimiento del material.
  • El proceso de reciclaje del plástico orgánico sería más sencillo y efectivo que el del plástico convencional.
  • El precio de los productos de plástico se deshace de la dependencia del precio del petróleo en el mercado de las materias primas químicas, dominadas por grandes compañías, algunas de las cuales cuentan con intereses directos en Oriente Medio.

El mercado mundial de las resinas de plástico está muy relacionado con el petróleo (y, por extensión, ¿con la política?). Un ejemplo: la firma saudí Sabic, la mayor petroquímica del Golfo Pérsico, controlada en un 70% por el gobierno de Arabia Saudí. Sabic es el cuarto productor mundial de poliolefinas, tercero de polietilenos y cuarto en polipropileno.

Sabic Europe suministra el 20% del consumo total de resinas de PE para películas en el mercado europeo del envasado flexible, según una información de la propia compañía distribuida a los medios de comunicación especializados en 2005.

Tanto las resinas -material plástico derivado del petróleo, empleado para elaborar envases, bolsas, botellas, encimeras, electrodomésticos, aparatos informáticos y electrónicos o componentes para la industria del automóvil, entre otros- como los propios productos manufacturados a partir de éstas, son contaminantes, más difíciles de reciclar que el plástico orgánico y, además, su precio depende del inestable valor de la materia prima.

Paradójicamente, y como ocurre con las compañías petrolíferas (Exxon, Chevron, BP, Shell, Total, ENI, Repsol YPF), donde tanto los beneficios atribuidos después de impuestos en cada trimestre fiscal como los dividendos destinados a sus accionistas crecen cuando el precio del petróleo crece, en lugar de disminuir, los proveedores de resinas para plástico hacen el agosto cuando existe una cierta inestabilidad geopolítica.

El mismo fenómeno registrado con los carburantes -inestabilidad en el Golfo Pérsico es igual a subida en los precios del crudo, que es igual a subida en los carburantes, que es igual, curiosamente, a mayores beneficios para las compañías-, puede observarse en el lucrativo mercado mundial de las resinas creadas para fabricar plástico.

¿El momento del plástico orgánico?

Quizá los consumidores no estemos todavía preparados para exigir en el supermercado y a través de nuestro voto en las urnas que los productos que consumimos dispongan de un envase de plástico orgánico.

Sin embargo, las empresas creen que ha llegado el momento de producir en masa este nuevo material. Debido al aumento en los costes de los productos derivados del petróleo, la producción de resinas de plástico orgánico ya no es tan costosa, comparativamente.

Segetis, Cereplast, Archer Daniels Midland-Metabolix

Además de Segetis, que se ha beneficiado de esta nueva percepción entre los analistas, al conseguir 17 millones de dólares de inversión, a fondo casi perdido, procedente del siempre activo capital riesgo estadounidense, otras firmas siguen el mismo camino en Norteamérica.

Cereplast, fabricante de cubiertos y copas de plástico, según indica Michael Kanellos, pretende asegurarse de la inocuidad de sus productos mediante el uso de plástico orgánico.

Quizá sea el mejor modo de no tener que preocuparse por el civismo -siempre necesario e imprescindible- de los excursionistas y otros presuntos amantes de la naturaleza que llenan de residuos los últimos parajes vírgenes del planeta, Himalaya y selvas tropicales inclusive. Si no puedes controlarlos -parecen pensar en Cereplast-, que ensucien lo menos posible. Sobre todo cuando los envases empleados acaban descomponiéndose y convirtiéndose en abono para las plantas.

La multinacional estadounidense especializada en productos agrícolas, cuya trayectoria medioambiental no ha sido destacable hasta el momento, también ha entrado en el mercado del plástico orgánico, y no precisamente para llevar a cabo una campaña de marketing y maquillaje de responsabilidad social, siempre adecuado en estos tiempos.

Archrer Daniels Midland, en alianza con la firma biotecnológica Metabolix, presentaron en abril de 2007 un plan para producir un plástico cuyo empleo beneficiaría, según apunta Martin LaMonica en News.com desde a amantes del compostaje en el jardín casero hasta a los animales marinos.

Señores autores de Cradle to Cradle, parece que los directivos empiezan a leer su libro. El plástico biodegradable de Metabolix y ADM estaría listo en 2008 para su comercialización.

El plástico “natural” ya tiene nombre comercial, Mirel, y costará más que el plástico PET elaborado con derivados del petróleo, aunque los expertos de Metabolix esperan venderlo como un producto “premium” (capaz de diferenciarse por su valor añadido) apetecible para los consumidores más preocupados con el medio ambiente. Pagar un poco más por un producto capaz de servir de abono para nuestras plantas, en definitiva.

ADM, que se ocupará de la fabricación del plástico Mirel, espera tener una planta en Clinton, Iowa (Estados Unidos) operando en la segunda mitad de 2008. La materia prima empleada es maíz, un cultivo muy extendido -y con fuertes subsidios- en Estados Unidos.

Adelantándose a posibles polémicas relacionadas con el uso de maíz, cultivo que ha visto incrementado su precio a medida que crece el interés por los biocombustibles, en ADM aseguran que podrán elaborar el plástico con otras fuentes de azúcar orgánica.

Diferenciarse con un packaging “verde”

Mirel responde a la idea de posicionar los productos o su recipiente como una alternativa biodegradable a los contaminantes plásticos convencionales. La idea es que las empresas empleen el logotipo de Mirel para indicar que el packaging respeta el medio ambiente y puede descomponerse en unos meses.

Metabolix negocia con unas 40 compañías interesadas en la idea y 60 posibles usos, desde copas de café y sus tapas de plástico -al estilo norteamericano- hasta bolsas de plástico, aseguran en la firma.

Además de Segetis, Cereplast y Archer Daniels Midland-Metabolix, otras compañías, como American Excelsior, incorporan las resinas de plástico orgánico en sus nuevos productos. Esta última firma acaba de desarrollar una nueva gama de estacas de plástico para sostener los sistemas de protección contra erosiones que instala, similares a los que vemos en colinas con riesgo de derrumbamiento al paso de una carretera.

Según Jerry Bohannon, director de ciencia terrestre de la compañía, las sujecciones de plástico son más adecuadas que las metálicas ya que no se oxidan y no requieren ser retiradas al final de su vida útil por equipos especializados, como sí ocurre con las metálicas.

Tanto los mercados destinados al consumidor como los sectores más especializados buscan nuevas oportunidades en el uso de plásticos desechables, capaces de ser absorbidos por el entorno o reciclados de acuerdo con métodos más convencionales para, por ejemplo, elaborar más plástico orgánico.

Aunque la percepción del consumidor sea muy distinta, la importancia del plástico es crucial en todas las industrias. Su presencia en nuestra vida cotidiana, en forma de electrodomésticos, envases, fibras textiles, piezas de automóvil, mobiliario o incluso construcción y aeronáutica (por no hablar de nuestra documentación oficial o las tarjetas de crédito), es abrumadora.

Sólo en España, la cuarta economía de la zona euro tras Alemania, Francia e Italia, existen más de 3.700 empresas químicas, que generan el 10% del PIB del país y más de 500.000 empleos.

La necesidad de cumplir con la normativa comunitaria Reach y las nuevas oportunidades representadas por el plástico orgánico podrían ayudar a Europa a liderar un nuevo mercado, tan prometedor para las empresas como para los consumidores. Aunque el principal beneficiario es el medio ambiente. La eco-eficiencia empieza a mostrar su rostro.

O, al menos, eso es lo que creen los más prestigiosos inversores de capital riesgo de Estados Unidos, responsables y principales beneficiarios del boom tecnológico de las dos últimas décadas en Silicon Valley.

Vinod Khosla, uno de los máximos exponentes del capital riesgo estadounidense, responsable de Khosla Ventures, invierte decididamente en la llamada “tecnología verde” o “cleantech”. Si lo hace Khosla, dicen muchos, aquí no estamos hablando de una moda pasajera.

Un último apunte: el propio anuncio de Metabolix, en rueda de prensa, del plástico Mirel, vino reforzado por una encuesta: más del 70% de los estadounidenses desconocen que el plástico está elaborado con petróleo.

En España y otros países de la UE, así como en el resto del mundo, la encuesta sería igual de desastrosa, de haberse llevado a cabo.