¿Es incompatible el concepto de casa unifamiliar con una vivienda “de autor”, luminosa, durable, intemporal? En los años 50 del siglo XX, un puñado de arquitectos y constructores edificaron suburbios residenciales con viviendas populares de calidad que, más de medio siglo después, superan a las construidas a continuación.
En un momento histórico en que se conservaba la ingenuidad de que cada familia de clase media podía aspirar a vivir en una espaciosa casa de ensueño, surgieron las casas “mid-century modern” de Richard Neutra o Joseph Eichler, entre otros.
Suburbios concebidos con arquitectura orgánica
Eran casas sobrias, intemporales, diseñadas para vivir en ellas -y no para venderlas con un lazo en el tejado que se descolorara tras la compra, como se impondría después, según los críticos de la homogénea arquitectura suburbial desde finales de los 70 hasta la actualidad-.
Las unifamiliares “mid-century modern” difuminaban los conceptos de interior y exterior para integrarse en un entorno luminoso y con vegetación nativa, antes de que el modelo de desarrollo urbanístico suburbial optara por las casas blindadas y rodeadas de un todavía más homogéneo césped.
La vida en estas viviendas de clase media y obrera marcó la existencia de numerosos babi-boomers célebres, entre ellos varios actores, empresarios e inversores de capital riesgo. Steve Jobs se crió en una casa Eichler de Mountain View.
Acercando la alta arquitectura a la clase trabajadora
El mundo, dividido ya en dos bloques, salía de la devastadora segunda contienda mundial y el estilo de vida de la ciudadanía de ambas concepciones geopolíticas era usado como arma propagandística.
Tras la guerra Estados Unidos y Alemania Occidental se sirvieron de la vertiente “orgánica” de la arquitectura moderna, mientras la órbita soviética tomó como modelo el constructivismo, abaratándolo y extrayendo su potencial a pequeña escala, para centrarse en una arquitectura más megalómana y dura durante la época de Stalin.
En la Unión Soviética, el intelectualismo futurista de los inicios de la arquitectura constructivista dio paso a lo que el imaginario colectivo reconoce como edificación “soviética”, debido a la crítica de las élites stalinistas a un modernismo visto como una idea europea occidental de Walter Gropius, Erich Mendelsohn y Le Corbusier trasplantada a un país con mentalidad agraria y vocación euroasiática.
La conjura de Frank Lloyd Wright: casas-organismo que respetan los flujos
La arquitectura moderna y, sobre todo, su vertiente orgánica, tuvo más éxito en Estados Unidos, donde varios arquitectos emularon a Frank Lloyd Wright y quisieron que sus viviendas de suburbios de clase media emularan la naturaleza.
Para la arquitectura orgánica, el diseño de una vivienda debía:
- estar inspirado por la naturaleza y ser sostenible, saludable, preservador y diverso;
- desplegarse como un organismo, a partir de la semilla en su interior;
- existir en el “presente continuo” y “empezar continuamente”;
- seguir los “flujos” (una idea próxima a conceptos taoístas como “tao“, “wu wei“, “feng shui“) y ser flexible y adaptable;
- satisfacer necesidades sociales, físicas y espirituales;
- extenderse más allá del propio emplazamiento y ser único (respeto por la personalización y el concepto individualista de la existencia);
- celebrar el espíritu de la juventud, el juego y la sorpresa.
- expresar el ritmo de la música y el poder de la danza.
Una aspiración extinguida en la arquitectura: la autorrealización en su interior
Frank Lloyd Wright usó la luz como elemento angular de su arquitectura. Sus casas eran a menudo de una planta, diáfanas, funcionales, dramáticas, encastadas en el paisaje estadounidense.
Su concepción del mundo estaba tan influida por el uso de nuevos materiales como por la intemporalidad de un diseño y su desconexión con tradiciones de otras épocas. La escritora y filósofa objetivista Ayn Rand se inspiró en Lloyd Wright para concebir a Howard Roark, el arquitecto individualista e incorruptible de El Manantial.
Sus viviendas y edificios no iban destinados a la clase media y trabajadora de posguerra, pero sí inspiraron a la hornada de promociones residenciales que ha ganado más reconocimiento con el paso de las décadas.
“Tract homes”: las casas populares que inspiraron a Steve Jobs
Se trata de las “tract homes”, o complejos suburbiales de casas idénticas, con viviendas de una planta, buena orientación y ventilación cruzada, interiores diáfanos, grandes ventanales, superficies acristaladas y elementos estructurales a la vista. Las viviendas “mid-century modern” abundan en zonas de gran crecimiento económico y urbanístico en la época, como la bahía de San Francisco y el sur de California.
Su olvidada contribución a la felicidad cotidiana de muchas familias es sintetizada en la biografía de Walter Isaacson sobre Steve Jobs.
En ella aparece la descripción de Jobs sobre su infancia y adolescencia en una de estas casas unifamiliares diseñadas según los preceptos de la arquitectura moderna y orgánica, sin que ello repercutiera en su precio: los padrastros de Jobs, una joven pareja con empleos de clase obrera, se la pudieron permitir.
La vida del joven Jobs en una casa Eichler
Walter Isaacson: “La casa de los Jobs, al igual que las demás del vecindario, fue construida por el promotor inmobiliario Joseph Eichler, cuya compañía edificó más de 11.000 casas en distintas urbanizaciones californianas entre 1950 y 1974”.
“Inspirado por la visión de Frank Lloyd Wright de sencillas casas modernas para el ciudadano medio estadounidense, Eichler edificaba casas económicas con paredes de cristal desde el suelo hasta el techo, espacios diáfanos, columnas y vigas a la vista, suelos de bloques de hormigón y montones de puertas correderas de cristal”.
“‘Eichler hizo algo genial -comentó Jobs durante uno de nuestros paseos por el barrio-. ‘Sus casas eran elegantes, baratas y de calidad. Acercaron un diseño pulcro y pulido a familias con pocos recursos. Tenían algunos detalles impresionantes, como calefacción radial. Con una moqueta en el suelo, tuvimos un suelo enmoquetado siempre caliente'”.
La mutación de un sueño: de los suburbios “orgánicos” a los exurbios
Este nuevo concepto arquitectónico para las masas no surgió de la nada y pretendía ser el exponente de un nuevo concepto de civilización que, con los años, derivó en los fallidos suburbios y exurbios de peor calidad, con viviendas cada vez más grandes, materiales cada vez menos durables y un eclecticismo que varía desde el neoclasicismo kitsch a la imitación de “villas” mediterráneas adaptadas con un pintoresco toque local como mínimo controvertido.
Antes de la evolución fallida de los suburbios de clase media de Estados Unidos, la arquitectura moderna y orgánica contribuyeron a acercar la alta arquitectura a la vida cotidiana de cientos de miles de familias sin pretensiones.
Curiosamente, las mejores viviendas de clase media de la posguerra mundial fueron concebidas en uno de los peores momentos económicos: los años 30 del siglo XX.
El paralelismo entre aquel momento y el actual: la falta de trabajo y crédito desembocó en problemas sociales y migraciones, con símbolos como las “hoovervilles”, o asentamientos irregulares en Estados Unidos durante la Gran Depresión.
El inicio de un modelo ahora agotado
La época de entreguerras sentó las bases de las tendencias que marcarían el mundo hasta la actualidad, más allá de la II Guerra Mundial y sus consecuencias. De las enormes dificultades, surgieron nuevos conceptos y negocios.
Estados Unidos aprovechó la conflictividad y persecuciones en la Europa de entreguerras para importar talento del Viejo Continente; en ocasiones, sólo las ideas cruzan el Atlántico; en otras, se trata de los propios científicos, industriales, cineastas o arquitectos que las conciben.
De esta interacción entre Estados Unidos y Europa durante la época de entreguerras, surgen las versiones en ambos continentes de la arquitectura moderna y su aplicación en el mercado residencial: viviendas unifamiliares que siguen los preceptos de la arquitectura orgánica, con conceptos atribuidos tanto a Frank Lloyd Wright (Estados Unidos) como a Walter Gropius (fundador de la escuela Bauhaus, Alemania).
La era de los imposibles: ¿casas de ensueño para todos?
Asimismo, a la devastación de Japón y Europa Occidental al finalizar la II Guerra Mundial le siguió un debate arquitectónico que pretendía solventar un imposible: construir casas de ensueño para la clase media. El propósito se consiguió a medias, sobre todo en el país promotor de la reconstrucción, Estados Unidos.
Latinoamérica se sitúa en la misma época en el mapa arquitectónico mundial, al beneficiarse de la inmigración de una parte importante de las clases intelectuales del sur de Europa y Oriente Próximo, pero también de Alemania, Austria, Polonia y otros países centroeuropeos.
La arquitectura moderna latinoamericana
Brasil, Argentina y México compitieron con Europa y Norteamérica en las tendencias de arquitectura moderna; Brasilia, capital brasileña, se convertiría en centro de pruebas de las ideas discutidas en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (1928-1959), con el trabajo del arquitecto Oscar Niemeyer.
Niemeyer, desaparecido a finales de 2012, fue el más conocido, pero no el único. Su mentor, Lúcio Costa, así como algunos de sus primeros compañeros, muchos de ellos también discípulos de Costa, estuvieron atentos a las vanguardias europeas gracias a las visitas de Le Corbusier -entre otros- a Brasil y a otros países latinoamericanos.
De manera menos espectacular, pero igualmente influyente, las innovaciones de la arquitectura moderna y orgánica que emplearon y cambiaron el estilo de vida o la forma de divertirse de millones de personas en Norteamérica y Europa, también lo hicieron en las grandes ciudades de Latinoamérica, pese a los problemas de desarrollo y desigualdades en la región.
La arquitectura moderna “mid-century” sigue gozando de buena salud en México y América del Sur.
Asia, Oceanía y África tampoco fueron ajenas a la arquitectura moderna residencial; aunque, como ocurrió en Latinoamérica, las casas “modernas” al estilo de mediados del siglo XX fueron concebidas para las élites y no las clases medias.
Cuando el espacio tenía criterio
Sólo Europa y, sobre todo Estados Unidos, asistieron a la producción en masa de casas unifamiliares con sello de autor “mid-century modern” para un amplio espectro de la población: desde clase obrera (“cuello azul” en la nomenclatura estadounidense) bien remunerada, como los padrastros de Steve Jobs, a familias conformadas por profesionales liberales o la estructura más tradicional de trabajador de cuello blanco y ama de casa.
Entre otras transformaciones:
- por primera vez, las clases medias producen y compran viviendas espaciosas, electrodomésticos, automóviles;
- surgen nuevos conceptos de ocio que premian el espíritu aventurero y la autonomía familiar, como las caravanas (Airstream y sus diseños memorables-intemporales son fruto de la crisis de este sector en los años 30);
- surgen los suburbios residenciales de Norteamérica; entre estos a menudo uniformes, impersonales y descentralizados conjuntos de casas unifamiliares, surgirá una vanguardia de casas económicas, luminosas, funcionales y bien diseñadas, conocidas más tarde como estilo moderno de mediados de siglo (mid-century modern).
El diseño moderno más allá de la arquitectura
Antes de la homogeneización y abaratamiento de la arquitectura suburbial en Estados Unidos, culminada con el aumento del tamaño de las viviendas, la pérdida de calidad de los materiales y el nacimiento de los “exurbios”, o suburbios en torno a un centro comercial (sin una localidad que actúe como núcleo), la arquitectura moderna de mediados del siglo XX tuvo su paralelismo en el interiorismo, el diseño de mobiliario, electrodomésticos, etc.
Steve Jobs conecta en la biografía de Walter Isaacson la casa Eichler de Silicon Valley donde creció con su propia concepción de los espacios y el diseño en general.
Isaacson: “Jobs afirmó que su apreciación de las casas Eichler despertó su pasión por crear productos con un diseño limpio para el gran público. ‘Me encanta poder introducir un diseño realmente bueno y unas funciones sencillas en algo que no sea muy caro’ -comentó mientras señalaba la limpia elegancia de las casas Eichler-. ‘Aquella fue la visión originaria de Apple. Es lo que intentamos hacer con el primer Mac. Es lo que hicimos con el iPod”.
Se trata de una de las conexiones que sobreviven del concepto de arquitectura y diseño modernos de la época de entreguerras del siglo XX.
La forma sigue a la función
Entre los temas comunes de este nuevo tipo de arquitectura, que esperaba reconectar las sociedades con “equipamientos” de la naturaleza tales como la iluminación o la ventilación naturales (conceptos presentes en el interiorismo ancestral de Oriente a través del feng shui, por ejemplo; y de Occidente, a través de las casas con patio interior del Mediterráneo y el Creciente Fértil), destacan las siguientes nociones:
- “la forma sigue a la función“, concepto atribuido al mentor de Frank Lloyd Wright, Louis Sullivan;
- se imponen formas sencillas y claras, y se elimina el detalle considerado innecesario (el que no cumple ninguna función y, por tanto, obstruye más que beneficiar);
- expresión visual de la estructura, en lugar de esconder sus elementos;
- “autenticidad de los materiales”: la verdadera naturaleza o apariencia natural de un material debe imponerse a sus versiones alteradas;
- uso de materiales producidos industrialmente; adopción de la estética mecanicista (herencia del futurismo);
- preferencia por los trazos limpios y rectos; en el caso de las viviendas, éstos son horizontales (casas de una planta, abierta y alargada).
Diseño moderno de ida y vuelta
Las reflexiones de Steve Jobs acerca de la casa unifamiliar Eichler en la que creció ratifican que el diseño moderno de mediados del siglo XX no se circunscribió únicamente a la arquitectura, sino que fue multidisciplinar. Un ejemplo en Europa: la evolución -interrumpida por la guerra- de la Bauhaus.
El diseño sencillo e intemporal, sincronizado con el entorno y nuestra concepción del mundo; así como la funcionalidad bien ejecutada, influyeron, además de en la arquitectura, en el interiorismo y el diseño industrial de mobiliario, electrodomésticos, aparatos electrónicos, automóviles, etc.
Dos evoluciones celebradas del diseño moderno de mediados del siglo XX:
- el interiorismo y diseño de mobiliario del tándem multidisciplinar conformado por el matrimonio Charles y Ray Eames;
- el diseño de mobiliario y electrodomésticos minimalista europeo, cuya expresión más reconocida es quizá el trabajo de Dieter Rams para Braun y Vitsoe;
- el diseño gráfico.
Las supuestas características de un buen diseño
Los Eames y Dieter Rams coincidieron en lo que para ellos era la salsa de los diseños imperecederos. Un buen diseño -sintetizaría Dieter Rams más tarde, en los años 80 del siglo pasado-:
- es innovador;
- hace un producto útil;
- es estético;
- hace un producto comprensible;
- es discreto;
- es honesto;
- es de larga duración;
- es minucioso hasta el último detalle;
- respeta el medio ambiente;
- es tan poco diseño como sea posible.
Ludwig Mies van der Rohe, Walter Gropius, Marcel Breuer, Le Corbusier, Louis Sullivan, Oscar Niemeyer y Alvar Aalto, entre otros, suscribirían esta concisa reflexión de Dieter Rams sobre el diseño industrial con vocación de memorabilidad.
La sofisticación de lo sencillo
Los diseñadores industriales influidos por la arquitectura moderna se sintieron atraidos, como posteriormente Steve Jobs y Jonathan Ive, por la sofisticación de lo sencillo.
Según la arquitectura moderna, ningún detalle es un fin en sí mismo y se entiende sólo como parte útil para el conjunto. Si funciona bien, decía el arquitecto Bruno Taut a propósito de esta concepción arquitectónica, no puede ser feo. En otras palabras, “lo que funciona bien, es bello”.
Asimismo, Bruno Taut sentenciaba ya en 1929, año en que el crack bursátil desembocaría en la Gran Depresión y aceleraría -debido, entre otros factores, a la hiperinflación- la ascensión de Hitler en Alemania y sus consecuencias, que una casa no se entiende sin su entorno.
Charles y Ray Eames
Como los arquitectos modernos, Charles y Ray Eames también se interesarían en aplicar materiales industriales, resistentes y producidos en masa, a diseños vetados hasta entonces a materiales que apenas habían mutado desde inicios de la Revolución Industrial y, en ocasiones, desde la Edad Media.
Si Charles y Ray Eames exploraron las posibilidades de los polímeros de plástico y la madera contrachapada en el mobiliario de autor y los revestimientos arquitectónicos, Walter Gropius, Frank Lloyd Wright, Mies van der Rohe y Oscar Niemeyer, entre otros, hicieron lo propio con otros materiales industriales sobrios, durables y producidos en masa: hormigón armado, acero laminado, vidrio plano, etc.
Más de medio siglo después de la popularización del estilo “mid-century modern”, tres casas se han convertido en el símbolo de los suburbios residenciales populares más acertados de la época:
- la casa Eames en Pacific Palisades, California, firmada por esta pareja de polímatas;
- la vivienda Fallingwater (Casa de la Cascada), de Frank Lloyd Wright (condado de Fayette, Pensilvania);
- y la Villa Tugendhat, construida por Mies van der Rohe en la ciudad checa de Brno.
Suburbios “mid-century” y el nacimiento de un enclave: Palm Springs
La arquitectura moderna abrazó la producción industrial como modo más rápido y efectivo de aportar diseños de calidad económicos para todos los públicos. Según Bruno Taut, la repetición coherente “constituye el medio más importante de expresión artística”.
Siguiendo esta premisa, Richard Neutra y Joseph Eichler, entre otros, concibieron y edificaron los únicos suburbios estadounidenses reivindicados en la actualidad.
Asimismo, la ciudad desértica de Palm Springs, lugar de escape y veraneo en pleno desierto de empresarios californianos y celebridades, sirvió de campo de pruebas de la arquitectura “mid-century modern”.
Recopilamos a continuación algunas de las casas “mid-century modern” producidas en serie más representativas (y revalorizadas):
El nombre de este constructor irá para siempre ligado al desarrollo de complejos residenciales californianos con casas de estilo moderno años 50, asequibles para la clase media (al menos en el momento de su primera venta).
Algunos célebres “baby-boomers” del estado crecieron en una casa Eichler de Silicon Valley o el sur de California.
El propio Steve Jobs recordaba con aprecio la casa Eichler familiar en el complejo residencial de Monta Loma, Mountain View (bahía de San Francisco); su diseño sencillo, funcional y memorable le abriría el apetito por productos pulcros, sencillos y útiles para el gran público.
Actualmente, las casas Eichler de numerosos suburbios residenciales californianos han elevado su precio hasta niveles prohibitivos para la clase media, sobre todo en torno a Silicon Valley y en los condados más apreciados junto a Los Ángeles.
Nacido en Austria, Richard Neutra es uno de los muchos arquitectos y profesionales que emigraron a Estados Unidos en la época de entreguerras.
A su llegada, trabajó con Frank Lloyd Wright durante un breve período, pero pronto aceptó la propuesta de su -también emigrado- antiguo compañero universitario Rudolf Schindler para trabajar y vivir conjuntamente en su casa del sur de California.
Neutra se ganó la reputación de investigar implacablemente las auténticas necesidades de sus clientes, en ocasiones haciéndoles responder a cuestionarios para descubrir requerimientos y potencialidades que ni siquiera ellos se habían planteado.
A diferencia de otros coetáneos, se interesó más por la construcción residencial que las grandes obras, y sus casas combinan de manera sosegada comodidad, integración en el paisaje y arte contemporáneo.
Neutra también edificó casas para clientes célebres, entre ellos Josef von Sternberg; la escritora y filósofa objetivista Ayn Rand fue la segunda propietaria de la casa, en la que fue fotografiada por Julius Shulman junto al propio Richard Neutra.
Las casas Neutra fueron el equivalente en el sur de California de las Eichler, más extendidas en la bahía de San Francisco.
Su trabajo se ha revalorizado en las últimas décadas y las plantas con ventanales acristalados de sus viviendas, pegadas sobre el terreno semidesértico del sur de California, son tan apreciadas que su precio las ha alegado de las clases medias.
Además de sus viviendas más reconocidas, como la que edificó para Von Sternberg, planificó casas unifamiliares “mid-century modern” en Hollywood (Jardinette Apartments, 1928), Westwood (Landfair, Strathmore, Kelton, Elkay), etc.
También dejó su impronta en la ciudad de veraneo en el desierto para los angelinos, Palm Springs.
El precio de las casas Neutra continúa al alza, debido a la escasez de edificaciones. Ello podría cambiar con un acuerdo entre el hijo de Richard Neutra, Dion Neutra, y California Architecture Conservancy, para licenciar el diseño y usarlo en la actualidad.
Se concede a la Alexander Construction Company, fundada por George Alexander y su hijo Robert, el mérito de haber convertido Palm Springs en localidad icónica de la arquitectura moderna a mediados del siglo XX.
Esta pequeña compañía edificó luminosas casas unifamiliares de 110 metros cuadrados (1.200 pies cuadrados) a precios moderados: 19.500 dólares, años antes de que la polvorienta localidad en medio del desierto fuera escogida por Hollywood como lugar de escape y descanso.
A finales de los 50, las casas Alexander se habían convertido en una marca reconocida tanto por las clases medias como por las estrellas y productores de cine que compraron una segunda residencia. Contaban con “tejados de mariposa”, amplios ventanales y puertas correderas en torno a una terraza o patio, así como elementos estructurales a la vista.
Alexander Construction Company edificó 2.200 casas en el valle de Coachella y el condado de Riverside entre 1955 y 1965. Estas casas, conocidas colectivamente como Alexander, se han revalorizado por su diseño racional, estilo moderno y construcción innovadora, a diferencia de las viviendas de la época erigidas en la zona con un estilo más convencional.
Las icónicas Alexander fueron proyectadas en su mayoría por los arquitectos Dan Palmer y William Krisel, a excepción de las que coronan su fachada con una estructura en “A”, conocidas popularmente como “Swiss Misses” y diseñadas por Donald Wexler.
La imagen de Palm Springs va ligada a estas casas. Las más espaciosas, con 200 metros cuadrados (2.000 pies cuadrados) son más pequeñas que la media actual estadounidense para nuevas edificaciones (214 metros cuadrados).
Su precio oscilaba entre los 40.000 y los 50.000 dólares y en el barrio residencial de Las Palmas, el preferido de Hollywood, contaban con piscina, así como numerosos avances en viviendas construidas en lotes.
En la actualidad, se han convertido en populares casas de retiro, con propietarios que vuelan incluso desde Nueva York.
Siguiendo la estela de la familia Alexander, Jack y Bernie Meiselman proyectaron también casas unifamiliares “mid-century modern” en Palm Springs, en los años 1959 y 1960.
Las casas Meiselman comparten la esencia del diseño de las Alexander y a menudo ambos tipos son confundidos por el no iniciado. Como ocurre con las casas Alexander, las viviendas unifamiliares Meiselman se han revalorizado en los últimos años, con el renovado interés por la arquitectura orgánica.
Cuentan con líneas sobrias y limpias, tejado de mariposa, amplios ventanales y elementos estructurales a la vista, tales como columnas y vigas de hormigón.
Entre sus firmas reconocibles, destaca el uso de bloques de cemento con motivos geométricos para favorecer la ventilación y la transición entre perímetro exterior e interior de la vivienda, sin perder la privacidad.
John Lautner, nacido en Michigan, procedía de una familia interesada en la arquitectura, su vocación temprana, refrendada tras acudir al estudio Taliesin de Frank Lloyd Wright, donde coincidió con Paolo Soleri (recientemente desaparecido y responsable del complejo futurista Arcosanti, en el desierto de Arizona) y Santiago Martínez Delgado, entre otros.
Proyectó algunas de las casas más icónicas de Los Ángeles, combinando los preceptos de la arquitectura orgánica con diseños de la era espacial tan icónicos como la casa Elrod, de planta circular.
A menudo criticados como alocados y propios de una era dominada por el optimismo racional, el crecimiento económico y el inicio de la Guerra Fría, las casas Lautner en el sur de California carecen de la sobriedad de las proyectadas por Richard Neutra, Rudolph Schindler o Ray Kappe, pero son apreciadas por la comodidad para el residente.