Esta es la historia de dos productos concebidos en los inicios de la producción industrial de masas, antes de que las economías de escala, la obsolescencia programada y la peor calidad (sobre todo de polímeros de plástico mal extruidos), acabara con su dominio.
La producción deslocalizada de las últimas décadas, casi siempre en países con exigencias industriales laxas y costes laborales muy inferiores, conservó las marcas -y buena parte del prestigio- de antes, así como las patentes y algunos secretos industriales, pero el beneficio a corto plazo debilitó el prestigio de algunos productos.
Reducir costes y precio a costa de calidad y durabilidad
El precio -muy inferior, gracias a peores materiales y a la obsolescencia programada- se convirtió en la única ventaja con respecto a la producción industrial de la primera mitad del siglo XX, más atenta al detalle, meticulosa, visionaria, capaz de fabricar productos intemporales que duraban varios años (cuando no acompañaban a su cliente durante toda la vida) y podían repararse.
El diseñador industrial alemán Dieter Rams, conocido por los más jóvenes por la influencia de sus ideas sobre diseño minimalista e imperecedero, así como de sus muebles y electrodomésticos, sobre Steve Jobs y los productos de Apple, el “buen diseño” no parte de la nada.
Para Rams, un “buen diseño” es innovador, hace un producto útil, es estético, hace un producto comprensible, es discreto, es honesto, es de larga duración, es minucioso hasta el último detalle, respeta el medio ambiente y, finalmente, es tan poco “diseño” como sea posible.
Cuando los productos se concebían para toda la vida
Varios industriales de la primera mitad del siglo XX, como Peter Behrens (AEG) o Adriano Olivetti (Olivetti), atrajeron y supieron retener a los mejores diseñadores industriales, ingenieros y artesanos, que desarrollaron su carrera en una compañía que respetó su trabajo.
Estos diseñadores constituyeron el primer equivalente de la era industrial a lo que Jonathan Ive ha supuesto para la Apple comprendida entre la vuelta de Steve Jobs y su muerte.
(Imagen: Pablo Picasso fotografiado con su Leica al cuello)
A mediados del siglo XX, Europa Occidental, Estados Unidos y Japón vivían una nueva era del diseño aplicado a producir bienes para millones de personas. La cámara Kodak Brownie, el Ford T o los primeros electrodomésticos habían sentado las bases del proceso.
Se experimentaba con un nuevo lenguaje de diseño más comprensible y racional, reducido a la esencia y atento a lo esencial e imperecedero. Era la época de la Bauhaus, la arquitectura moderna a ambos lados del Atlántico, el nacimiento de la industria electrónica japonesa, la recuperación de la industria alemana e italiana. Un momento de lemas como “menos es más” (Ludwig Mies van der Rohe) o “menos pero mejor” (Dieter Rams).
Productos intemporales: Luxo L-1 y Leica M3
Dos productos industriales de precisión creados a mediados del siglo XX mantienen su prestigio intacto en la actualidad, aunque por distintos motivos y siguiendo una evolución diferente:
- La lámpara flexo de escritorio articulada Luxo L-1, fabricada desde 1937 y conocida popularmente como “lámpara de arquitecto” o, más recientemente, la lámpara o el “flexo de Pixar”, al inspirar Luxo Jr., personaje animado por ordenador y protagonista del famoso corto animado con el mismo nombre. Su diseñador, el noruego Jac Jacobsen, mejoró un diseño original británico y auguró su importancia entre profesionales liberales, que aumentarían su productividad con una lámpara útil y flexible, que se moviera con soltura desde el detalle a una iluminación más cenital. Se sigue fabricando desde entonces con una calidad (y duración) equivalente a los primeros modelos de 1937. Eso sí, por un precio superior al de “copias” o modelos con materiales y fabricación menos exigentes.
- La pequeña, precisa y a la vez robusta cámara réflex de 35 mm con lentes intercambiables Leica M3, primer modelo de la serie M de esta compañía alemana que, desde su presentación en la edición de 1954 de la feria sectorial Photokina, se convirtió en herramienta de trabajo de los reporteros fotográficos, incluyendo a la mayor parte de los miembros más reconocidos de la agencia cooperativa fotográfica Magnum Photos. Portabilidad, durabilidad, diseño efectivo y perfeccionado a partir del estudio pormenorizado de la acción de fotografiar, así como resistencia al trasiego del nomadismo de los reporteros y el paso de los años, la convirtieron en un fetiche. Sus usuarios suscribieron desde entonces el lema de un anuncio del modelo aparecido en 1956: “inversión para toda la vida en fotografía perfecta”. Pese a haber superado la competencia de los principales fabricantes japoneses, así como la transición hacia la fotografía digital, Leica dejó de producir la M3 en 1966 y, pese a las oportunidades para revivirla, prefirió explotar otros diseños y modelos, sin perder el prestigio de sus (caros y exclusivos) cuerpos y lentes. Ello ha sido finalmente aprovechado por Fujifilm, cuya Fuji X100s es un “homenaje” impecable al espíritu de la Leica M3.
Qué hacer con productos solventes: ¿mantenerlos sin cambios o sacrificarlos por modelos nuevos?
Ambos productos comparten varios de sus atributos: solvencia, calidad de los materiales y la fabricación, durabilidad, envejecimiento que añade valor en lugar de restarlo, reparabilidad, etc.
Sin embargo, la evolución de ambos ha sido distinta:
- Luxo decidió no cambiar el nombre del producto al introducir pequeñas mejoras o modificaciones del proceso de fabricación o los materiales de su célebre lámpara flexo. La empresa noruega asumió el éxito imperecedero de su producto y conservó su diseño y calidad, sacrificando a cambio la carrera de sus competidores por precios muchos más económicos (por diseños con mecanismos y calidad deficientes, en comparación con la L-1);
- Leica optó por una segunda estrategia que no sacrifica la filosofía de la empresa ni la calidad de los productos (debido, de nuevo, a la decisión de no competir con otras compañías en un precio cada vez más económico optando por peores materiales y menores costes -laborales, de control de calidad, políticas de garantías, servicios de atención y reparación, etc.-). Consiste en lanzar productos similares con una nomenclatura distinta, aprovechando las modificaciones del original. Los modelos de la serie M se inspiran en la M3, pero son suficientemente distintos y de ahí su nueva nomenclatura.
La estrategia de Luxo no confunde al cliente veterano, ni tampoco al nuevo usuario en busca de productos intemporales y solventes que le acompañen toda la vida (y que, en ocasiones, heredan terceros, como un buen reloj).
Recuperar el modelo M3: ¿oportunidad perdida para Leica?
La estrategia de Leica dejó a una legión de seguidores de la M3 demandando un modelo “actualizado” que, en esencia, no debía actualizar nada. Si el producto funciona incluso para los exigentes reporteros de Magnum, decían los defensores del retorno del modelo, por qué cambiarlo.
La transición a la fotografía digital de finales de los 90 e inicios de este siglo fue la prueba de fuego de los fabricantes fotográficos históricos: debían transformar su tecnología, basada en la mejora de los modelos de película fotográfica, en aparatos con una circuitería interna radicalmente distinta.
Conservar el capital de diseño acumulado en una transición tecnológica
A diferencia de otros fabricantes históricos (las estadounidenses Kodak o Polaroid, por ejemplo), Leica ha sobrevivido y ahora compite con los fabricantes históricos japoneses y europeos, así como con nuevos competidores que aprovecharon el advenimiento de la fotografía digital para entrar en el sector: Sony, Panasonic o Samsung entre ellos.
La transición a la fotografía digital, manteniendo los diseños, materiales y filosofía, ha permitido a Leica no cerrar su división de cámaras fotográficas, ya que la división de lentes y aplicaciones profesionales no corría el riesgo de caer en la obsolescencia.
Los modelos de Leica han sido actualizados a su versión digital, pero el modelo M3 no reapareció.
A falta de Leica M3 digital… Fujifilm aprovechó la oportunidad
Finalmente, Fujifilm oyó a la comunidad de entusiastas de la pequeña cámara de 35 mm con mecanismos manuales dedicados de apertura, velocidad y sensibilidad ISO, situados en el lugar preciso, con las funciones precisas y la facilidad/rapidez de accionamiento necesarias para la fotografía a salto de mata que requiere el reporterismo con vocación artística (no hablamos de teléfonos ni cámaras básicas).
Así que la Fuji X100 y, sobre todo, el modelo mejorado X100s recogen a los huérfanos históricos de la Leica M3, así como a los nuevos fotógrafos y entusiastas del reporterismo representado por la agencia Magnum.
Fuji X100s y Sony RX1
Moraleja: en la era de Flickr y Smug Smug, la cámara digital solvente más fiel en espíritu, calidad, diseño y versatilidad a la Leica M3 ya no es fabricada por Leica y, pese tener un precio entorno a los 1.250 euros/dólares, es mucho más económica que cualquier modelo de la serie análoga de la compañía alemana, la M.
Asimismo, Sony trata de competir con la utilidad histórica de la serie M de Leica con su cámara Sony RX1: pequeña, versátil, con materiales durables, discreta, intemporal, etc. Eso sí, a diferencia de la Fuji X100s, la Sony RX1 opta por un diseño propio y carece de las solventes aspiraciones de la primera.
(Imagen: autorretrato de Stanley Kubrick con su Leica 35 mm)
La japonesa Fujifilm, cuyo nombre recuerda los riesgos que experimentó la compañía de ser barrida de la industria debido a su dependencia del negocio de películas fotográficas, aprovechó una necesidad no satisfecha en un segmento exigente del mercado fotográfico y asumió el reto de crear el equivalente a la nueva Leica M3, para quienes quieren fotografiar en gran angular, de manera solvente y a la vez discreta, evitando la aparatosidad al estilo “paparazzi” de las réflex digitales convencionales de Nikon, Canon, Olympus, etc.
“If it ain’t broke, don’t fix it”
Luxo evitó el síndrome de la ausencia de un modelo legendario (que da pie a actitudes-cliché, a menudo fundadas, del estilo de “los nuevos modelos ya no son como los de antes”), optando por una estrategia exigente y a largo plazo: mantener el modelo original, adaptándolo a los nuevos tiempos sólo en aquello necesario y nunca en detrimento de la esencia.
Aunque adquirida en 2009 por la compañía especializada en luminarias para el sector profesional Glamox, la ahora división Luxo sigue fabricando la luminaria L-1. “If it ain’t broke, don’t fix it” (si no está estropeado, no lo arregles).
Luxo L-1 LED: pequeños cambios para seguir con lo mismo
Con motivo del 75 aniversario de la fabricación de la primera Luxo L-1 (1937), Luxo vende desde 2012 el modelo L-1 LED bajo el lema “para los próximos 75 años”. Los principales atributos del nuevo modelo: su fidelidad al viejo modelo.
El principal cambio introducido se refiere a la tecnología de iluminación: la L-1 LED incluye una bombilla LED de 6 vatios con intensidad regulable y 50.000 horas de vida útil estimada.
Asimismo, la lámpara se apaga sola después según las horas de uso programadas (en una escala de 4 a 9 horas). Esta última función sugiere las únicas mejoras sustanciales que pueden aplicarse a productos solventes, imperecederos, con mecanismos robustos, durables y difícilmente mejorables: el servicio o lo “intangible”, más que el material.
Cómo mejorar un producto memorable: añadir servicios
La Luz L-1 LED mejoraría su utilidad si incorporara un sensor que actuara tanto como nodo de conexión con otros utensilios y dispositivos (siguiendo el concepto de “Internet de las cosas” y de “motas” o “nodos” de la red interconectada por circuitos o “polvo inteligente”).
Al incorporar una placa base o microordenador que incorporara un sensor de calor, movimiento o equivalente, la lámpara podría programarse para el encendido o apagado automático (al detectar la presencia del usuario), o a un menos intrusivo apagado tras detectar un rato considerable de inactividad alrededor del foco iluminado.
La mejora relacionada con el consumo (incorporación de la bombilla LED) se optimizaría, ya que el sensor garantizaría la eficiencia en el uso del dispositivo.
De un taller de Noruega a estrella de Pixar
Gracias a su ubicuidad en los escritorios profesionales, el diseño de la Luxo L-1 es reconocible hasta el punto de formar parte de la cultura popular; eso sí, el personaje de Pixar, Luxo Jr., se ha hecho más célebre que el propio modelo, sobre todo entre los más jóvenes.
Los inicios del producto son más arduos: en 1937, cuando la recuperación económica de Alemania amenazaba con desestabilizar la frágil paz europea, el noruego Jacob Jacobsen compró los derechos de producción de una de lámpara de escritorio con un diseño articulado del que percibió el potencial: la lámpara de tareas Anglepoise, del británico George Carwardine.
El diseño original de Carwardine, datado en 1932, adquirió un aspecto más sencillo y universal a partir de las modificaciones de Jacob Jacobsen: mejoró y adaptó lo que requería el cambio, pero mantuvo la esencia del diseño de Carwardine: el sistema de equilibrado automático basado en resortes y en el pricipio de la tensión constante de las extremidades humanas.
Un producto con diseño biomimético que mejoró la productividad
Sin concederle más importancia que la propia e indudable utilidad de sus diseños, Carwardine y Jacobsen realizaron ejercicios memorables de biomimética (imitación de los diseños de la naturaleza) en un diseño de luminaria que ha mejorado la productividad de generaciones de profesionales liberales.
Anglepoise, L-1, L-1 LED: una misma esencia que trasciende diseñadores, compañías y momentos históricos sin perder un ápice de utilidad ni actualidad.
Homenajes a la Leica M3… desde otras compañías
La Leica M3 dejó paso a otros modelos de la serie M -cámaras manejables para el trasiego del reporterismo- en 1966. La M7, que surgió entre los modelos sustitutos, sigue en producción en la actualidad, pero se parece menos en esencia a la original M3 que el sólido intento industrial de Fuji con la X100 y la X100s.
Desde que se publicó el diseño de la X100, a principios de 2011, la comparación de la cámara de la marca japonesa con la M3 no ha cesado.
Ambas cámaras son suficientemente distintas como para que Fuji no haya incurrido en ningún delito industrial flagrante. Pese a la expectación entre los nostálgicos del diseño de la Leica M3 al surgir la X100 y la X100s de Fuji, Leica no ha mostrado intención de resucitar una versión digital de la M3.
La eterna demanda: una reedición de la M3 fiel al original
No habrá sido por falta de demanda potencial: hay fotógrafos aficionados y profesionales que han publicado reiteradamente por qué les gustaría tener una cámara “seria”, manejable, discreta y durable que les asista en el trasiego diario, cuando no están obligados a salir a la calle con los aparatosos e intimidatorios modelos profesionales DSLR, cuyo aspecto condiciona cualquier experiencia fotográfica, sobre todo en cualquier entorno concurrido.
El fotógrafo profesional David Hobby, por ejemplo, explica sus impresiones acerca de la Fuji X100s en un detallado vídeo en YouTube, donde reitera que ha esperado durante años a que Leica reeditara la M3.
Veredicto de Hobby: la Fuji X100s no es perfecta -por ejemplo, no tiene lente intercambiable-, pero se ha convertido, pese a ello, en su cámara “solvente” para la cotidianeidad -esto es, para casi siempre-. El motivo: la X100s es una Leica M3 digital “de facto”.
Gratificación aplazada aplicada a la industria
Los fabricantes, tradicionales y nuevos, conservadores o en transición, deberían asumir retos que requieren responsabilidad y visión a largo plazo: mantener -o recuperar, o inspirarse en- modelos de productos intemporales, que representan la esencia de la fabricación industrial de calidad de una época ajena a fenómenos como la obsolescencia programada o los polímeros de plástico que pierden su barato brillo impostado al ponerle las manos encima.
Hay productos que, como supervivientes de una guerra nuclear, nos recuerdan las ventajas de lograr un equilibrio entre producción industrial y artesanía, materiales de masas y los acabados durables y solventes de los productos que saben envejecer.
Los mejores diseños de la edad dorada
El reto: mantener los mejores diseños de la edad dorada de la producción industrial con productos que superen el primer día, el primer año, la primera década y se conviertan en honestas y discretas interfaces de nuestra vida y creatividad cotidianas.
El director de cine John Ford reiteraba que las mejores películas son aquellas en las que el espectador olvida que hay una cámara con un director pedante detrás tomando decisiones alambicadas y exhibicionistas.
Una filosofía que puede aplicarse a los productos de masas.
A su manera (y dada su relación profesional y amistosa con el desaparecido Steve Jobs), John Lasseter, director del cortometraje animado Luxo Jr., refrendaría la idea de cine expresada por John Ford.