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Guía de moda III: ropa rediseñada

Celebridades, diseñadores aficionados, amantes de la moda y eco-activistas se convierten en los nuevos “rediseñadores”: reciclan sus armarios para ir a la última sin comprar nada nuevo.

Por Kirsten Dirksen
Traducción de Nicolás Boullosa

La moda rediseñada se ha extendido desde los salones de alta costura parisinos hasta comunidades de amantes de las manualidades (seguidores de la cultura DIY, del inglés “Do It Yourself”, o hazlo tú mismo), que aprovechan las ventajas de Internet para compartir creaciones e intercambiar conocimientos.

En la tendencia conviven abrigos creados a partir de guantes viejos con un precio de 15.000 dólares (unos 10.000 euros) hasta una corriente de consumidoras austeras que insisten en que no es necesario comprar nada nuevo en al menos medio año, tras la última compra.

Es un paso más allá de la compra vintage o de segunda mano; la moda a partir del rediseño consiste en convertir la ropa vieja -ya esté desgastada, pasada de moda o simplemente ignorada en el fondo del armario- en prendas novedosas.

Teniendo en cuenta que descartamos la mayor parte de nuestra ropa antes de que haya llegado siquiera a rasgarse, perder el color o ciertas propiedades del tejido -por ejemplo, los británicos y estadounidenses se deshacen de 68 libras (30 kilogramos) de ropa por persona y año-, los tejidos más respetuosos con el medio ambiente son los ya existentes que puedan reaprovecharse: la mayoría.

Mejor que la ropa orgánica

Cuando el diseñador estadounidense Nick Graham (el creador de los Joe Boxer, línea de ropa interior masculina que dio pie al nombre genérico “boxer”) empezó a reflexionar sobre la conveniencia de crear una colección sostenible, y rechazó el uso de tejidos ecológicos convencionales en favor del empleo de ropa usada como materia prima.

“Pensé primero en lanzar una línea con tejido orgánico, pero llegué a la conclusión de que era, en definitiva, un modo de fabricar más cosas. Es el modo norteamericano de decir que queremos más crecimiento pero, ¿qué ocurriría si creáramos una economía a partir de todo lo que ya hemos usado en alguna ocasión?”

Graham se unió a la asociación caritativa Goodwill Industries, que recoge y reparte ropa usada entre las capas más desfavorecidas en la Bahía de San Francisco, California, para crear la línea de ropa William Good.

Toda la ropa a la venta, tanto en la tienda abierta en San Francisco, así como por Internet, ha sido rediseñada con la ayuda de diseñadores de moda de la zona, a partir de las prendas usadas que la asociación Goodwill no consigue vender en sus tiendas. El 100% de los materiales empleados en la línea de ropa procede de ropa usada, a excepción de la etiqueta, donde se lee “Remade in the USA” (rehecho en los Estados Unidos).

Asimismo, una idea similar fue puesta en marcha en 2000 en el Reino Unido, cuando la organización TRAID (Reciclaje Textil para la Ayuda y el Desarrollo Internacional) empezó a reelaborar mercancía que no había podido vender en sus tiendas de caridad.

En la actualidad, la firma creada, TRAIDremade -que cuenta entre sus clientes a celebridades como la diseñadora Stella McCartney- no se dedica únicamente a reducir el malgasto, sino a crear piezas de moda únicas a partir de ropa desechada.

La diseñadora principal de la marca, Tracey Cliffe, explica la importancia de crear prendas únicas a partir de una interpretación de los estilos más actuales. “Cada pieza de ropa tiene que resultar especial, en tanto que prenda sin igual y seriada, y así alguien querrá comprarla. Contamos con cinco diseñadores que rediseñan camisetas y usan ropa de cama anticuada para crear vestidos y faldas, que después venden por entre 20 y 55 libras (entre 25 y 64 euros), en función de la dedicación necesaria”. TRAIDremade diseña y vende en tiendas de Londres y Brighton, y a través de Internet, en getethical.com.

Convertir un puñado de viejos guantes en un abrigo de alta costura

Rediseñar ropa usada puede sonar a algunos como algo antitético a la moda, pero el caso es que incluso la alta costura -quienes la nombran siempre cacarean su nombre en francés, “haute couture”-, con diseñadores como Martin Margiela, que trabajó para Jean-Paul Gaultier y acabó abriendo su propia tienda de ropa en París, tiene una línea de “prendas remodeladas a mano.”

Sus pasadas colecciones han incluido:

  • Un vestido confeccionado a partir de viejas bufandas de seda, pintado a mano, que requirió 75 horas de trabajo.
  • Una chaqueta de cuero hecha con viejos balones de fútbol -“Los balones son cortados, alisados y pegados sobre piel de un modo similar a su disposición junto a la cámara de aire de caucho del interior del balón-.”
  • Una gabardina creada usando cuatro viejos paraguas -“Los detalles originales, como el armazón de metal del paraguas, son mantenidos en el artículo acabado, mientras las correas de velcro se han convertido en la sujeción para la muñeca.”
  • Una chaqueta hecha de bandas elásticas: “Diversas anchuras y calidades de elásticos son trenzadas directamente sobre el maniquí para confeccionar la chaqueta.”
  • Una chaqueta a partir de una bolsa de paño: “Su revestimiento se ha usado para crear las mangas de la chaqueta. Los rebordes, ojales, ribetes, cremalleras y demás acabados se mantienen en el nuevo producto. Lo que era el asa del bolso es ahora el cinturón de la chaqueta.”
  • Pajaritas que han acabado siendo un vestido o un top.

El precio de los rediseños de Margiela se mueve en el rango de los miles de dólares -un abrigo confeccionado a base de viejos guantes en su colección de 2006 acabó vendiéndose por 15.124 dólares-, pero esta nueva corriente de diseño que toma lo viejo para crear prendas actuales ha sido adoptada en todos los rangos de calidad y precio.

Alta costura callejera para clientes como Gwen Stefani

Las diseñadoras Annika Sanders y Kerry Seager se adentraron en la corriente del rediseño tras viajar intensamente y observar la “prevalencia del reciclaje en ciudades como San Francisco y Tokyo y el ingenio que surge de la falta de recursos en lugares como Vietnam y Tailandia.”

Cuando empezaron a rehacer ropa para si mismas y a llevarla cuando salían de marcha por Londres a principios de los noventa, el concepto resultó tan popular que en 1997 lanzaron una línea de ropa creada a partir de prendas viejas.

En la actualidad, su línea Junky Styling ha sido calificada de “high fashion street couture” (algo así como “alta costura callejera”) por Vogue y es usada por celebridades como Gwen Stefani o, según los rumores -los diseñadores suelen ser discretos acerca de sus clientes-, Kate Moss, Sadie Frost y Sienna Miller son también clientes.

Parte de la línea Junky es prêt-à-porter, o artículos únicos, que son “reciclados a partir de la ropa de segunda mano de mejor calidad, que es deconstruida, cortada y transformada completamente en un nuevo producto que no ofrece pistas sobre la antigua identidad de los materiales.”

Los clientes que así lo deseen también pueden solicitar un “tratamiento quirúrgico” para rescatar del fondo de su armario ropero las prendas anticuadas o dañadas que, pese a estar ahí, no son usadas. Sanders y Seager se citan con los clientes interesados en un consulta personal, para averiguar con detalle qué quieren obtener de su atuendo; las diseñadoras cobran desde 30 libras -38 dólares- por recuperar un par de tejanos hasta 200 libras -256 euros- por reestructurar un conjunto de pantalón y chaqueta.

Sanders explicaba en qué consiste este proceso al Daily Mail, en 2006: “Tomamos todas sus medidas y les ofrecemos ideas basadas en lo que creemos que puede hacerse, en ocasiones añadiendo retales de nuestra propia colección. Seguimos un proceso que garantiza que toda la ropa es creada a medida, capaz de trabajar con piezas como una vieja camiseta y un par de tejanos, aunque también con un conjunto de tres piezas o un vestido de noche.”

Un vestido de novia a partir de viejas camisas de caballero

Las diseñadoras de la línea Junky no son los únicos profesionales rediseñando ropa a partir de viejas prendas. Alice Fogel es otra diseñadora en este campo, reconocida por trabajos como su propio vestido de boda, que confeccionó a partir de 22 camisas de algodón masculinas (que compró a peso, a 1,5 libras la libra, o 4 euros el kilogramo).

Fogel anima a los clientes de su firma Lyric Couture a que traigan sus prendas favoritas que se encuentren “manchadas, pasadas de moda o en mal estado, casi en estado harapiento” y así usarlas como base para una nueva pieza de ropa. La diseñadora enumera como métodos de actuación posibles para recuperar prendas “amadas que languidecen”:

  • Acortar o reducir.
  • Alargar o ampliar con el uso de retales.
  • Modificar mangas y escote.
  • Cambio de botones.
  • Superposición o reemplazo de áreas manchadas o especialmente dañadas.
  • Emblanquecer, decolorar, teñir, imprimir o pintar.
  • Reajustar y remodelar con zurcidos, costuras, remiendos, parches, etcétera.
  • Ornamentar o decorar con nuevas (¿viejas?) telas, encajes, hilos, etcétera.
  • Modificar el estilo o el tipo de prenda, como transformar un jersey en una rebeca.
  • Combinar varias piezas distintas en una sola prenda.

Las piezas de Lyric Couture, como ocurre con otros ejemplos de ropa rediseñada, son totalmente creadas a partir de materiales que ya existen, de modo que, como Fogel escribe en su sitio web, están “hechas sin usar pesticidas (como ocurre con el algodón y otras fibras “naturales”), petróleo (como los tejidos sintéticos), o trabajadores explotados (como la mayoría de la ropa “razonablemente barata”).”

Como Fogel, el equipo de Junky Styling garantiza que su ropa es de comercio justo, orgánica y producida éticamente. También aseguran representar todo aquello que la moda rápida (la llamada “fast fashion”) no puede ser:

  • Junky no se ajusta a las tendencias de la moda porque quiere promover diseños originales y atemporales y ofrecer a sus clientes un servicio de reparación de la ropa adquirida (lo que en algunos casos ha ayudado a que muchas prendas duren más de cinco años de uso intensivo).
  • El individuo es el centro de atención; en Junky aseguran que no hay dos piezas de ropa iguales en su colección: las piezas pueden ser cortadas con el mismo patrón, pero los tejidos usados como materia prima siempre serán diferentes.
  • Junky asegura intentar inspirar a todos sus clientes a que observen toda su ropa descartada y residuos con una nueva mirada y un ánimo capaz de ver recursos donde para otros sólo hay basura.

El reciclaje del fondo del armario puede variar desde la poco proactiva acción de deshacerse de todo lo que no se usa hasta pagar para recuperar prendas de ropa gastadas, dañadas o anticuadas en lugar de tirarlas.

Tal y como Helen Kirwan-Taylor explicaba en el Evening Standard en enero de 2008, un creciente número de “new thrifters” (una nueva generación de ciudadanos con inquietudes artísticas, capaces de crear nuevos productos usando viejos materiales) optan por conservar su ropa más tiempo, con la ayuda de profesionales. “Mis amigas solían compartir consejos de compra: ahora se ayudan e intercambian tarjetas de visita de costureras, zapateros, especialistas en cachemir, tintes y otros servicios de cuidado de la ropa.”

Con personajes públicos siguiendo esta tendencia -entre otras, Helena Bonham Carter, Sienna Miller y Kate Moss-, los nuevos aficionados a la ropa vieja se centran a menudo en la compra de prendas de ropa de gama alta que puedan llevar durante años.

Sam Robinson, dueño de la boutique Cross, en el londinense barrio de Notting Hill, explicaba a Kirwan-Taylor del Daily Mail que, en un momento en que la mayoría de la ropa dura alrededor de seis meses, él había llevado su abrigo Chloe de cachemir durante los últimos cinco años. “Cada año le doy un nuevo revestimiento. En mi caso, el sentido esencial del lujo consiste en tener algo para conservar.”

Un armario de ciclo cerrado

No todo el mundo puede permitirse un abrigo Chloe, pero la conservación de la ropa -a partir de su cuidado, rediseño, etcétera- no es necesariamente cara, especialmente si es la propia persona interesada quien lleva a cabo la mayoría de acciones que garanticen su máxima durabilidad. En los últimos tiempos, los amantes de la moda interesados en esta nueva tendencia han encontrado en Internet un aliado, al utilizarla para el intercambio y difusión de ideas.

En julio de 2006, la bloguera Alex Martin -tras el éxito de su experimento Little Brown Dress (llevó el vestido con este nombre durante 365 días)- se embarcó en el proyecto Recycled International Wardeobe (armario reciclado internacional), buscando “desintoxicarse de la moda”, debido a lo cual llevó ropa acumulada en su ropero hasta aquel momento -“reciclada, remezclada, refabricada”- durante un año entero.

“Llevé sólo cosas que hice yo misma (ropa, joyería, zapatos, ropa interior, bolsos y demás), usando como materia prima la ropa y los complementos que ya poseía: un círculo totalmente cerrado, con ropa y complementos reciclados en un 100% de mi propio armario”, explica en su blog. En la bitácora, aparecen fotos de ella misma en traje de baño, confeccionado a partir de una larga camiseta, pero su sitio consiste más en mostrar la idea y menos en ofrecer consejos prácticos de patronaje y confección.

Una promesa no comercial

Inspirada por el experimento de Martin consistente en llevar puesto un pequeño vestido marrón durante 365 días, aunque sin la voluntad de llegar al mismo extremo, la australiana Nichola Prested se conjuró a través de Internet para no comprar ni una sola pieza de ropa durante un año. “Estaba buscando maneras de ahorrar dinero y comportarme de un modo más ecológico… Ni estaba preparada para llevar el mismo vestido a diario, ni me podía permitir financieramente la compra de ropa orgánica y respetuosa con el medio ambiente.”

“También cosí mucho para mejorar mis habilidades costureras y, gracias a ello, se me ocurrió no comprar nada nuevo durante un año. Para afrontar la nueva realidad, me dediqué a rediseñar ropa que ya estaba en el armario o prendas de segunda mano, o a confeccionar la ropa desde cero, usando materiales nuevos y reciclados. Publiqué las distintas ideas en mi blog nikkishell, mientras me preguntaba si había alguien lo suficientemente loco para unirse a mi iniciativa; y me ha sorprendido la respuesta recibida.”

Gracias al interés de quienes quieren confeccionarse o rediseñar su propia ropa (la legión de aficionados al “Do It Yourself”), Nichola formalizó el éxito de su iniciativa con el lanzamiento del grupo on-line Wardrobe Refashion. Cualquier persona puede unirse al grupo, siempre que esté dispuesta a firmar este compromiso:

  • Yo [xxxxx] prometo abstenerme de la compra de “nuevos” artículos de ropa manufacturados, por el período de 2/4/6 meses. Me comprometo a reconfeccionar, renovar y reciclar prendas anteriormente queridas manipulando hilos y tejidos con mis propias manos durante la duración de mi contrato. Prometo que compartiré el cariño puesto en mi trabajo y publicaré una foto de mi prenda rediseñada, renovada, reciclada, elaborada o creada en el blog Wardrobe Refashion, de modo que otros puedan compartir la alegría que aporta esta actividad artesanal! Firmado [xxxxx].

El deseo impulsa la creatividad. Los seguidores de conservar y rediseñar la ropa ya existente en sus armarios muestran cómo hacer vestidos a partir de manteles y almohadas, y originales faldas surgidas de camisetas, cortinas, suéteres o pantalones de chándal.

El blog también se nutre de historias de rediseño radical a partir de prendas procedentes de tiempos pasados o ya superados. En marzo de 2008, la joven madre de familia de Filadelfia Ana Wulick publicó los resultados del rediseño de una camiseta procedente de tiempos personales más audaces y desenfadados.

“Esta camiseta solía ser la típica para marcar escote y mostrar el ombligo y demasiado reveladora. Pero el tejido es de una suavidad excepcional y me agrada su color lavanda, de manera que no podía deshacerme de él así como así. En lugar de tirarlo, usé el tejido extra de los puños para alargar la longitud de la cintura del jersey.”

No hay una sola pieza de ropa que sea pasada por alto. La rediseñadora de ropa de armario Aynex Mercado transformó una camiseta “demasiado ajustada” en ropa interior y publicó las “relativamente sencillas” instrucciones de la operación para que fueran copiadas por cualquier visitante del blog.

“Tomé un par de piezas de ropa interior que me gusta cómo quedan. A continuación, creé un patrón en papel tisú, corté la camiseta siguiendo la plantilla, la cosí, añadí cinta elástica en la cintura y los agujeros para las piernas y, finalmente, añadí una flor para hacer el diseño más atractivo. Es muy cómoda. En la cintura empleé una cinta elástica con el doble de grosor que en las piernas.”

El blog aparece en ocasiones como otros muchos sitios de manualidades y aficiones artesanales, aunque subyace un mensaje en la mayoría de las entradas de texto. Como Nichola explicaba a faircompanies por correo electrónico, se trata de un modo de animar a otras personas a abstenerse de las reglas marcadas por la moda corporativa, y sus desigualdades casi sistémicas.

“La meta es conseguir que el mayor número de personas posible deje de comprar ropa manufacturada, que en la mayoría de los casos es confeccionada en talleres clandestinos o en situación precaria, y lograr que reciclen y creen sus propios atuendos, ahorrando dinero (esperemos) y aprendiendo nuevas habilidades a lo largo del camino.”

Ya realicen sus propias creaciones o dejen a otros tomar las decisiones expertas por ellos, los rediseñadores parecen estar de acuerdo en que su modo de afrontar la moda genera un armario ropero con un impacto medioambiental mucho más bajo. Kate Goldwater, diseñadora y dueña de la firma AuH20, con sede en Manhattan, explicaba a faircompanies en un correo que su ropa tiene la huella de carbono más reducida posible.

“No uso algodón nuevo, ya sea orgánico o no, ni produzco ningún material, ni comercializo ningún tejido (procedente de soja, cáñamo, bambú o lo que sea), de modo que no se generan emisiones; y vivo en Nueva York, de modo que camino o cojo el metro para obtener los materiales que empleo, y tanto diseño como confecciono todo yo misma con las máquinas de coser que tengo sobre la mesa. Posteriormente vendo las prendas en mi tienda.”

Recursos para renovar el vestuario usando la misma ropa

Diseñadores de ropa vieja:

Rediseñadores y modificadores de prendas

Libros sobre cómo rediseñar las prendas de nuestro armario (tendencias DIY -Do It Yourself; libros en inglés):

Comunidades de Internet de rediseño, costura y confección:

Alteraciones y modificaciones a medida (“clothiers” personales):

Intercambio de prendas de ropa: