Convierten a cualquier consumidor en creador potencial de bienes y servicios. Gracias la impresión 3D (casera y de código abierto), pronto fabricaremos nuestros propios productos; también los tecnológicos. No hay excusa económica ni de espacio: si queremos, podemos.
La impresión 3D casera es una de las tecnologías que transformarán el modo de producir todo tipo de objetos. Al abaratar la fabricación de un objeto tridimensional único, consigue que producir una unidad sea tan rentable como hacerlo con miles.
Superando las economías de escala (y la deslocalización)
Las consecuencias de este avance podrían ser radicales: arrinconamiento de las economías de escala y florecimiento de talleres de “artesanía tecnológica” que devuelvan la actividad fabril (aunque a pequeña escala y de calidad, relacionada con el centro de las ciudades) a los grandes centros urbanos de Europa y Norteamérica.
Todavía estamos lejos de poder imprimir un violín Stradivarius, pero pronto será tan barato imprimir nuestra creación ante el cliente y en el centro de Barcelona, pongamos por caso, que depender de una fábrica asiática con la que hemos contactado a través de Alibaba.com.
Diseñar o descargar un diseño real desde el ordenador
La impresión 3D, consiste en fabricar un objeto tridimensional que hemos diseñado (o “descargado” de una página de diseños) previamente en el ordenador, superponiendo capas sucesivas de material. Consulta nuestro artículo Prepárate para diseñar y fabricar tus propios productos.
Las tecnologías avanzadas de impresión 3D son tan importantes porque permiten fabricar prototipos de producto e incluso productos acabados, a través de procesos de lectura de coordenadas tridimensionales que hasta hace unos años sólo se permitían los centros de diseño más avanzados de compañías químicas, de maquinaria y automovilísticas.
Con la nueva generación de impresoras 3D caseras, la mayoría de ellas de código abierto (que el usuario puede modificar y personalizar a su antojo, para adaptarlas a su actividad), la innovación tecnológica se acerca al taller del artesano y lo hace tan competitivo como una factoría.
El rápido avance de la “microfactoría”
Hasta ahora, la tendencia hacia mercados informales de consumidores-creadores se había extendido entre pioneros de tendencias (“early adopters“), usuarios de Internet avanzados y hackers.
Con la llegada de placas base de código abierto y sensores baratos y fáciles de usar, los consumidores-creadores se lanzan a crear cosas físicas: diseñando tanto bienes con alto contenido tecnológico como recuperando oficios y tradiciones artesanales, que mejoran con la nueva tecnología y cultura colaborativa.
Hace tiempo que el colapso de los mercados de crédito ha llegado a la economía real en Europa y Norteamérica, mientras nunca había sido boyante en países menos favorecidos. Los que optan por una mirada optimista hacia el futuro, se forman, preparan o trabajan en sus productos para aprovechar la nueva era de los inventores.
Llegan los hackers de productos físicos
Los nuevos inventores de bienes físicos (artesanos de los átomos) emulan a sus parientes los hackers (artesanos de los bits): desarrollo ágil con técnicas de ensayo y error; dedicación y cultura de emprendedor (perseverancia, tolerancia al error); uso de herramientas de código abierto y colaboración (crowdsourcing, o trabajo con ayuda remota; y crowdfunding, financiación colectiva); entre otros elementos de la caja de herramientas.
En el tránsito desde los productos tangibles hacia los productos con una historia detrás, el consumidor exigente -y que aprovecha las cosas al máximo– está dispuesto, por primera vez, a premiar la honestidad. En ocasiones, dar un buen servicio consiste en decir al cliente que no tiene la razón.
Crearse uno un puesto de trabajo puntero a medida
El fin del crédito fácil mantendrá la falta de liquidez afectará a los jóvenes y otros colectivos potencialmente más insolventes, y los subsidios temporales únicamente maquillarán el problema estructural. A falta de empleo, es el momento (o la oportunidad) para crear nuestro propio puesto de trabajo, quizá en nuestro sector de vocación.
La industria del futuro menos expuesta a las grandes tendencias mundiales (economías de escala, deslocalización, movimiento del epicentro de la economía mundial hacia Asia, con China en el centro) es la local, especializada y personalizada.
Los productos resistentes, bien diseñados, intemporales y que saben envejecer, con el carácter y poso del artesano (sea éste tecnológico o tradicional), son los más difíciles de producir a una fracción del precio en el otro punto del planeta.
Los nuevos artesanos: el producto con poso es difícil de copiar
Quienes se atrevan a fabricar sus propios productos están de enhorabuena, porque los expertos y la propia realidad coinciden: hay mercado para sus productos.
Es la hora de los artesanos del siglo XXI, con ideas frescas e intemporales para innovar y recuperar oficios.
Y en la caja de herramientas de esta nueva generación de hackers-artesanos, pioneros de una revolución productiva que revive las ideas libertarias sobre economía que sostuvo Mohandas Gandhi, guardan distintas herramientas. Se repiten, eso sí, algunas de ellas: como fuente de conocimiento y búsqueda de todo tipo de recursos, colaboración, etc., Internet.
Y la herramienta que promete dar forma a modelos diseñados por ordenador, como hasta hace poco podían sólo llevar a cabo los grandes centros de I+D+i, es la impresora 3D casera, a menudo de código abierto (el usuario y otras empresas pueden modificar a su antojo sus especificaciones).
Impresoras 3D caseras: un mundo de menestrales tecnificados
Las impresoras 3D caseras (consultar nuestros vídeos, artículo y fotogalería sobre la visita de *faircompanies a la sede de uno de los fabricantes de este tipo de dispositivos, la pequeña empresa de Brooklyn MakerBot) lo están haciendo: han convertido cualquier garaje o habitación en un centro de investigación y desarrollo con tanto potencial como cualquier otro.
Con herramientas como su actitud, relaciones físicas y por Internet, y herramientas asequibles como capacidad de computación e impresoras 3D, varias pequeñas empresas retarán en los próximos años a grandes compañías no sólo en sectores artesanales, sino en sectores tecnológicos punteros.
Como muestra de ello, emprendedores como Daniel Kim y su startup con sede en San Francisco, se atreve con el diseño de un girocoche eléctrico (un automóvil de 2 ruedas que se mantiene en equilibrio, o una motocicleta con giróscopos; según cómo se mire).
El cacharreo se vuelve serio
Nunca había sido tan factible, ni tan barato, combinar la afición por el cacharreo con la invención de nuevas tecnologías y productos. Las impresoras 3D caseras se encuentran entre el puñado de herramientas que dejarán obsoleto el monopolio de la industria centralizada y dependiente de grandes inversiones iniciales.
La impresión tridimensional casera que crear objetos individuales (únicos) sea tan barato como producir miles “y por tanto socava las economías de escala –sostiene The Economist-. Puede tener un impacto tan profundo en el mundo como el que atesoró la factoría…”.
“Del mismo modo que nadie pudo predecir el impacto del la máquina de vapor en 1750 -o la imprenta en 1450, o el transistor en 1950-, es imposible prever el impacto de la impresión 3D a largo plazo. Pero la tecnología está llegando, y es probable que altere todos los campos que toque”.
Cualquiera puede ser productor (no sólo consumidor)
Las ideas libertarias de Henry David Thoreau influyeron sobre los ideales económicos de Mohandas Gandhi, que reconoció que la manera de hacer frente a la economía centralizada del Imperio Británico, que dejaba a la India como productor de materias primas que eran luego enviadas a la metrópolis para producir bienes, era retornando a cada familia su dignidad económica.
Mohandas Gandhi soñó con una economía dominada por artesanos y creadores, capaces de confeccionar su propia ropa y productos de primera necesidad, para no depender de otros incluso para obtener sus khadi, o vestimenta tradicional.
Tecnologías como Internet y las impresoras 3D caseras van más allá del ideal de Gandhi, al promover que cualquier individuo, independientemente de su condición económica o social, o de su localización geográfica, sea capaz de competir con los mejores y más poderosos en igualdad de condiciones. Sin conformismos, si es así su deseo.
10 impresoras 3D caseras
Varios grupos de entusiastas del hardware libre y la impresión 3D, así como individuos a título personal y empresas, comercializan varios kits para que cualquier interesado pueda montarse su propia impresora 3D en casa o en el taller a un precio comprendido entre los 350 y los 1.800 dólares.
Buena parte del floreciente mercado de impresoras 3D se debe a la demanda de entusiastas que, al encontrar dificultades para lograr piezas y así montar sus propias impresoras 3D, decidieron publicar las especificaciones de sus dispositivos y, en ocasiones, han montado incluso una empresa, como la startup de Brooklyn MakerBot, fabricante de la impresora libre con el mismo nombre.
RepRap es un proyecto para fabricar una impresora 3D libre (licencia GNU General Public License), capaz de imprimir sus propias piezas y, por tanto, de replicarse.
El poder de RepRap
El proyecto RepRap (wiki) ha servido de base para crear 4 impresoras comerciales y kits derivados: Darwin (lanzada en marzo de 2007); Mendel (lanzada en octubre de 2009); Prusa Mendel (2010) y Huxley (también lanzada en 2010).
Las impresoras RepRap imprimen de momento componentes de plástico, pero el proyecto evoluciona pra que las impresoras basadas en sus especificaciones (de código abierto y reutilizables por otros) puedan imprimir placas de circuitería (como las placas madre de código abierto Arduino).
Varias compañías distribuyen impresoras 3D por kits. Además de la impresora MakerBot, se comercializan Thing-O-Matic, Ultimaker, Shapercube, Mosaic, además de las mencionadas Prusa y Huxley (basadas en RepRap).
Los kits más baratos son el kit de código abierto SeeMeCNC H-1 (350 dólares) y Printrbot (500 dólares), ambas derivadas de RepRap.
Servicios de impresión 3D bajo demanda
Asimismo, Ponoko y otras firmas que le siguen la estela (Kraftwurx, Shapeways, Sculpteo, i.materialise), ofrecen un servicio de impresión 3D bajo demanda y de bajo coste por Internet, abierto tanto a empresas como a consumidores finales.
Servicios como Ponoko permiten, por ejemplo, imprimir muebles que diseñemos nosotros mismos, algo así como una evolución bajo demanda de Ikea, (o la suma de Ikea y Amazon Web Services para los productos físicos).
Con estos servicios de impresión 3D en línea, cualquiera puede diseñar su objeto y publicarlo a la página. Su objeto es acto seguido producido en impresoras 3D industriales y enviado al consumidor.
10 impresoras 3D caseras (la mayoría de código abierto):
1. MakerBot
2. Thing-O-Matic (MakerBot)
3. Darwin (RepRap)
4. Mendel (RepRap)
5. Prusa (RepRap)
6. Huxley (RepRap)
7. SeeMeCNC H-1 (RepRap)
8. Printrbot (RepRap)
10. Shapercube (RepRap: wiki)
La impresión 3D casera va en serio. A los modelos basados en tecnología de código abierto, le seguirán modelos comerciales especializados en imprimir con materiales y a tamaños distintos, desde muñecos a circuitos, piezas para ensamblar robots o prótesis ortopédicas (quizá, en un futuro no muy lejano, tejidos y órganos).
Es sólo el comienzo.