Se acerca la fecha de lanzamiento de los primeros coches eléctricos con prestaciones similares a los modelos de gasolina y precio relativamente asequible, como el Nissan Leaf y sus competidores. De ahí que aumente la literatura sobre el cambio estructural que vive la industria del automóvil.
El New York Times explicaba recientemente que, una vez los primeros eléctricos asequibles lleguen a los concesionarios en Europa y Norteamérica, los consumidores analizarán cuestiones que hasta ahora han quedado en segundo plano: no queda claro qué valor conservarán los modelos eléctricos usados.
El mercado de vehículos de ocasión es un negocio multimillonario y global, que depende de la venta de modelos con una mecánica muy similar, cuyo valor objetivo puede ser establecido en función no sólo de la oferta y demanda, sino del estado del motor, el número de kilómetros, la fiabilidad y prestigio del modelo y marca en cuestión, etc. Se calcula que este mercado genera 370.000 millones de dólares al año en todo el mundo.
Coste real y valor residual
No obstante, según un informe de Glass Guide, en el Reino Unido, los fabricantes de modelos eléctricos deberán responder sin equívocos a preocupaciones del consumidor como la duración de la batería del vehículo y su rendimiento. En caso contrario, los modelos eléctricos, una vez adquiridos, conservarán un valor residual muy inferior al de vehículos equiparables gasolina o diésel. El mercado de segunda mano deberá convivir con modelos eléctricos.
El estudio cree que el vehículo eléctrico medio de los próximos años podría retener únicamente el 10% de su valor en el mercado 5 años después de su adquisición, lejos del 25% del valor que conservan de media los vehículos con motor de combustión en el mismo período.
Andy Carroll, director ejecutivo de Glass Guide, cree el mayor ritmo de depreciación de los vehículos eléctricos será una respuesta predecible del consumidor, que se informará de que las baterías tendrán una vida útil de 8 años, período tras el cual costará miles de euros reemplazarla.
El coche eléctrico necesita avances rápidos en baterías
Una vez la industria ha decidido que en los próximos años convivirán modelos con motor de combustión más eficientes, híbridos y eléctricos, la rapidez de la transición definitiva hacia vehículos eléctricos integrales dependerá de lo rápido que evolucione la batería, que depende de avances tecnológicos todavía en fase de experimentación, así como de los efectos de las economías de escala, que abaratan los bienes tecnológicos a medida que aumenta su producción.
Dickon Ross recuerda en The Guardian que las baterías actuales son todavía demasiado pesadas, caras y con una autonomía limitada. Idénticos inconvenientes a los esgrimidos por Henry Ford y Thomas Edison hace 100 años para justificar su fracaso en la producción de un Ford T eléctrico para las masas, un proyecto que estuvo a punto de llevarse a cabo, antes de caer en el olvido.
Los aparatos electrónicos e informáticos han padecido la limitación técnica de las baterías y han debido adaptar su diseño en consecuencia. Mientras la capacidad de proceso de datos ha aumentado en un 10.000% en los últimos 35 años, las baterías sólo han multiplicado por seis su rendimiento en relación con su peso y dimensiones en un siglo.
La Ley de Moore nunca llegó a las baterías eléctricas
Cualquier teléfono móvil inteligente actual ofrece mayor rendimiento que los ordenadores Pentium más potentes de hace menos de una década, pero la tecnología de su batería no es muy distinta a la batería de níquel y hierro que intentaba mejorar Thomas Edison en persona.
Las limitaciones de las baterías actuales podrían condicionar las ventas de los primeros modelos íntegramente eléctricos. Muchos conductores simplemente no optarían por modelos alternativos a los más experimentados diésel, de gasolina o incluso híbridos, hasta que disminuyan las diferencias en precio y rendimiento.
La Ley de Moore de las baterías eléctricas simplemente no se ha producido, y la mejora tecnológica que tendría que haberse fraguado en décadas debe evolucionar radicalmente en 5 años, para garantizar el éxito económico y comercial del coche eléctrico.
Se busca mejor batería
Los eléctricos aumentarían su atractivo al instante con una batería más ligera, económica, con mayor autonomía y con una vida útil que duplique al menos los 8 años de vida útil media actuales. ¿Es posible lograrlo en la presente década?
Compañías como Tesla Motors están dispuestas a intentarlo, con la fabricación primero de una berlina de gama alta y, más tarde, con la llegada de un compacto con carácter deportivo, que la firma posicionaría como una alternativa totalmente eléctrica al Volkswagen Golf y el Mini de BMW actuales. Aunque la firma de Silicon Valley no es la única que trabaja en una mejora lo suficientemente profunda en la tecnología de las baterías.
Las limitaciones de los modelos eléctricos que llegan ahora al mercado son similares a las que tenían los vehículos con motor de combustión en 1910, en cuanto a autonomía con una sola carga eléctrica, equivalente a la autonomía de un coche de gasolina con el depósito lleno.
Para equipararse a la autonomía y prestaciones de un vehículo compacto con vocación global, como el Volkswagen Golf, el Ford Focus o el Mini, un coche íntegramente eléctrico que usara la tecnología actual acarrearía una batería de iones de litio con un peso de 1.500 kilos, mientras el precio de sólo este componente superaría al de los modelos competidores de gasolina, diésel o híbridos.
Las buenas noticias: mayor concienciación y más ventas
No sólo hay datos descorazonadores. El coche eléctrico conserva intacta su proyección y ha consolidado su candidatura a suceder a los vehículos de explosión e híbridos en las próximas décadas, aunque la transición será tan lenta como dicte la propia evolución de las baterías.
Si bien las baterías tendrían que evolucionar rápidamente para que los coches eléctricos sean una opción de compra factible para el usuario medio, la preocupación de un creciente número de usuarios por el medio ambiente compensa el pesimismo con respecto a la limitación tecnológica actual.
En un informe reciente, la consultora J.D. Power argumenta que la concienciación medioambiental del gran público, alimentada en Estados Unidos por las consecuencias del vertido petrolífero de la plataforma de extracción Deepwater Horizon en el Golfo de México, repercutirá en mayores ventas de coches eléctricos.
Se espera que las ventas globales de coches hibridos e íntegramente eléctricos alcancen las 940.000 unidades en 2010, en comparación con 732.000 coches vendidos en 2009. Según J.D. Power, la progresión actual hará que, en 2015, se vendan 3 millones de unidades, una cifra que permitiría a los fabricantes que apuesten por estos modelos beneficiarse del descenso de precios en los componentes -sobre todo, las baterías- suscitado por las economías de escala.
El mayor mercado, en el país rico que más depende del vehículo privado
La consultora cree que el 55% del mercado de vehículos híbridos se concentrará en Estados Unidos en 2015, seguido de Japón y el resto del mercado asiático y relegando a Europa a la tercera posición. Hasta el momento, los principales fabricantes europeos, a excepción de Renault y Daimler, se han mantenido expectantes ante los modelos híbridos y han mostrado sus dudas ante el despliegue del coche totalmente eléctrico a corto plazo.
En el mercado de eléctricos, J.D. Power calcula ventas de 23.000 unidades en 2010, que alcanzarían 500.000 en 2015. La autonomía de la batería, por encima incluso del precio, vuelve a ser el principal inconveniente de estos modelos, según la consultora: “el Nissan Leaf y el Tesla Roadster tienen una autonomía con una carga de entre 100 y 250 millas (de 160 a 400 km), dependiendo del tamaño de la batería, mientras el Toyota Prius alcanza 600 millas (cerca de 1.000 km) de autonomía”.
Mejoras en el tiempo de recarga
La investigación en baterías eléctricas es uno de los sectores más dinámicos y prometedores de la inversión privada -también pública, sobre todo en China- en tecnologías limpias (conocidas como “cleantech” en entornos de innovación como Silicon Valley).
Si bien sigue sin existir un imparable ritmo evolutivo en el sector de las baterías que pueda compararse a la Ley de Moore en microprocesadores, llegan los primeros avances que aumentan el optimismo sobre la evolución de este componente esencial para los vehículos eléctricos.
Destaca el trabajo de empresas y centros de investigación en reducir el tiempo necesario para recargar la totalidad o, al menos, una parte sustancial de las baterías. Hasta hace unos años, eran necesarias varias horas de recarga constante para volver a usar una batería.
Por ejemplo, Tesla Motors promete para su futura berlina de gama alta Model S una recarga del 80% de la batería en 30 minutos, una técnica de carga rápida que la firma ya ha bautizado como QuickCharge.
Recargar el 50% de la batería en 3 minutos
La empresa JFE Engineering ha desarrollado estaciones de auto-recarga que pueden ser instaladas en aparcamientos públicos y privados y prometen recargar el 50% de la batería en sólo 3 minutos, un tiempo no muy superior al de llenar el depósito de gasolina o gasóleo.
En 5 minutos, la recarga de la batería alcanza el 70%, según JFE Engineering. No obstante, y como Tesla Motors ya ha anunciado que ofrecerá para el Model S, recargar el 80% requiere 30 minutos.
JFE Engineering cree que sus “surtidores” para coches eléctricos e híbridos enchufables estarán listos para ser instalados en marzo de 2011 en los aparcamientos de tiendas y supermercados de Japón. El precio de los cargadores se mantendrá elevado al principio, hasta su popularización: la empresa lo sitúa en 60.000 dólares.
La eterna promesa de los nanotubos de carbono
La expresión “nanotubos de carbono” suena a futuro. Si, además, ésta se conjuga en la misma frase con MIT, siglas del instituto tecnológico más conocido del mundo, el avance en cuestión tiene todo el atractivo que requieren las reseñas sobre cualquier avance tecnológico.
Como no podría ser de otro modo, varios equipos de investigación del MIT trabajan en aplicar los campos experimentales más prometedores al coche eléctrico y, sobre todo, a las baterías. Desde el MIT aseguran haber creado un electrodo positivo compuesto por nanotubos de carbono que permitiría a las baterías de iones de litio generar 10 veces más electricidad que una batería convencional.
Los investigadores de este proyecto estiman que, si los electrodos de nanotubos de carbono son producidos a escala industrial, aumentarían ostensiblemente la autonomía de los vehículos eléctricos, hasta equipararla e incluso superar a la de los modelos de combustión o híbridos.
Una empresa privada que ya trabaja en la tecnología disruptora
La eterna promesa relacionada con los nanotubos de carbono puede hacerse realidad más pronto de lo que los incrédulos y detractores del coche eléctrico creen.
Por de pronto, los investigadores del MIT ya han licenciado la nueva tecnología a una compañía de baterías eléctricas de la que no se ha desvelado el nombre y que experimenta con distintos métodos que permitan aplicar una solución de nanotubos a un sustrato que permita usar los nuevos electrodos de cara a una eventual -y próxima- producción en masa.
La compañía que logre fabricar una batería fiable, asequible y con una autonomía 10 veces superior a la actual acaparará un mercado inacabable y será premiada por los mercados como ninguna otra desde la instauración de la autarquía del petróleo en el sector del vehículo privado.