Tasmania está separa del resto de Australia desde la última glaciación. Su clima templado y húmedo y su aislamiento favoreció la proliferación de especies endémicas, que convivieron sin sobresaltos con el ser humano hasta la llegada de los pobladores europeos.
Tasmania lucha ahora por preservar sus riquezas naturales; para conseguirlo, debe hacer frente al grupo de presión maderero y ganadero. Nicolás Boullosa habla en este vídeo sobre el conservacionismo desde el parque de Cradle Mountain-Lake St Clair (lo de “cradle” -cuna- viene de la forma de esta montaña, que a muchos catalanes recordará al Pedraforca), declarada Patrimonio de la Humanidad.