La construcción prefabricada modular surgió a mediados del siglo XIX para facilitar viviendas baratas que llegaban por correo a lugares apartados e inhóspitos.
Entre 1850 y 1950, muchos emprendedores apostaron por la construcción residencial prefabricada y modular. Su previsto avance radical no fue tal, no sólo por cuestiones técnicas, aspiracionales y de coste: modelos de negocio tan burocráticos como conservadores promovieron la prevalencia de la construcción convencional.
El resultado del ostracismo de la construcción modular llegó a partir de mediados del siglo XX: viviendas cada vez más grandes y convencionales en Norteamérica, apartadas de los diseños más avanzados de mediados del siglo XX (mid-century modern); y apartamentos cada vez más convencionales en Europa y el resto del mundo.
La construcción barata y modular, más allá de casas “tract” y “trailer parks”
En los márgenes de la sociedad, las casas “tract” y las caravanas en “trailer parks” se convirtieron en la cara poco amable de las viviendas asequibles, donde destacaban la ausencia de diseños y materiales de calidad.
En los últimos años, la crisis inmobiliaria y fenómenos como la inestabilidad laboral, el acceso flexible al bienestar, la cultura colaborativa y las aspiraciones de una vida más sencilla reviven el interés por un urbanismo más rápido, más flexible y menos rígido, así como viviendas pequeñas y prefabricadas que no renuncien ni a la calidad ni al factor aspiracional.
Vivir en una pequeña vivienda prefabricada puede ser atractivo para amplias capas y no sólo para los más desfavorecidos: estudiantes, artistas, nómadas urbanos y personas retiradas, entre otras tipologías, aparecen a menudo en las historias que Kirsten Dirksen cubre con sus vídeos para su canal en YouTube y *faircompanies.
En busca del Macintosh de la construcción “prefab” modular
¿Ha llegado el momento de que la construcción residencial tenga su propio momento Macintosh, ese producto tecnológico que “invente” la construcción prefabricada moderna? ¿O habrá que esperar a que las viviendas se conviertan en “habitáculos como servicio”, el próximo paso de los servicios tecnológicos bajo demanda?
El Macintosh fue el primer ordenador personal comercial con interfaz gráfica de usuario moderna y, en cierto modo, es también pionero del iPhone. No existe un equivalente en construcción residencial, un tipo de construcción prefabricada modular con potencial de estándar para el futuro.
(Imagen: tras la II Guerra Mundial, algunos constructores trataron de adaptar los cobertizos Quonset en viviendas)
No hay, en definitiva, un sistema modular que, usando piezas “estándar” -ensamblajes, contenedores logísticos, etc.-, permita edificar con seguridad, estética, personalización y bajo coste.
Uso y distribución bajo demanda y servicios en malla
Antes de que las viviendas prefabricadas de bajo coste puedan equipararse a mercados virtuales de uso bajo demanda como la computación en la nube representada por Amazon Web Services (AWS, donde el usuario paga por lo que usa, sin “poseer” máquinas sino capacidad de servicio), se requieren zonas con un urbanismo viable más dinámico y rápido (“lean”), donde atractivas viviendas prefabricadas creen nuevas realidades.
En cuanto al funcionamiento de una red de servicios en comunidades con nuevos edificios modulares, hay ejemplos de distribución de cargas y costes con resultados prometedores en entornos como Internet.
Es el caso de las redes en malla (“mesh”), que ofrecen pistas el funcionamiento hipotético de una estructura compleja donde cada vivienda o edificio de viviendas se conectaría al resto de viviendas para compartir así sus servicios.
Las redes en malla no requieren servicios centralizados; asimismo, cuando falla un nodo, el servicio no desaparece en el resto de la red. Entre los inconvenientes, destacan el precio de coste y la posible sobrecarga de la red en entornos con elevada densidad de población.
Innovar con ideas rompedoras en un sector hiperregulado
Los primeros pasos de una nueva cultura residencial son experimentales y se producen en los márgenes de la arquitectura: tanto en su base (con viviendas mínimas que no tienen el estatus legal de “vivienda”) como en la cúspide, si ésta es representada por los modelos más futuristas de grandes arquitectos.
(Imagen: anuncio de prensa en los años 50 sobre el sistema prefabricado modular Techbuilt de Carl Koch)
El hiperregulado sector de la construcción residencial se adapta a una nueva época con retos hasta ahora secundarios: afrontar los acontecimientos de clima extremo, así como la movilidad y precariedad de los más jóvenes.
Desde finales del siglo XIX, varios inventores y empresas han diseñado materiales y estándares para obtener viviendas atractivas, seguras y económicas por el mínimo precio de coste.
Tan futurista y postapocalíptico como pueda sonar, las primeras viviendas prefabricadas de la historia trataban de solucionar retos similares a las prefabricadas y sistemas de construcción modular del futuro: construir lugares memorables a prueba de entornos inhóspitos con la mínima inversión posible en tiempo, dinero y materiales.
Experimentando en territorios de Frontera: la vivienda de Henry Manning
Los territorios de Frontera más relacionados con las metrópolis más industrializadas aportaron el entorno e interés necesarios para crear los primeros sistemas prefabricados en construcción residencial:
- primero fueron lejanas colonias del Imperio Británico con escaso acceso a materiales económicos de construcción, sobre todo madera, así como ciudades edificadas en torno a centros de recursos -relacionados con industrias extractivas como la minería o la silvicultura- en el Oeste estadounidense;
- ya en el siglo XX, las dos guerras mundiales incentivaron la segunda oleada de innovaciones en construcción residencial prefabricada, a partir de los avances en construcción modular como hospitales de campaña y hangares: países, arquitectos e inventores compitieron por diseñar casas baratas, seguras y fácilmente transportables tanto para territorios en conflicto como para reconstruir la Europa devastada tras la II Guerra Mundial.
La primera casa prefabricada anunciada de la que se tiene constancia era la casa de campo para entornos rurares remotos Manning Portable Cottage. El carpintero londinense Henry Manning diseñó una casa que se armaba en componentes fácilmente empaquetables, destinada a emigrantes británicos en Australia.
El anuncio de la vivienda de Manning, enviada sin montar desde la metrópolis, apareció en el South Australian Record en 1837, en el otro extremo del Imperio Británico.
Casas de madera con instrucciones a lo IKEA… hace 150 años
En los años siguientes, varios empresarios emularon a Manning, al observar que había mercado y que los costes de producción y envío a lugares como Australia se reducirían si las factorías se localizaban en lugares madereros del Imperio más próximos al mercado potencial, creando un sistema de producción, distribución y ensamblaje precursor a lo que representa IKEA en la actualidad, con una salvedad: hablamos de casas prefabricadas ensambladas por el comprador, no mobiliario y complementos.
En 1853, año en que Australia importó más casas prefabricadas con instrucciones de ensamblaje, se registraron varios centenares en distintos lugares de la colonia en el momento en que trataba de abandonar su tórrido pasado como presidio británico en las antípodas.
(Imagen: especial “prefab” de Los Angeles Times con una casa Techbuilt por Carl Koch en portada)
Los distintos modelos prefabricados que se ensamblaron procedían de lugares como Liverpool, Boston o Singapur, y sirvieron al Imperio Británico para ensayar sus primeros edificios modulares de campaña, testeados en la Guerra de Crimea en 1855.
Por qué las casas prefabricadas no eclosionaron con los bienes de consumo
Nos encontramos todavía a medio siglo de que la producción industrial creara el mercado de bienes de consumo de masas más allá de las tradicionales industrias de la época victoriana: textil hogar, vajillas y complementos.
Son invenciones de la época la madera de contrachapado y las estructuras económicas de acero, usadas en ventanales y escaleras de incendio en el Nueva York que surge imparable a inicios del siglo XX. Los nuevos materiales abarataban todavía más muchos procesos y facilitaban tanto el ensamblaje como el envío, a partir de producciones centralizadas.
Otro territorio de Frontera, el Oeste estadounidense, impulsó las innovaciones en construcción modular prefabricada, coincidiendo con la inmigración espoleada por la Fiebre del oro.
Siguiendo el modelo de ensamblaje de piezas modulares de madera del carpintero londinense Henry Manning y gracias la expansión hacia el Pacífico del Ferrocarril, vertebrador del país, los pioneros del Oeste compraban a menudo casas prefabricadas construidas de manera centralizada en la Costa Este y el Medio Oeste, que se enviaban por correo y sin ensamblar, como cualquier otra mercancía.
Tecnología modular en entornos bélicos
La casa prefabricada más exitosa anterior a las guerras mundiales fue la comercializada por Sears, Roebuck and Co. en 1908: se encargaba por catálogo, llegaba desmontada en piezas y el proceso de montaje era complejo, pero costaba dos terceras partes menos que una casa convencional de iguales características. Se vendieron 100.000 unidades.
La idea de aplicar los principios de las economías de escala a la construcción residencial es, por tanto, tan vieja como la propia producción industrial.
Sobre el papel, una vez comprobados los beneficios de la producción en masa, los edificios prefabricados y fácilmente ensamblables eran apenas un paso más… Pero la historia ha sido algo más complicada y las casas son un pequeño nicho a menudo confundido con la escasa calidad, el totalitarismo y las poblaciones marginales.
No siempre ha sido así. El esfuerzo tecnológico de la I Guerra Mundial, un desastre humano sin precedentes en la historia y el inicio del internacionalismo como objetivo europeo a largo plazo para evitar lo que se volvería a producir 20 años después, también aceleró tecnologías que marcarían el siglo XX, desde el transporte motorizado pesado a la aviación.
La era de los cobertizos de acero corrugado: Nissen (I Guerra Mundial)
La I Guerra Mundial también originó el icónico, económico, resistente, fácil de transportar y ensamblar diseño de las naves metálicas de campaña Nissen, diseñada por el mayor de los Ingenieros Reales del ejército británico Peter Norman Nissen entre el 16 y el 16 de abril de 1916.
Las “Nissen hut” eran naves semicilíndricas compuestas por una estructura metálica arqueada algo más que una circunferencia en su base, y recubierta a continuación de acero corrugado. La sencillez del concepto y su fácil producción y ensamblaje extendieron su uso en instalaciones militares y durante la II Guerra Mundial.
El cobertizo de metal corrugado fue diseñado a partir de un encargo gubernamental con varias consideraciones:
- tenía que ser económico, para que su producción en masa fuera posible incluso durante la escasez de materiales en contiendas bélicas;
- fácil y eficiente de transportar en momentos en que la falta de espacio y el racionamiento de combustible demandaban economía en masa y volumen.
- el resultado fue una estructura metálica que podía empaquetarse en un vagón de armamento y ensamblada por seis operarios en cuatro horas (el menor tiempo de ensamblaje registrado: 1 hora y 27 minutos).
La adaptación estadounidense: cobertizos Quonset
El apogeo de la economía de guerra a principios de los 40 del siglo XX logró en Estados Unidos lo que el New Deal no había conseguido por completo durante la Gran Depresión: millones de puestos de trabajo en la economía productiva.
Estados Unidos se inspiró en la nave de campaña Nissen para diseñar su propia estructura semicilíndrica de metal corrugado, la nave Quonset, fabricada -como los primeros kits de viviendas prefabricadas que se enviaban en tren a los compradores del Oeste durante la Fiebre del Oro- en la Costa Este (en Quonset Point, Rhode Island).
Estados Unidos no decidió crear sus propias naves de campaña de acero corrugado hasta 1941, año en que se produjo el ataque a Pearl Harbor. Las Quonset se parecían tanto a las Nissen por la economía, sencillez, resistencia, facilidad de transporte y ensamblaje del diseño.
(Imagen: diagrama de la “yurta metálica futurista” diseñada por Buckminster Fuller, Dymaxion Deployment Unit, DDU)
Eran más resistentes que las Nissen, incluían ventanas laterales y su interior estaba aislado y recubierto de madera prensada, mientras que el frontal y fondo semicilíndricos, que incluían ventanas y puerta, estaban recubiertos de madera contrachapada.
La compañía que fabricó los Quonset, fundada por George A. Fuller, arquitecto y constructor fallecido en 1900 a quien se acredita la invención de los rascacielos y las innovaciones en construcción que aceleraron su uso, optó por un interior flexible que pudiera adaptarse al uso deseado en cuestión de horas.
Los cobertizos Nissen y Quonset en época de paz
Entre los usos más corrientes en períodos y zonas de conflicto: barracas, letrinas, oficina, centro médico y dental, celdas de aislamiento, viviendas castrenses, panaderías y colmados, etc.
Los cobertizos Nissen y Quonset se convirtieron en icónicos y varios emprendedores trataron de adaptarlos para tiempos de paz después de la II Guerra Mundial, con adaptaciones -también prefabricadas- que convertían a ambos edificios prefabricados en viviendas de dos plantas.
La compañía Nissen-Petren Ltd. adaptó los cobertizos Nissen en viviendas en localidades británicas como Yeovil, en Somerset, al suroeste de Inglaterra. Los prototipos de viviendas prefabricadas a partir de naves Nissen se acabaron en 1925 y costaban 513 libras, 160 libras más del coste estimado.
Australia, cuya escasez de materiales, aislamiento geográfico y estrechos lazos con la metrópolis británica, volvió a experimentar con adaptaciones Nissen para el mercado doméstico, un siglo después de que llegaran las primeras prefabricadas de madera. Se edificaron 50 Nissen en North Belmont (suburbio de Newcastle, New South Wales) para acoger a familias inmigrantes británicas después de la II Guerra Mundial.
Cobertizos de acero corrugado reconvertidos en viviendas
Las casas Nissen-Petren incluían lavadero, baño, aseo, despensa, sala de estar y un dormitorio en la planta baja, con dos dormitorios adicionales en una segunda planta. Su coste, superior al estimado, jugó en contra de su adopción.
Las naves Quonset fueron también readaptados después de la II Guerra Mundial, convertidos casi siempre en graneros y cobertizos de trabajo en zonas rurales. Las revistas Home Beautiful y Popular Mechanics incluyeron en la época detallados artículos sobre cómo readaptar los cobertizos para el uso doméstico.
El diseño semicilíndrico fue criticado por su aspecto peculiar, así como el diseño ovalado de las paredes, que creaba ángulos muertos difíciles de justificar: mobiliario y otros utensilios estaban concebidos para ángulos rectos.
Las casas “prefab” pequeñas, baratas y modulares de dos genios futuristas
El esfuerzo tecnológico y armamentístico inspiró también innovaciones en construcción prefabricada más allá de las semicilíndricas Nissen y Quonset. Dos arquitectos, uno en Estados Unidos –Richard Buckminster Fuller– y otro en Francia –Jean Prouvé-, recibieron el encargo de sus respectivos gobiernos para crear pequeñas viviendas prefabricadas económicas, seguras, fáciles de transportar, ensamblar y desensamblar.
A diferencia de los cobertizos Nissen y Quonset, las pequeñas viviendas diseñados por Fuller y Prouvé, con diseños de planta muy diferentes, abandonaban la estructura de cobertizo convencional y aumentaban su atractivo estético, pensando en su uso en época de paz.
Bucky Fuller desarrolló en los años 30 diseños futuristas interdisciplinares con los que quería avanzar radicalmente (inventar, más que realizar mejoras incrementales) en construcción, transporte, diseño industrial y otros campos.
A partir del concepto “Dymaxion” (abreviación silábica de “máxima tensión dinámica”), Fuller desarrolló un vehículo aerodinámico (el Dymaxion car), precursor de la furgoneta Volkswagen Tipo 2.
Dymaxion Deployment Unit: una yurta futurista de acero corrugado
En 1940, a partir de sus diseños de vivienda circular (Dymaxion house), Fuller ideó la DDU (Dymaxion Deployment Unit), o modelo de campaña de sus viviendas con estructura circular de metal corrugado y estética próxima a una yurta futurista.
Las DDU, con diseño a prueba de impactos, incorporaban una apertura superior a modo de ventilación, ventanas que recordaban escotillas de barco y aislamiento interior de contrachapado, así como mobiliario moderno y un sistema de compartimentos con cortinas.
En 1942, el ejército estadounidense encargó 200 unidades de su vivienda de campaña experimental para disponer de ellas tan rápido como fuera posible, coincidiendo con la entrada de Estados Unidos en la II Guerra Mundial. Fabricadas por Butler Manufacturing a un coste de 1.250 dólares por unidad, fueron enviadas y ensambladas en campamentos bélicos estadounidenses de todo el mundo.
El aspecto futurista y el material empleado en los modelos Dymaxion, así como un diseño interior minimalista y poco apto para la compartimentación, evitaron que el diseño se popularizara en Estados Unidos en época de paz.
Más de 70 años después, las memorables DDU pueden verse en lugares tan inverosímiles como el pueblo fantasma de Terlingua, en West Texas, reconvertido en una comunidad utópica autogestionada donde se reconstruyen antiguas casas y aparecen caravanas o incluso una réplica de la Dymaxion Deployment Unit.
Una casa moderna, minimalista, montable/desmontable en 1 día
Otro visionario, el diseñador, trabajador metalúrgico y arquitecto autodidacta Jean Prouvé concibió sus propias casas prefabricadas para atender a un encargo del gobierno francés al fin de la II Guerra Mundial.
La idea era alojar a familias afectadas por la contienda en el mínimo tiempo, con la mínima inversión y las máximas comodidades posibles.
Así nació Maison Démontable, casa prefabricada y modular con distintos tamaños, diseñada y producida por Prouvé en su propia factoría de Nancy. La sencillez, agudeza, elegancia minimalista y robustez de Maison Démontable ha convertido los modelos originales, 70 años después, en buscadas piezas de coleccionista.
Sobreviven varias unidades de versiones en otras dimensiones, desde la más pequeña concebida por Prouvé (6×6 metros) a la más grande, con planta rectangular (24×8 metros).
Prouvé diseñó mobiliario moderno que todavía fabrica y comercializa Vitra. Sus elegantes casas transportables en palés convencionales y capaces de ser ensambladas por un pequeño grupo de adultos en una jornada, no han seguido la misma suerte y apenas son apreciadas por los entusiastas del polímata francés.
Más allá de las microcasas prefabricadas DDU y Maison Démontable
La Maison Démontable tenía una planta cuadrada estructurada en torno a un armazón de acero que confluía a través del tejado en un único soporte central: dos estilizados pilares de acero dispuestos como un compás en el centro del espacio interior sin tabicar.
Los rieles de acero, separados cada uno por un metro, permitían insertar las láminas de madera en el suelo, las paredes y el tejado, para cubrir así la estructura en apenas unas horas.
Pese al encargo del gobierno francés, apenas se erigieron unas decenas de las 160 que planeaba fabricar inicialmente Prouvé.
La yurta futurista Dymaxion Deployment Unit y la micro-casa moderna minimalista Maison Démontable son viviendas prefabricadas modulares cuyos creadores soñaron con producir en cadena.
DDU y Maison Démontable son la culminación de una era en que la escasez de materiales y la voluntad de obtener la máxima utilidad con el mínimo coste y material lograba resultados espectaculares, gracias a la participación de polímatas de primera fila como Buckminster Fuller y Jean Prouvé, más interesados en crear nuevas soluciones para grandes problemas que en dedicar su carrera a grandes proyectos faraónicos, como buena parte de los arquitectos estrella de la actualidad.
Oportunidad: falta de innovación real en construcción residencial
En la actualidad, el acceso a la vivienda por amantes de la vida sencilla, nuevas realidades familiares y jóvenes con un futuro laboral no garantizado han impulsado fenómenos como el “nomadismo” urbano (compartir apartamento), las casas pequeñas, el neorruralismo o el acceso flexible al bienestar (usar bajo demanda a través de servicios colaborativos).
El emprendedor, inversor de capital riesgo y autor de Silicon Valley Peter Thiel recuerda en su ensayo Zero to One que uno de los fenómenos que explicarían el estancamiento laboral y tecnológico actual, si exceptuamos las tecnologías de la información, es la falta de ideas rompedoras que creen mercados nuevos.
Lo que faltaría, según Thiel, es la ingenuidad y el talento de creadores totales precursores de Steve Jobs como el propio Jean Prouvé, a quien The New York Times dedicó un artículo en 2012 destacando su compromiso con todo el proceso industrial al estilo de los primeros inventores: desde la mesa de diseño hasta la propia distribución y ensamblaje.
Como el propio Steve Jobs antes de la era de las deslocalizaciones, cuando solía pasearse por la fábrica de Apple y controlar hasta el último detalle, Prouvé había aprendido desde su época de artesano que la mejor manera de crear un buen producto industrial consistía en seguir todo su desarrollo. Cuando hacían falta herramientas que no existían, Prouvé las creaba o adaptada herramientas ya existentes.
Más servicio, menos material
En la actualidad, cuando se habla de la softwarización de las cosas, los diseños por ordenador distan a menudo miles de kilómetros de los grandes centros de producción. Tecnologías como las impresoras 3D y fresadoras de control numérico (CNC) caseras prometen convertir a quien se lo proponga en Bucky Fullers o Jean Prouvés en potencia.
Uno de los mercados que demanda soluciones rompedoras, ajenas a la situación de estancamiento burocrático y técnico existente, es el de la construcción prefabricada residencial, dominado por la personalización y el rediseño de conceptos y modelos ya existentes.
Las primeras transformaciones de cobertizos Nissen y Quonset en viviendas, ofrecen pistas sobre el futuro de la arquitectura modular para el mercado residencial: un diseño a prueba de catástrofes naturales y clima extremo.
El nuevo territorio de Frontera para el avance de innovaciones en viviendas prefabricadas y modulares son los territorios más inhóspitos de la tierra, tales como la Antártida, las zonas desérticas y los altiplanos más apartados e inhóspitos, así como alta mar (quizá, con ciudades flotantes) y las profundidades del océano (el único lugar superficial de nuestro astro apenas explorado).
Aprendiendo de los innovadores: el urbanismo efímero de Burning Man
Rod Garrett, planificador urbanístico de Burning Man (una compleja ciudad informal en el desierto de Nevada levantada cada año en apenas unas horas y desmantelada días después), representa una nueva manera, más orgánica y parecida a las redes en malla, de entender el urbanismo.
Burning man demuestra que es posible posibilitar un mínimo urbanismo viable desde el que expandir viviendas y servicios en tiempos muy reducidos, siempre que existan la preparación y predisposición para crear y situar viviendas y estructuras.
Desde mediados del siglo XIX, muchos emprendedores creen que la manera de facilitar el acceso a viviendas que garanticen una mínima calidad al mínimo coste consiste en prefabricarlas.
Actualmente, es más sencillo que en el pasado acceder a materiales desechados que pueden convertirse en materia prima de los nuevos edificios, o incluso en un estándar de la construcción prefabricada.
¿Es el contenedor logístico la pieza LEGO del futuro “prefab”?
El contenedor logístico, por ejemplo, es fácilmente transportable por mar y carretera, manipulable por grúas y fácilmente apilable. Con la producción bajo demanda y el retorno de algunas manufacturas a lugares próximos a los consumidores, se cree que muchos contenedores caerán en desuso, lo que permitiría su uso en construcción.
En consistencia con las ideas futuristas de Buckminster Fuller y Jean Prouvé, quienes creían en viviendas prefabricadas, atractivas, sencillas y económicas, tanto para épocas y zonas de conflicto como para entornos en dificultades, los contenedores logísticos podrían ser la “pieza modular estándar” que se espera en el rígido y sobrerregulado sector de la construcción.
El contenedor logístico y/o procesos de ensamblaje de módulos prefabricados podrían convertirse para la “mínima construcción viable” (o construcción “lean”, en terminología startup) en lo que la medida del tatami es al ideal proporcional japonés (“ken“).
No hay Ley de Moore (de momento)
Sea como fuere, construir será más barato, sencillo y rápido en la frontera del sector residencial, el espacio llamado a experimentar hasta lograr avances de innovación en el tradicional ladrillo similares a los que consiguió la informática con la evolución de los microprocesadores (“ley de Moore“) y el avance en consonancia del software.
En los próximos años habrá propuestas que equivalgan a una Ley de Moore, un hardware y un software de la construcción modular y prefabricada residencial.
Ideas (y limitaciones) del pasado: 10 casas prefabricadas modulares
A continuación mencionamos 10 viviendas prefabricadas históricas como inspiración para el sistema prefabricado del futuro.
1. Casa de Ernest Franklin Hodgson Company (Dover, Massachusetts, 1894–1944)
2. Cobertizo Nissen por Peter Norman Nissen (1916, Reino Unido)
3. Cobertizo Quonset por George A. Fuller Co. (1941, Rhode Island, Estados Unidos)
4. Kupferhaus (casa para Hirsch Kupfer, centro) por Robert Krafft, Friedrich Förster y Walter Gropius (Eberswalde, Alemania, 1931–1934).
5. Dymaxion Deployment Unit (DDU) por Buckminster Fuller, (1940-1942)
6. Maison Démontable por Jean Prouvé (Nancy, Francia, 1945)
7. Casa Vultee por Edward Larrabee Barnes y Henry Dreyfuss (San Diego, California, 1947)
8. Casa Techbuilt para Techbuilt Inc. por Carl Koch (Cambridge, Massachusetts, 1954–1967)
9. Casa pequeña prefabricada LoftCube (420 pies cuadrados, 39 metros cuadrados) por LoftCube GmbH (Munich, Alemania)
10. Mod House por Prebuilt (Victoria, Australia)