Construir pabellones para el cobijo, el recreo, la contemplación exterior (jardín, paisaje) desde el interior (pequeño abrigo introspectivo que protege al individuo de la intemperie), precede a la arquitectura como disciplina.
Los pabellones, relacionados por antigüedad, tradición y uso al edificio interpretado como abrigo esencial humano ante la intemperie, representan tanto lo que Marco Vitruvio llamó “cabaña primitiva”, como la figura básica para experimentar en arquitectura.
Observando el interior de uno mismo para conocer mejor el universo
Pasado y futuro se funden mejor en un pabellón que en cualquier otro tipo de edificio, al considerarse todavía una “unidad de arquitectura” que se presta a experimentar, interpretar y proyectar lo introspectivo.
Son, en definitiva, representantes de la visión humana del universo, representando en el mundo físico conceptos como “ecología” (de “oikos”, casa en griego; y “logos”, disciplina o estudio). Observamos el universo desde nuestra techumbre básica, independientemente del momento histórico, la etnia, la cultura o el lugar.
(Imagen: Cobertizo DIY de materiales reciclados creado por un aficionado a los “shed” -Powys, Gales, Reino Unido-)
Pabellones en Oriente
En la tradición oriental, la función y el estilo de los pabellones evolucionó con la cosmogonía de sus constructores y visitantes: partiendo de chozos o cobertizos básicos de culturas ancestrales como la China de las primeras dinastías o el Japón del prolongado período neolítico Jōmon.
Las tres doctrinas chinas, que abarcan -a diferencia de la tradición occidental- tanto religión como filosofía, influyeron la construcción de pequeños edificios para contemplar la transitoriedad de la existencia y la conexión entre el individuo y lo circundante (panteísmo).
Confucianismo, budismo y taoísmo promovieron jardines con pabellones, así como pequeños edificios aislados para descansar en cruces de caminos y lugares con cierta significación -religiosa, comercial, etc.-.
Pabellones para contemplar la naturaleza domesticada… o cruda
Ambos tipos de pabellón, en jardines y lugares aislados que requerían cierto recogimiento, sirvieron de entorno físico a la ceremonia del té, que evolucionó regionalmente en distintas culturas medievales Extremo Oriente, adaptándose a la idiosincrasia de los pueblos de Asia Central, China, Nepal, Corea o Japón.
En Asia, pabellones de introspección en jardines o lugares aislados, así como pabellones de té, conservaron pese a las diferencias regionales un común denominador, tanto en su diseño como en su uso:
- diseño: sencillez, acabados ásperos, celebración del envejecimiento y las irregularidades de materiales humildes (madera, bambú), considerados una representación de la transitoriedad de la existencia;
- concepto: representación a pequeña escala de lo esencial de un edificio humano, como si un pabellón debiera acoger lo básico de todos los edificios humanos (concepto presente en la naturaleza, en forma de fractales, y la filosofía);
- uso: entablar una relación entre la percepción humana -lo introspectivo- y lo circundante, a través de un humilde puesto de observación, tal y como se observa en las ideas panteístas de filosofías y religiones.
Pabellones en Occidente: de las casas de aperos ancestrales a los pabellones ilustrados
Los orígenes del pabellón en la tradición occidental son similares, si bien los pabellones para contemplar la naturaleza desde un lugar abrigado se extendieron en Europa y las colonias ya en la Época Moderna.
Estos pabellones de recreo, caza u observación mantuvieron su prestigio entre las clases privilegiadas hasta tiempos recientes.
Los pabellones en cruces de caminos y lugares aislados, usados tanto como cobertizos de recogimiento como para almacenar herramientas -casas de aperos- remontan sus orígenes hasta los inicios del neolítico en lugares como la ribera mediterránea.
(Imagen: Pabellón introspectivo diseñado por Nathalie de Leval para el diseñador Paul Smith -campiña inglesa, Reino Unido-)
Estos pequeños cobertizos y casas de aperos emplean a menudo en su estructura piedra y cantos rodados apartados de la zona de cultivo, y a menudo cuentan con planta circular, si bien también aprovechan accidentes -cuevas, hendiduras, muros medianeros y de bancales, etc.- para guarecer el edificio.
Contemplación interna… y exterior
Ambos usos de los pabellones esenciales en Occidente -tanto el cobijo destinado al recreo introspectivo de los pabellones en jardines, como el uso de un chozo esencial para guarecerse uno mismo y las herramientas de la intemperie lejos de casa, cuando se trata de casas de apero y cobertizos de trabajo-, convergen en los usos modernos de las pequeñas casas y cabañas.
Ya estén erigidas en medio de la naturaleza o en el patio trasero, estas cabañas y pabellones mantienen su aspecto esencial se emplean como lugares para desconectar de lo cotidiano y explorar tanto lo interior (introspección) como lo exterior (naturaleza, jardín) y la conexión interpretativa de ambos mundos (panteísmo, o proyección de nuestro interior en lo universal, como ya teorizaban los filósofos clásicos).
En arquitectura, un pabellón (del francés “pavillon”, a su vez del latín “papilio” se refiere tanto a las estructuras simples e individuales que se erigen a poca distancia de un edificio o residencia principales, como a estructuras construidas con intención de aprovechar una vista.
Edificios para inspirar la revisión interior
Tanto la primera modalidad, a menudo en entornos ajardinados (o, en las últimas décadas, junto a piscinas y otros servicios de recreo al aire libre), como la segunda, a menudo en parajes naturales, el edificio pretende generar un “estado de ánimo”.
Los pabellones se relacionan, por tanto, con lo introspectivo y nuestra proyección con lo circundante también en Occidente, sobre todo desde la Ilustración, aunque las casas de apero y cabañas para guarecerse en lugares apartados conectan con las construcciones más modernas.
(Imagen: Pabellón L’observatoire por CLP Architects -Alsacia, Francia-)
En arquitectura y paisajismo, los pabellones suelen ser el complemento que, en términos semánticos, enfatiza o culmina una composición -una vivienda o edificio principal, edificios aledaños, jardín y pabellón-.
Edificios pequeños protegidos y sin estatus
Los pabellones franceses y españoles, las “casinas” italianas y las casas de retiro introspectivo británicas se popularizaron en el siglo XVIII, coincidiendo con las ideas ilustradas; en los siglos XIX y XX, a medida que se consolidaba una clase media en el Reino Unido, los pabellones aparecieron en residencias menos acomodadas.
También en el siglo XIX, coincidiendo con la reacción contra el neoclasicismo de finales del XVII y el XVIII, las ideas románticas favorecieron la conservación y recuperación de pequeños pabellones y construcciones tradicionales.
Los “shed” adquirieron el mismo prestigio en el Reino Unido que lograron otros pequeños edificios rústicos, aunque con otro uso: los hórreos o graneros tradicionales sobre pilares en la España atlántica (Asturias, León, Galicia y, en menor medida, Cantabria y Vascongadas).
El arte de armar un cobertizo a base de trastos inservibles
Los “shed” han evolucionado en el Reino Unido, el norte de Europa y Norteamérica como pabellones sin pretensiones estéticas ni espirituales, dedicados a una introspección activa y práctica: son cobertizos, tinglados o chozos para desarrollar una afición, lejos del ajetreo en el interior de la vivienda o en el trabajo.
En el Reino Unido, los cobertizos usados como taller o lugar de recogimiento forman parte de la cultura y señas de identidad; auspiciados por un clima que invita a realizar actividades bajo cubierto y al prestigio de aficiones individuales, los “shed” británicos compiten incluso en concursos.
Eso sí, como cualquier pabellón, los cobertizos mantienen su sencillez primigenia, sin importar el poder adquisitivo de su propietario.
El diseñador inglés Paul Smith sintetiza en qué consiste la “cultura shed”: “Mi idea de un cobertizo real consiste en uno hecho a base de trastos encontrados y reciclados y a continuación armados por ti mismo porque eres un manitas”.
Intemporalidad para cobijar las dudas del filosofeo (aunque sea de andar por casa)
Partiendo de la definición de Paul Smith, símbolo del diseño industrial y la alta costura con acento inglés y, por tanto, atento desde hace décadas a las tendencias, el valor y la percepción social de materiales y objetos, el equivalente español a un cobertizo británico sería el cobertizo o casa de aperos erigida en el huerto familiar con materiales sobrantes para respirar aire puro durante el fin de semana.
Las casas de aperos mediterráneas basculan entre el concepto de Paul Smith -en esencia, una barraca áspera, sencilla, digna- y la solidez intemporal de las casas de aperos tradicionales, a menudo circulares y de piedra, abrigos supervivientes de maneras de hacer a menudo anteriores a la romanización.
No es casual que las bienales arquitectónicas y centros de diseño con más prestigio del mundo elijan el pabellón como unidad constructiva para experimentar y mostrar las últimas ideas y tendencias en conceptos, formas, texturas, materiales.
Revisitando la cabaña primitiva de Vitruvio
Los pabellones continúan siendo, por tanto, lo más primitivo y contemporáneo, edificios simples que rinden tributo al ideario panteísta de las culturas neolíticas y parecen residir en su propia dimensión arquitectónica, en la que confluyen con el arte y la introspección.
Como ya aventuraba Marco Vitruvio, el pabellón (o la “cabaña primitiva”) es el tipo edificio más próximo al ideal arquitectónico (el templo clásico griego, según él). Esta es, al menos, la interpretación neoclásica de los pabellones e ideas de Vitruvio.
(Imagen: Templo de Agua por Kieran Donnellan -twelveplus- -Ljubljana, Eslovenia-)
Los pabellones están más cerca de la intersección entre arquitectura y arte: escultura, pintura, dramaturgia (performances), etc.
A muchos escultores les ha costado separar su obra de la techumbre que les cobija mientras están trabajando, hasta el punto de otorgar a algunas esculturas la función de pabellones y a la inversa.
Sobre los oficios de escribir y leer
Sin olvidar la conexión entre artistas conceptuales y sus cobertizos. El escritor Roald Dahl lo exponía así: “Voy a mi pequeño pabellón, apretado, oscuro y cálido, y en cuestión de minutos puedo volver de nuevo a cuando tenía seis o siete u ocho años”.
La lectura, la contemplación y la divagación han encontrado en los cobertizos un lugar prolífico. Alexis de Tocqueville se sorprendía del equipamiento cultural que cualquier chozo de pionero albergaba en la Frontera del siglo XIX en Estados Unidos, donde los aventureros observaban la naturaleza en su estado primigenio.
El autor de La democracia en América escribía: “Difícilmente hay una cabaña de pionero que no contenga un puñado de viejos volúmenes de Shakespeare. Recuerdo haber leído por primera vez el drama feudal de Enrique V en un cobertizo de troncos”.
Lo cultural y lo manual, lo sofisticado y lo esencial se dan la mano en los pabellones contemporáneos, una vez sacudidos de manierismos victorianos y atentos de nuevo a su esencia: la contemplación del universo a través de la profundización en uno mismo, mediante un edificio sencillo, desnudo, áspero, tan transitorio como la propia existencia.
10 pabellones contemporáneos que inspiran la exploración interior y exterior
1. Pabellón de ladrillo abovedado en “volta catalana” Bricktopia por Map13 (Barcelona)
2. Pabellón observatorio Jeffry’s House por Emily Mannion y Thomas O’Brien (Donegal, Irlanda)
3. Cubo de cristal para la ceremonia del té por Hiroshi Sugimoto (Bienal de Venecia 2014)
4. Pabellón de madera y contrachapado en paisaje montañoso Signal Ethique por Arnaud Huart (Puy de Dôme, Francia)
5. Pabellón costero con fachada de tejuelas de espejo Breath Box por NAS Architecture (La Grande Motte, Francia)
6. Torre de “ladrillos biológicos cultivados” -micelios y maíz- Hy-Fi por The Living para el evento MOMA PS1 (Nueva York)
7. Retiro forestal de madera y contrachapado sobre roca por Uhlik Architekti (Bohemia central, República Checa)
8. Pabellón con bóveda de fibra de carbono emulando el caparazón de escarabajos ICD-ITKE por ingenieros de la Universidad de Stuttgart (Stuttgart, Alemania)
9. Pabellón translúcido en forma de crisálida futurista Serpentine Gallery por Smiljan Radić (Londres)
10. Chozos de madera basados en técnicas tradicionales finlandesas por Anssi Lassila (Bienal de Venecia 2014)