Desde Futurama, la exposición curada por Norman Bel Geddes sobre la ciudad del futuro en la Exposición Universal de Nueva York de 1939, arquitectos, diseñadores y futurólogos han imaginado la ciudad del futuro: “la metrópolis en 1960”.
Futurama mostraba una megalópolis con extensos suburbios y vías rápidas que priorizaban el uso del automóvil, adelantándose al modelo que se consolidaría en Estados Unidos al finalizar la II Guerra Mundial.
Cuando los suburbios residenciales eran una mera visión urbanística
Futurama anteponía a cualquier otro objetivo, tal y como explicaba Bel Geddes en la época, “la seguridad, el confort, la velocidad y la economía”, con un flujo constante de vehículos a través de una extensa red viaria.
Ciudades, zonas residenciales, negocios y ocio girarían en las décadas siguientes en torno a esta visión, aunque el sueño de Bel Geddes se trasladó a la realidad sin las mejoras prometidas, como la desaparición de las congestiones de tráfico, o el predominio de viandantes en zonas de tráfico restringido.
Los límites del urbanismo ilustrado
La arquitectura moderna de mediados del siglo XX también se interesó por la ciudad del futuro. Los modelos de planificación urbanística racional surgidos de la Ilustración se habían inspirado en el diseño en cuadrícula aplicado ya por Hipodamo de Mileto en el puerto de la Atenas Clásica, o por Nerón en la reconstrucción de Roma tras un gran incendio.
(Imagen: Taliesin West, residencia-escuela de arquitectura de verano creada por Frank Lloyd Wright en el desierto de Arizona)
Para los griegos, la lógica de la simetría matemática lograba el equilibrio urbano y proyectaba una aspiración racional sobre los ciudadanos que vivían en trazados como el hipodámico (en honor a su creador).
El urbanismo ilustrado de París, San Petersburgo o el Ensanche barcelonés, entre muchos otros, se inspiran en los ideales de la Ilustración, siguen relaciones numéricas similares al trazado hipodámico, así como los planes urbanísticos de ciudades coloniales como Lima o Montevideo.
Revisitando el pastoralismo de Thomas Jefferson
Norteamérica, donde el urbanismo alcanzaba nuevas cotas en torno a Nueva York a principios del siglo XX, fue una de las instigadoras de nuevos modelos de urbanismo, concentrando la actividad económica en centros urbanos y promoviendo suburbios basados, en buena parte, en las ideas pastoralistas del propio Thomas Jefferson, que creía en un urbanismo de baja densidad, algo así como un ruralismo ilustrado donde cada unidad familiar dispusiera de una casa y terreno para cultivar.
Para Jefferson, ciudades densas y poco proclives al trabajo y la actividad física conducían a la corrupción urbanística y de sus ciudadanos. En el futuro, pensaba Jefferson, las mega-ciudades darían pie a distopías de incalculables dimensiones. En su mente, aparecería una versión demodé de la Metrópolis de Fritz Lang.
Así que el polímata de Virginia explicó a James Madison: “Creo que nuestros gobiernos permanecerán virtuosos durante siglos siempre que se mantengan agrarios (…)”.
(Imagen: Taliesin West, fotografiado en nuestro reciente viaje por el Suroeste de Estados Unidos explorando el futuro del urbanismo)
La propia Constitución de Estados Unidos no menciona particularidades ni cita a ciudades y villas, mientras concede poder explícito a los Estados, y estos últimos logran más poder aumentando la población y, por ende los representantes, una fórmula que, según algunos arquitectos, facilitó la expansión suburbial en Estados Unidos y explicaría buena parte de su baja densidad urbanística.
Planificación centralizada y espíritu individualista
Ya en el siglo XX y después de Futurama, arquitectos y futurólogos expusieron sus propias ideas al respecto: mientras el arquitecto orgánico Frank Lloyd Wright creía en un modelo de ciudad oxigenado, fundido con el entorno natural y dependiente del vehículo privado para los desplazamientos, otro reconocido arquitecto moderno, Le Corbusier, ambicionaba una ciudad racional diseñada de manera centralizada.
Si el ideal de la arquitectura orgánica de Frank Lloyd Wright se acomodaba a la extensión, los paisajes y el individualismo de Estados Unidos, los principales arquitectos europeos optaron por la planificación centralizada en la época de los totalitarismos.
(Imagen: también visitamos la Arcosanti, “arcología” o ciudad-edificio autosuficiente creada por Paolo Soleri en el desierto de Arizona)
La arquitectura moderna no logró superar de manera radical las ideas sobre urbanismo que la Ilustración había recuperado de la Época Clásica, ni adoptar de manera exitosa el híbrido entre ideal agrario jeffersoniano -baja densidad y unidades familiares prósperas viviendo en un generoso terreno- y la utopía suburbana de vías rápidas sin congestión de tráfico soñadas por Bel Geddes en Futurama.
Urbanismo “mid-century modern”: el sueño perdido de diseño y precio asequibles
La arquitectura moderna brilló a mediados del siglo XX alejada del urbanismo alternativo o a pie de calle, al centrarse en el academicismo:
- tanto en proyectos con diseño centralizado, tales como la poco densa, monumental y burocrática Brasilia, una equilibrada utopía de cemento concebida por Oscar Niemeyer;
- como en proyectos residenciales a pequeña escala y encargos individuales, desde barrios de casas amplias, luminosas y diáfanas a precios asequibles de los nuevos suburbios de Estados Unidos a mediados del siglo XX (el ahora de nuevo reconocido estilo residencial “mid-century modern” de las casas Neutra, Eichler, Alexander, etc.), a encargos particulares (viviendas como Fallingwater de Lloyd Wright -1935-, o la Casa Farnsworth de Ludwig Mies van der Rohe -1951-).
El propio Frank Lloyd Wright, el arquitecto y futurólogo Buckminster Fuller y el arquitecto italiano afincado en Estados Unidos Paolo Soleri se enzarzaron desde mediados del siglo XX en una conversación informal sobre el futuro del urbanismo y su relación con lo circundante, retos ya presentes en la Grecia de Pericles.
De las microcasas baratas de Jean Prouvé y Buckminster Fuller al “lean urbanism”
Acabada la II Guerra Mundial, estos y otros arquitectos (por ejemplo, Jean Prouvé en Francia, diseñador de casas pequeñas modulares para zonas en reconstrucción, proyecto similar a otro de Buckminster Fuller en Estados Unidos, sus casas baratas para zonas en conflicto, con planta cilíndrica de acero corrugado y aspecto de yurta), se lanzaron a experimentar un nuevo tipo de urbanismo.
El urbanismo alternativo de estos arquitectos implicaba a individuos y comunidades en el diseño de ciudades. Se iniciaba así la conversación que derivaría en las principales teorías sobre urbanismo de finales del siglo XX e inicios del XXI:
1. Arcología
Icono contracultural, filósofo, arquitecto, futurólogo y discípulo de Frank Lloyd Wright, el italiano Paolo Soleri eligió el inclemente desierto de Arizona para llevar la experimentación arquitectónica a una nueva escala.
Para ello, Soleri creó Arcosanti, ciudad-modelo autogestionada situada en un collado del áspero desierto de Arizona.
(Imagen: vista parcial del anfiteatro descubierto de Arcosanti)
Como Lloyd Wright y Eero Saarinen, principales representantes de la arquitectura orgánica, Soleri creía que la arquitectura y el urbanismo debían resolver la relación entre el ser humano y la naturaleza con mayor equilibrio estético y medioambiental.
Siguiendo la estela de Antoni Gaudí o Lloyd Wright, entre otros, Paolo Soleri no se conformó con la comodidad de la arquitectura convencional en boga en cada momento.
Soleri creía que la cohabitación humana debía conducir a modelos más compactos, con espacios de varias capas, dimensiones y usos en lugar de un inacabable manto urbanístico que ocupe y transforme la naturaleza sin vuelta atrás.
(Imagen: extremo de poniente de Arcosanti, en pleno desierto de Arizona)
Inspirado por las artes plásticas, la naturaleza y la filosofía, Soleri acudió a la escuela de arquitectura de Frank Lloyd Wright en Taliesin West y permaneció allí un año y medio.
Allí desarrolló el concepto de Arcología, edificios-ciudad integrados en el entorno y autosuficientes, algo así como un híbrido y una ciudad:
- la ciudad-edificio es el escenario donde transcurre la cohabitación entre personas y entre éstas y la naturaleza circundante, donde nace el “urbanismo”;
- la población de una arcología es más cercana a la de una ciudad que a la de una mera construcción convencional, y tanto el edificio como la población asumen funciones tradicionales de una población, como depurar residuos, crear y distribuir energía, transporte, distribución, seguridad.
El Nuevo Urbanismo de Jane Jacobs recupera algunas ideas de Thomas Jefferson acerca del equilibrio entre densidad urbanística y espacios verdes, tanto individuales como públicos.
Entre sus muchos intereses, el polímata Jefferson era arquitecto, e ideó técnicas de planificación tales como plazas cívicas de planta cuadricular accesibles desde las cuadras adyacentes.
El Nuevo Urbanismo promueve barrios peatonales con densidad media capaces de combinar distintos tipos de vivienda y trabajos en la zona, servicios variados, etc.
Desde inicios de los 80, el concepto de Nuevo Urbanismo ha influido nuevos barrios en Norteamérica y el resto del mundo, pero también ha suscitado algunas críticas.
Concepto relacionado con el de “crecimiento inteligente”, e inspirado a su vez en las tesis del Nuevo Urbanismo; abona por combinar planificación urbanística centralizada y transporte público que aumente la densidad en centros urbanos compactos y peatonales para evitar las consecuencias no deseadas de los extensos suburbios de baja densidad.
En Europa se usan términos como “ciudad compacta” o “intensificación urbanística” para referirse a ideas similares.
(Imagen: entrada a Arcosanti)
El “crecimiento inteligente” prioriza las consideraciones de crecimiento y equilibrio urbanístico a largo plazo, en detrimento de los intereses a corto plazo de construir más allá de la ciudad.
4. Urbanismo “Lean” o “mínimo urbanismo viable“
El arquitecto estadounidense Andrés Duany aprovecha su experiencia como experto y promotor del Nuevo Urbanismo para explorar alternativas de los extensos suburbios residenciales surgidos tras la II Guerra Mundial.
Andrés Duany cree que es posible aplicar en el urbanismo y el desarrollo de barrios y comunidades un modelo similar al empleado en servicios de Internet: incremental, iterativo, que aprenda a través del ensayo-error y el uso real de los residentes.
Partiendo de la idea iterativa de “lean startup”, Duany cree que la arquitectura y el urbanismo necesitan recuperar su esencia y atender a las necesidades y soluciones adecuadas para residentes y comunidad en cada caso, y no adaptarse a lo que requieran modas importadas o códigos de edificación a menudo basados en convenciones de otras épocas y mentalidades.
Andrés Duany cree que los códigos de edificación han perdido su sentido originario: garantizar la seguridad y la habitabilidad de viviendas y barrios, para transformarse en impedimentos para la experimentación en técnicas, tamaños, uso de materiales, etc.
El “mínimo urbanismo viable” o “lean urbanism” estaría a medio camino entre el urbanismo libertario, promovido por los habitantes de una comunidad por iniciativa propia, y el Nuevo Urbanismo que él mismo ha promocionado en las últimas décadas junto a Jane Jacobs y otros.
En relación a la idea de “lean urbanism”, el editor de Silicon Valley Tim O’Reilly se pregunta cuál es el “mínimo producto viable” de la renovación urbanística, comparando la cultura de desarrollo ágil en el mundo tecnológico con las futuras viviendas, barrios y ciudades.
5. Urbanismo táctico o “guerrilla urbanism”
Internet ha transformado el urbanismo táctico o “urbanismo de guerrilla”, que fomenta la colaboración ciudadana para realizar intervenciones de mejoría de barrios y ciudades a partir del conocimiento acumulado sobre problemas y situaciones, y lo hace más efectivo.
Gracias a la Internet colaborativa, el urbanismo táctico se convierte en urbanismo generado por los usuarios.
Información elaborada, recabada y analizada usando aplicaciones colaborativas derivaría en intervenciones efectivas, según la tesis del urbanismo táctico.
Comparte origen y muchos objetivos con el “lean urbanism”, al tratarse de una variante idealista del Nuevo Urbanismo.
El Nuevo Peatonalismo no se conforma con crear barrios más densos, vibrantes, social y económicamente diversos, sino que reduce radicalmente el papel del automóvil en las ciudades, destinando las principales arterias al tránsito a pie y en bicicleta.
A diferencia del automóvil, el transporte individual de bajo impacto (ir a pie o en bicicleta) mejora el estado físico y anímico de los habitantes, expone el artista estadounidense Michael E. Arth, promotor de la tesis.
7. Neo-pastoralismo
Desde que el polímata estadounidnse Aldo Leopold escribiera en 1949 A Sand County Almanac, varios arquitectos han abogado por un nuevo pastoralismo que evite la desaparición de la vida salvaje.
El Nuevo Pastoralismo promueve la protección de entornos naturales con métodos de construcción como la fórmula legal empleada en Estados Unidos de “conservation easement” (servidumbre de conservación), o el derecho a edificar una casa o barrio en unos terrenos de interés natural a cambio de proteger la mayoría de los terrenos, restaurar o mantener entornos de interés natural:
- mejorando la calidad del agua;
- perpetuando y tutelando el crecimiento de un bosque saludable;
- manteniendo y mejorando la vida salvaje y los corredores migratorios;
- protegiendo paisajes autóctonos;
- realizando actividades agrarias y forestales equilibradas.