Nuestro modo de trabajar y consumir cambia a marchas forzadas. La crisis persiste, pero varios autores vaticinan que las manufacturas vuelven a los países ricos, transformadas en productos-servicio, difíciles de copiar y con pequeñas tiradas.
El futuro industrial se parece cada día más al imaginado por Mohandas Gandhi cuando, oponiéndose a la producción centralizada de manufacturas británica, concibió un sistema de producción descentralizado, capilar e individual, con productos de calidad y pequeña tirada.
De la rueca de Mohandas Gandhi a la III Revolución Industrial
Su rueca fue el símbolo de este movimiento de protesta que ahora, no obstante, podría servir de modelo de la III Revolución Industrial, tal y como ha sido augurada por distintos medios y expertos.
No hay empleo de calidad para todos en el mundo rico, pronosticaba Jeremy Rifkin en El fin del trabajo (1995) y vuelven a hacerlo en 2012 los autores Andrew McAfee (ver charla en TED Talks) y Erik Brynjolfsson en el ensayo Race Against the Machine.
Rifkin creía que la escasez de trabajo y el aumento de la competitividad forzarían a los gobiernos a reducir o flexibilizar la jornada para todos sus trabajadores y, así, mantener ocupado al máximo porcentaje posible de la población activa.
El trabajo que no volverá (y el que nacerá)
No ha funcionado en muchos países desarrollados, sobre todo en los menos competitivos y más proclives a recuperar competitividad en momentos de profunda crisis, como el actual, usando la manera más dramática de lograrlo con rapidez: despidiendo a gente.
Incluso los países más competitivos, donde varias ocupaciones alcanzan el pleno empleo, cuentan con legiones de trabajadores con pobres expectativas: los jóvenes y los adultos peor formados se llevan la peor parte.
Andrew McAfee es optimista sobre el futuro y -expone en Race Against the Machine-, cree que la Revolución Digital acelerará la innovación, la productividad y la flexibilidad.
Habrá perdedores, pero surgirán tantos ganadores que retornará la holgura económica para que las sociedades conserven la protección social de los más desfavorecidos.
El gran estancamiento
Pero no será fácil, como el economista y bloguero en Marginal Revolution Tyler Cowen expone en el ensayo The Great Stagnation (el gran estancamiento), donde argumenta que, esta vez, el empleo y la prosperidad no se recuperarán con facilidad en lugares como Estados Unidos.
Tendencias tecnológicas como Internet y el abaratamiento de la mecanización, cada vez más sofisticada, así como la competencia industrial de los países emergentes, sugieren, en principio, menos empleos en los países ricos y más trabajo mecanizado.
No tiene por qué ser así. Quizá no se trate de repartir un trabajo cada vez más escaso, como exponía Rifkin en 1995, ni de renunciar a los avances tecnológicos y a la robótica, rememorando la actitud de los luditas ante las primeras máquinas, debido al cambio tecnológico que explica Andrew McAfee.
La solución está más cercana a la exhortación de Tyler Cowen en The Great Stagnation: si el crecimiento económico se ha deprimido en los últimos 30 años en Estados Unidos y el mundo desarrollado en general, la manera de recuperarlo consiste en fomentar la innovación y aprender de los aciertos de los modelos industriales más resistentes a la deslocalización.
Un nuevo orden industrial, esta vez individualista
Este nuevo orden industrial devolvería el dinamismo de las manufacturas, o parte de él -la parte más suculenta y con mayor margen para no renunciar a estándares-, a las ciudades más dinámicas de Europa, Norteamérica o Japón, cunas de la I y la II Revolución Industrial.
Exponen Tyler Cowen, James Tien o The Economist que la III Revolución Industrial integrará por primera vez la producción de bienes y servicios.
Los productos-como-servicio y tendencias como la impresión aditiva bajo demanda fomentarán el fenómeno de la personalización y los bienes con una historia detrás, pensados, creados y producidos cerca de sus futuros consumidores.
Productos-como-servicio personalizados, hechos bajo demanda
Con productos más personalizados, realizados bajo demanda y usando el poso de conocimiento de la cultura local, las economías de escala (producir grandes cantidades en enormes factorías para reducir costes) perderán su sentido.
Habrá, por tanto, un efecto boomerang y muchos productos serán manufacturados y personalizados cerca de donde han sido concebidos, siguiendo el ejemplo de Zara o las empresas alemanas de alto valor añadido (algunas ya fabrican todos sus productos en una única línea de ensamblaje, lo que les permite trabajar bajo demanda).
Superadas las economías de escala, la producción de los bienes-como-servicio, un tipo de producto que integrará tanto conocimiento y valor en la venta y el seguimiento de su vida útil que en el propio bien físico, volverá a pequeños talleres de especialistas, similares a los talleres gremiales previos a la Revolución Industrial.
Viejos edificios industriales con nuevos inquilinos
Los artesanos-hacker, o expertos productores de manufacturas en los países ricos, ocupan poco a poco edificios de oficinas y viejos talleres de lugares simbólicos de la industria del pasado, tales como Williamsburg, en Brooklyn (Nueva York) o Ciutat Vella y Poble Nou, en Barcelona.
Las factorías-nicho de artesanos-hacker llamadas a recuperar la industria de bienes de consumo en los países ricos no llegarán solas. Su propio concepto implica respeto por la educación continua, la innovación, el riesgo, la fuerza de voluntad y la capacidad de introspección, ingredientes de los que se sirvieron los grandes emprendedores polímatas de generaciones precedentes, desde Edison y Ford hasta Steve Jobs.
Elogio de la ingenuidad y la creatividad
¿Qué importancia tienen la fuerza de voluntad o la capacidad de introspección en los creadores de estas empresas-nicho que retornen las manufacturas a los países ricos?
Jeremy Rifkin, Andrew McAfee y Erik Brynjolfsson, así como Tyler Cowen, James Tien o The Economist inciden en que la única receta es dura y carece de instantaneidad: más innovación y flexibilidad, recuperar la mirada creativa e ingenua de los polímatas e inventores de todos los tiempos. Combinar ingredientes que no aparecen juntos en ningún manual para novatos.
Industria local y especializada: el ejemplo de Gandhi
La industria del futuro puede ser más local, especializada y personalizada, si atiende a algunas de las ideas económicas expuestas por Mohandas Gandhi:
- superación del materialismo más maniqueo;
- fomento del conocimiento, el crecimiento espiritual y la autosuficiencia del individuo que, promoviendo su propio bienestar, contribuye a la sociedad;
- rechazo de la lucha de clases y la queja violenta, ni siquiera en nombre de los más desfavorecidos;
- promoción de la introspección y las libertades individuales;
- vida sencilla y digna: influido por Henry David Thoreau y, a través de él, por Herbert Spencer y los filósofos clásicos y orientales, Gandhi creía que el bienestar no se obtenía adquiriendo más bienes, sino siendo lo más autosuficientes posible. No confundir autosuficiencia con autarquía.
En efecto, al final de su vida, Gandhi abogó por la no posesión, o depender menos de lo externo para vivir mejor.
La mirada proto libertaria
Los proto-libertarios, desde filósofos griegos y orientales al ilustrado Herbert Spencer, el filósofo y escritor Henry David Thoreau o el escritor Lev Tolstói, inspiraron las ideas económicas de Mohandas Gandhi.
Gandhi observó que la industria del Imperio Británico empleaba materias primas indias para producir manufacturas que retornaban a la India con su valor añadido, obtenido en la metrópolis.
La práctica de “deslocalización inversa” era, creía Gandhi, la principal fuente de pobreza, desempleo masivo e ignorancia en un país gobernado sin voluntad de fomentar la autosuficiencia y la mejora ilustrada de sus conciudadanos.
Resistencia no violenta y capitalismo
Usando la industria textil como símbolo, Gandhi exhortó a sus conciudadanos a que llevaran un ropaje cómodo, sencillo de elaborar, concebido en la India, el khadi, y para ello promovió el uso de la máquina de hilar, que se convertiría en el pilar de un gesto masivo de desobediencia civil, ya que promovía la autosuficiencia y desvinculaba a los indios de los textiles de Manchester.
La rueca de Ghandi partía de la lectura profunda de clásicos orientales y de su sólida formación pero, ante todo, de lecturas como el ensayo de Henry David Thoreau La desobediencia civil.
La red de artesanos productores concebida por Gandhi transformaba la dependencia de una tecnología compleja, protegida y centralizada, en una oportunidad para otorgar conocimiento y autosuficiencia ante cualquier poder externo a quien se lo propusiera.
La producción inglesa, deslocalizada a miles de kilómetros de los empobrecidos productores de la materia prima que la compraban, ya manufacturada, mucho más cara, tiene un paralelismo actual que funciona a la inversa.
Principio del fin de las economías de escala
En las últimas tres décadas, coincidiendo con el período de pérdida de fuerza innovadora de los países ricos como explica Tyler Cowen en The Great Stagnation, los países emergentes manufacturan cada vez más gracias a la ventaja competitiva de las economías de escala.
Las corporaciones, a menudo con sede en los países “desarrollados”, envían los iPhone, iPad o Kindle a su principal clientela en países que, cada vez más, dependen del crédito externo para financiar su estilo de vida.
El modelo económico capilar, descentralizado y centrado en el individuo de Gandhi hundía sus raíces en una filosofía de vida introspectiva, sencilla, minimalista, que practicaba el ascetismo, la contemplación.
Recuperamos a continuación las aportaciones de 10 pensadores que influyeron en el modelo económico gandhiano. Fueron proto-libertarios, anarquistas antes de que existiera este término, libertarios, liberales radicales.
La revolución del artesano-hacker
Y, por analogía, la economía productiva concebida por Gandhi podría servir de modelo a la III Revolución Industrial, que será introspectiva, basada en la inventiva del artesano-hacker.
El individuo capaz de crear su propio trabajo aprovechará la nueva era de los inventores.
Como maestros gremiales del siglo XXI, competentes con la última tecnología, polímatas (entre las artes y la ciencia), se harán insustituibles, deslocalizables, rememorando la dignidad del maestro artesano, más próximo al artista o al filósofo que al prescindible y robotizado obrero industrial tradicional.
10 proto-libertarios que inspiraron el modelo económico autosuficiente gandhiano
1. Lao-Tsé (siglo VI aC)
(Imagen)
Se da por sentado que Lao-Tsé y Confucio se conocieron, pero se desconoce su relación; se especula con que fueron maestro y alumno, un tándem sólo comparable a Sócrates-Platón, o a Platón-Aristóteles.
Nacido en el siglo VI aC en el seno de la pequeña aristocracia Yin del pueblo Sung, Lao-Tsé fundamentó toda su obra en la introspección: el Dáo Dé Jing, su obra cumbre, es la base del taoísmo.
Según Lao-Tsé, el individuo puede autorrealizarse cultivándose y manteniendo su autonomía de las fuerzas externas, así como profundizando con un sentido común universal relacionado con el flujo de la naturaleza, el “camino” o “tao” (“dao”).
Si las instituciones sociales coartaban el florecimiento y la felicidad individuales, el individuo debía prevalecer, decía Lao-Tsé. Cuantas más regulaciones y restricciones, pensaba, más pobreza y ladrones.
Para Lao-Tsé, el rol de los poderes públicos no debía diluir la responsabilidad y autonomía individuales, al haber observado durante décadas los estragos y arbitrariedades del despotismo:
“Por tanto, el sabio dice: no emprendo ninguna acción y las personas se transforman a sí mismas, promuevo la quietud y la gente actúa con justicia, no tomo ninguna acción y las personas se enriquecen”.
2. Sócrates (470-399 aC)
(Imagen)
Sócrates creía que el cultivo personal, la virtud y la vida sencilla eran condiciones suficientes para lograr una existencia plena. Identificaba conocimiento con virtud y, así como el conocimiento puede ser aprendido, también puede serlo la virtud.
La libertad individual se alcanza, según Sócrates, a través del aprendizaje, ya que con el conocimiento aparecen la rectitud y la acción ética. El camino de la introspección es profundo, como ya habían aventurado los presocráticos.
Tras ser reconocido por su sabiduría, Sócrates sentenció que el oráculo délfico quizá hubiera reconocido en él la lucidez de saber que no sabía nada.
La autorrealización o felicidad se lograban con el desarrollo personal, usando la razón y haciendo lo correcto (siguiendo la naturaleza, un concepto similar al flujo de la naturaleza o “tao” de Lao-Tsé).
Cuando el individuo atiende a su cultivo interior, llega el bienestar, evidente por su efecto a largo plazo. El Sócrates que presenta Platón en La República estaba condicionado por la propia interpretación del alumno.
Sócrates se opuso a la democracia ateniense que coincidió con sus años adultos, al considerar que un grupo de sabios filósofos podían reducir el gobierno a su mínima expresión sin necesidad de que toda la sociedad perdiera su mejor energía en la cosa pública, lo que restaba tiempo para el cultivo personal y, por tanto, la autorrealización.
Platón y Aristóteles basaron parte de su filosofía en el corpus socrático, pero fueron los cínicos y los estoicos quienes profundizaron en su filosofía de vida, consistente en una existencia sencilla, independiente de injerencias exteriores, basada en el cultivo personal para obrar con virtud y según la naturaleza.
Pese a no llenarse la boca de grandes loanzas ni discursos en favor de la polis ateniense y sus virtudes, ni mucho menos en halagar a éste o aquél prócer, Sócrates creía no sólo en la libertad individual masculina, sino también en la femenina, un concepto poco menos que punible en su época.
Ninguno de sus discípulos llegó tan lejos en su reconocimiento de las libertades del ser humano, independientemente de su género.
3. Zhuangzi (Chuang-Tzu)
(Imagen)
“Tan sólo dejar sola a la humanidad, nunca el gobernarla, acabó bien”.
Zhuangzi (maestro Zhuang, donde “zi” era un título honorífico) vivió en la China del siglo IV aC, en el período combulso de los reinos combatientes.
Considerado el segundo filósofo taoísta más importante, Zhuangzi ha sido visto por la posteridad como uno de los precursores del anarquismo, el libertarismo y el liberalismo radical. Las tesis de Herbert Spencer o Henry David Thoreau sobre el espíritu humano, la introspección y la autorrealización son próximas a las suyas.
Precursor de la relatividad de las cosas y los puntos de vista, escribió que lo que un individuo concluye no tiene por qué ser cierto para todas las cosas ajenas a sí mismo. Alertaba contra el pensamiento sistemático y los dogmas.
Profundizó en las ideas de autorrealización y laissez-faire de Lao-Tsé. El rey Wai, del reino de Chú, le ofreció un cargo suntuoso, que rechazó con una declaración con tintes filosóficos y libertarios.
Contestó que no le interesaba ser un buey cebado y engalanado que, tras un tiempo, se sacrificaría en el Gran Templo, ya que los bueyes cebados siempre quieren cambiarse, antes de la hora del sacrificio, hasta por el más solitario de los cerdos.
4. Zenón de Citio (333-264 aC)
(Imagen)
Influido, a través de sus maestros, Crates de Tebas y Estilpón de Megara, por la filosofía de vida de Sócrates: vida sencilla y cultivo de la virtud usando la razón para, siguiendo el flujo natural, alcanzar la “felicidad”.
Se basó en el pensamiento socrático, adquirido en parte a través de la escuela cínica -que tenía posturas más radicales sobre introspección y vida sencilla-, para fundar su propia escuela, el estoicismo, cuyo corpus tiene también influencias del eudemonismo de Aristóteles -vida virtuosa y de acuerdo con la naturaleza para lograr la autorrealización-.
Zenón de Citio tomó la idea del cultivo de la introspección mediante el ascetismo de su maestro Crates, cínico que a su vez la había tomado de Sócrates.
A diferencia del epicureísmo, la filosofía de vida hedonista con la que competía por discípulos e influencia, el estoicismo abogaba por abandonar con regularidad las comodidades materiales para apreciar lo que uno tiene y, así, poder dedicarse al cultivo personal y a lograr la independencia emocional.
Como los filósofos cínicos, Zenón de Citio defendía la independencia individual y obrar siempre de acuerdo con la propia conciencia, aunque esta rectitud y compromiso ético con uno mismo condujera a la muerte.
5. Lucio Anneo Séneca (4 aC-65)
(Imagen: La muerte de Séneca, retrato del filósofo estoico por Pedro Pablo Rubens)
Filósofo estoico nacido en Corduba (actual Córdoba) y, con Epicteto y Marco Aurelio, responsable de la popularidad de la filosofía de vida estoica entre los ciudadanos romanos más ilustrados.
Vivió en una época de turbulencias y decadencia de la etapa imperial, a la que contribuyó con su trabajo filosófico, político y oratorio; su filosofía de vida estoica influyó sobre todo su legado y le llevaron a acabar con su propia vida para mantenerse coherente.
Séneca insiste en la responsabilidad individual y la introspección, pues el cultivo interior y el uso de la razón, en una vida consecuente con el flujo de la naturaleza, conducirían al bienestar duradero, la “tranquilidad”.
Su obra fue loada por los primeros cristianos y tanto el apóstol Pablo -con el que intercambió correspondencia- como, más tarde Agustín de Hipona y Boecio, integraron el pensamiento estoico romano en la base filosófica cristiana.
Pensadores medievales, renacentistas y de la Ilustración citaron a menudo a Séneca, debido a sus enseñanzas y consejos prácticos (sus Cartas a Lucilio han sido usadas durante siglos como una especie de libro de autoayuda) sobre cómo apreciar lo que ya tenemos, cómo controlar (no suprimir) nuestros deseos, cómo usar la templanza y la autodisciplina, etc.
6. John Locke (1632-1704)
(Imagen)
Locke es al empirismo y al liberalismo político lo que Sócrates a la filosofía griega posterior. Como Rousseau, centró su obra en la filosofía y la educación, al considerar, como los filósofos griegos clásicos, que el individuo sólo podía autorrealizarse a través del conocimiento.
Es también considerado el precursor moderno del liberalismo libertario, filosofía política que defiende la libertad individual como principio fundamental de soberanía, cuyo límite es el derecho ajeno.
Según libertarios y objetivistas, las relaciones humanas son fruto de pactos voluntarios, y sólo se puede ejercer la violencia contra otros como método de defensa o cuando se incumplen acuerdos.
John Locke creía que, de manera natural, todos los individuos eran libres e iguales. El derecho de propiedad sobre uno mismo o apropiación original, afirma en Segundo tratado sobre el gobierno civil, deriva del trabajo propio y el uso de recursos al alcance, para constituir la propiedad privada.
7. Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)
(Imagen: Rousseau en 1753, por Maurice Quentin de La Tour)
La obra del escritor, filósofo y músico franco-helvético causaron una gran polémica en la Francia de la época, hasta el punto de afectar a su vida personal. Demuestran su valía al haber influido sobre la Revolución Francesa, el republicanismo y el libertarismo, así como sobre la política y la educación modernas en general.
Según Rousseau, el contrato social se basa en la soberanía popular, pero reconocía, no obstante, en reconocer la soberanía individual (derechos individuales), y dejar en manos de una organización superior la salvaguarda de los derechos de cada uno.
Pierre-Joseph Proudhon (1809–1865), tomó las tesis de Rousseau para teorizar sobre un contrato social que no supusiera la rendición individual a las decisiones del colectivo. Según Proudhon, el contrato social no se suscribe entre los individuos y el estado, sino entre todos los individuos, que se aseguran así de no sucumbir o ser coaccionados por otros individuos.
8. Herbert Spencer (1820-1903)
(Imagen: Retrato de Spencer por John Bagnold Burges, 1871–72)
Polímata de la Ilustración: nacido en Derby, en el centro de Inglaterra, además de filósofo, fue naturalista, psicólogo y sociólogo.
Fue criticado por integrar la teoría de la evolución en sus estudios sociológicos, así como por su positivismo (conocimiento exclusivamente a través de la prueba escrupulosa del método científico). Abogó por el darwinismo social, germen de los programas meritocráticos en ámbitos como la educación superior y la investigación científica.
Su ensayo Social Statics ha sido considerado por los expertos como la obra más importante del libertarismo político, una corriente del liberalismo que sitúa al individuo como objeto de su propia soberanía, a excepción de aquellas esferas que cede voluntariamente.
Su obra ensayística fue aclamada en la década de los 70 y 80 del siglo XIX. Según el filósofo coetáneo estadounidense William James, Herbert Spencer “ensanchó la imaginación, y liberó la capacidad de raciocinio de infinidad de médicos, ingenieros y abogados, de muchos físicos y químicos, y de laicistas en general”.
Su liberalismo radical, confianza en la capacidad del individuo para autorrealizarse y visión eudaimónica de la existencia han contribuido a una visión bipolar de su obra o importancia: o defenestrada (por ejemplo, por el pensamiento marxista) o recuperada (por el anarco-capitalismo).
9. Henry David Thoreau (1817-1862)
(Imagen: Retrato -daguerrotipo- de Henry David Thoreau, de Benjamin D. Maxham, fechado en junio de 1856)
Escritor, poeta y filósofo trascendentalista, influido tanto por los clásicos occidentales como por los genios de la Ilustración, el idealismo alemán y la filosofía oriental.
Su visión transversal del conocimiento y filosofía de vida sencilla, con tintes estoicos, taoístas y panteístas, influyó sobre el nacimiento de la filosofía trascendentalista de Estados Unidos, de la que él mismo y sus amigos Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman fueron los máximos exponentes.
Sus obras más citadas e influyentes son Walden, su ensayo sobre su retiro solitario y minimalista durante dos años junto al lago del mismo nombre; y La desobediencia civil, lectura de cabecera de Lev Tolstói, Mohandas Gandhi y Martin Luther King.
El legado de Henry David Thoreau ha sido loado de manera transversal por intelectuales e instituciones de distinta naturaleza e ideología, sirviendo de inspiración a emprendedores, ecologistas o a la contracultura de los años 60.
Según Ken Kifer, experto en su obra, “las cuidadosas observaciones y devastadoras conclusiones se han asentado con el tiempo, fortaleciéndose a medida que las debilidades mencionadas por Thoreau se han hecho más pronunciadas…”.
“Eventos que no tienen en apariencia ninguna relación con su estancia en el lago Walden han sido influenciados por ésta, incluyendo el nacimiento de la primera red de parques naturales, el movimiento obrero británico, el nacimiento de la India, el movimiento de los derechos civiles, la revolución hippie o el movimiento ecologista”.
“Hoy -concluye Kifer-, las palabras de Thoreau son citadas con sentimiento por liberales, socialistas, anarquistas, libertarios y conservadores”.
10. Lev Tolstói (1828-1910)
(Imagen: retrato de Lev Tolstói en 1901, del pintor ruso Ilya Repin)
Se consideraba a sí mismo anarquista cristiano, o anarco-pacifista.
Además del autor de varias obras cumbre de la literatura realista, Guerra y paz y Anna Karenina, Tolstói destacó como pensador moralista, al estilo de Séneca, y reformador social (de familia noble, puso en práctica varios de sus ideales en su propia casa y con su propio dinero).
Como Gandhi, se declaró admirador de la obra de Henry David Thoreau, en concreto de sus ideas sobre la resistencia pacífica desarrolladas en el ensayo La desobediencia civil.
Una visita a Rusia del anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon en 1861 contribuyó a su visión individualista de la política, acorde con sus ideas socráticas y gnósticas de que la introspección y el cultivo personal son el camino para la autorrealización.
A su vez, cerrando el círculo, la interpretación del pensamiento de Thoreau en el ensayo El reino de Dios está en vosotros influyó en la acción política de Mohandas Gandhi (con quien Tolstói mantuvo una relación epistolar).
Publicado por primera vez en Alemania en 1894, el ensayo fue muy polémico en Europa y Estados Unidos, llegando a prohibirse en España e Italia.
En su ensayo Confesión, escrito al final de su vida, Tolstói profundiza sobre el sentido de la vida y el uso de la renunciación ascética, sea cristiana, budista, hindú, etc., como fuentes de plenitud.
Mahatma Gandhi: “El reino de Dios está en ti, de Tolstói, me conmovió, dejándome una impresión imborrable”.