Los escritorios de pie son el nuevo símbolo de estatus en Silicon Valley. También se extiende su uso entre quienes trabajan varias horas sentados y pretenden combatir los peores efectos fisiológicos y psíquicos del sedentarismo.
La popularidad de los “standing desk” -escritorios de pie o escritorios elevados- entre determinados profesionales está justificada, explica Jim Carlton en The Wall Street Journal, por la comodidad y energía que otorgan al usuario; también por los supuestos beneficios sobre la salud.
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La versatilidad de los nuevos profesionales
Este ascenso desde la marginalidad de determinados usos y contextos, como centros educativos o de investigación, a las oficinas corporativas y domésticas mejor equipadas, viene amparado por las evidencias acumuladas sobre los riesgos de sentarse en exceso.
(Imagen: Adler Table de Ohio Design)
Los nuevos profesionales-artesanos, sobre los que recae parte de la responsabilidad de lo que The Economist ha llamado Tercera Revolución Industrial (consistente en hacer productos de calidad desde los centros de las ciudades donde tuvo lugar la Primera Revolución Industrial), demandan un nuevo tipo de escritorio.
Este nuevo escritorio debería servir para trabajar de pie o sentado, sea ante un ordenador o unos planos, materiales artesanales o técnicos; en función del momento y actividad. La Ohio Adler Table, por ejemplo, es una de las mesas inspiradas en la nueva demanda de unos profesionales cada vez más “hacker” y polimáticos.
(Imagen: Adler Table de Ohio Design)
Sobre los riesgos de trabajar sentado
Existe, según varios estudios, una correlación entre permanecer la mitad del día sentado y dolencias relacionadas con el sedentarismo y los hábitos poco saludables: sobrepeso, obesidad, riesgos cardiovasculares, diabetes, hipertensión, estrés, depresión y hasta una docena de tipos de cáncer.
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La evidencia, en síntesis:
- Artículos publicados en Medicine & Science in Sports & Exercise y American Journal of Epidemiology, muestran cómo sentarse aumenta la mortalidad.
- Incluso cuando hagamos ejercicio regular, cuanto más tiempo sentados, más dolencias.
- Sentarse atrofia la capacidad de nuestro cuerpo para producir lipasa, enzima que procesa grasa, mientras que permanecer erguido promueve su distribución entre la musculatura.
- El ejercicio regular y un peso saludable no contrarrestan la mencionada nocividad de las actividades sedentarias.
Sentarse todo el día, contra nuestra herencia genética
La naturaleza de los trabajos liberales más exigentes, a menudo relacionados con el uso de ordenadores y documentos durante horas, está alejada de nuestra herencia genética.
Ello explicaría por qué nuestro organismo identifica la actividad física como estimulador de actividades que mejoran desde nuestro humor (por ejemplo, secreción de serotonina, asociada con la euforia) a la salud a largo plazo (la producción de enzimas beneficiosas y la prevención de todo tipo de enfermedades, físicas y mentales).
(Imagen: detalle del estudio de Thomas Jefferson en Monticello, residencia proyectada por él mismo)
Sentarse demasiado, una “actividad letal”
El doctor James Levine de la Clínica Mayo, especialista en “estudios de la inactividad”, explica que, una vez nos sentamos, “nuestros músculos se silencian tanto como los de un caballo muerto”; sentarse durante demasiadas horas, dice Levine, “es una actividad letal”.
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Según su investigación sobre “los riesgos extremos de sentarse”, los estadounidenses están sentados más de la mitad de las horas que pasan despiertos: viendo la televisión, conduciendo al trabajo, en el escritorio o en la cafetería.
El propio Levine menciona un estudio australiano con 8.800 adultos durante 6 años, que demostraría que una hora adicional diaria de televisión incrementa el 18% el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Quienes, por contra, ven la televisión más de 4 horas al día, tienen un 80% de posibilidades de padecer este tipo de enfermedades.
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Estos resultados coinciden con los obtenidos en otra investigación, esta vez canadiense, entre 17.000 adultos: incluso entre la gente con una masa corporal adecuada, sentarse de manera prolongada sin importar el motivo, implica más problemas de salud.
Cuando nos sentamos demasiado, alteramos el metabolismo
Ello sugiere, según James Levine, que sentarse demasiado tiempo daría al traste, por ejemplo, con los beneficios del ejercicio regular y una dieta saludable.
El periodista de Esquire AJ Jacobs explica en su libro sobre la temática Drop Dead Healthy por qué estar sentado durante la mitad de las horas que pasamos despiertos es nocivo: quemamos menos calorías y, sobre todo, los ratos prolongados en la silla o sofá alteran nuestro metabolismo.
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Si sentarse demasiado complica la salud, ¿es el ejercicio un antídoto para anular las contraindicaciones del excesivo sedentarismo?
El investigador Marc Hamilton, citado por Men’s Health, cree que no: “La cura al sentarse en exceso no es más ejercicio. Ejercitarse es bueno, por supuesto, pero la persona promedio nunca podría hacerlo lo suficiente para contrarrestar el efecto de horas y horas en el sillón”.
(Imagen: escritorio elevado de la firma Tinkering Monkey. Fuente)
Sobre el sedentarismo
Artículos de The New York Times, The Wall Street Journal y The Atlantic, además de publicaciones médicas, ahondan sobre la temática y alertan acerca de los riesgos del sedentarismo.
Olivia Judson menciona en The New York Times un ejemplo sobre cómo el sedentarismo no sólo no mejora, sino que empeora nuestra salud, más allá de si ganamos peso o no: cuando estamos sentados, los tejidos y músculos producen menos lipoproteinlipasa, enzima crucial para procesar la grasa.
(Imagen: escritorio elevado de pared de la firma Lab. Fuente)
Varias dolencias, desde la diabetes a las enfermedades cardiovasculares, están asociadas con bajas cantidades de enzimas encargadas de regular la grasa en nuestro organismo.
Ello explica el resultado de un estudio citado por Olivia Judson, en el que se pidió a un grupo de personas que caminan con regularidad que redujeran dramáticamente sus paseos durante dos semanas, hasta una décima parte de los niveles anteriores (de 10.000 a 1.350 pasos por día).
Al final de las dos semanas, el organismo de todos los participantes del estudio había perdido capacidad para metabolizar azúcares y grasas.
Mark Lukach menciona todos estos estudios en un artículo sobre sedentarismo y escritorios de pie en The Wirecutter. Sin embargo, reconoce, “todas estas historias son bastante vagas sobre qué hacer para evitar pasar todo el día sobre nuestras posaderas”.
Nuestro pasado como corredores de fondo
Sabemos que la anatomía y psicología humanas evolucionaron en circunstancias muy distintas a los requerimientos de los trabajos liberales modernos, donde el individuo permanece sentado durante horas, con el cuerpo relajado y la mente alerta.
(Imagen: escritorio elevado del artista Donald Judd, proyectado por él mismo. Fuente)
A nuestra herencia genética no le sienta bien uno de los cambios de hábitos más radicales y generalizados de la historia humana documentada: la falta de hasta el ejercicio más básico (caminar varios minutos al día, etc.), combinada por una sobreestimulación psíquica y la ingesta de mayor cantidad de alimentos poco saludables. Una receta para el desastre.
Christopher McDougall explica en Nacidos para correr cómo los rasgos de nuestra anatomía son la consecuencia de nuestra dedicación inicial a la caza por persistencia en grupos de cazadores y recolectores: las glándulas sudoríparas más desarrolladas entre los mamíferos, talón de aquiles, poderosos glúteos.
Consultar nuestro artículo Nacidos para correr: Murakami, Bikila, tarahumara y san.
¿La fuente de nuestros problemas?
McDougall: “Quizá estos problemas -toda la violencia, obesidad, dolencias, depresión, gula que no podemos superar-, empezaron cuando dejamos de vivir como corredores. Niega tu naturaleza, y ésta se revelará de un modo más radical”.
Pero, ¿son los escritorios elevados una respuesta a los efectos nocivos del sedentarismo, o se trata de una moda pasajera entre trabajadores de Facebook, Google y blogueros independientes que trabajan desde casa, inducidos por los resultados de los mencionados estudios sobre sedentarismo?
Más aún: es fácil hallar estudios que muestren la correlación entre demasiadas horas sentados y problemas de salud, o que confirmen que el ejercicio no es un antídoto.
Sobre trabajar de pie
Trabajar de pie es la opción que distintas personalidades han hallado a lo largo de la historia para combatir la fatiga y amodorramiento asociados a permanecer varias horas sentados, mientras nuestra mente intenta procesar información lo más rápido posible.
Entre las ventajas de trabajar de pie, también ratificadas por estudios, destacan los mayores niveles de energía y más calorías quemadas. Stephanie Smith lo resume en Men’s Health: “de pie, uno quema un 40% más de calorías que sentado, y alrededor de 2,5 horas diarias sobre nuestros pies eliminan 350 calorías”.
Combatir el bajón de las 3 de la tarde
En su artículo para The Wall Street Journal, Jim Carlton cita a Greg Hoy, un empleado de Facebook de 39 años que trabaja en un escritorio elevado proporcionado por la compañía. Tras 7 meses de uso, “ya no tengo el bajón de las 3 de la tarde. Me siento activo durante todo el día”, asegura.
(Imagen: Ernest Hemingway fotografiado por LIFE magazine junto a su escritorio de pie. Fuente)
¿Qué ocurre, sin embargo, cuando permanecemos demasiadas de pie? Abandonar una rutina extrema como sentarse más de la mitad de las horas que estamos despiertos por otra igualmente extrema, permaneciendo de pie la mayor parte del tiempo, también tiene contraindicaciones, según la evidencia científica.
Un especialista en ergonomía de la Universidad de Cornell explica en otro artículo, en esta ocasión de Time, los riesgos de trabajar de pie: “cansa más y multiplica por nueve el riesgo de aterosclerosis carotídea por el influjo adicional en el sistema circulatorio, además de desarrollar venas varicosas con más facilidad, así que estar de pie todo el día no es saludable”.
Beneficios -y riesgos- de trabajar sentados y de pie
Hay, por tanto, riesgos y beneficios de trabajar sentados y de pie, según Time magazine.
La solución no pasa ni por abandonar el trabajo por exigirnos concentrarnos durante horas ante un documento o pantalla de ordenador; ni por permanecer impasibles ante los problemas de estar todo el día sentados o, en su defecto, por estar todo el día de pie.
Muchos de los adheridos a la tendencia aspiran a lograr un equilibrio entre momentos de trabajo u ocio sentados, y momentos de trabajo u ocio de pie.
Mark Lukach afirma en su artículo para The Wirecutter que no es necesario comprar un escritorio elevado o confeccionar un modelo casero para obtener algunos de los supuestos beneficios de esta posición ergonómica.
Levantarse a menudo, o trabajar en un mostrador
“Puedes empezar con algo pequeño. Incluso algo tan menor como tomarse un descanso de 5 minutos de pie cada hora, es mucho mejor que sentarse todo el día sin parar”.
El propio Lukach explica que cualquiera que lo desee puede poner alzas improvisadas a su mesa (libros o revistas amontonadas), para hacer una prueba; o trabajar desde el mostrador de la cocina, como él mismo reconoce haber hecho durante 2 meses, hasta comprarse un escritorio de pie.
Así que un alto porcentaje de quienes adoptan escritorios de pie conservan su escritorio convencional y combinan las ventajas ergonómicas de ambos cuando no existe un uso excesivo.
Brett McKay, editor de la bitácora Art of Manliness y escritor, compila en un artículo parte de la historia de los escritorios de pie, personalidades que los utilizaron, así como las potenciales ventajas de su adopción.
Genios que prefirieron trabajar de pie
Leonardo da Vinci, Benjamin Franklin, Thomas Jefferson, Charles Dickens, Lewis Carroll, John Dos Passos, Virginia Woolf, Ernest Hemingway y Vladimir Nabokov coincidían, al menos, en una rutina profesional: trabajaban de pie durante horas, a menudo sobre cualquier mobiliario improvisado que les sirviera de escritorio elevado.
La introducción de una entrevista con Hemingway en Paris Review en 1958 incluye una descripción de su lugar de escritura:
“Un hábito de trabajo que ha tenido desde el principio: Hemingway permanece de pie cuando escribe. Se yergue sobre un par de mocasines de piel de kudu gastada, con la máquina de escribir y el tablero de escritura, a la altura del pecho, frente a él”.
El escritorio elevado de Hemingway
“Papa” Hemingway tenía un espacioso escritorio convencional. No lo usaba para escribir, sino más bien como escena totémica de su oficio:
“En la habitación de Ernest, había un gran escritorio cubierto con pilas de cartas, revistas, recortes de diarios, un pequeño saco de dientes de animales carnívoros, dos relojes desvencijados, calzadores, una pluma sin rellenar en un soporte de ónice, una cebra, jabalí, rinoceronte y león de madera tallada en fila india, un amplio surtido de souverires, recuerdos y amuletos de la buena suerte”.
“Nunca trabajaba en el escritorio. En su lugar, trabajaba erguido usando la parte superior de una librería baja junto a su cama. Su máquina de escribir portátil estaba allí arrinconada”.
(Imagen: “Papa” Hemingway fotografiado por LIFE magazine. Fuente)
Un siglo antes, en el Reino Unido, Charles Dickens trabajaba de un modo similar, como atestigua la descripción de su estudio por un visitante: “los libros se apilan por todas partes, desde el suelo hasta el techo; hay un escritorio elevado sobre el que escribe; y todo tipo de cómodas sillas”.
Razones para usar un escritorio de pie
Brett McKay destaca en Art of Manliness 5 razones para usar un escritorio elevado:
- Disminuye el riesgo de padecer enfermedades graves y aumenta la esperanza de vida. El cuerpo produce más enzimas encargadas de procesar grasas.
- Se pierde peso, al quemar más calorías. Nuestra musculatura exige más oxígeno y aumenta la circulación sanguínea, así como el ritmo cardíaco.
- La espalda no padece las consecuencias de una higiene postural desatendida o deficiente.
- Aumenta la atención. Se evita, por ejemplo, la relajación excesiva o sensación de adormilamiento a primera hora del día, después de comer o al final de la jornada, cuando el cansancio hace presencia.
- El cuerpo logra un cansancio satisfactorio, a la par con el cansancio mental, lo que beneficia el descanso.
El bloguero Kevin Michaluk describe su experiencia como usuario de escritorios elevados. Especializado en temas tecnológicos, leyó los estudios sobre los riesgos de sentarse demasiadas horas al día y optó por trabajar ante el ordenador de un modo más activo.
Al interesarse por la opción del escritorio elevado, su investigación le condujo a todo tipo de modelos, desde los que incluyen cinta de correr para ejercitarse mientras se consulta Internet o se habla por teléfono (en efecto, existen los Treadmill Desk), a los escritorios de pie más robustos con regulador eléctrico de altura (Antro Elevate Adjusta, etc.).
Michaluk escribe desde su escritorio de pie desde hace 2 años. Combina el trabajo erguido con algunas horas esporádicas sentado: “Mi objetivo no consistía en reemplazar completamente las horas de trabajo sentado con horas de pie, sino asegurarme que no estaba sentado ante el escritorio desde las 8 de la mañana a la medianoche a diario”.
Consejos para usar un escritorio elevado
Asegura haber logrado un equilibrio entre el trabajo de pie y sentado. “He aquí -dice- algunos de los trucos que he aprendido y que podrían ayudarte”:
- Empezar la jornada trabajando de pie: cuando abandonamos el escritorio, dejarlo elevado para la mañana siguiente. “Si empiezas la mañana sentado, estás fastidiado. No elevarás el escritorio”.
- Levantarse durante las llamadas telefónicas: “mejor hacer una norma. Si estás hablando, lo haces de pie”.
- Que el entorno de trabajo sea distendido. Michaluk: “imagina que estás en la Starship Enterprise. En serio; cuando empiezas a trabajar de pie, te sientes enérgico”.
- Trabajar de pie después de comer: así, se evita el amodorramiento de la primera hora de la tarde. Una medida sin aparente importancia que puede aumentar la productividad.
- Evitar la falsa comodidad de una silla cuando no hayamos elegido a propósito trabajar sentados. Que trabajar de pie no se convierta en una penitencia antes de volver al supuesto paraíso de la silla.
- Integrar la rutina de trabajar de pie poco a poco.
- Combinar la rutina en el escritorio elevado con algo de música cuando sea posible. “La música te hace moverte”. También cuando estás trabajando.
- Pisar sobre una superficie acolchada.
- Elegir un calzado cómodo. El calzado minimalista evita potenciales malas posturas o comodidades contraproducentes.
- No pasa nada si nos sentamos. La mayoría de quienes trabajan en un escritorio elevado combinan su rutina laboral con horas de trabajo sentados, ya sea ante el mismo escritorio (regulable), o en una mesa convencional aparte.
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