Las casas flotantes son embarcaciones erigidas sobre una balsa o pontón que, amarradas a un muelle, sirven de vivienda habitual o esporádica a una ecléctica y cada vez más numerosa comunidad.
Como cualquier hábitat humano, las casas flotantes han evolucionado con las circunstancias y necesidades de sus moradores. Las últimas viviendas flotantes son actualizaciones (artesanales o prefabricadas, humildes o de lujo) de diseños con décadas y, en ocasiones, siglos de historia.
La casa flotante comparte su carácter móvil y efímero con la caravana o los abrigos tradicionales de sociedades itinerantes. No hay cimientos ni paisaje permanente.
Armar una casa sobre una balsa o pontón
Pese a permanecer ancladas en un lugar fijo o cambiar de localización de manera esporádica, las casas flotantes comparten las características estructurales de cualquier balsa o pontón: remolcadas o, a veces, usando sus propios motores, se adaptan a las necesidades cambiantes de sus moradores.
Existen comunidades históricas estables de viviendas flotantes en distintas localizaciones del norte de Europa y Norteamérica, sus moradores difieren en edad, educación, tipo de trabajo y nivel de renta.
En España, los jóvenes adultos compartimos la referencia colectiva de La Dorada: el barco de Chanquete, icono de Verano Azul. Apenas hay más referencias y, a excepción de algún enclave turístico, no existe una tradición de casas flotantes.
Pasado sórdido e itinerante, presente sostenible
Ya no se trata, como a principios del siglo XX, de reductos de trabajadores portuarios, negocios oscuros prohibidos en el centro de las ciudades, reductos de exclusión social o incluso refugios del hampa.
Las viviendas de los muelles de Europa y Norteamérica han perdido su vertiente sórdida, como la cabaña en los muelles de Manhattan donde el ladrón de poca monta interpretado por Richard Widmark se esconde tras haber robado el monedero equivocado, en el clásico de cine negro Pickup on South Street (en España, Manos peligrosas).
En las grandes y tranquilas bahías y estuarios del norte de la Costa Oeste de Estados Unidos, las casas flotantes evolucionaron desde las originarias viviendas precarias y temporales de zonas portuarias a un método económico y bohemio de permanecer en localizaciones privilegiadas, donde el precio de la vivienda es a menudo prohibitivo.
Comunidades flotantes del Pacífico Noroeste de Estados Unidos
San Francisco, Portland y Seattle albergan comunidades consolidadas de casas flotantes, auténticos barrios en la práctica, entre viviendas de lujo para el fin de semana, moradas de artistas e incluso de familias con hijos en edad escolar.
Ocurre algo parecido en el norte de Europa con tradición en el transporte fluvial de personas y mercancías, decisivo en la Revolución Industrial: desde entonces, abundan los ejemplos en ciudades ligadas a canales, ríos navegables y estuarios en la Francia atlántica, el Reino Unido, Holanda -con Ámsterdam como arquetipo más reconocible-, y Alemania.
En Holanda, las tradicionales casas flotantes de Ámsterdam alcanzan precios prohibitivos debido al reducido número de amarres disponibles. Pese a las limitaciones, se calcula que 2.400 familias viven en casas flotantes en la ciudad.
Estibadores y transportistas
En Alemania, destaca el barrio flotante del puerto de Hamburgo, históricamente relacionado con estibadores y otros trabajadores portuarios. Asimismo, el Landwehrkanal, en el distrito berlinés de Friedrichshain-Kreuzberg, es el mayor barrio flotante de Berlín.
En las últimas décadas, se han reconvertido en el Reino Unido varias barcazas estrechas, diseñadas para transportar mercancías por los canales británicos, en viviendas móviles, residencias de alquiler o vacacionales. Los “narrowboats” viajan por la extensa red de canales, usada sobre todo para el recreo en la actualidad.
La otra realidad británica referente a pecios habitables tiene un origen más siniestro: coincidiendo con su dominio bélico y comercial en alta mar, el Reino Unido de inicios de la Revolución Industrial experimentó una eclosión demográfica que multiplicó la población reclusa en el país y las colonias.
La era de las prisiones flotantes
Las principales ciudades de las islas británicas, las Trece Colonias (germen de Estados Unidos) y las Antillas inglesas albergaban en sus puertos enormes barcos usados como prisión, donde los presos se hacinaban en condiciones deplorables.
(Imagen: barco de convictos -“prison-hulk”- británico varado en Deptford a principios del siglo XIX)
Los barcos-prisión británicos fueron el inicio de una decisión política que convertiría a Australia en la colonia penal británica, a donde se enviaba el excedente de reclusos, siempre que los barcos-prisión llegaran al sureste australiano y a la remota Tierra de Van Diemen (Tasmania).
Las condiciones de vida en estas prisiones flotantes empeoraban la ya de por sí precaria situación de los reos europeos, como explica Robert Hughes en su épico relato de la conformación de Australia, The Fatal Shore.
Grandes esperanzas (Great expectations), del retratista de la vida cotidiana de la Inglaterra de la época Charles Dickens, describe la fuga del convicto Abel Magwitch de uno de estos barcos-prisión 1812, en este caso amarrado en el estuario del Támesis.
Vivir en un bote
La realidad de las casas flotantes es mucho más positiva que la cuenta que da Dickens de las prisiones flotantes atestadas de autores de pequeños hurtos del submundo londinense a principios del siglo XIX.
(“Hulk” francés usado como barracones para soldados en el puerto francés de Toulon, siglo XIX)
Los botes amarrados y abandonados en los puertos ingleses tenían una cara más amable, incluso en las novelas de Dickens: en David Copperfield, Pegotty vive en un barco varado en el estuario del Támesis.
Al otro lado del Atlántico, la independencia de Estados Unidos propulsó la necesidad de buscar un alma cultural propia, y autores como Mark Twain crearon antihéroes que a menudo navegaban y malvivían en barcazas que surcaban el Misisipí, décadas después de que el buscavidas Johnny Appleseed hiciera lo propio en el río Ohio.
En las casas flotantes actuales, ya no hay siquiera resquicios de cine negro; incluso el carácter hippy y contracultural de algunos de estos barrios flotantes está en retirada.
Moradores de casas flotantes de la Costa Oeste
En *faircompanies conocemos en primera persona la historia de algunos barrios y moradores de casas flotantes del Pacífico Noroeste de Estados Unidos, al haber visitado los muelles de Lake Union, en Seattle, y Sausalito, junto a San Francisco, donde se aglutinan dos de las comunidades flotantes más icónicas.
El pasado de ambas localizaciones difiere de la realidad presente, pero el paisaje sigue siendo reconocible: en Seattle, los botes-vivienda se multiplicaron en los años 30 del siglo pasado con las penurias económicas de la Gran Depresión, para acomodar en las últimas décadas cada vez más viviendas flotantes de recreo, algunas de ellas de lujo.
Durante un paseo en barco de vela por Lake Washington, en Seattle, pude fotografiar desde el agua algunas de las actuales casas flotantes (ver fotogalería), a menudo similares a cualquier vivienda unifamiliar con todas las comunidades, con una salvedad: están flanqueadas por agua y sus moradores no aparcan un coche junto al porche, sino que cuentan con un pequeño bote amarrado.
De barcazas hippies a luminosas viviendas flotantes contemporáneas
La transformación del muelle de Sausalito, al pie del Golden Gate, en la cara norte de la entrada a la bahía de San Francisco, es similar a la experimentada por los muelles de casas flotantes de Seattle: se extiende el diseño contemporáneo, con viviendas flotantes que dejan entrar la luz a través de amplios ventanales, en una especie de homenaje acuático y reducido de las enseñanzas de Frank Lloyd Wright.
Sausalito transformó su pasado pesquero y relacionado con la defensa naval en los años 50, 60 y 70 del siglo pasado, cuando una pintoresca comunidad contracultural multiplicó el número de casas flotantes.
En las últimas décadas, Sausalito se ha transformado en una selecta zona residencial; los pescadores y trabajadores de décadas anteriores han dado paso a profesionales con alto poder adquisitivo.
En los muelles de la localidad, no obstante, sobrevive el eclecticismo de la época de la contracultura: sus casas flotantes son el único modo legal y asequible de vivir en la localización.
Heather Wilcoxon y Fiver Brown
Kirsten ha visitado a dos de los habitantes de las casas flotantes de San Francisco. Ambas historias están protagonizadas por generaciones distintas, aunque representan el carácter bohemio que conservan los cada vez más caros amarres de Sausalito.
- Heather Wilcoxon (ver vídeo) abandonó hace 4 décadas el Hollywood de su infancia (sus dos padres eran actores) por el San Francisco de la contracultura. Vive con 12.000 dólares al año y no aspira a tener “una casa grande con 3 coches y 5 habitaciones”.
- Fiver Brown (ver vídeo) es un músico cuyos trabajos esporádicos no le permitían vivir en una localidad donde el precio medio de la vivienda asciende a 2,2 millones de dólares. Así que compró una casa flotante y consiguió, por una ínfima fracción del valor inmobiliario de la zona, vivir en el muelle de Sausalito. Su actual vivienda es un antiguo bote salvavidas de la II Guerra Mundial, íntegramente de madera y con amplios ventanales.
Futuro: barrios que sobrevivan intactos a inundaciones
Hace décadas que vivir en una casa flotante ha dejado de pertenecer a una subcultura marginal, lejos de los orígenes como prisión, residencia de estibadores o escondrijo bohemio y brumoso del submundo que va y vuelve de la ciudad.
El presente y futuro de las casas flotantes es mucho más positivo y brillante. La localidad holandesa de Maasbommel se adelanta a una de las tendencias en construcción con el futuro asegurado, explica Richard Warren en Financial Times.
Las residencias flotantes de Maasbommel tienen conexiones flexibles de electricidad, agua y desagües, capaces de resistir inundaciones o adaptarse a cambios drásticos en los patrones climáticos.
10 diseños contemporáneos (y comerciales) de casa flotante
Las casas flotantes atraen en la actualidad por distintos motivos: buena localización por un precio mínimo; adaptabilidad a los cambios estacionales o necesidades vitales de sus moradores.
Quienes abogan por este tipo de vivienda destacan también la posibilidad de moverla geográficamente, así como la aureola aventurera de la vida sobre el agua, con un espíritu de camaradería y de aprovechamiento del presente similar a la vida en alta mar.
1. Casa flotante de TYIN tegnestue (More og Romsdal, Noruega)
Esta vivienda flotante noruega es un ejercicio de sobrio diseño escandinavo. La planta de la vivienda es rectangular, el tejado a dos aguas y la estructura de la abundante madera local.
El diseño minimalista e intemporal aprovecha hasta el último resquicio de luz en una latitud donde la iluminación natural es un bien muy preciado: amplios portones y ventanales, que se extienden desde el suelo hasta el vértice superior del tejado, invitan a la luz exterior a iluminar el diáfano espacio de madera del interior.
El uso de pino noruego, cemento y acabados ásperos e imperceptibles le dan un aspecto sobrio y actual, pese a tratarse de una vieja casa flotante remodelada.
2. Icebergs de Daniel Andersson (Finlandia)
El objetivo de una vivienda es proporcionar cobijo y abrigo a sus moradores con la máxima eficacia y, cada vez más, con el menor impacto ecológico posible.
Estos objetivos no son incompatibles con la ruptura de otras reglas. Por ejemplo, los abrigos humanos no tienen por qué encontrarse en el suelo, ni tener un carácter fijo.
Además de ser flotante y, por tanto, romper una de las convenciones de la vivienda tradicional, el Iceberg de Daniel Andersson se aleja incluso del diseño tradicional de las casas flotantes.
La casa flotante de este arquitecto finlandés emerge sobre el agua como un iceberg. La estructura sobre el agua sirve de terraza; el color blanco y la superficie diáfana juegan al equívoco y, en el centro de la cubierta, varios ventanales iluminan el interior semi-sumergido de la vivienda.
Este diseño conceptual fue encargado por el establecimiento turístico finlandés Ålands Hotell & Restaurangskola, interesado en ofrecerlas como alojamiento en las islas Åland.
3. Casa flotante de MOS Architects (Ontario, Canadá)
¿Cómo diseñar una casa flotante amplia, abierta a su entorno y con todas las comodidades evitando dentro de lo posible el impacto paisajístico? Para conseguirlo, el estudio MOS Architects optó por la sobriedad.
Esta casa flotante de dos plantas y tejado a dos aguas está anclada a una isla del lago Hurón, en la vertiente canadiense de los Grandes Lagos.
La casa se funde con el entorno usando el blanco en la madera de sus cubiertas, que dejan pasar el viento y la luz en función de las necesidades y la estación.
El principal reto técnico consistió en adaptarse al drástico cambio del nivel del agua en el lago Hurón, para lo que se ingenió una base flotante de pontones de acero, que permite a la vivienda adaptarse al nivel del agua.
4. Casa flotante de Designs Northwest Architects (Seattle, Washington, Estados Unidos)
El reto de esta casa flotante de Seattle era albergar todas las comodidades de una amplia vivienda moderna y, a la vez, fusionarse con el carácter histórico del barrio flotante del lago Union, en Seattle.
En forma de cubo y con una estructura racional de aire industrial, la vivienda tiene un aspecto sólido y funcional, con detalles de calidad y un cierto sabor retro.
Destaca la apertura de la pared acristalada lateral, que integra el amarre de la embarcación con el interior de la vivienda. En forma de cubo, el terrado de la vivienda es una terraza vallada a la que se accede por una escalera exterior.
5. Casa flotante Muskoka de Christopher Simmonds Architect (Ontario, Canadá)
Las casas flotantes se han convertido en un preciado retiro en los lagos y estuarios de un país que rivaliza con su vecino del sur en paisajes naturales amplios y cambiantes: Canadá.
Esta casa flotante ha sido diseñada para un emplazamiento natural privilegiado: los lagos Muskoka, en Ontario, unos 170 kilómetros al norte de Toronto.
La estructura de la vivienda, de dos pisos y planta cuadrada, es íntegramente de madera. El perímetro de la planta sobre la superficie del lago alberga un muelle de madera, mientras la primera planta dispone de terraza y amplios ventanales.
La inclinación y el voladizo del tejado, así como una pérgola y los cerramientos de las ventanas garantizan el paso de la luz en invierno y la bloquean durante el verano.
6. Casa flotante Tafoni de Joanna Borek-Clement (Sausalito, California, Estados Unidos)
La arquitecta Joanna Borek-Clement se sale de la convención en el diseño conceptual de una casa flotante que ha concebido para los muelles de Sausalito, privilegiada localidad cobijada a la entrada de la bahía de San Francisco, frente a la ciudad.
La autora ha creado una vivienda con forma ovalada e irregulares ventanales laterales, así como una sección central donde paredes y texto son una única estructura acristalada.
La vivienda es compacta, aunque suficientemente espaciosa para una familia, y evita el impacto de cualquier construcción en tierra firme.
La estructura elipsoidal de la planta de la vivienda flotante es de madera, y su base flotante se sostiene sobre pontones que, según la arquitecta, pueden confeccionarse con distintos materiales, incluyendo fibra de vidrio o cemento.
Una de las características de la había de San Francisco es la variación diaria del nivel del agua, debido a las pronunciadas mareas; ello hace que la arquitecta prefiera el cemento como material para elaborar los pontones.
7. Casa flotante MetroShip de Ballinger & Co.
MetroShip es una barcaza modular confeccionada por una compañía estadounidense, cuyo nuevo modelo combina el diseño sobrio y básico de la anterior casa flotante motorizada de la compañía.
Con 16,6 metros de largo y 3,6 metros de ancho, MetroShip alberga 31 metros cuadrados de espacio en su interior, suficiente para albergar dormitorio, cocina, salón, lavabo y una pequeña terraza.
8. Schwimmhausboot de Confused Direction (Alemania)
Flo Florian and Sascha Akkermann de la firma Confused Direction han actualizado el diseño de su casa flotante Schwimmhausboot con un exterior de madera, que le infiere un aspecto rugoso e intemporal, aunque mantiene su aire contemporáneo con su cubierta ligeramente inclinada y angulosa.
Su aspecto compacto no impide la sensación de amplitud en un interior diáfano, de planta abierta y altillo, al quie se accede a través de unas sencillas escaleras de madera.
9. Casa flotante eléctrica de Groosman Partners Architecten (Holanda)
Este diseño holandés rompe moldes, tanto en diseño como en rendimiento: la casa flotante se ha construido siguiendo los preceptos de diseño industrial sostenible Cradle to Cradle.
En el diseño “de la cuna a la cuna”, el gasto o desecho equivale a nutriente y todos los materiales son o bien inocuos y biodegradables o tienen el potencial de uso indefinido.
Una cubierta emerge de la planta acristalada como un oscuro mineral, cuya cara inclinada alberga paneles solares en toda su superficie, que suplen las necesidades de la casa y generan excedente energético, que puede ser utilizado para recargar un coche o lancha.
El diseño interior tiene igualmente un aspecto industrial contemporáneo.
10. Casa flotante de X-Architects (Dubai)
La casa flotante de X-Architects destaca por el carácter diáfano de su planta rectangular con dos pisos.
A excepción de los servicios que requieren mayor privacidad y de las blancas columnas y cornisas de la estructura, la mayor parte de la pulcra superficie de la vivienda es acristalada.
Cuenta con 220 metros cuadrados, gracias a una planta de 20 metros por 6,7 metros. Los laterales de ambas plantas cuentan con terraza, mientras la azotea, a la que se accede por una escalera de caracol, puede ser usada para tomar el sol.