Se llama iPad y ha sido diseñado para la lectura y el consumo de contenidos multimedia.
El coste del dispositivo: 499 dólares (16 GB), 599 dólares (32 GB) y 699 dólares (64 GB) por los modelos sólo con wifi. Los modelos con 3G, además de wifi, se venderán por 629 dólares (16 GB), 729 dólares (32 GB) y 829 dólares (64 GB). Un precio sustancial para un dispositivo que llega para cubrir una necesidad que no está tan definida como la telefonía móvil o la informática personal.
El iPad no es ni un libro electrónico en toda regla ni un tablet PC, incorpora varias funciones del iPhone aunque ofrece la comodidad de una pantalla táctil de 9,7 pulgadas.
Como el CrunchPad soñado por Michael Arrington (y convertido en un dispositivo con otra marca, JooJoo, por una empresa en litigio con Arrington por apropiación de la idea y el proyecto), el iPad es un ordenador táctil y sin teclado para “navegar por Internet, leer y enviar correos, disfrutar de fotos, ver vídeos, escuchar música, jugar a videojuedos, leer libros electrónicos y mucho más”.
En definitiva: Apple se ha atrevido a lanzar un iPod Touch (y un iPhone doméstico) con mayor pantalla, 0,5 pulgadas (13,4 milímetros) de grosor y 1,5 libras (680 gramos) de peso.
Jobs cree que el iPad “crea y define una categoría e dispositivos enteramente distinta que conectará a los usuarios con sus aplicaciones y contenido de un modo más íntimo, intuitivo y divertido”. Los usuarios darán o quitarán la razón a las palabras de Jobs.
El iPad incluye 12 aplicaciones por defecto y es compatible con la librería de aplicaciones de la App Store (hasta 140.000 títulos).
Pero el iPad es, también, una plataforma cerrada que carece de puertos estándar, está inexcusablemente ligado a iTunes, aboga por el DRM (aunque iBook ofrece soporte al formato abierto ePub), no es un ordenador en que el usuario pueda decidir más allá de lo predefinido, no funciona con la flexibilidad de un Mac convencional y, además, si lo que se quiere es leer, los dispositivos con pantalla E-Ink tienen una experiencia de lectura superior.
iBook, la aplicación de libros electrónicos
Entre las aplicaciones que aparecen por defecto, se esperaba especialmente la relacionada con la lectura de libros electrónicos.
Pese a que la App Store ya incluye aplicaciones para leer libros digitales, algunas con una cierta repercusión, tales como Stanza (de LexCycle, empresa adquirida por Amazon), así como Kindle for iPhone, también de Amazon, Apple ha optado por desarrollar su propio programa de lectura. Delicious Library, disponible en Mac OS X, incluye un diseño prácticamente calcado a la librería virtual mostrada en iBooks.
Wil Shipley, responsable de Delicious Library, ha aclarado en Twitter que Apple no le ha pedido permiso pese a la similitud de la interfaz de ambos programas. Aclaraba con sorna: “supongo que para Apple no es suficiente haber contratado a todos los empleados que trabajaron en Delicious Library, también tenían que copiar el aspecto de mi producto. ¿Halago?”
iBook está conectada a una librería digital propia iBookstore, que contará con “libros de editoriales grandes e independientes”.
Como el iPhone y el iPod Touch, el iPad sincroniza con el ordenador a través de USB, aunque, también como estos dispositivos, es posible acceder a iTunes directamente. Sus especificaciones no sorprenden.
¿A quién importará que el iPad sea un dispositivo cerrado?
El lanzamiento del Apple iPad ha generado espectativas sólo comparables a la presentación del iPhone. Asistimos, una vez más, a una de las mayores paradojas de la industria tecnológica: empresa hermética y fans abanderados del pensamiento libre.
El CrunchPad de Arrington era un proyecto con una arquitectura más atractiva, que prometía publicar las especificaciones del dispositivo con licencia de código abierto (open source hardware).
La empresa que rinde culto personal a su consejero delegado y mantiene un secretismo hermético sobre todos sus lanzamientos, ha logrado el mayor número de seguidores entre la legión de profesionales liberales, urbanos y muchos de ellos artistas, o con intención de serlo.
Apple abandera una cultura cerrada, controla la fabricación de su hardware y desarrolla su propio software y se reserva todos los derechos comerciales e intelectuales de sus creaciones. Pese a ello, tiene el mayor número de seguidores creativos.
Un ensayo de Xconomy teoriza 3 posibles explicaciones de la paradoja “empresa cerrada, seguidores librepensadores”:
- La innovación cerrada, supervisada por una figura genial como Steve Jobs, puede ser el único modo de construir productos tan coherentes y atractivos.
- El hardware de Apple ha resultado ser más “abierto” de lo que la compañía pretendía (al principio, Jobs quería evitar que terceras empresas crearan aplicaciones para el iPhone, por ejemplo).
- En relación con el primer punt, los consumidores son pragmáticos sobre la calidad, y los movimientos de software libre y de código abierto no han producido nada tan útil como Mac OS X y el iPhone.
Esta interpretación de Xconomy es difícilmente sostenible, sobre todo en su tercer punto. La distribución de Linux Ubuntu, el futuro sistema operativo para netbooks de Google, Chromium OS (basado en Linux y que comparte sinergias con Ubuntu), así como la plataforma operativa para teléfonos inteligentes Android, también basada en Linux y promovida por Google, son productos capaces de competir con los mencionados por Xconomy.
Sea como fuere, Apple sigue siendo una de las empresas tecnológicas más admiradas, pese a que desarroladores y otros profesionales hayan alzado sus críticas acerca de la fiabilidad de algunos equipos y aplicaciones de la firma, o se hayan topado de bruces con el como poco difícil sistema de aceptación de aplicaciones de la App Store.
Apple iPad y los contenidos
Más que una reinvención de las tablet PC, Apple se sitúa con el nuevo lanzamiento en un lugar privilegiado para influir en la distribución de los principales contenidos culturales, entre ellos libros, publicaciones periódicas, blogs y contenidos de Internet, así como multimedia.
El objetivo es popularizar una plataforma que ya ha demostrado su viabilidad, primero con el iPod e iTunes, y más tarde con el iPhone y el iPod Touch, dos dispositivos portátiles que, debido a sus características, permitieron que aplicaciones y juegos se incorporaran a la ya existente oferta de música, vídeos y películas.
La nueva plataforma quiere atraer a editoriales, creadores de contenido, empresas de periódicos y revistas, así como creadores de contenido para Internet.
Mientras Apple incorpora HTML5 para impulsar su nueva estrategia de contenidos, iniciando una tendencia que muy pronto reproducirán otros, con Google y su estrategia Chrome OS en cabeza.
Pero la naturaleza cerrada de la estrategia de Apple, pese a gustar a los creadores y proveedores de contenido, plantea varios retos. Como ya ha ocurrido con Kindle y su estrategia de protección de derechos a través del uso de la tecnología para limitar copias, DRM, Apple se reserva el derecho de controlar y decidir qué quieren leer o consumir los usuarios.
Según la Free Software Foundation, el iPad dará un impulso sin precedentes al actual esquema DRM.
Amazon ya demostró en 2009, con el infortunado incidente que llevó a la empresa de Seattle a borrar unilateralmente dos libros de George Orwell, 1984 y Rebelión en la granja, de los Kindle de los usuarios que los habían adquirido. Al ser borrados de la tienda del Kindle por Amazon, los libros desaparecieron automáticamente de los dispositivos de quienes los habían adquirido.
Matthew Burton recuerda en The Guardian que Apple usa tecnologías de gestión de derechos similares a las de Amazon.
Resulta, como poco, arriesgado otorgar a una sola compañía el derecho a dictar las normas sobre los contenidos culturales que consumimos. Millones de personas se podrían ver afectadas por cambios unilaterales en las condiciones de uso.
La huella ecológica del Apple iPad
Apple declara, con respecto a su iPad: “cada carcasa de iPad está fabricada con Aluminio altamente reciclable y el dispositivo incluye por defecto con eficientes pantallas retroiluminadas con LED, libres de mercurio y confeccionadas con cristal libre de arsénico. El iPad carece de pirorretardantes brominados y está completamente libre de PVC”.
Sustituir casi completamente la lectura de diarios, revistas y libros en papel por sus equivalentes electrónicos, usando dispositivos como el Kindle, especialmente cuidadosos con su consumo energético, disminuye el impacto ecológico de nuestra actividad cultural, ya que las compra digital evitaría a largo plazo la necesidad de imprimir su equivalente en papel.
Hasta el momento, no obstante, publicaciones periódicas y editoriales mantienen sus tiradas tradicionales excepto casos de fuerza mayor, y muchas de ellas se declaran apuradas con la actual situación económica.
No obstante, con el Apple iPad, el Kindle, un teléfono móvil, un netbook o un portátil no se sustituye el papel usado con anterioridad por un consumo de recursos igual a 0. El impacto derivado de la fabricación, uso energético y futuro reciclaje del dispositivo electrónico (“energía gris“, o “embodied energy“) adquirido para consumir estos productos, debe ser tenido en cuenta.
Para medir correctamente el impacto del dispositivo para la reproducción de medios adquirido, sea cual sea, es necesario conocer las características del envoltorio y embalaje; el impacto de los materiales y piezas usados en el dispositivo y su ensamblaje; así como el consumo (relacionado con su capacidad de proceso; la complejidad de sus gráficos y las características de su pantalla); y su posterior reciclado, al final de su vida útil.
Apple incluye información medioambiental sobre sus productos, tras recibir críticas de Greenpeace en el pasado, sobre todo relacionadas con el empleo de materiales peligrosos.
La ONG ha reconocido una mejora de Apple en términos medioambientales, aunque sigue estando lejos de las compañías que lideran el listado periódico Guide to greener electronics (guía para una electrónica más verde), encabezada por Nokia y con Apple en quinto lugar de un total de 18 fabricantes informáticos, electrónicos y de telefonía móvil, tras la propia Nokia, Sony Ericsson, Toshiba y Philips.
¿El cacharro más importante de Apple hasta el momento?
Citando a fuentes cercanas a la empresa de Cupertino, el bloguero Michael Arrington pone en boca de Steve Jobs que el Apple iPad “será la cosa más importante que jamás haya hecho“.
Steve Jobs, considerado por la revista Fortune el mejor consejero delegado de la pasada década, lanza un producto que, como explicaban recientemente dos analistas de Forrester, Charles Golvin y James McQuivey, tiene unas limitaciones que juegan en su contra: “es un ordenador sin teclado, es un lector digital con una pobre duración de batería y un precio elevado, y un reproductor multimedia portátil que no cabe en un bolsillo”.
Pero el Apple iPad es mucho más. A diferencia de los Tablet PC promocionados desde hace años y con escaso éxito comercial por Microsoft y los principales fabricantes de ordenadores Windows, el Apple iPad llega cuando el mercado de los smartphone se ha consolidado y los lectores digitales más populares, con el Amazon Kindle en cabeza, han mostrado la viabilidad y comodidad de la lectura electrónica.
Entre móviles, portátiles y libros electrónicos, sin imitar los tablet PC
El nuevo dispositivo de Apple cubre con comodidad y holgura las funciones que resultan incómodas en ordenadores de escritorio, portátiles convencionales y teléfonos móviles.
Hay un puñado de funciones que resultan más cómodas en un dispositivo más flexible que un portátil convencional, más sencillo de usar que un netbook (al fin y al cabo un portátil convencional más reducido y menos ponente), y con una pantalla mucho mayor que la de un teléfono inteligente, que permiten gestionar texto y contenidos multimedia de un modo más holgado.
Según Golvin y McQuivey, el Apple iPad puede convertirse en un dispositivo popular si cumple con 3 objetivos:
- Crear una nueva categoría de dispositivos alrededor de los contenidos multimedia personales.
- Lograr una conectividad que convierta el dispositivo en ubicuo, con una conexión inalámbrica (wifi, redes móviles) fiable y consistente.
- Permitir a otros fabricantes crear mucho más que simples accesorios para que el dispositivo se adapte a las necesidades del usuario (teclados inalámbricos, “puertos” que conviertan el aparato en una radio y/o despertador, etc.
El Apple iPad deberá convivir con el iPhone y sus competidores, sobre todo Android (a diferencia de éstos, no cabe en el bolsillo); con netbook y portátiles convencionales; así como con lectores digitales que, como el Amazon Kindle, incorporan pantallas de bajo consumo y gran contraste para la lectura (E-Ink), pero que hacen que los aparatos sean inoperativos en el consumo de contenidos con riqueza multimedia.
Teléfonos inteligentes, netbooks y portátiles, así como lectores digitales, han sido diseñados para realizar tareas determinadas y aventajan al nuevo dispositivo de Apple en distintos ámbitos (la portabilidad y potencia del iPhone; precio, versatilidad y teclado de netbooks y portátiles; durabilidad de batería y experiencia adaptada a la lectura de los lectores digitales).
El Apple iPad deberá atraer por algo más que el ruido mediático y titulares generados en los últimos días.
La industria editorial se encomienda a Apple (¿huyendo de Google?)
La prensa escrita se enfrenta a una profunda crisis económica y de modelo de negocio, que se ha agravado con el aumento del número de dispositivos capaces de conectarse a Internet y permiten a sus usuarios acceder e interaccionar con la información en tiempo real.
En Estados Unidos y, en menor grado, en Europa Occidental, la prensa local tradicional suprime sus ediciones en papel o simplemente cierra.
Económicamente, la distribución en papel es costosa, tiene un impacto medioambiental cada vez más tenido en cuenta por lectores potenciales, está alejada de una nueva generación de consumidores de medios que siempre ha convivido con Internet y, sobre todo, es lenta.
Si un diario no ofrece información reflexiva e interpretativa, elaborada por periodistas y otros profesionales influyentes en sus respectivos campos, difícilmente podrá recuperar la audiencia e ingresos publicitarios que han descendido consistentemente en los últimos años, sobre todo en Estados Unidos.
Las versiones digitales de los principales diarios consolidan su audiencia, aunque no su modelo de negocio. Varios medios instauraron a finales de los noventa versiones con contenidos genéricos gratuitos, mientras determinada información era ofrecida previo pago. El diario económico The Wall Street Journal y el semanario The Economist son la excepción, al haber mantenido con éxito este modelo de negocio.
El dilema del prisionero
Rupert Murdoch, cree que tanto los buscadores de Internet (sobre todo Google) como los agregadores de noticias (de nuevo, sobre todo Google), aportan visitas sin valor a los medios digitales de Fox, y no descarta pedir que sus contenidos no sean indexados por buscadores y agregadores. Son declaraciones realizadas mientras Fox, junto a otros grandes realizadores de contenido, intentan aumentar sus ingresos.
De momento, ningún gran medio de comunicación ha decidido retirar su contenido de buscadores y agregadores pero, en palabras de Hugh Pickens, sufren el dilema del prisionero con Google, al querer mantener tanto su exposición a los usuarios como un control sobre sus contenidos que ofrezca modelos de negocio más fructíferos.
Mientras tanto, Google ha influido sobre toda la industria periodística, al convertir el tradicional negocio de los anuncios clasificados en anuncios de Internet, controlados de manera aplastante por la compañía.
Las restantes cabeceras con prestigio internacional no han tenido tanta suerte y conviven con una reducción de los ingresos en la versión impresa, mientras el modelo publicitario de Internet no ha funcionado como esperaban.
Ahora, algunas se plantean volver a un modelo de pago, como The New York Times, que ha anunciado este movimiento, aunque no ha ofrecido pistas al respecto.
Tanto The New York Times como otras cabeceras de menor rango reconocen hacer presión junto a Rupert Murdoch para que las empresas tecnológicas -de nuevo, sobre todo Google- que distribuyen sus contenidos reconsideren también sus prácticas. Por ejemplo, el Denver Post y el Dallas Morning News se plantean bloquear a Google.
El riesgo para una ya de por sí dañada industria periodística aumenta con la radicalización de su postura, según expertos como el bloguero Michael Arrington o el periodista canadiense Mathew Ingram, que recientemente ha abandonado su trabajo “periodístico tradicional” (en el diario canadiense Globe and Mail) para trabajar a tiempo completo en GigaOm, el blog tecnológico fundado por otro antiguo periodista, Om Malik.
Para Arrington e Ingram, entre otros, si la industria periodística no se centra en producir contenidos de calidad con estructuras más flexibles y adaptadas a la realidad de Internet y, por el contrario, opta por restringir el acceso a sus contenidos y actuar de “policía” con quienes los consumen o citan, la industria periodística perderá relevancia, con la ilustre excepción de quienes ofrecen información específica y de calidad y han logrado fidelizar a una clientela de pago, como los mencionados Wall Street Journal y The Economist.
Ingram va más allá: “Google no es el amante viejo y rico de nadie“, ni debería pagar a la industria de creadores de contenido para compensar su decline, ni Internet debe nada ni a creadores de noticias y otros contenidos digitales, tales como libros, películas, música, videojuegos, etc.
Ingram argumenta que cada empresa debe es libre para innovar y encontrar modelos de negocio imaginativos, en lugar de proyectar sus errores estratégicos en la fuerza empresarial mostrada por Google.